A la mañana siguiente:
Nos despertamos bien temprano para ir al parque. Le preparé un buen desayuno y una merienda para llevarle por si le da hambre, también traje unas botellas de agua y jugo.
—En la gaveta del medio están los boletos para el parque.
—Ya los busco.
Busqué los boletos y así mismo nos fuimos. El chófer nos trajo y se quedó en el estacionamiento mientras nosotros entrábamos. Jamás había venido a Magic Spring. De hecho, a los parques que he ido no se pueden comparar a este; era como entrar a otro mundo.
—¿Trajiste un bañador?
—¿Bañador? ¿Planeas meterte al agua?
—Claro que sí.
—Me hubieras avisado, no traje ropa adecuada.
—Compramos uno en la tienda.
—No, ¿Cómo crees?
—¿Planea dejarme entrar solo al agua, Rachel?
—Claro que no, pero…— no terminé de decirlo, y sonrió.
—Entonces iremos a comprarlo. Llévame a la tienda, por favor.
—De acuerdo, Dylan.
Según entramos, fuimos directamente a la tienda de trajes de baño.
—Escoge el que te guste, yo pagaré.
—No, claro que no.
—Es parte del trabajo, y fui yo quien te pidió que lo compremos. No acepto un no como respuesta.
—De acuerdo.
Miré los que habían. Uno de ellos me gustó, era de mi color preferido. El rojo.
—Ya escogí uno, aunque no sé si me quede.
—¿Es de una pieza o es de dos? ¿Cómo es?
—Es color rojo, de una pieza y tiene unos encajes en el pecho — no quise decir que era en los senos, pues sonaría muy raro. Era el más que podría cubrirme.
—Es una lastima que no pueda verte, ¿Tienes tu teléfono?
—Sí.
—¿Podrías tirarte una foto y guardarla, por si algún día logro recuperar la vista?
—Eso es una petición extraña, Dylan.
—Lo siento, no lo dije de esa forma. No quería incomodarte. Perdóname, por favor — tartamudeó.
Comencé a reír al ver su expresión de vergüenza.
—No me molestaría hacerlo. Iré al probador. No te vayas de aquí, por favor.
—Aquí me quedaré.
Lo dejé al frente del probador y fui a medirme el traje de baño. Me quedó justo como para mí. Me tomé una foto y la dejé en el teléfono, luego salí y aún Dylan estaba ahí. Sé que no debía dejarlo solo, pero tenía que probarmelo. Me puse la otra ropa por encima para cubrir el traje.
—Ya estoy lista.
—¿Lo tienes debajo?
—Sí, debajo de la ropa.
Salimos de la tienda.
—¿Te gustaría ir a las máquinas primero?— me preguntó.
—Sí, ¿Por qué no?
Fuimos al Twister y la fila estaba algo larga, así que le aguanté la mano para que no se perdiera entre toda esta gente.
—Así estarás mejor.
—¿Por qué estás tan nerviosa?
—No estoy nerviosa.
—Puedo notarlo en tus manos. Estás temblando, no creo que sea por frío, ¿Verdad?
—No es nada, estoy bien — reí nerviosa y Dylan sonrió.
—¿Es por mi? ¿Te molesta estar de la mano conmigo?
—No, claro que no. Todo lo contrario. Digo, ¿Por qué me molestaría? — tartamudeé y Dylan soltó una risita contagiosa.
—Lo tendré en cuenta, Rachel.
Su comentario me ruborizó y desvié la mirada. Él no puede ver mi reacción, estoy segura que si lo hiciera, estaría burlándose de mí en este momento.
Subimos al Twister y fue increíble. Incluso en la montaña rusa estuvimos agarrados de la mano. Es algo que debo hacer por ayudarlo y no sé porqué me pone tan nerviosa. Caminamos y subimos a todas las montañas rusas que habían.
—Se siente genial venir a estos lugares y estar bien acompañado — comentó Dylan.
—Es cierto.
Estábamos fatigados de tanto gritar. Dylan se veía muy feliz. Nos detuvimos para sentarnos en un banco y merendar. Sin darme cuenta, aún estábamos sujetados de la mano y me solté.
—¿Estás bien?
—Sí, lo siento. No me había dado cuenta.
Ya estábamos sentados, no había necesidad de hacerlo, y aún así, la teníamos.
—Me gusta como cocinas. Todo sabe delicioso. Deberás mostrarme eso cuando logre mejorar. Quiero cocinar igual de rico que tú, Rachel.
—Gracias por el halago — tartamudeé y Dylan sonrió.
—Es la verdad, ¿El ingrediente secreto es el amor?
—Supongo que sí— ambos sonreímos.
—¿Te gustaría ir a nadar un poco luego de terminar?
—Sí, me gustaría. Come con calma.
—¿Qué harás luego de que termine el contrato?
—Tengo planes de irme a California.
—¿Para qué? Si se puede saber.
—Mi sueño es trabajar en el Hotel Beverly.
—¿En qué puesto?
—De mucama.
—Debe apasionarte y gustarte mucho.
—Sí, siempre he querido trabajar ahí. He visto tantos reportajes de ese Hotel, y escuchado tantas buenas referencias, que siempre he anhelado ir. He soñado tanto en viajar también a California.
—Espero todo te salga bien y puedas lograr ese sueño, aunque conociendo en parte como eres, estoy seguro que lo harás — a pesar de lo que dijo, lo noté un poco extraño.
—¿Te pasa algo?
—El día que te vayas, ¿me prometes que volveremos a encontrarnos?— mi corazón se aceleró de tan solo escuchar su pregunta.
—No hay forma de saberlo, Dylan.
—Tienes razón. No me haga caso. ¿Nos vamos a las piscinas?
—Claro.
Fuimos a los casilleros a dejar todas las cosas y me quité la ropa para quedarme en el traje de baño. Ayudé a Dylan a quitarse todo también y lo guardé en el mismo casillero. Luego de eso, nos fuimos al área de las piscinas. Habían unas fuentes y chorros de agua. Nos acercamos y Dylan al sentir el agua, se metió debajo de ella, y claro, me arrastró a mi tambien.
—Está fría, Dylan.
—Tienes que mojarte más — me mojó de nuevo y sonrió.
—Ya verás— le tiré agua de vuelta y se sacudió.
Estuvimos mojándonos y riendo, parecíamos dos niños divirtiéndonos. Luego nos metimos a la piscina, el agua estaba helada. Entré primero y Dylan después, para así ayudarlo a meterse.
—No podemos ir a lo profundo— le dije.
—¿Por qué? Todo va a estar bien.
—No, no quiero que vaya a pasarte nada.
—Todo estará bien. Estoy contigo, ¿No es así? — puso su mano alrededor de mi cintura y tragué saliva—. Imagina que estamos bailando y mantente cerca de mi.
Otra vez sentía esa taquicardia.
—Esta bien, Dylan.
Nos adentramos más a lo profundo y nos quedamos cerca, Dylan seguía sujetándome por la cintura. Al llegar a lo más profundo, nos quedamos en una esquina de la piscina. Dylan se quedó cerca de mí y sonrió.
—Debes de verte muy hermosa con este traje de baño. Daría todo por poder verte.
—Gracias— tartamudeé.
—¿Por qué te escuchas tan nerviosa?
—No lo estoy.
Dylan sonrió de nuevo, pero esta vez lució mucho más encantador. No podía dejar de mirarlo, no sé qué me pasa.
—¿Tienes novio?
—No, ¿Por qué?
—Curiosidad.
Dylan se acercó más y su mano la llevó a mi mejilla.
—¿No te molesta?
—No.
Acarició mi mejilla con delicadeza y sonrió.
—Eres muy linda.
No encontraba qué decir. No salía de mi asombro, cuando con su pulgar acarició mis labios. Estaba quieta al sentir su caricia. Sus manos eran muy suaves. Me encaró, y me quedé apreciando sus lindos ojos. Él es sumamente atractivo. En un instante, sus labios se adueñaron de los míos. Estaba en un trance debido a sus ojos, que no lo evité. Nunca un beso me había provocado tanto en mi. Me besó con delicadeza. Sus labios eran muy suaves, sentía que me derretía. Había olvidado que él es mi paciente y crucé esa línea que no debía cruzar. Me dejé llevar por su encanto, por sus hermosos ojos, que no pude controlarme. El deseo me estaba quemando por dentro, algo que nunca había sentido con nadie antes.