Ali Raza se presentó formalmente ante Forny, extendiendo la mano con un gesto firme. Forny, un poco sorprendido, le devolvió el saludo antes de que Ali lo invitara a sentarse junto a la fogata.
—Imagino que tienes hambre —dijo Ali Raza, ofreciéndole un pincho de carne cuyo aroma tentador hacía agua la boca—. No es mucho, pero bastará para saciarte.
Forny aceptó el pincho con una mirada agradecida y, antes de probarlo, murmuró:
—Gracias por salvarnos. No sé cómo habríamos salido de esa sin ti.
Ali Raza esbozó una sonrisa serena, sus ojos reflejaban calma.
—No tienes nada que agradecer. Me alegra haber estado en el momento justo para ayudar.
Denek, que había estado observando en silencio, interrumpió con ansiedad:
—¿Y qué va a pasar con Saiko? —Sus ojos se clavaron en Mayilla—. ¿No piensas hacer algo para salvarlo?
Mayilla bajó la mirada, sus labios temblaron como si estuviera buscando las palabras correctas, pero antes de que pudiera responder, Ali Raza intervino:
—Denek, calma. Entiendo lo mucho que esto te afecta, pero este no es el momento para presionar a la señorita Mayilla. Aún está asustada. Dale un respiro.
Denek apretó los labios, bajó la voz y asintió con resignación:
—Está bien... lo siento.
El silencio se apoderó del grupo, hasta que Forny rompió la tensión con una pregunta:
—Pero... Denek tiene razón. ¿Qué pasará con Saiko?
Ali Raza guardó silencio por un momento, exhaló un suspiro pesado y luego habló con seriedad:
—Ya no hay nada que hacer. Una vez que alguien es corrompido por la piedra oscura, no hay marcha atrás. No existe una forma de revertirlo. Saiko se convertirá en un ser de oscuridad, cuyo único propósito será destruir.
El silencio que siguió fue incómodo y opresivo. Finalmente, Ali Raza se puso de pie, cruzó las manos y dijo con autoridad:
—Vayan a descansar. Mañana aprenderán todo lo que necesitan para sobrevivir en este mundo.
Uno a uno, los demás obedecieron y se retiraron. Cuando Forny se disponía a acostarse, Ali Raza lo llamó.
—Oye, Forny, ven conmigo. Vamos a buscar agua para apagar la fogata.
—Está bien… —respondió Forny, algo confundido, pero dispuesto.
Salieron de la cueva y caminaron bajo la luz de una luna brillante. Las estrellas formaban figuras hipnóticas en el cielo, y el sonido de los grillos llenaba el aire del bosque. Después de unos momentos de silencio, Ali Raza habló con un tono más severo:
—¿En qué estabas pensando cuando intentaste atacar a Saiko?
Forny bajó la mirada, avergonzado.
—No lo sé… Solo quería ayudar. Sentirme útil.
Ali Raza se detuvo y lo miró fijamente.
—¿Te das cuenta de que, por tu egoísmo, pusiste en peligro a todo tu grupo? —Tocó suavemente la frente de Forny con dos dedos—. Actuaste sin pensar en las consecuencias. Si yo no hubiera estado allí, ¿qué les habría pasado?
Forny apretó los puños, su voz era apenas un susurro:
—Casi los matan… por mi culpa.
Ali Raza asintió.
—Exacto. Y lo peor es que te derribaron de un solo golpe. Si quieres sobrevivir aquí, si quieres proteger a los demás, tendrás que volverte más fuerte. Eres responsable de ellos. Actúa con más conciencia. —Se colocó frente a Forny y lo miró con desafío—. Ahora, golpéame. Con todas tus fuerzas. No me moveré.
Forny tragó saliva, se preparó y lanzó un puñetazo directo al pecho de Ali Raza. Aunque puso todo su esfuerzo, Ali Raza ni siquiera se inmutó.
—Vaya, eres más débil de lo que pensaba. —Su voz estaba cargada de desaprobación, pero también de una ligera chispa de esperanza—. No tienes fuerza, ni técnica, ni posición de combate. Pero no te preocupes. Mañana empezaremos tu entrenamiento.
Forny respiró hondo, con los ojos encendidos por una mezcla de vergüenza y determinación. Sabía que este sería solo el comienzo.
—Daré lo mejor de mí.
Ali Raza lo observó fijamente, con un tono serio.
—Eso espero. Tienes grandes desafíos por delante. Vamos, volvamos a la cueva.
Sin decir más, ambos caminaron en silencio hasta llegar. Ali Raza se detuvo en la entrada y habló con autoridad:
—Ve a descansar, Forny. Mañana te espera un duro entrenamiento.
—Está bien… Descansa tú también.
Forny apenas se acostó y cayó en un profundo sueño. Sin embargo, al abrir los ojos, no estaba en la cueva. Despertó en su habitación, con el sonido familiar de la alarma de su teléfono. Se levantó, confundido, frotándose el rostro.
—¿Todo fue un sueño? Nada era real… pero siento algo diferente.
Caminó por los pasillos de su casa, donde reinaba un silencio inquietante, como si estuviera completamente deshabitada. De pronto, su gato Mishu apareció, pero esta vez no lo saludó. Pasó de largo, sin reconocerlo. Forny, aún más desconcertado, lo dejó ir y se apresuró a salir.
Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, un sonido lo detuvo: risas. Al principio, suaves y distantes, pero cada vez más fuertes y perturbadoras. La atmósfera de la casa se tornó tétrica, con sombras que parecían alargarse y el aire volviéndose opresivo.
Forny, sin pensarlo dos veces, corrió hacia la puerta, decidido a escapar. La abrió de golpe y, allí, envuelto en una densa niebla, estaba un extraño encapuchado, riendo sin cesar. Todo su hogar empezó a desmoronarse, como si fuera absorbido por un vacío infinito.
Forny apretó los puños, furioso.
—¿Qué estas haciendo?
El encapuchado, con una voz rasgada y fría, respondió mientras lo rodeaba lentamente:
—Manipular la realidad… Aunque es inestable a medida que mi poder se desvanece. —Su risa malévola resonó en el vacío—. Sabes, Forny, yo soy la razón por la que estás aquí, atrapado en este mundo virtual.
Extendiendo sus brazos deformados, continuó:
—Puedo crear una realidad donde seas feliz, donde tu familia esté viva, sin problemas económicos, siendo exitoso, admirado… O puedo sumirte en la miseria absoluta, donde no te quede nada por lo que valga la pena vivir. Esa es la senda que estás eligiendo al cruzarte con Ali Raza.
La niebla se espesó mientras el encapuchado soltaba una carcajada cruel.
—Este es solo el comienzo, Forny Reiznek. Prepárate para los obstáculos que enfrentarás si realmente quieres volver a un mundo al que ya no perteneces.
Antes de que Forny pudiera responder, todo se desvaneció. Despertó de golpe, con el pecho agitado, los puños apretados y una furia insaciable reflejada en su mirada.
—Juro que te daré una paliza en cuanto descubra quién eres.
—¿A quién le vas a dar una paliza? —preguntó Denek, interrumpiendo sus pensamientos—. Ya, levántate. Ali nos espera para el entrenamiento.
—Está bien… —murmuró Forny, levantándose con un suspiro—. Qué calor, ¿no?
—Es cierto. Vamos, Ali nos está esperando.
A lo lejos, Ali Raza los llamó con tono firme:
—Denek, Forny, ¡muévanse! No puedo empezar el entrenamiento sin ustedes.
—¡Ya vamos! —respondieron ambos, apresurándose a llegar al punto de reunión.
Cuando todos estuvieron reunidos, Ali Raza se puso al frente y habló con autoridad:
—Formen una fila horizontal, mirando al frente. Muy bien. Si quieren sobrevivir en este mundo, deben saber que cualquier error aquí puede costarles la vida. Si desean escapar de este lugar, deben volverse fuertes. Especialmente tú, Forny. Ahora que eres el líder del grupo, cualquier mala decisión que tomes afectará a todos.
El grupo escuchó en silencio, mientras Ali Raza continuaba:
Ali Raza se colocó al frente del grupo con aire serio, sus ojos recorrieron a cada uno de los presentes.
—Cuando llegaron a este mundo, seguramente vieron un anuncio, ¿verdad? Supongo que estaban confundidos, sin entender del todo lo que decía. Pero, ¿no notaron un mensaje al final que indicaba sus habilidades? No se preocupen, estoy aquí para guiarlos. Comencemos contigo, Laura.
Laura avanzó un paso, nerviosa pero emocionada.
—Dice que tengo la habilidad de premonición.
Un silencio de asombro envolvió al grupo. Incluso Ali Raza pareció sorprendido.
—Esa es una habilidad formidable, Laura —dijo con una ligera sonrisa—. Puede ser vital para alguien como tú.
Laura, con los ojos brillantes de emoción, lanzó una mirada fugaz a Forny, buscando su aprobación.
Ali Raza entonces se dirigió a Mayilla, adoptando nuevamente su tono firme:
—Ahora es tu turno, Mayilla.
La joven bajó un poco la cabeza, algo desanimada.
—Mi habilidad se llama Fialser. No sé exactamente qué significa, pero… supongo que será útil.
Ali Raza asintió con seriedad.
—No subestimes tu habilidad. Todo aquí tiene un propósito. Seguro será más poderosa de lo que imaginas. Bien, Denek, es tu turno.
Denek se removió incómodo, rascándose la nuca.
—Ehh… yo… no veo nada. No hay habilidad. Solo un espacio en blanco.
Ali Raza frunció el ceño y se acercó a revisar. Tras un momento de inspección, declaró:
—Quizá sea un error. Puede que tu habilidad aún no se haya manifestado. Cuando subas de nivel, lo sabremos.
Mientras Ali y Denek examinaban la situación, Forny sudaba en silencio. Había recibido el mismo error y un torbellino de dudas lo invadía. ¿Por qué no puedo ver mi habilidad? Debería inventar una… ¿o decir la verdad? Pero antes de decidir, Ali Raza lo miró directamente.
—Forny, tu turno. ¿Cuál es tu habilidad?
Los nervios le recorrían el cuerpo, pero Forny apretó los dientes y respondió con voz temblorosa:
—Mi… habilidad se llama Reverset.
Ali Raza lo observó con atención, asintiendo levemente antes de hablar.
—Como ven, cada uno de ustedes tiene una habilidad única… excepto Denek, cuya habilidad aún no se manifiesta. Si quieren regresar al mundo real, deben perfeccionarlas. Y eso comienza hoy.
En otro lugar...
Los subordinados de Virus avanzaron por un pasillo oscuro y gélido, abriendo las enormes puertas de hierro que crujieron al moverse. Al cruzar, la figura de Virus permanecía de espaldas, su voz resonó fría y amenazante:
—Les advertí que no regresaran sin buenas noticias. ¿Detuvieron al elegido antes de que encontrara a Ali Raza?
Uno de los subordinados avanzó, temblando.
—L-Lord Virus… lo intentamos, pero Ali Raza apareció de repente para defenderlos. Sin embargo, trajimos a este individuo… lo hemos corrompido con la piedra oscura.
Virus apretó los puños, la ira brotando de su voz:
—¡Inútiles! ¿Cómo no pudieron evitarlo?
Otro subordinado, tembloroso, intentó justificarse:
—Si hubiera estado allí, se habría evitado…
Virus lo interrumpió, con voz venenosa:
—¡Sabes bien que esa maldita maldición de Ali Raza me impide salir de esta fortaleza! —Respiró hondo, liberando tensión con un suspiro—. Está bien… esta vez los perdonaré. Pero que sea la última. Tráiganme al corrompido.
El grupo escoltó a un joven de mirada desafiante. Virus lo observó con interés.
—¿Cómo te llamas?
—Saiko —respondió con voz áspera y desafiante.
Una sonrisa torcida se dibujó en el rostro de Virus.
—Perfecto… serás un valioso aliado. Ayúdame a destruir a Ali Raza y a su grupo.
Saiko cruzó los brazos.
—¿Y qué gano yo con eso?
Virus sonrió con malicia.
—Poder absoluto… o lo que más desees, siempre que cumplas mis órdenes.
—Trato hecho —respondió Saiko sin titubear.
—Llévenlo a su habitación y denle los mejores servicios. No quiero que se arrepienta.
Mientras los subordinados escoltaban a Saiko, Virus apretó los puños y murmuró:
—Ali Raza… si crees que esta maldición me detendrá, estás muy equivocado. Formaré un ejército que te destrozará. Esto apenas comienza.