1 año con 10 meses después:
Cuando regresé al Hotel fue más llevadero, su actitud cambió por completo conmigo; aunque con las demás sigue igual. Yo no digo nada, pues lo que quiero es mantener un bajo perfil y que me dejen en paz. Cada quien con sus problemas. Si ellas quieren dejarse tratar así, es problema de ellas. Mi rutina diaria es la misma de siempre, todo el día trabajando, y cuando no, estoy con Susi. No he tenido tiempo de salir a divertirme ni nada por el estilo, tampoco me hace falta. Estoy a solo semanas de poder salir de este Hotel y aplicar para el que quiero. Solo espero que haya un espacio para mí. Debo convencer más adelante a Adrien para una buena recomendación, quizás así llame la atención entre todas las que aplican. Compré un carro, no es el mejor carro, pero me lleva y me trae, eso es lo importante. Ya no tendré que ir en bicicleta al trabajo o pedirle a Susi que me lleve.
—¿Esta noche trabajas? Necesito pedirte que me acompañes al centro comercial— me dijo Susi.
—¿Tan tarde?
—Sí, de paso te compras algunas cosas. No sales a menudo y debes sacar tiempo para ti.
—Sí, pero salgo un poco tarde.
—No importa. Estará abierto hasta las 11, así que no hay excusas.
—Tú ganas.
—¿Y tu mamá?
—Va a venir en el fin de semana, y eso no es lo peor, pretende que la lleve a visitar una amiga que hizo por internet.
—Se ve que tiene los ovarios bien puestos.
—No tienes idea. Algo me dice que ese fin de semana será el peor de mi vida. Ya le advertí que trabajo, y aún así, quiere venir.
—Si necesitas ayuda, aquí me tienes.
—No vas a soportarla ni dos minutos— reí divertida.
—¿Tan problemática es?
—No tienes idea. Digamos que si no fuera mi madre, la hubiera colgado hace tiempo.
—Ahora me preocupo. Para que digas eso, debe ser el demonio en persona.
—Más que eso.
Me fui al trabajo como de costumbre, y según entré a mi área, Adrien me detuvo.
—Buenos días, necesito que pases por mi oficina.
No se veía serio como la mayoría de las veces, quise pensar que no era nada malo o eso esperaba. Caminé con él a su oficina.
—Mañana tendremos una actividad en la tarde y voy a necesitar contar con usted, cambiaré su turno con otra empleada.
—De acuerdo, ¿Puedo saber porqué me está considerando?
—Porque eres mucho más rápida que las demás, y necesito empleadas eficientes para esa actividad.
—Comprendo, ¿Eso fue todo?
—Sí.
Iba a salir de la oficina, pero me llamó.
—Espera.
—¿Qué sucede, Sr. Supervisor? — pregunté sarcástica.
Se quedó en silencio y desvió la mirada.
—En la tarde le daré el uniforme que va a necesitar para mañana.
—Esta bien. Permiso— salí de la oficina sin decir más.
Olvidé preguntar de qué sería la actividad.
Dylan
—Se supone que aún estés en recuperación, Dylan. No puedes estar expuesto al sol por tanto tiempo y lo sabes.
—Ya lo sé, papá. Voy a estar bien. Solo sigamos buscándola. Debe estar en algún Hotel, estoy seguro. No creo que ella se haya dado por vencida de su sueño de trabajar en este Hotel.
—¿Y qué pasa si lo hizo? Dylan, no puedes desarreglarte. Podemos enviar a uno de nuestros hombres para que la busquen.
—Todo estará bien. Quiero hacerlo personalmente. ¿Me ayudarás o no?
Mi padre suspiró.
—Está bien, hijo.
Rachel
La mañana pasó muy rápido, no sé porque me sentía ansiosa. Estaba caminando por el pasillo, y a lo lejos alcancé a ver alguien parecido a Dylan. Sacudí mi cabeza al pensar en algo tan estúpido e imposible. Lo he extrañado tanto que estoy imaginando cosas. No creo ni que se acuerde de mí, además él no sabe dónde estoy. Seguí caminando a mi área de trabajo y me quedé limpiando algunas cosas y colocándolas en su sitio.
Dylan
—Dijeron que estaría por aquí, papá— alcancé a ver a alguien y me le quedé viendo; por su apariencia y color de pelo, me recordó mucho a Rachel y a nuestras fotos—. Estoy seguro que es ella— quería ir hacia la persona, pero mi papá me detuvo.
—Está trabajando, hijo. No puedes simplemente interrumpirla o tendrá problemas.
—Es ella, ¿Cierto?
—No recuerdo bien su rostro. Pareces un niño pequeño, debes controlarte.
—No puedo. He estado esperando esto por mucho tiempo. La hemos estado buscando toda la mañana, y ahora que por fin sé dónde está, no voy a seguir esperando.
—Dylan…— mi papá trató de aguantarme, pero seguí caminando.
Rachel
Estaba inclinada buscando una botella, y escuché el timbre en la barra. Tenía que darme prisa para atender al cliente.
—Buenos tardes, ¿En qué puedo ayudarle? — me giré hacia la barra y quedé petrificada—. Dylan...— las palabras no me salían.
—Buenas tardes, Rachel— Dylan sonrió, y el corazón se me quería salir por la boca, literal.
Debo estar soñando, sí, eso debe ser.