En el Aeropuerto Internacional de Ciudad X...
Stella Richard salió del aeropuerto y llamó a un taxi. Le dio al conductor una dirección y se metió en el coche. Mientras el taxi avanzaba, Stella miraba por la ventana la ciudad familiar...
Había regresado después de seis años, pero las experiencias y recuerdos que había intentado olvidar a lo largo de los años comenzaron a inundar su mente...
Stella sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos.
Esta vez, no había vuelto para detenerse en viejos y inútiles recuerdos. Había vuelto porque su jefe le había pedido que regresara. Él le dijo que su empresa estaba en un callejón sin salida, y quería que ella volviera y resolviera la crisis.
Al principio, Stella no quería venir, pero después de pensarlo un poco, decidió regresar...
Hace seis años, su jefe la había ayudado durante el momento más difícil de su vida, y ella quería devolver el favor...
En cuanto a todo lo demás, ya no le importaba...
En la Empresa...
Cuando Stella llegó, notó que la mayoría de los empleados estaban inmersos en una animada discusión...
Mientras pasaba, fragmentos de conversaciones llegaban a sus oídos...
—He oído que hay muchas empresas que quieren comprar nuestra empresa... —comentó alguien.
—¡De verdad! Eso significa que tendremos un nuevo jefe.
—Solo espero que nuestro nuevo jefe sea atractivo, como un CEO de drama coreano... —dijo una empleada soñadoramente.
—¡Oye! ¿Sabes quién va a comprar la empresa? —preguntó otro curiosamente.
Stella escuchó sus charlas, pero no le importaba el chisme.
Ella sabía que a esas personas en realidad no les importaba quién compraría la empresa o a qué precio...
Solo querían chismear.
Pero ella... a ella sí le importaba... y estaba aquí para asegurar un buen trato para su empresa.
—Por supuesto, serán los de Kingston, el Grupo RK. ¿Quién más en la ciudad tiene suficiente poder para retarlos? —afirmó uno con certeza.
Stella, que estaba a punto de seguir caminando, se detuvo en seco...
Un nombre, a la vez familiar y desconocido, llegó a sus oídos...
—Los Kingston...
—Grupo RK...
De repente, los recuerdos que Stella había encerrado comenzaron a surgir como una tormenta. Su mente se llenó de esos recuerdos como una inundación.
Stella se sintió mareada.
Era como si todavía estuviera atrapada en esa Mansión RK, rodeada por muros fríos...
Stella había pensado que hace tiempo había olvidado de él, pero parecía que solo era una ilusión...
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Flashback...
Hace Seis Años...
En la Mansión RK...
Stella salió de la puerta hacia la sala de estar. Pero su expresión era sombría. Se movía como en un ensueño...
Su pequeña cara lucía un poco pálida.
—Señora, ¿qué le pasa? ¿Por qué está tan pálida y débil? —la que hablaba era Mia. Había trabajado durante años para Kingston y siempre había tratado a Stella como si fuera su hija. Al ver su cara pálida y actitud débil, Mia estaba preocupada.
Sus ojos cayeron sobre los informes que Stella sostenía, y preguntó,
—¿Todo está bien?
Stella forzó una sonrisa y respondió,
—No es nada. Estoy bien.
—Pero tu cara no se ve bien. ¿Qué tal si cocino algo para ti? Tu Aaloo Poori favorito... —ofreció Mia.
—Mia... no te preocupes, estoy bien. Es solo que... —Stella miró los informes en su mano y dijo—, no he tenido mi período por dos meses, y cuando fui al hospital...
No terminó la frase, mirando a Mia con una mezcla de expectativa y preocupación...
Simplemente se quedaron mirándose.
Mia entendió lo que Stella quería decir. Estaba embarazada. Pero Mia también sabía de la relación entre el Sr. RK y Stella. No sabía qué decir...
Al final, solo la felicitó...
Stella no dijo nada y siguió mirando los informes en su mano.
No sabía qué pensar o decir...
Había estado casada con Rene Kingston durante tres años. Pero el suyo no fue un matrimonio de amor...
Fue un matrimonio de contrato, con un límite de tiempo de tres años. Porque la mujer que él amaba era su hermana...
RK había estado a punto de casarse con su hermana, Sofía, pero por alguna razón, Stella había terminado reemplazando a su hermana. Desde el día que se casaron, él le había dicho que su matrimonio era solo un contrato de tres años y nada más...
Para RK, su matrimonio era de hecho solo un contrato, pero para Stella, fue un hermoso regalo de Dios. Porque solo ella sabía lo feliz que estaba cuando se enteró de que se iba a casar con RK...
El hombre que había amado durante su juventud. Todos estos años, Stella había dado lo mejor de sí en este matrimonio, con la esperanza de que tal vez, solo tal vez, su matrimonio funcionaría.
Tal vez no se divorciaría de ella.
Tal vez querría quedarse con ella...
Tal vez le daría una oportunidad a su relación por el hijo...
Stella todavía estaba perdida en sus pensamientos cuando de repente, una voz llegó desde la puerta, destrozando todas sus esperanzas e ilusiones...
—No quiero este hijo... —la voz era fría y dura.
Stella y Mia se volvieron para mirar en la dirección de la voz.
RK estaba de pie en la puerta, mirando a Stella. Su rostro era frío e inexpresivo. Era imposible adivinar qué estaba pensando...
Tenía un rostro muy guapo y ojos azules. Sus ojos azules eran como el océano profundo. Si los mirabas...
Entonces te hundirías en ellos.