cielo comenzaba a teñirse de tonos rosados y anaranjados, anunciando la llegada del amanecer. El canto de las aves se entremezclaba con los cacareos de los gallos que marcaban el inicio de un nuevo día. Sin embargo, Forny seguía sumido en su sueño, inmerso en un mundo extraño y desconocido.
De repente, una voz rasgada y distorsionada comenzó a susurrarle al oído, casi como si viniera de las sombras de su mente.
—Podrás salvar al mundo, pero no podrás salvar tu mundo. Sabes que no podrás evitar el destino del mundo, y aún peor, no podrás evitar tu destino. Muy pronto, la oscuridad reinará, y el mundo que conoces dejará de existir. Te tengo en la mira, Forny Reiznek. Así que ve midiendo tus pasos a partir de ahora.
Forny, aún en sueños, intentó reaccionar, pero sus palabras se ahogaron en el confuso sonido de la voz.
—Espera, ¿cómo sabes mi nombre? —preguntó, con la mente nublada.
Antes de que pudiera obtener una respuesta, el sonido de la alarma de su teléfono rompió el hechizo. El reloj marcaba las nueve y media de la mañana. Forny despertó sobresaltado, con el corazón acelerado y una sensación extraña en el pecho.
—Otra vez esos malditos sueños… —murmuró, frotándose la cara. —Pero esta vez fue diferente. ¿Qué significará lo que me dijo esa voz?
Se estiró con pereza, soltando un leve bostezo.
—Bah, ¿por qué le doy tantas vueltas a esto? Los sueños no significan nada... o eso quiero creer.
Forny se levantó y, al abrir su armario, sus ojos se detuvieron en una chaqueta azul claro. Era la última prenda que su madre le había regalado antes de morir en un trágico accidente de tráfico. Ese mismo día había sido su cumpleaños número catorce. La chaqueta le quedaba grande, pero le traía recuerdos que aún no estaba listo para enfrentar.
—Quizá la use cuando tenga el valor de superar esto... —suspiró.
Finalmente, optó por una camisa blanca que resaltaba sus ojos marrón claro, y un pantalón gris. Al salir de su habitación, escuchó los suaves maullidos de su gato Mishu, que lo esperaba con ansias en la sala.
—Miau… —dijo Mishu, frotándose contra las piernas de Forny. —Seguro tienes hambre, ¿verdad? Porque yo también estoy muerto de hambre. ¡Vamos a la cocina!
Forny sonrió y acarició a su gato antes de caminar con él hacia la cocina, que estaba algo descuidada debido a la situación económica de la casa. Desde que había quedado huérfano, todo había cambiado. Sus ingresos apenas llegaban para cubrir lo básico, por lo que buscaba trabajos esporádicos para poder subsistir.
En la cocina, empezó a preparar unos panqueques y café, mientras alimentaba a Mishu con croquetas. El gato ronroneó de felicidad al recibir su comida.
—Ojalá pudiera darte más, amiguito... —dijo Forny, sirviéndose su desayuno. Mientras comía, pensaba en el futuro, en las facturas que no podía pagar y en cómo la vida no parecía darle tregua.
Una vez terminó, se levantó, agarró su mochila y se agachó para acariciar a Mishu.
—Cuida la casa mientras no estoy, ¿sí? Te prometo que todo mejorará pronto.
Salió rápidamente de la casa, cerrando la puerta tras él. Era un día soleado, con las aves cantando alegremente. Pero de repente, escuchó una voz familiar que lo llamó.
—¡Hasta que al fin te animas a salir! ¿Sabes cuánto tiempo he estado esperándote? ¿Tienes idea?
Forny sonrió al reconocer la voz. Era Laura Izuki, su amiga de la infancia, una chica tan radiante como la primavera, con su cabello corto de color morado y sus ojos rojo carmesí.
—Hola, Laura. Ya te dije que no me esperes para ir al colegio.
Laura lo miró con una sonrisa burlona y le respondió:
—¡Lo hago porque quiero! Aparte, ¿quién más, sino tu amiga de la infancia, te va a esperar para ir al colegio? Siéntete honrado.
Forny soltó una risa y le dijo:
—Sí, sí, lo que digas. ¿Qué tal si ya nos vamos al colegio y dejas de perder el tiempo?
—¿Qué dijiste? ¡Ahhh, como te odio! —rió Laura mientras ambos se ponían en marcha.
Mientras caminaban, Forny decidió contarle algo a Laura.
—Oye, he comenzado a tener unos sueños raros. No sé qué les pasa, pero desde hace dos semanas sueño con un mundo completamente diferente. He investigado sobre eso, y esta mañana, escuché una voz que me decía: "Podrás salvar al mundo, pero no podrás salvar tu mundo". No sé qué significa, pero supongo que no estoy durmiendo bien, tal vez por el trabajo.
Laura lo miró fijamente, tomando un tono serio por un momento.
—No sé qué significan esos sueños, Forny, pero tal vez estás alucinando o simplemente los sueños te están atormentando. Lo mejor es que descanses y dejes de darle vueltas a eso.
Se señaló a sí misma y sonrió.
—Pero no te preocupes, soy tu amiga de la infancia y te apoyaré pase lo que pase.
Forny sonrió aliviado.
—Es bueno tener una amiga como tú.
Finalmente, llegaron al colegio, un edificio común y corriente. Como siempre, Laura se despidió con energía.
—¡Nos vemos después!
—Sí, nos vemos —respondió Forny.
Se separaron, y Forny caminó por los pasillos hasta llegar a su aula. Al entrar al salón, un silencio incómodo invadió el ambiente.
—Miren quién llegó… el huérfano de Forny Reiznek —se oyó la voz burlona de Mayilla, una de las chicas más populares de la clase, seguida de las risas de algunos compañeros.
Forny frunció el ceño y le respondió con calma:
—Muy graciosa, Mayilla. ¿Podrías dejar de hacer eso cada vez que me ves?
Mayilla levantó una ceja y lo desafió con una sonrisa maliciosa.
—¿Por qué esa carita triste? —dijo, acercándose con tono burlón.
Forny no se quedó callado.
—Eres la presidenta del consejo estudiantil, ¿no se supone que deberías mostrar más respeto?
Mayilla lo miró con desprecio.
—¡Y quién te crees que eres para decirme qué hacer, huérfano!
Forny levantó la voz, ya cansado de sus constantes provocaciones.
—Por lo menos no soy un mantenido, y no dependo de mis padres. Tú, por otro lado, solo eres una niña consentida y engreída.
Mayilla frunció el ceño y, de un golpe, levantó la mano para darle una bofetada.
—Retráctate de lo que acabas de decir o las cosas se pondrán mucho peor para ti, Forny.
Con una leve sonrisa, Forny se alejó hacia su pupitre.
—Parece que lo que te dije tocó tu orgullo. Si no tienes nada más que decir, me retiro.
Se sentó, sin preocuparse por la furia de Mayilla, mientras pensaba: Así van a ser las cosas a partir de ahora, me aseguraré de arruinarte la vida.
—¿Vas a dejar que te trate así? —le preguntó Denek, su amigo.
Forny suspiró.
—Con todo lo que está pasando, no lo sé…
Denek, como siempre, lo animó.
—Vamos, amigo, ella te ha estado tratando así desde que empezó el colegio. Al menos hoy dijiste lo que pensabas. Tienes mis respetos.
Forny sonrió levemente.
—Jaja, gracias. Ya lo pensaré cuando terminen las clases.
—Por cierto, ¿tienes la tarea de matemáticas? —preguntó Denek, cambiando de tema.
Forny levantó una ceja.
—¿Qué tanto haces que no haces las tareas?
Denek se encogió de hombros.
—Ya sabes, videojuegos. Soy un gamer profesional.
Forny soltó una risa.
—No me sorprende que hayas reprobado en colegios prestigiosos.
El profesor entró al aula, interrumpiendo la conversación.
—¡Silencio, todos! ¡Tomen sus asientos!
Las clases fueron largas y aburridas, como siempre. Finalmente, cuando la sirena sonó para dar por terminada la jornada escolar, Forny y Denek salieron rápidamente del colegio.
—Nos vemos, Denek.
—Claro, tengo prisa por jugar. Nos vemos.
Forny comenzó a caminar hacia su casa, cuando una voz lo detuvo en seco.
—¡Ey! ¿A dónde crees que vas? —dijo Saiko, con tono desafiante.
Forny frunció el ceño al reconocerla.
—¿Y ahora qué quieres, Saiko?
El lo miró con una sonrisa cruel.
—Lo que le dijiste a Mayilla no me gustó, Forny. Más te vale que midas tus pasos a partir de ahora.
De repente, Forny recordó las palabras de la voz en sus sueños. Un escalofrío recorrió su cuerpo.
—¿Sentiste miedo? —rió Saiko, empujándolo al suelo. —Sabes qué, apártate, basura.
Forny se levantó rápidamente, confundido y angustiado.
—¿Por qué todos me tratan así? ¿Qué hice mal? —se preguntó en silencio.
Sacó su celular y vio que era tarde.
—¡Rayos! Son las 6:25, tengo que apurarme para ir al trabajo.
Corrió con rapidez, cruzando calles y parques, hasta llegar a su casa. Abrió la puerta y fue recibido por Mishu con un maullido.
—Miau… —saludó el gato.
Forny lo acarició y se dirigió a su habitación para cambiarse rápidamente. Tenía prisa y, aunque no estaba de humor, vio la chaqueta azul claro de su madre en el armario.
—Esta vez la usaré… —pensó, mientras se ponía la chaqueta y salía corriendo de su casa.
El cielo comenzaba a oscurecer cuando llegó a su trabajo, una pequeña cafetería donde había comenzado a trabajar hacía seis meses, cuando perdió a su familia.
—Perdón por el retraso, tuve unos inconvenientes, pero ya me pongo en mi puesto.
Las horas pasaron, y finalmente, cuando terminó su turno, su jefe lo miró.
—Bonita chaqueta. ¿Dónde la conseguiste?
Forny respondió, con una leve sonrisa triste.
—Es un regalo de mi madre. No sé dónde la compró, pero es especial para mí.
—Lo siento mucho, Forny —dijo su jefe, con tono compasivo—. Ya es tarde, vete a casa.
—Nos vemos mañana —respondió Forny, mientras se dirigía hacia la puerta.
Al llegar a su casa, alimentó a Mishu, luego se tiró en la cama, exhausto. Cerró los ojos por un momento, solo para quedar profundamente dormido.
Pero, en sus sueños, una voz familiar lo despertó.
—¡Oye, oye, levántate! No es hora de seguir durmiendo.
Forny respondió medio dormido:
—Cinco minutitos más…
—¡Nada de cinco minutitos! ¡Levantate!
Al abrir los ojos, Forny se dio cuenta de algo aterrador: ya no estaba en su habitación. Estaba en el mundo de sus sueños, rodeado por un paisaje de bosque, y Mishu, su gato, le estaba hablando.
—Esto no es un sueño —dijo Mishu, mirando a su alrededor. —Nos quedamos atrapados aquí.
Forny no sabía qué pensar.
—¿En serio esto no es un sueño? —preguntó, aún incrédulo.
Mishu lo miró con cara de impaciencia.
—Si quieres que te lo demuestre, te doy un golpe para que veas que no es un sueño.
Forny, aún sin creérselo, vio el paisaje que los rodeaba y se maravilló.
—¡Esto es increíble! —exclamó. —Pero, ¿cómo es que puedes hablar?
Mishu se encogió de hombros.
—No sé, tal vez porque tengo hambre... —dijo, mientras sus entrañas gruñían.
Forny, aún procesando la situación, encendió su celular, pero pronto se dio cuenta de algo aún más extraño.
—¡No hay hora! ¡El reloj no avanza!
Mishu, sin perder el ánimo, comenzó a explorar.
—Ya pues, igual tengo hambre. Vamos a ver qué conseguimos para comer.
Forny lo siguió, aunque aún no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Realmente estaban atrapados en un mundo distinto? ¿Cómo podían regresar al mundo real? ¿Y qué significaban los sueños que había tenido?
Sin saberlo aún, ambos estaban a punto de recibir una revelación que cambiaría sus vidas para siempre.
De repente, una pantalla apareció frente a Forny: "BIENVENIDOS AL MUNDO VIRTUAL".