Las semanas pasaron rápidamente; sin darme cuenta, ya mañana se termina el contrato. Me fui acostumbrando a estar con Dylan, cada vez me sentía más cómoda con él. Salíamos a menudo juntos, caminábamos por el jardín, íbamos a comer en el restaurante de la esquina en ocasiones, íbamos a la tienda para comprar sus amados dulces y ese tipo de cosas. Luego de ese día en el parque, no ha habido ningún otro tipo de acercamiento. Siento que va a doler irme, pero tengo que hacerlo. No es sólo porque el contrato está por finalizar, es también porque planeo con la paga de este trabajo, viajar a California, para así cumplir ese sueño que tanto anhelo. Dylan es maravilloso y estoy feliz de haberlo conocido. Es una persona muy encantadora, amable, sincera y muy lindo. En realidad, he disfrutado mucho durante mi estadía aquí.
Estábamos en la cocina, y le preparé un emparedado como todas las noches antes de acostarse.
—El tiempo ha pasado muy rápido, ¿No crees? — preguntó Dylan.
—Así es.
—No olvides la promesa que me hiciste. Quedamos en que nos volveríamos a ver.
—Lo haremos.
—¿Aún tienes pensado ir a California?
—Sí, tan pronto termine con el contrato.
—Me alegra mucho que luches por tu sueño. Dejar todo atrás no debe ser fácil.
—A veces hay que hacer sacrificios.
—Sí, sacrificios— su expresión lucía muy triste, que me sentí algo afligida.
—Dylan, no estés triste. En realidad, me gustó mucho pasar tiempo contigo. Eres sumamente encantador y muy lindo. Gracias por haberme tratado tan bien. Eres distinto a como me dijo tu padre.
—Porque eres tú. Desde que nos conocimos supe que eras diferente, y no solo por haberte tocado tu seno… — me ahogué con el sorbo de agua que estaba tomado, y comencé a toser—. ¿Estás bien? — Dylan sonrió.
¿Así que él sabía que fue eso?
—Sí, lo siento.
—Me gusta tu forma de ser. Es una lastima que tengas que irte.
—Dylan, yo...
—No digas nada. Yo sé que tienes cosas importantes que hacer; es solo que es una lastima no poder pasar más tiempo juntos.
—Pero algún día nos vamos a ver e iremos hacer las mismas cosas que hicimos— sonreí, y él hizo lo mismo.
—Eso espero.
—Ahora vamos a la cama para que descanses.
—¿Podemos bailar mañana?
—Claro.
Subimos a su habitación y lo ayudé a recostarse.
—Descansa, Dylan. Buenas noches.
—Buenas noches, Rachel.
Me fui a mi cuarto y me quedé pensando. No me he ido y ya siento que algo me falta, es como una sensación de soledad. No sé cómo explicarlo. Duele encariñarse de alguien. Siempre me encariño de mis pacientes, pero con Dylan, ese cariño es diferente. Me quedé dormida, no sé por cuánto tiempo y sentí que alguien se sentó en la esquina de la cama. Abrí mis ojos y alcancé a ver a Dylan. No era mucha la claridad que había en el cuarto, pues la luz estaba apagada, pero la claridad de la luna en la ventana, alumbraba un poco. Me asusté al verlo. Jamás esperé que llegara a mi habitación solo. Aunque el cuarto queda al lado, pudo haberse perdido o lastimado con cualquier obstáculo que haya habido.
—¿Cómo llegaste hasta aquí, Dylan? — me senté y Dylan me agarró la mano, acariciando todo a su paso, hasta llegar a mi rostro.
—No puedo dormir— acarició mi mejilla y sonrió.
—¿Necesitas algo? ¿Quieres comer o ir al baño?
Dylan acarició mis labios con su pulgar.
—Te necesito a ti.
Dylan me besó, y a diferencia de aquel otro beso, este fue mucho más intenso; era como si quisiera algo más que esto.
—Esto no está bien— puse mis manos en ambos hombros, tratando de detenerlo—. Eres mi paciente, y el Sr. Homer está en la habitación del lado, Dylan.
—Mañana dejaré de ser tu paciente y voy a convertirme lo más probable en un extraño.
—Eso no es cierto.
—Solo quiero besarte, Rachel. Déjame recordarte de esta forma, ¿Si?
Maldición, ¿Por qué no puedo decir que no? Sé que esto está mal, pero ya luego de mañana, no lo volveré a ver y no es seguro que nos volvamos a encontrar. Lo más probable me arrepienta luego si lo rechazo. Lo besé de vuelta como respuesta y le dejé un espacio en mi cama. Me giré hacia él y nos besamos. No podía pensar en dónde estaba, nada me importaba. Me sentía tan bien con sus besos, que no podía ver nada más que no fuera él. Dylan se subió sobre mí y fue cuando me di cuenta que se sentía igual que yo. Esto era peligroso; si continuabamos así, no sé si podamos detenernos después.
—Quedamos en que solo besos— murmuré, y Dylan sonrió.
—¿Así que no soy el único que desea algo más?
—Hablo en serio, Dylan.
—Tranquila, no haré nada más — se acomodó entre mis piernas y sonrió—. Aunque no te pueda ver, me causas un sinnúmero de cosas.
Podía sentir su erección en mi entrepierna y me sentí algo avergonzada. Es normal que se sienta así. Me aferré a su cuello y lo besé. Sus suaves labios se volvieron muy irresistibles. Trataba de no dejar escapar mis gemidos, pues cada beso era tan dulce e intenso, que deseaba más. Se volvió como un vicio. Pensé que sería extraño hacer esto con alguien como él, ya que solo llevamos prácticamente un mes de conocidos, pero no se siente incomodo ni nada por el estilo. Me gusta lo que estoy sintiendo, pero a la vez, tengo miedo; miedo a que extrañe esto y no pueda sentirlo nunca más.
—No quiero olvidar esto. Quisiera tener más momentos así contigo— comentó Dylan.
—Yo también.
Estuvimos así por parte de la noche, y por suerte, no llegamos a nada más.
A la mañana siguiente:
Al despertar me di cuenta que se quedó conmigo en la habitación, por lo que me levanté rápidamente, porque se supone que el Sr. Homer se haya despertado temprano. Me bañé y Dylan aún estaba profundamente dormido, se veía muy tierno que no quise molestarlo.
Tocaron la puerta de la habitación y se me erizó la piel.
—¿Está despierta, Srta. Rachel?
—Sí, voy enseguida— respondí nerviosa.
Dylan se despertó y quedó sentado en la cama.
—No tiene que preocuparse, sé que mi hijo está con usted— añadió el Sr. Homer.
Abrí la puerta, y esperaba un regaño, o quizá, que me sacara de la casa de mala forma, pero fue todo lo contrario.
—Buenos días, ya que desperté más temprano quise tomarme la libertad de hacerle algo a ambos — al ver la bandeja que trajo de desayuno, quedé sorprendida.
—Buenos días, y gracias, Sr. Homer— respondí nerviosa.
Esto ha sido lo más incomodo que me ha pasado en la vida. El Sr. Homer se fue y me quedé a solas con Dylan.
—¿Nerviosa? — Dylan soltó una carcajada e hizo que me avergonzara más.
—Esto no es gracioso.
Luego de desayunar, lo bañé y fuimos a la sala. El Sr. Homer estaba en la mesa del comedor y Dylan quiso que bailaramos aún así. Estaba incomoda al ver que él estuvo mirándonos con una sonrisa. No habíamos bailado desde aquel día, y por lo menos esta vez no cometí tantos errores. La mañana pasó rápidamente, y dimos nuestro último paseo por el jardín. Quiso que escogiera el color de rosa que más me gustara, y que la llevara conmigo como recuerdo. Trataré de conservarla lo más que pueda.
La hora de despedida había llegado, tuve que recoger mis cosas y el Sr. Homer me dio el sobre con la paga. Le agradecí la oportunidad y el haberme brindado hospedaje también, por su buen trato y por ser una buena persona. Luego me acerqué a Dylan y lo abracé.
—Te deseo mucha suerte, espero todo te salga bien en California.
—Y yo a ti. No pierdas la esperanza, Dylan. Vas a recuperar la vista y podrás tener una vida normal. Cuídate mucho, por favor. Gracias por tratarme tan bien y por ser tan especial. Fue realmente un gusto conocerte y poder pasar este mes juntos.
—Espero poder verte algún día, Rachel. Yo también estoy feliz y agradecido por haberte conocido. Eres muy especial.
—No hagas desarreglos y ten mucha paciencia. Espero te mejores pronto.
Dylan me abrazó y su agarre inesperado, me hizo sentir afligida. Me dolía el pecho al tener que despedirme, pero tengo que hacerlo.
—Estarás bien— acaricié su mejilla y sonreí. Su expresión lucía tan triste, que me dolió verlo así.
—Cuídate mucho, Rachel. Te voy a extrañar.
—Y yo a ti, Dylan— desvié la mirada, y traté de soportar ese nudo que en mi garganta estaba—. Adiós.
Me despedí del Sr. Homer y acaricié la mejilla de Dylan, antes de dar la vuelta e irme. Lo extrañaré demasiado, no me había ido y ya siento que algo importante me falta.
Dylan
—¿Quieres que la detenga, hijo?— preguntó mi papá.
—Le rogaría que se quede, pero sé que ella, al igual que yo, tenemos sueños y metas que alcanzar. Sería muy egoísta de mi parte pedirle que se quede a atenderme más tiempo y ser una piedra en su zapato. A veces uno conoce personas en el camino, que llegan a tu vida para hacerte ver la vida de otra forma; y Rachel es una de ellas. Mientras ella vuela alto, yo tengo que tratar de hacer lo mismo. Solo quiero recuperarme y poder recuperar mi visión. Mientras sea este hombre inservible, no voy a poder tener lo que quiero, ni brindarle nada bueno. Es por eso que no debo perder la fé. Si logro recuperar la visión, iré a buscarla, mientras tanto, es mejor que me quede distante y guarde todas estas ganas y sentimientos, hasta que vuelva a reencontrarme con ella.