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Derek Haven. El hombre, la leyenda. El CEO más joven del Grupo Haven. Nacido en una familia rica y hecho aún más rico a través de diversos empeños. Convirtiéndose en un multimillonario por derecho propio antes de los treinta años. La lista de sus logros financieros era interminable, pero la gente no se detenía solo en su posición económica. No, su buena apariencia también era tema de conversación en muchas bocas. Votado entre las diez personas más atractivas del mundo durante cinco años consecutivos. Unos impresionantes ojos verdes que resaltaban en su piel bronceada. Sus agudos pómulos y suaves labios llenos, el ligero rizo en su cabello castaño, destellos de oro en él cuando el sol lo golpeaba de la manera correcta.
Esto era lo que obtendrías si preguntabas a cualquiera sobre Derek Haven, CEO del Grupo Haven.
Por supuesto, aquellos a quienes no les gustaba diferían. Donde otros decían que había hecho crecer al Grupo Haven mediante el trabajo duro y la determinación, sus enemigos decían que era a través de la astucia. Que era tan frío que tendría suerte si tuviera hielo en las venas.
Dos conjuntos diferentes de opiniones sobre la misma persona. Pero todo se reducía a unas pocas verdades muy simples.
Derek Haven, te guste o no, era atractivo, rico y soltero. Una combinación poderosa que hacía que tanto hombres como mujeres se lanzaran a sus pies por una oportunidad de gloria. Pero él nunca les prestó atención y, por lo que a ellos respectaba, era porque el gran Derek Haven estaba muy por encima de ellos. Pero la verdad estaba muy lejos de tal suposición.
Porque en realidad, Derek Haven no pensaba que era mejor que ellos, no, Derek los envidiaba. No por sus familias, no por sus vidas simples. Sino por una cosa simple, que la mayoría de las personas tenían pero daban por sentado…
Sueño.
Sí, Derek Haven envidiaba la capacidad de la gente de simplemente apagarse y dormir. Habiendo luchado con el insomnio durante muchos años, hacía mucho tiempo que había olvidado cómo era una buena noche de descanso. Pero la mayoría de las personas daban esa habilidad por sentado.
Precioso sueño.
La única cosa que el dinero de Derek no podía comprar. Da igual los especialistas, medicamentos o nuevas terapias que probase. Nada funcionaba, así que al final se había rendido.
Solo dormía en pequeñas duraciones, quince minutos aquí y veinte minutos allá. Su cuerpo agradecido por el pequeño descanso, incluso si no era suficiente. Pero era todo lo que tenía para mantener la fachada de perfección, así que se aferraba a ella. Ni siquiera su amada madre sabía de sus luchas, un Derek más joven habiendo aprendido hace mucho a mentirle al respecto. Era mejor sufrir en silencio que dejarla ser destruida por la preocupación por él.
Aun conforme pasaron los años, y el insomnio de Derek se volvió más frecuente, siguió con la mentira. Pero cada noche cuando se metía en la cama y fingía dormir, no podía evitar preguntarse cómo sería.
Simplemente cerrar los ojos y soñar. Pero esas cosas eran para la gente común, no para Derek.
Estaba atrapado para siempre en el mundo despierto, las cadenas del insomnio manteniéndolo despierto. Lo que no sabía es que alguien muy cercano también sufría un destino similar.
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