Chereads / By Red Moonlight. / Chapter 38 - Capítulo 38: Una carta del concejo.

Chapter 38 - Capítulo 38: Una carta del concejo.

Había pasado el tiempo una vez más, tiempo el cual había transcurrido con una extraña normalidad la cual se basaba en el cómo un paranoico Erick se la había pasado día y noche cuidando de mi salud, preocupado por el simple hecho de que en el algún momento pudiese empeorar mi estado, pues cuidaba de mí de manera muy diligente, tanto, que se asimilaba a la manera en la que cuidabas a una pequeña muñeca de porcelana, como si en el además, existiese el miedo punzante en su pecho de poder dañarme una vez más. 

Acciones que al momento en que se lo cuestionaba, solía justificarse con un simple ¨Si realmente me arrepiento de algo, debo demostrarlo con acciones¨ , actitud que en aquella circunstancia por la que ambos estábamos pasando, agradecía con todo mi corazón, pues era algo que no todos solían hacer solo porque les costaba asimilarlo.

A pesar de eso, lo que él no sabía, era que lo perdonaba, que lo hacía desde el momento en el que había decidido dejar de lado los egoístas ideales de su padre demostrando así, que era lo que más le importaba, desde aquel día en el que me salvó de morir ahogada, dejándome así en claro que me amaba más que su propia existencia y sobre todo, lo perdonaría una y otra vez porque sabía que las cosas que hacía por mí, eran por mi bien, o al menos eso quería creer en ese momento, quizás porque temía a perderlo para siempre o de soltar aquella parte de mi vida en la que realmente era feliz por primera vez.

Por otro lado, mientras transcurría el tiempo, mi niñero vampiro habituaba por enseñarme cosas que desde un principio no había podido comprender o cosas que se había reusado a contarme solo porque pensaba que eran noticias que podrían desestabilizarme, pero en ese corto tiempo que transcurrió, había contestado a todas mis interrogantes como ¿Qué hacía un vampiro en mi casa cuidándome?, pero la respuesta que me dio fue incluso más sorprendente de lo que pensé, pues me contestó diciendo que mi sangre era extraña, no solo por ser el tipo de sangre que me había comentado, sino también porque mi tipo de sangre era hibrida, es decir, no era humana en ninguno de los aspectos, tenía sangre de bruja y vampiro circulando por mis venas y que la bruja que corría dentro de mí, era de las más resistentes de nuestro mundo, justificando así el por qué de la resistencia de mis huesos. 

Erick también me había contado acerca de su jefe, cosa que nunca hizo desde el momento en el que nos conocimos, pero en el preciso instante en el que le pregunté aún más sobre él, simplemente me dijo que su contrato le impedía hablar asuntos privados de el conmigo, con el motivo de proteger tanto a mí como a él.

Además de responder mis interrogantes, Erick empezó a explicarme el por qué era tan importante para aquellas bestias que me buscaban incluso debajo de la tierra, me explicó que mi sangre al ser dorada y ser híbrida, tenía ciertas propiedades que podrían hacer que los vampiros de la masacre, los más antiguos, evolucionaran a como eran los vampiros modernos, cosa que desataría el desastre, debido a que no tienen conocimientos de nada, por lo cual la cadena alimentaria y la raza humana estarían en riesgo, sin mencionar de que a ellos ni siquiera les importa exponer a nuestra raza en el mundo humano.

Me explicó también que con solo saber que podrían encontrarme para exprimirme al igual que a él, apresuraban su búsqueda, desarrollando así habilidades que les permitía lograrlo de manera veloz, situación que a pesar de haber reaccionado de una manera tan tranquila, a decir verdad me asustaba por sobremanera, porque era consciente que el más mínimo movimiento en falso, podría ponerme en la situación más tenebrosa de mi existencia, no solo estaba asustada, sino más bien aterrada de lo que pudiese sucederme. 

[…]

En esa circunstancia, me encontraba sentada en una manta frente al océano, el cual me deleitaba con sus colores grisáceos y el sonido que formaba al chocar contra las rocas. A decir verdad, me encontraba en paz, tranquila, pero con esa sensación de extrañez que suele invadirnos porque sabemos que en el fondo nada está bien, porque estaba consciente del hecho de que todo un mundo se encontraba pendiente de mí, pero no de la mejor manera.

Mientras me deleitaba con el paisaje, pude notar el como algo que flotaba a la distancia y me percaté entonces de que a medida que aquel objeto flotante se acercaba hacia mí, me percaté de que solo era una carta, dándome a entender así que venía del concejo vampiro. En el momento en el que aquella carta se posicionó frente a mí, la toqué al instante causando que esta empezara a redactarse por sí sola.

Estimada señorita T:

Nos comunicamos con usted por medio de esta carta para agradecerle por las buenas noticias, agradeciéndole también por salvar la situación una vez más. 

Escribimos también esta carta para informarle que Erick Vries y usted, están invitados a la visita que se realizará hacia los consejos que hay alrededor del mundo.

Un placer comunicarme con usted: Lord H.

Al terminar de redactarse la carta, pude notar el como Erick se acercaba a mi para a continuación ordenar las cosas para el picnic en la manta, sentándose luego a mi lado. 

—¿En qué tanto piensas? —Cuestionó con voz suave al verme callada mientras miraba el océano, contrastando su aterciopelada voz con el sonido del mar, generando aún más calma en mi cuerpo, acción por la cual desvié mi mirada hacia donde él se encontraba, dándole así una sonrisa.

—Adivina… —Le pedí conteniendo la sonrisa de emoción y a su vez destellante debido a las ansias que se dejaban notar en mis labios ante la noticia, sabía que aquello significaba dos cosas, 1. Que iba a poder conocer más cosas acerca del mundo que me había enterado que pertenecía por completo. 2. Que el final de tanta lucha estaba a la vuelta de la esquina, cosa que no podría acabar de la mejor manera, pues no sabíamos siquiera si aquellas bestias nos superaban en número, razón por la que suponía que más de uno se encontraba comiéndose las uñas. Por otro lado, Erick sin saber la respuesta, se limitó a solo encoger sus hombro en señal de que no tenía idea de lo que sucedía. —Eres malo en las adivinanzas, nos llegó una carta del concejo. 

—Y la carta decía… —Me incitó Erick a que continuase hablando, dejando a la vista lo impaciente que solía ser.

—Estamos oficialmente invitados a conocer los concejos alrededor del mundo. —Agregué soltando un leve gritito de los nervios, provocando que el oji-azules soltara una carcajada, razón por la que golpeé su hombro. —No te burles de mí.

—Es una buena noticia, eso significa que estás lista para ir a conocer al vampiro para el cual trabajo y por el cual estás siendo protegida, no sabes lo difícil que es ocultártelo. —Confesó de la nada y por primera vez me di cuenta de que aquello era un peso en los hombros incluso para él, pero recordándome que no había pensado mucho en aquella idea de conocer al jefe de Erick y el enigma que había detrás de él. —Para que puedas entender al jefe, debes verlo en persona con tus propios ojos. —Agregó con voz suave, palabras que se repetían una y otra vez en mi cabeza, desembocando una lluvia de preguntas en mi mente.

—No lo había pensado de esa manera, pero gracias Erick por sumarle una razón más a mis preocupaciones. —Agradecí de manera irónica girando los ojos.

—Esa es mi chica, debo admitir que me gusta cuando te comportas enigmática, pero extraño la chica ruda de la que me enamoré. —Declaró mirándome a los ojos, mientras que a su vez, escondía un mechón de cabello detrás de mí oreja provocando que en mi rostro se asomase un leve sonrojo, junto a una extraña calidez que no solo me abrazaba a mí, sino también a mi corazón, recordándome lo mucho que amaba a Erick.

—A decir verdad, también extraño al bromista Erick del que me enamoré… ¿ Hacemos algo? —Cuestioné lo último dándole una sonrisa al mismo tiempo que miraba sus azulados ojos, ojos que debido al paisaje, se habían tornado de un tono grisáceo perfecto.

—¿Qué cosa? —Interrogó frunciendo el ceño en mi dirección, recostándose luego sobre la manta, justo a mi lada, haciéndome sentir el cómo al instante y de la nada la yema de manera suave sus dedos hacían un recorrido circular justo en mi espalda baja, provocando que la piel se me erizara con el suave toque.

—Q-Quiero que todo vuelva a ser como en el palacio ¿está bien? —Le pedí mirándolo a los ojos. 

—Para mi eso es más que perfecto… —Respondió con voz suave antes de que sin previo aviso, se lanzara hacia mí tumbándome en la manta, quedando el justo encima de mi con la intención de tener hasta el más mínimo contacto físico conmigo. —Te amo  Christina, te amo demasiado joder… no sabes lo mucho que he esperado este momento durante estos días. —Confesó con una radiante sonrisa que le daba el toque perfecto a la tierna emoción que expresaba su semblante, pareciendo un niño pequeño, de esos niños que irradiaban alegría cuando les das un simple caramelo. 

Fue entonces que pude percatarme del como poco a poco, el pelinegro se acercaba a mi rostro, pero en el momento en el que pensé que iba a estampar sus exquisitos labios contra los míos, sus labios se dirigieron hacia la parte superior de mi frente, justo en la coronilla depositando así un tierno beso en ella antes de mirarme como si fuese la luz de sus ojos y a decir verdad, extrañaba ser su universo.

[…]

Una vez más había pasado el tiempo, había pasado de una manera tan rápida entre mi preparación mental para conocer a los diferentes concejos, que Erick y yo no nos habíamos percatado de ello hasta que llegó el gran día en que conocería todos los secretos, más aún, me invadía una inmensa intriga al saber que conocería al gran líder del que todos hablaban, pero que solo unos pocos llegaban a conocer en persona. En el mismo día en el cual estaría empezando aquel viaje que sabía duraría algunos días, por no decir un mes o 2, me había enterado de nuevas noticias, noticias que me habían dejado, más que sorprendida, inquieta, nerviosa junto a la sensación punzante del miedo.