🍁✨Isabella Ciel✨🍁
Había echado mucho de menos a Christina, jamás habíamos estado tanto tiempo separadas y aún más cuando no sabíamos dónde estaba cada una porque más que amigas éramos como hermanas, sin mencionar que era la única persona que tenía.
Tenía a los chicos claro, pero no era lo mismo porque con Christina podía hablar como si nada y de cualquier tema y entre chicas las cosas son algo diferentes que con los chicos. Aunque últimamente ella y yo habíamos estado alejadas una de la otra por el tema de los vampiros que la buscaban que se me hacía casi imposible contactarla, sin mencionar que su vida se volvía cada vez más como una montaña rusa de sucesos traumantes y temía a que empezara a perder la cabeza dentro de poco. Aunque aparte de eso seguía creyendo que la existencia de los vampiros era imposible, pero considerando la vida de mi mejor amiga podría decir con certeza que nada era imposible en este mundo porque hasta yo misma consideraba la existencia de los viajes en el tiempo.
Me encontraba conduciendo el auto de Alex, dirigiéndome hacia la casa de Christina pues le había prometido a Christina encender inciensos para que aquella casa en la que vivía aun mantuviera su esencia y su energía, a veces me impresionaba el cómo Christina se sentía atraída a temas como el aura, las vibras y las energía de cada masa que la rodeara y estaba casi que obsesionada con ese tipo de cosas, pero a pesar de sus gustos siempre seguiría a su lado para bien o para mal, además de que visitaría su casa para encender un incienso aprovecharía para arreglar su habitación y me quedaría allí a dormir.
Estacioné el auto y emprendí camino hacia su casa, camino que se encontraba más oscuro que un agujero negro, estaba acostumbrada al frio, pero aquella noche era más fría de lo habitual, sentía como ráfagas de viento frio chocaban con mi piel erizándola y provocando en mí escalofríos. Siempre me había gustado quedarme en casa de Christina, pero de alguna manera aquella casa sin ella parecía ser una casa de terror.
Sacudí mi cabeza borrando cualquier idea tenebrosa de mi cabeza y al llegar a su casa saqué la llave, abrí y fui a su habitación, la cual al instante de haber entrado me inundo con su olor a canela y manzana, aroma típico de ella y me encantaba porque a pesar de ser una chica ruda, cada vez que estaba a su lado sentía calidez, como si fuésemos hermanas de sangre.
Inmediatamente busque las llaves del taller, llaves las cual guardaba en un pequeño gancho que tenía en el closet, en el cual guardaba además en cajas de zapatos los perfumes que tenía su madre y los de su padre, y algunos de ella. Lo sabía porque una vez me presto unos tacones y me dijo que los guardaba en el closet, como era obvio los busque en las cajas de zapatos, pero en ellas solo había un montón de perfumes Chanel, victoria secret y otras marcas reconocidas, le pregunte por que los tenía en cajas de zapatos y me respondió que solo eran porque así no se rompían. Pero sabía perfectamente que era por el simple hecho de que su madre lo hacía y no quería perder sus únicos recuerdos de ella.
Justo en el momento de encontrar la llave escuche un ruido que sabía que provenía de la cocina, debía ser Nick, Ryan o quizás Alex, pero fue cuando llegó a mi mente el hecho de que sabía de la cobardía de aquellos chicos como para aparecerse de la nada en la casa de Christina, así me alarmé.
—¿Alguien anda ahí? —Sabía que aquella era una tonta pregunta, pues en todo caso de que se tratase de una mala persona era obvio que no respondería hasta cometer su crimen. Caminé hacia el origen del ruido lentamente y noté que no había nadie, pero aquella conclusión no duró por mucho tiempo ya que al girarme en mis pies lo vi y no pude evitar que se resbalase el perfume que se hallaba en mis manos.
—Hola querida Isabella Ciel, es un placer conocerte en persona. —Entonces al instante supe que no era un simple desconocido, era uno de los que buscaba a Christina para hacerle daño.
— Se a quienes perteneces y no pienso decir ni una palabra. —Declaré cada palabra con nerviosismo y a su vez tartamudeando de nervios porque era consciente de que aquella situación acabaría muy lamentable si hacía alguna mínima, pero riesgosa acción.
—Que inteligente, me ahorras el trabajo de presentarme, ahora si no quieres acabar siendo un hermoso collar de huesos dime dónde se encuentra tu amiguita y nadie saldrá lastimado. —Amenazó con voz demandante provocando que se me erizara por completo la piel.
—N-no, no te diré nada. —Manifesté entre dientes.
—Piénsalo mejor Isabella, como dije, eres muy inteligente. —Propuso con voz adulante y ligeramente amable, pero que en el fondo sabía que solo lo hacía para sacarme información cosa que lo único que provocaba era subir poco a poco mi valor.
—Y yo dije que no lo haría. —Dije con voz firme y antes de poder pestañear este ya se encontraba sujetando fuertemente de mi cuello contra la pared. —suéltame ¡ayud- —Antes de que pudiese terminar me golpeó fuertemente en la cara a puño cerrado, logrando que un hilo de sangre bajara por mi nariz como una cascada, llegando así a mis labios con un leve sabor metálico.
—¡Dime de una jodida vez donde se encuentra Christina y deja de hacerme perder el tiempo! —Me gritó de manera sonora haciendo que me encogiese en mi lugar.
—ya le dije que no ¡suéltame!—Le grité escupiéndole el rostro provocando entonces que apretase más su agarre en mi garganta y se me hizo incluso inevitable el hecho de empezar a ver borroso mientras que en mi mente solo circulaba un ´´´No te desmayes Isabella, no cierres los ojos´´.
—suéltala. —Escuché una voz conocida hablar, pero para cuando me había dado cuenta… mi vista se volvió negra por completo inundándome en la inconciencia.
🌿🍁💗Christina💗🍁🌿.
En aquel momento me encontraba con Lord Hopkins dando un paseo por los jardines del palacio, jardines los cuales se encontraban a una fresca temperatura más aun a aquella hora de la noche en la que sentía que aquel enorme y lujoso palacio se encontraba más habitado en la noche que en el día, pero diría que no solo se sentía fresca la temperatura, más bien se sentían tan fríos como una noche desolada.
No solo me había percatado de aquellos fríos jardines, sino también del simple hecho de que Lord Hopkins no era para nada lo que yo pensaba, al contrario, era un vampiro agradable, amable, modesto e inteligente… eso claro sin mencionar que todo lo que pasaba por mi mente era que como vampiro que era me iba a servir en sopa.
Entonces decidí que desde aquel momento en que me equivocaba en todo con respecto a lo que conocía aplicaría la frase "no debes juzgues un libro por su portada" por el resto de mi vida, pues me convencía cada vez mas de que si seguía juzgando a las personas por lo que eran o como se veían y no por cómo eran en su interior me iba a quedar completamente sola.
—y cuéntame ¿cómo conociste a Erick? —Cuestionó mientras me miraba fijamente esperando mi reacción, lo miré pensativa y luego sonreí.
—ni yo misma sé cómo vine a conocer a un vampiro fuera de la tv. —soltamos una sonora carcajada al mismo tiempo. —pero bueno, respondiendo a tu pregunta fue por mi madre adoptiva, ella ese día se iría de viaje junto a mi hermano por motivos de trabajo, así que como no quise ir decidió contratar a Erick como mi niñero, esa misma noche descubrí que Erick era un vampiro y al día siguiente que mama tuvo un accidente junto a mi hermano y que no sobrevivieron. Erick me prometió que no me iba a abandonar ya que al final y al cabo Erick viene de un consejo que desconozco que tiene una ley que consiste en cuidarme, convirtiéndome así en una chica ilegal. —Expliqué rápidamente mirándolo luego a los ojos.
—ya, ¿sabes? Eres una chica muy peculiar. —Halagó con una sonrisa y me daba cuenta que este mundo me trata como si realmente fuéramos familia.
—me han dicho muchas cosas menos peculiar ¿sabes? —soltó otra sonora carcajada otra carcajada.
—Hace mucho que no me reía así. —Expresó nostálgico mientras miraba el jardín y me cuestionaba a mi misma sobre las cosas que pudieron haber pasado cada uno de los vampiro.
—¿una promesa? —Pregunté de manera deductiva analizándolo.
—¿Cómo lo supiste? —Interrogó mirándome de manera perspicaz y le proporcioné una genuina sonrisa.
—Lo deduje, pero ¿sabes? Me preocupan ustedes y su mundo, he deducido que muchos de los vampiros aquí han hecho promesas con las cuales se castigan y son infelices. No es justo, son promesas de hace siglos como para seguir con ellas. ¿no crees que ya pasaron tantos años como para seguir sufriendo? es tiempo de dejar ir las cosas junto con el pasado y empezar a disfrutar el tiempo que queda. —Expuse consternada de que muchos de los vampiros eran inmortales, pero seguían encadenados al pasado con promesas sin sentido que les impedían disfrutar de su inmortalidad y ya era suficiente de eso, todo aquel que tenga una inmortalidad, tenía el derecho de disfrutar hasta las más mínimas cosas de la vida como sonreír o tener la libertad de usar un don.
—Tienes un alma muy noble señorita Truinstra. Pero tienes razón, hace un tiempo, varios años de hecho, me había prometido que no sonreiría hasta volver a enamorarme.—y te has enamorado.
—si. —Aceptó ensanchando sus labios en una sonrisa y luego la cambió por una triste. —Pero dudo que podamos estar juntos en un futuro. —Confesó.
—No puedes decir algo de lo que no estás seguro, el futuro es incierto, pero ¿podría saber quién es la afortunada? —Cuestioné con curiosidad.
—Es Rosaura, la hermana de Erick. —Entonces se me hizo imposible no formar una o con mis labios con sorpresa, había sido una confesión que me dejó sin palabras.
—¿Qué?—Fue lo único que pude articular en ese momento, pues mi mente había quedado en blanco por completo.
—si...tengo que estar loco.
—No, claro que no. Enamorarse de alguien no es para locos, locos son aquellos que no aceptan dicho sentimiento al pensar que es una perdida de tiempo. El amor es algo muy hermoso Lord, pero sé que Erick es muy sobreprotector con sus hermanas. —Hablé con entusiasmo, a pesar de ser una chica ruda que en su pasado no solía relacionarse con todo mundo o sacar buenos temas de conversación, era una chica que amaba el romance en su máximo esplendor, las bonitas palabras y los finales de cuentos de hadas.
—Es lindo tu visión del amor, el joven Vries tiene suerte, pero la sobreprotección complica un poco las cosas, supongo que es la razón del por qué esa chica no suele acercarse a los demás vampiros. —Explicaba perdido la vista frontal que ambos teníamos y suponía que la razón era porque recordaba algunos momentos en los que se incluían a la peli-cobriza.
—Entiendo. —Y ambos quedamos en un profundo donde pensábamos en la situación en la que nos encontrábamos.
[…]
No pasó mucho tiempo cuando me encontraba en la habitación con las hermanas de Erick en una especie de pijamada en donde las tres reíamos, comíamos dulces y helado, nos poníamos mascarillas y nos envolvía un buen ambiente con buena música. Pero a pesar de que todo aquello estaba resultando más que perfecto, en mi pecho no cesaba una extraña sensación de que algo no andaba bien.
—Christina, has estado extraña todo el rato ¿sucede algo que no nos estés contando? Puedes confiar en nosotras. —Comentó Dachary mirándome a los ojos y supuse que buscaba respuesta a mi comportamiento.
—Es solo que, siento un mal presentimiento. —Respondí algo insegura mirándolas con preocupación, acción que repitieron al explicarles lo que me pasaba.
—No te preocupes Christina, debe ser porque Erick está en la ciudad. —Me aseguró Rosaura calmándome, pero a pesar de eso, algo en mí me decía que eso no era, porque amaba a Erick y claro que me preocupaba por él, pero no era la misma sensación.
Todo empezó a concurrir con el ritmo con el que todo había iniciado, seguimos charlando, preguntándonos cosas acerca de los hombres que nos volvían locas dándome cuenta de cosas que no me imaginaba de aquellas chicas. Pero no pasó mucho tiempo cuando de la nada sentí el cómo el aire me faltaba y antes de que pudiese notarlo, mi vista empezó a volverse tan oscura como una noche nublada en donde no hay existencia de la más mínima luz y solo puedes sentir el terror recorrer tus venas,
[…]
Al otro día me encontraba sumida por completo en la inconsciencia, aquella inconsciencia llamada "sueño" o "los brazos de Morfeo" siendo este el único lugar al cual podía escapar unos segundos de la realidad, pero en aquella inconsciencia empezaba a escuchar una suave voz que se me hizo familiar.
—Christina. —Escuche nuevamente aquella voz conocida llamarme y haciendo que por alguna razón me alejara cada vez más de lo que soñaba y que además todo empezara a oscurecerse. —Despierta Christina soy yo. —Volvió a llamarme aquella voz esta vez haciendo leves movimientos en mi cuerpo, queriendo a toda costa levantarme, pero a pesar de esos incesantes y repetidos intentos me negaba a hacerlo y me empezaba a sentir atrapada dentro de mi cerebro, entonces de la nada empecé a ver una serie de recuerdos en los que me encontraba con Isabella todo como si fuese una película en cámara rápida.
—¡Maldita sea despierta! —Escuche entonces el cómo de la nada y de manera repentina Isabella me grito en el oído haciéndome despertar cono si fuese un muerto, parándome de inmediato como si además hubiesen usado un Christina, despierta...soy yo. —volvió a hablar aquella voz.
—Es muy temprano Isabella, 5 minutos más.—Enuncié sin saber que decía hasta que mi cerebro hizo click y desperté.—¿Isabella? ¿Qué haces aquí? No lo puedo creer. —Fue tanta la emoción de verla que sin controlarlo me lancé hacia ella. —pensé que te había ocurrido algo malo.
—así fue, pero Erick llegó, me salvó y me trajo hacia acá. Pensé que iba a morir Christina, los que te buscan están cerca y estuvieron a punto de matarme por información acerca de ti. —Explicó con voz seria mientras me miraba.
—También pensé lo mismo, tenía un mal presentimiento Isabella, pero ¿qué sucedió? No entiendo. —Cuestioné sin entender el por qué había ocurrido aquella situación y más aún el por qué había quedado anclada.
—Fui a cuidar tu casa, pero en el momento en el que me encontraba en tu habitación, escuché un estruendo abajo, así que fui a ver qué ocurría y era un vampiro que buscaba información sobre ti, no quise decirle nada, así que me estranguló y si no hubiese sido por Erick no estaría contándolo. —Explicó jugando con sus manos.
—que extraño, cuando me desmayé sentí que me asfixiaba… estaba asustada, anoche sentir como si lo que tu habías vivido, me había ocurrido a mí. —Expliqué de igual manera.
—Pero lo importante no es eso Christina, lo importante es que estamos a salvo y que te eché mucho de menos aunque solo fueron unos días. —Declaró ocasionando que recordara que no había hablado con ella desde el entrenamiento de Erick. .
—¡¡¡te amo!!! —Expresé dándole un abrazo nuevamente. —Por cierto, ¿sabes dónde está Erick? —Quise saber, pues conociéndolo, debía de estar más que preocupado.
[…]
Isabella y yo nos encontrábamos en la habitación charlando sobre todo lo que había pasado desde que no nos veíamos y nos habíamos percatado de todo lo que ha cambiado desde que conocimos este mundo, desde que conocimos a Erick. Todos los momentos que habíamos vivido en todo aquel tiempo que pasaba solo eran momentos constantes de altibajos, una montaña rusa en donde lo único que podías hacer era subir y bajar, pero donde estabas más abajo que arriba.
—Gracias. —Agradeció Rosaura dándonos una mirada analizante. —me alegro de que hayan despertado ¿todo en orden? ¿cómo pasaron su primera noche en el palacio? —Cuestionó para asegurarse de que todo estaba bien y asentimos al mismo tiempo.
—Estamos bien, gracias por preocuparse. —Agradecí mirándolas. —Han sido de mucha ayuda para Isabella y para mí, nos tratan como si fuéramos familia.
—No es nada, saben que aquí estamos y aquí, donde sea… somos familia. —Aseguró Dachary mientras nos sonreía de manera cálida.
—¿quieren desayunar? Hemos preparado un banquete de desayuno. —Propuso Rosaura emocionada, algo no muy común en ella y contagiándonos de aquella energía cálida y pacífica que la rodeaba.
—si, por favor, estoy tan hambrienta que me comería uno de esos vampiros que andan por los pacillos. —Dijo Isabella y todas estallamos en carcajadas por su ocurrencia.
—bueno ¿dónde quieren desayunar?—Cuestionó Dachary esta vez expectante.
—al aire libre no estaría mal. —Propuse. —esta chica lo necesita. —Enuncié refiriéndome a Isabella e hizo una mueca dramática antes de soltar una carcajada.
—que bien, todos desayunamos afuera, además hace buen clima para salir. —Aceptaron, así que desvié la mirada hacia la ventana notando el cielo nublado y leves relámpagos en él, entonces supe que aquel día iba a ser intrigante.