Dylan me trajo al Hotel, pensé que nos detendrían o algo, pero no. Ahora entiendo porqué hablan tantas maravillas de este lugar. Era gigantesco, como un paraíso. Había mucho personal y personas. La decoración se veía muy elegante, y todo muy ordenado. No veo el día de trabajar aquí.
Subimos al cuarto piso, donde quedaba su suite y la habitación era amplia y muy cómoda. Estaba muy nerviosa al estar otra vez a solas con él. Recuerdo lo que sucedió esa noche que nos quedamos a dormir juntos.
—¿Y tu padre?— le pregunté.
—En otra habitación, ni modo que duerma conmigo después de viejo— reí por su comentario.
Dylan se quitó el traje y soltó las llaves sobre la mesa.
—Me gusta verte emocionada.
—Gracias por cumplir con uno de mis sueños, Dylan.
—Aún no has explorado todo.
—¿Qué me falta?
—Ven— me agarró la mano y me hizo caminar con él a la terraza.
—Es muy hermosa la vista, se ve increíble.
—No más hermosa que tú.
Se fue a mi espalda y removió el pelo de mi cuello para dar un tierno beso en el. Me estremecí al sentir sus labios.
—Dylan…
—Hueles deliciosa. ¿Recuerdas lo que hicimos esa noche?— puso sus brazos alrededor de mi cuerpo y recostó su cabeza sobre mi hombro—. No sabes cómo te he extrañado. Tus besos, tu calor, tu aroma, tu suave y dulce piel. No puedo creer que al fin te tengo. Tú fuiste quien cumplió mi sueño. Estoy tan feliz de poder verte y tenerte cerca. Soñaba tanto con este momento.
—Yo también. Te extrañaba tanto, Dylan. Deseaba volver a verte, volver a probar tus dulces labios o sentir tus delicadas caricias.
Dylan me giró hacia él y entralazó su mano en mi pelo para besarme, era como si hubiera estado esperando mi respuesta para esto. Hace tiempo no soy besada así. El deseo que estaba acumulado por tanto tiempo, lo descargamos en ese intenso beso. No sé en qué momento llegamos a la cama. Me recosté y Dylan se subió sobre mí para acomodarse entre mis piernas. Esto me recuerdaba tanto a aquella noche; a diferencia que está vez, Dylan se sentía más deseoso e intenso. Desajustó su corbata y la tiró a otra parte, quité los botones de su camisa y se la quitó por completo. Era muy lindo el poder contemplarlo de esta manera.
Volvió a besarme y acarició mi muslo hasta subir parte del traje, su mano me provocaba escalofrío en todo el cuerpo. Bajó mi ropa interior y la tiró a otra parte, su boca bajó de mis labios hasta mi cuello. Lo hacía con tanta intensidad que me calentó demasiado. Me hizo sentar para quitarme el traje, luego me quitó el sostén, dejándome completamente desnuda. Se me quedó mirando con una sonrisa perversa, nunca lo había visto así.
—Tienes un cuerpo muy hermoso. Quería apreciarte así, tú desnuda y debajo de mi— su comentario me ruborizó.
Acarició con su dedo índice mi pecho y fue descendiendo lentamente hasta llegar a mi ombligo, no podía evitar temblar. Acercó sus labios a mi pecho y lo besó, descendiendo suavemente hasta llegar más allá de mi ombligo. Abrió mis piernas y mordió mi entrepierna, y eso me dio algo de cosquillas y reí. Dylan sonrió y se acercó su lengua a mis labios. No esperaba que lo hiciera, y el poder sentir su lengua en esa área, me hizo gemir. Puso sus brazos por debajo de mis muslos, obligándome a dejar las piernas abiertas para él. Al lamer directamente mi vagina, apreté la sábana. Lo hacía con tantas ganas, que tuve que morder mi mano para no gemir tan fuerte. No puedo con su intensidad. Era más de lo que mi cuerpo podía soportar. Llevo deseando esto por mucho tiempo. Si esto continuaba así, íbamos a cruzar la línea. Sería una vergüenza decirle que soy virgen aún. He tenido novios antes, y hemos llegado a este tipo de cosas, pero jamás a la penetración. Siempre tenía temor a que doliera o a un embarazo no deseado, pero con Dylan es diferente; con él me siento muy cómoda, que no he sentido temor de perderla.
Luego un rato, Dylan se detuvo y se bajó el cierre. No había estado nerviosa respecto a esto, pero ahora sí.
—¿Estás bien, linda? Si no deseas continuar, podemos detenernos.
—No es eso.
—Te veo muy nerviosa y no quiero hacer algo que no quieras.
—Estoy bien, de verdad.
Dylan buscó su cartera y sacó un preservativo para ponérselo. Era muy grande, lo más probable esto duela mucho. No sabía si debía decirle, pero los nervios se apoderaron de mi. Dylan puso su miembro en la entrada de mi vagina y me encaró. Me besó mientras forzaba su entrada dentro mi y solté un quejido al sentir cuando de una estocada, entró en mi. Dylan soltó un quejido y se detuvo.
—¿Estás bien, preciosa? ¿Te lastimé?— se veía preocupado —. Estás muy ajustada.
Mordí mi labio inferior y mi cuerpo no dejaba de temblar.
—No me digas que eras…
—No lo digas, Dylan.
Dylan abrió sus ojos de par en par.
—¿Por qué no me avisaste, preciosa? No quería lastimarte.
—Todo está bien, ya mismo se me pasa.
—Perdóname. De haberlo sabido, no hubiera sido brusco.
—Debe ser muy tonto que aún con 24 años no haya hecho esto antes.
—¿Sabes lo que es tonto? Que te sientas mal por esto. Es cierto que me sorprende, pero jamás pensaría que es tonto. En realidad, hasta me siento feliz. No pensé que sería tu primer hombre.
—No lo digas así — desvié la mirada y Dylan robó mis labios.
—Gracias por darme esta oportunidad. No sabes lo dichoso que me siento— sonrió—. Relájate, princesa. Trataré de no lastimarte mucho, ¿De acuerdo?
—Confío en ti, Dylan.
—Eres tú quien no debe decir esas cosas, y menos ahora que estoy algo sensitivo.
—¿Sensitivo?
—No me hagas caso— se movió lentamente y apreté sus brazos—. Lo siento. Sé que debe dolerte, y realmente quisiera evitarte este dolor.
—Estoy bien.
Subió su mano a mi seno y lo frotó, su mano lo cubría perfectamente. Me penetraba lento, pero profundo. El dolor poco a poco iba disipándose. Me besó y su lengua jugaba suavemente con la mía. Eso me hacía sentir mucho mejor. Cada vez que entraba en mi, apretaba sus brazos y Dylan se quejaba.
—¿Se siente mejor, mi princesa?
—Sí, mucho mejor.
Bajó a lamer mis senos y los chupó con delicadeza, verlo haciéndolo, me hacía sentir más caliente. Cada vez me sentía más estimulada. Dylan aceleró un poco sus movimientos y sentí una corriente dentro de mi, todo mi cuerpo estaba temblando. Se alternó ambos senos y continuaba moviéndose, no dejaba de jadear. Mi cuerpo estaba sintiéndose cada vez mejor. Al volver a besarme, me agarró ambas manos para entrelazarlas con las mías.
—Si te digo que te quiero, ¿Me creerías?— besó mi cuello y se movió más rápido.
—Sí, te creería— respondí entre jadeos.
Dylan sonrió y se acercó a mi oído.
—Te quiero, Rachel— sentí un escalofrío por todo mi cuerpo al escuchar esas palabras.
—Y yo a ti, Dylan.
—Sé mi novia.
No tuve tiempo de reaccionar o responder, cuando me besó, y de una última estocada se corrió. Lo sacó de mí cuando lo hizo.
—Olvidé que lo llevaba puesto — sonrió y negó con la cabeza—. No te vayas de aquí. Llevaré esto al baño— se levantó de la cama, y mientras estaba en el baño, tocaron la puerta.
—Tápate, corazón — me dijo arreglándose el pantalón y poniéndose la camisa.
Abrió la puerta y escuché la voz del Sr. Homer.
—Me preguntaba si querías ir a comer conmigo— al verme se tapó la cara —. Creo que ya comiste. Siento mucho interrumpir. Los dejo a solas. Permiso.
Mi cara quería caerse de la vergüenza.
—Bueno, eso fue incomodo— comentó Dylan, cerrando la puerta—. Entonces, volviendo al tema de hace un momento— se recostó en la cama y se giró hacia mí —. ¿Quieres ser mi novia? —acarició mi mejilla y sonrió.
—Dylan...
—Prometo no ser un estorbo en tus planes o metas, más bien seré quién te apoye y te acompañe alcanzarlas, ¿Me lo permites?
—Jamás serías un estorbo.
—No tienes que aceptarme si no quieres— desvió la mirada y sonrió.
—¿Y si quiero?
—Si quieres, tendrás que decirme que sí, y que deseas que te vuelva a hacer el amor.
—Te estás aprovechando, Dylan.
Sonrió, y acarició mis labios con su dedo índice.
—Entonces dime que sí, y prometo no protestar.
—Sí, Dylan.
—Y nuestro primer beso de novios, ¿Dónde está?
—Aquí— lo besé, y me besó de vuelta.
—Ahora eres mi novia. Que afortunado me siento; aunque debí haberlo dicho antes de terminar en la cama, es por eso que debo hacértelo otra vez.
—Eso es una excusa muy barata.
—Lo es — soltó una risita traviesa y me besó.
Si supiera que soy yo quien se siente afortunada en este momento.