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RENACIMIENTO EN CREPUSCULO

tiago_0963
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Synopsis
En algun momento ponga al guna descripcion mejor pero con fomer se con esta: desperte en un vacío blanco, confrontando la impactante revelación de que haemuerto. Ante él se presenta una figura que se identifica como Dios, quien le explica que su muerte fue un error, resultado de un cruce de caminos que alteró su destino. Sin poder regresar a su vida anterior, Thiago recibe la oportunidad de elegir un nuevo mundo al que ir, y tras girar una ruleta, se encuentra en el universo de "Crepúsculo". Transformado en un híbrido entre humano y vampiro Este es mi seguno fanfi
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Chapter 1 - chapter 1

(esta fanfic aver no se si suva muchos capitulos apenes si subo en mi otro fanfic por falta de tiempo esto sera un en sallo..hayer me vi toda la saga de crepusco que la estaba pasando por tv no me pregunte com termine biendola el caso al final dije por que no me a hago un fanfic de esta madre y aqui esta mi primer cap buen provecho )

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Desperté en un lugar extraño, una especie de vacío blanco y frío que parecía no tener fin. Intenté recordar cómo había llegado ahí, pero mi mente estaba nublada . Todo lo que sentía era una confusión profunda ..... Miré a mi alrededor, tratando de ubicarme, y fue entonces cuando escuché una voz.

—Estás muerto.

Alcé la vista, tratando de identificar de dónde venía la voz, y me encontré frente a un hombre —o algo que se le parecía.

—Espera, ¿qué? —respondí, mi voz casi temblorosa. La noticia me dejó paralizado. Pero algo en sus palabras no me cuadraba—. Si estoy muerto, ¿por qué no recuerdo nada sobre mi muerte?

Él se movió lentamente, como si esperara esa pregunta.

— No recuerdas tu muerte porque es un mecanismo de defensa. Tu mente está protegiéndose del impacto emocional. En cuanto a quién soy... he tenido muchos nombres a lo largo del tiempo, pero en términos simples, soy Dios.

Dios. La palabra me resultó demasiadaabsurda. Le lanzó una mirada llena de desconfianza, sintiendo cómo una risa amarga se acumulaba en mi garganta.

— ¿Dios? Sí, claro... Mira, si esto es una broma...de mis amigos han hecho un trabajo fenomenal. ¿Dónde están las cámaras?

Una sonrisa divertida apareció en su rostro, como si estuviera acostumbrado a esa reacción.

— No te culpo por dudar —respondió con calma—, pero creo que ver esto podría ayudarte a entender.

De repente, una luz blanca se estalló frente a mí y sintió un tirón que me arrastró hacia otro lugar. Imágenes fugaces empezaron a pasar ante mis ojos; Vislummbres de un momento que, por algún motivo, no quería recordar. Me vi a mí mismo atrapado en algo horrible. El sonido de mis propios gritos desgarraba el silencio. La última escena se congeló en mi mente, y sentí una angustia tan real que tuve que cerrar los ojos para alejarla. Pero la imagen persistió, aún latente en la oscuridad de mis párpados.

— No, no puede ser... —jadeé, sintiendo el sudor frío en mi piel—. ¿Es en serio?

La voz volvió, esta vez cargada de compasión.

— Lamento mucho tu muerte —dijo en un susurro, con un tono solemne que sólo lograba que mi angustia creciera más—. No deberías haber muerto de esa manera.

Me tomé un momento para procesar sus palabras, sintiendo cómo el enojo se mezclaba con la confusión.

— ¿Qué quieres decir con que no debería morir de esa manera?

a expresión de Dios se tornó grave, como si supiera que estaba por revelar algo delicado, algo que haría que todas las piezas en mi cabeza encajaran... pero de una manera que yo no estaba seguro de querer entender.

— No era tu momento —dijo, en voz baja—. Las muertes no suceden siempre de la forma que debería. Algunas son accidentes... otras, resultados de decisiones que no deberían haberse tomado. Y, a veces, simplemente es un error.

— ¿Un error? —repetí, incrédulo—. ¿Quieres decir que mi muerte fue un error? ¿Que ni siquiera debería estar aquí?

Asintió lentamente, y vi en su mirada una tristeza que parecía infinitamente profunda.

— En tu caso, un cruce de caminos cambió algo que debía ser diferente. No eras tú quien debía haber partido, pero una pequeña desviación te trajo aquí antes de tiempo. Por eso he venido a hablar contigo.

Su respuesta me dejó sin palabras. La incredulidad inicial se convirtió en una sensación de vacío en el pecho, una mezcla de rabia y desesperación. Todo lo que yo había hecho, lo que había vivido... ¿y ahora no importaba? ¿Había muerto simplemente por un error?

— Entonces... —comencé, con voz entrecortada—, ¿por qué me traes aquí? Si fue un error, ¿no podrías simplemente... arreglarlo? ¿Devolverme?

Hubo una pausa, y la mirada de Dios se desvió hacia un punto lejano, como si estuviera observando algo que yo no podía ver.

— Las reglas del universo no son tan simples como "arreglar" algo. La vida y la muerte no funcionan con el mismo orden que entiendes. La opción de devolverte... implicaría consecuencias. Riesgos que incluso yo no puedo prever por completo.

— ¿Qué clase de riesgos? —pregunté, sintiendo cómo mi voz se rompía un poco—. ¿Qué puede ser peor que morir sin siquiera entender por qué?

— Si vuelves —respondió, sus palabras cayendo como piedras en el silencio—, estarías consciente de cosas que normalmente están ocultas para los vivos. Ese conocimiento podría afectarte, y no sólo a ti... sino a quienes te rodean. Los humanos no suelen regresar del borde de la muerte. Hacerlo deja marcas profundas.

Me quedé en silencio, intentando digerir sus palabras. Volver, pero con un precio que ni siquiera él parecía capaz de prever. 

Finalmente, respiré hondo y lo miré a los ojos.

— Quiero saber. Quiero que me expliques todo. Si fue un error... entonces necesito entender. ¿Por qué sucedió?

Dios me observó en silencio durante un largo instante, y luego asintió.

— De acuerdo. Prepárate... porque a veces, las respuestas no traen consuelo

mire como una luz comenso a segarme y de un momneto a otroslos recuerdos de mi muerte comensaron allegar sinti el dolor que que me invadio nadamas recibir....no fue fisico pero me senti exhausto..por todo(arrodillarse)....

Todo daba vueltas en mi cabeza. Aún podía sentir el dolor de esa barra atravesando mi cuerpo, el mismo que me había quitado la vida de golpe, y ahora... aquí estaba, cara a cara con Dios. Sentía una furia apenas contenida, un odio sordo que nunca habría imaginado poder dirigir a... bueno, a Él.(le ventarse)

— ¿CÓMO...? —grité, mi voz resonando en este vacío infinito—. ¿Cómo puede pasar algo así? Morir atravesado por una barra de metal gigante no es precisamente agradable, ¿sabes? Ni siquiera recuerdo cómo sucedió... todo fue tan rápido.

Él, Dios o lo que sea que fuese, me miraba con esa misma calma inexplicable. Como si ya hubiera oído mis palabras miles de veces antes.

— Lamento mucho lo que te sucedió —dijo en voz baja—. Fue... un error. Pude salvar a la mayoría de las personas, pero tú... no llegué a tiempo. No pude evitar tu muerte.

No podía creer lo que estaba oyendo. ¿Error? ¿Pidiendo disculpas? Mis manos temblaban de rabia. Me sentía... traicionado.

— ¿Sabes que una disculpa no arreglará lo que me hiciste, verdad? —le espeté, la ira en mi voz —. Y entonces, ¿cómo piensas arreglar tu error? Porque no parece que haya vuelta atrás.

Hubo una pausa. Sus ojos se volvieron oscuros, como si contuvieran algo inmenso, antiguo, casi doloroso.

— Así es... —dijo lentamente—. No puedo devolverte al mundo como dije. Las reglas son claras: tu alma ya rompió las cadenas que te ataban a la Tierra. No cumpliste con el ciclo de vida que te correspondía... y por eso, sólo puedo ofrecerte otra opción.

Levanté la vista, apenas entendiendo sus palabras. La voz me salió llena de sarcasmo y escepticismo.

— ¿Otra opción? —repetí, incrédulo—. No me digas... ¿quieres enviarme a otro mundo?

Él asintió, y no pude evitar un suspiro irónico. Esto no podía estar ocurriendo.

— Espera... espera un segundo —dije, alzando una mano para detenerlo—. Si dices que cada persona tiene un ciclo de vida, ¿qué pasa con los que... se quitan la vida? No es mi situación, pero me pregunto... ¿qué les sucede?

Él me observó, y hubo un destello de algo oscuro en sus ojos, algo que no lograba descifrar.

— Esa es una información que no puedo compartir contigo —respondió en tono solemne—. Sin embargo, te diré que aquellos que eligen ese camino enfrentan un destino distinto al tuyo. Porque rompieron su ciclo voluntariamente, deben enfrentar las consecuencias de no haber respetado su vida.

Ese comentario me dejó un sabor amargo en la boca, y un sinfín de preguntas golpeando mi mente. ¿Esto es lo que sucede después de la muerte? Todo este enredo de reglas y castigos...

— Mira, no importa —dije, agotado y frustrado—. No tengo intención de perdonarte, y sé que quejarme no va a cambiar nada. Así que, si ya estamos aquí... haz lo que tengas que hacer. Llévame a donde sea que pienses mandarme y acabemos con esto.

Dios asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios, como si hubiera estado esperando que llegara a esa conclusión.

— Es justo... sabía que obtener tu perdón no era una opción —dijo con una expresión enigmática—. Por eso, quiero darte la oportunidad de escoger. Un último regalo de mi parte. Podrías ir a un mundo que tú mismo elijas... algún lugar que hayas visto en la televisión, quizás.

Me quedé en blanco. Mi incredulidad dio paso a una leve chispa de curiosidad.

— ¿Qué? —pregunté, sin saber si estaba entendiendo bien—. ¿Puedes... hacer eso?

Él solo asintió, y en su rostro vi una pequeña sonrisa

Un chasquido resonó en el vacío. Y de pronto, frente a mí, apareció una ruleta. Sobre ella había cientos de nombres, nombres de series, películas y animes que recordaba de la televisión. La miré, y una oleada de incertidumbre me llenó el pecho.

— ¿Sólo tengo que girarla, verdad? —pregunté, tratando de mantener la calma.

Dios asintió, con esa expresión tranquila que parecía saber más de lo que decía.

— Así es.

Respiré hondo, y una última pregunta se escapó de mis labios, casi sin pensarlo.

— ¿Y mi familia? ¿Cómo están ellos?

— No te preocupes —respondió con una voz que tenía algo de consuelo—. Están bien. Me aseguraré de que nada les suceda.

Sentí una punzada en el pecho, algo parecido a la paz, aunque mezclado con miedo. Al menos sabía que estarían bien. Me acerqué a la ruleta, mis dedos rodeando la manija con algo de temblor.

— ¿Ahora qué? —murmuré, mirando la ruleta con una mezcla de terror y esperanza.

Sin responder, Él me observaba en silencio. Sabía que lo siguiente dependía únicamente de mí. Así que, sin más, empujé la manija y sentí la presión en mis manos al girar la ruleta. Los nombres pasaban ante mis ojos como destellos borrosos, formando una cadena de mundos que se mezclaban con la ansiedad en mi pecho. Por favor... algo bueno. Pero no podía sacudirme la sensación de que no sería tan sencillo.

La ruleta giraba y giraba, cada vez más rápido, mientras las luces y los sonidos se desvanecían a mi alrededor. Sentí que la respiración se me aceleraba. Por favor, no me mandes a un mundo horrible.

Cerré los ojos, apretándolos con fuerza, esperando... deseando que fuera un mundo que pudiera enfrentar. Cuando los abrí, la ruleta aún giraba, pero más lenta, y un nombre comenzaba a vislumbrarse. los nervios comenzaron entrelazaban en mi pecho.

...

La ruleta giró durante un rato mas que se me hizo eterno. Tanto el supuesto Dios como yo nos quedamos en silencio, observando cómo giraba, cómo los nombres de los mundos aparecían y desaparecían, a toda velocidad, bajo la flecha del resultado. Con cada segundo que pasaba, sentía que los nervios se apretaban en mi pecho.

Cerré los ojos cuando escuché el clic final de la ruleta al detenerse. Los abrí lentamente, sintiendo el pulso acelerado, hasta que mis ojos se posaron en el nombre elegido.

Dios sonrió, complacido, y anunció con un tono teatral:

— ¡Felicidades, Thiago! Has sido elegido para ir al mundo de... —una pausa, y luego, un redoble de tambores imaginario— Crepúsculo.

Me quedé en silencio, sin saber si reír o maldecir.

— Esto... Dios, no es mi intención quejarme, pero, ¿puedo volver a girar la ruleta? —pregunté, tratando de sonar casual. Esto era demasiado.

Él suspiró y negó con la cabeza.

— Me gustaría complacerte, pero mi energía no da para más vueltas. Mantener tantos mundos al alcance consume demasiado fuerza. Lo siento.

Suspiré, resignado. Claro, no esperaba menos. Crepúsculo... bueno, al menos no es un mundo apocalíptico, me dije. Podría ser peor. Mientras no me encuentre con un vampiro hambriento...

— Mi suerte nunca falla... horrible —murmuré, con una media sonrisa irónica—. Pero al menos es mejor que nada. —Lo miré y, antes de irme, una última pregunta me quemó los labios—. Dios... ¿tienes nombre?

Él soltó una risa suave.

— Sí, sí tengo —respondió—, pero no creo que lo necesites. —Hizo una pausa, como si estuviera considerando algo—. Mira, antes de que te envíe, quisiera concederte algunos deseos. Pero no te excedas. Ya sabes, hay límites.

La sorpresa me atravesó. ¿Deseos? Eso sí no me lo esperaba.

— ¿En serio? Bueno, entonces... déjame pensar.

Comencé a darle vueltas, tratando de elegir deseos que de verdad me fueran útiles en este nuevo mundo. No podía pedir nada ridículo. No sabía cuánto tiempo pasé pensando, pero al final, me sentí seguro de mi elección.

— Muy bien —dije, con confianza—. El primer deseo es tener teletransportación....sin límite ni desgaste. El segundo, un escudo mental para que nadie..... y sí.... incluyo a ese infeliz de Edward, no pueda leer mis pensamientos. El tercero, quiero ser un vampiro, pero sin la necesidad de sangre para sobrevivir, y aún poder comer comida normal. Y cuarto deseo estener memoria fotografica y por ultimo auque este es ma sun capricho ... quiero ojos incoloros. Ya sabes, como ese efecto azul que se ve por la luz... no sé si me explico bien, pero espero que se entienda.

Dios me miró y asintió, divertido.

— No está mal. Pensé que pedirías algo más... complicado. Pero parece que te lo tomas con algo de sentido común. Eso me tranquiliza. Bueno, Thiago... es todo. Espero que disfrutes tu nueva vida. Buena suerte. —Chasqueó los dedos.

Sentí un tirón extraño, como si me estuviera desvaneciendo, y murmuré, apenas para mí:

— Yo también lo espero... algo me dice que no fui el único a quien... "accidentalmente" mataste.

Y entonces, el mundo se desvaneció a mi alrededor.

Desaparecí.

En un instante, todo cambió. Sentí una sacudida en el cuerpo, una energía extraña que parecía atravesarme de pies a cabeza. Mi visión se oscureció por completo, dejándome en una negrura absoluta. Por un momento, el miedo me apretó el pecho; no había ni un sonido, ni un solo punto de referencia en la inmensa oscuridad que me rodeaba. Pero entonces, justo cuando el pánico comenzaba a asentarse, una luz apareció a lo lejos. Su intensidad creció rápidamente, y antes de darme cuenta, me cegaba.

Instintivamente cerré los ojos y respiré profundamente, esperando que mis sentidos se adaptaran a lo que fuera que estaba a punto de ver.

En algún lugar de un bosque desconocido

Cuando abrí los ojos de nuevo, la luz disminuyó hasta revelar un cielo gris pálido por entre las copas de árboles gigantescos. Sentí que la cabeza me latía, un zumbido palpitante que me hizo gemir mientras intentaba enfocar.

— Ay, mi cabeza... —murmuré, sintiendo como si el mundo entero diera vueltas a mi alrededor. Luché por mantener el equilibrio, mirando alrededor—. ¿Dónde demonios me has enviado?

Me tomé un segundo para enderezarme y, tras unas respiraciones profundas, el mareo comenzó a desvanecerse. Miré a mi alrededor, notando que estaba rodeado de un espeso bosque, denso y silencioso, y sin una pista de qué tan lejos estaba de la civilización. Ni una sola nota, ni el más mínimo aviso de cómo empezar o dónde ir. Al parecer, estaba completamente solo.

A medida que mis sentidos volvían a la normalidad, también empezaba a darme cuenta de algo sorprendente: mi vista. Podía ver en detalle la textura de la corteza en un árbol a varios metros de distancia, y la manera en que las hojas temblaban con el más mínimo susurro de viento. Al mirar el suelo, distinguí fácilmente las huellas y marcas en la tierra húmeda. El mareo continuaba disminuyendo, y con él una especie de nueva claridad en mis pensamientos. Este cuerpo... era diferente. Más fuerte. Más agudo.

— Bien, no reencarné —dije, sonriendo con alivio al notar que no tenía que lidiar con volver a ser un bebé. Ya sería suficiente lidiar con este nuevo mundo.

De pronto, entre los árboles, noté una luz en la distancia. Era tenue, como si viniera de una fogata, pero suficiente para darme una dirección. Sin pensarlo dos veces, comencé a correr hacia ella, y fue entonces cuando realmente entendí lo que significaba ser un vampiro.

De un salto, me lancé hacia adelante y el bosque se volvió un borrón a mi alrededor. Sentí el aire cortando mi rostro, escuchando el latido sordo de cada paso que daba. Mis sentidos estaban tan agudizados que podía oír cada crujido de las hojas bajo mis pies, los chirridos lejanos de los animales pequeños, y hasta el susurro suave de las hojas tocándose unas a otras. Incluso en la penumbra del bosque, veía con total claridad; los troncos de los árboles y las ramas colgantes se distinguían a la perfección en una gama de sombras y reflejos que parecían naturales para mí, como si siempre hubiese visto de esta manera.

Cada movimiento se sentía ligero, preciso. El cuerpo reaccionaba al instante. Un golpe de adrenalina me recorrió; nunca había experimentado algo igual, y aunque apenas entendía lo que sucedía, sabía que esto me estaba gustando.

Mientras corría, fui adaptándome poco a poco a mi velocidad, moderando el paso para no embestir contra los árboles o tropezar con las raíces expuestas. Y cuanto más me movía, más natural se sentía este cuerpo nuevo.

Pronto, el bosque comenzó a abrirse ligeramente y la luz se hizo más intensa. Reduje la velocidad, notando que ahora podía controlarla mejor....me detuve entre la maleza, observando en silencio la fuente de la luz. La emoción y la incertidumbre se entrelazaban en mi pecho. 

Después de algunos minutos, finalmente llegué al borde del bosque. Mis pies, rápidos y ligeros, trotaban sobre el suelo cubierto de hojas secas. Al salir, me detuve de golpe y miré alrededor con incredulidad.

Nueva York.

Ante mí se alzaban los edificios, imponentes, dominando el horizonte en tonos grises y dorados mientras las luces de la ciudad empezaban a encenderse al caer la tarde. Podía ver el tráfico ruidoso, los neones encendidos y los rascacielos en su mezcla única de estilos antiguos y modernos. La arquitectura tenía un aire diferente, algo que sugería que no estaba en mi época exacta, pero todo me resultaba extrañamente familiar.

— Qué ironía... De todas partes, me envían a esta ciudad —murmuré. El pulso acelerado al recordar mis días aquí en la adolescencia me dio una extraña calma. Nueva York, mi antigua casa... había vivido parte de mi vida aquí con mi madre. Y, aunque los detalles del paisaje habían cambiado, algunos lugares me parecían aún reconocibles.

Suspiré y revisé mi ropa, aún la misma que llevaba el día en que morí. Unos jeans oscuros y mi vieja chaqueta de cuero, perfectamente intactos. Y en el bolsillo de la chaqueta, sentí un sobre doblado.

Lo saqué y, al ver el remitente, me detuve.

De: Dios

Para: Thiago

Fruncí el ceño, abriendo la carta mientras intentaba asimilar el contenido.

"Hola de nuevo,

Ya deberías estar despierto. Te explicaré tu situación. Como puedes ver, estás en Nueva York. Me he tomado la libertad de darte un trasfondo y un par de cosas que necesitarás para evitar inconvenientes. En tu cartera encontrarás una tarjeta de crédito con un millón de dólares para tu mantenimiento. No te preocupes, ya arreglé todos los detalles con el banco. Además, dado que falleciste dos años antes de terminar la preparatoria, he hecho los arreglos para que puedas inscribirte en una escuela si decides hacerlo.

En cuanto a tus habilidades, la información se descargará en tu mente al terminar de leer esta carta. Espero que todo te sea de ayuda en este nuevo comienzo. Buena suerte. Esta será la última vez que nos comuniquemos.

—Dios"

El último renglón resonaba en mi cabeza cuando sentí un pinchazo en las sienes. Y en un parpadeo, un torrente de imágenes, habilidades y conocimientos comenzó a desbordarse en mi mente como si alguien hubiera abierto una compuerta. Cada habilidad nueva quemaba mi cerebro con una intensidad que casi me hizo caer al suelo de dolor. Mis sentidos, mi fuerza, incluso mi propio control sobre el cuerpo se activaban de golpe, forzándome a asimilar una infinidad de detalles en segundos.

— ¡Aah! — El grito salió de mi garganta sin que pudiera evitarlo mientras la información se amontonaba como una corriente hirviente de datos.

Cerré los ojos, apretando los dientes mientras el dolor ascendía y caía en oleadas, intensificándose con cada segundo que pasaba. Apreté mis puños hasta sentir que las uñas se clavaban en mis palmas. Por fin, después de lo que parecieron horas de tortura, el dolor empezó a ceder. Me quedé recostado en el suelo, jadeando, mi pecho subía y bajaba descontrolado mientras intentaba recuperar el aliento.

Cinco minutos después...

—Al menos... podrían haber avisado del proceso... —susurré, tratando de sentarme mientras el mareo comenzaba a disiparse.

Permanecí en el suelo, aún sintiendo el leve hormigueo del dolor residual en mi cabeza y una fatiga intensa. Tomé una bocanada de aire, cerré los ojos y traté de concentrarme en estabilizar mis pensamientos. Al menos la peor parte había pasado. Me levanté con cuidado, aunque mis piernas aún se sentían inestables, y comencé a caminar despacio, saliendo del parque.

Pasaron unos minutos antes de que el ruido de la ciudad llenara mis oídos. Era la misma Nueva York bulliciosa y caótica de siempre, pero ahora mi percepción era tan intensa que casi me mareaba. Podía escuchar los motores de los autos, las voces de las personas hablando a varias cuadras de distancia, e incluso las pisadas de transeúntes apresurados a mi alrededor. El nivel de sensibilidad era tan alto que tuve que cerrar los ojos un momento, intentando adaptarme al cúmulo de estímulos.

Por primera vez comprendí por qué los vampiros podrían preferir mantenerse alejadosde las ciudades grandes. Mis sentidos, ahora tan desarrollados, captaban cada pequeño detalle. Las luces brillaban más, los sonidos eran más nítidos, y el movimiento incesante era una sobrecarga sensorial difícil de manejar.

La energía de la ciudad, tan viva, tan despierta a cualquier hora del día o de la noche, se percibía como un zumbido constante en mis oídos. Y aunque me resultaba abrumador, una pequeña parte de mí sentía cierta emoción por poder percibirlo todo tan claramente.

Mientras caminaba por las calles, me perdí en los rostros de los extraños, en los edificios imponentes, en el flujo imparable de esta ciudad que nunca dormía. No sé cuánto tiempo anduve entre la multitud, tratando de digerirlo todo, pero finalmente me encontré en un callejón oscuro, exhausto de absorber tanta información.

Me recosté contra la pared y dejé que la cabeza cayera hacia atrás, cerrando los ojos un momento.

— Está bien... —murmuré—, organizémonos.

Pasé una mano por mi cara, intentando procesar las últimas palabras de la carta. Dios me había creado un trasfondo aquí: soy huérfano, de un orfanato cerrado, que había sobrevivido gracias a refugios de caridad. Así que... no tenía familia aquí, al menos no una registrada.

Un suspiro escapó de mis labios al pensar en lo que eso implicaba.....Estaba solo 

La buena noticia era que no estaba completamente sin recursos. La tarjeta de crédito con un millón de dólares estaba en mi cartera, lista para cubrir cualquier necesidad básica... y más. Miré la billetera y el sobre, sintiendo que los planes comenzaban a formarse en mi cabeza. Dios había hecho más de lo que esperaba; me había dado una base, recursos y habilidades para sobrevivir en este mundo, así que no tenía excusa para no adaptarme.

Pero primero, algo básico.

— Bien... lo primero será encontrar un lugar donde quedarme —pensé en voz alta, mientras el ruido de la ciudad comenzaba a perder intensidad en mi mente, acostumbrándome poco a poco a los nuevos sentidos. Mi estómago comenzó a quejarse, recordándome una necesidad urgente.

— Y comer... eso es prioridad, —me dije a mí mismo, sonriendo con una mezcla de resignación y emoción.

Con el estómago vacío y un millón de preguntas en la cabeza, comencé a caminar hacia el centro, dejando el callejón detrás y adentrándome en las luces y sombras de esta Nueva York, mi antigua casa de momento claro.

>>>un rato mas tarde>>>>

Mientras avanzaba por las calles, mis sentidos seguían captando cada pequeño detalle de Nueva York, que parecía haberse intensificado con mi transformación. Podía oír el bullicio de las multitudes y el ronroneo de los motores a cuadras de distancia, percibir las fragancias y aromas mezclados de comida callejera, e incluso sentir las leves vibraciones en el suelo cuando un tren pasaba en alguna línea subterránea cercana.

Había logrado comprar algo de comida rápida con el poco dinero en efectivo que traía en los bolsillos. No era mucho, pero suficiente para apaciguar el hambre inicial mientras entendía cómo manejar mis habilidades. Según la información descargada en mi mente, Dios inclullo la teletransportación que me permitiría moverme rápidamente a cualquier lugar sin esfuerzo físico, aunque aún no la había probado. Además, había recibido un segundo don aparte de mi escudo mental: podía volverme intangible....pero creo que este dosno es de dios si no mi a mas bien el don de mi parte vampirica

A medida que avanzaba, el cambio en mi cuerpo de híbrido entre vampiro y humano empezaba a preocuparme. Dios no solo me había convertido en un vampiro; había hecho ajustes extraños, lo que me brindaba tanto ventajas como desventajas....pedi ser un vampiro no un hibrido..que...tanpoco estamal ser esto.

Por un lado, mis reflejos y sentidos estaban amplificados de manera extraordinaria. Mi visión, incluso de noche, era más nítida que la de cualquier humano obvio y creo ue superio al de un vampiro promedio , y mi oído captaba hasta el más leve susurro a metros de distancia. También mi velocidad y agilidad estaban mejoradas, hasta el punto de que podía recorrer distancias en segundos, sin notar apenas fatiga en el cuerpo. , aunque noté que mi resistencia y regeneración no alcanzaban la de los vampiros puros, quienes tienen una "indestructibilidad" por encima de mí.

Además, a diferencia de los vampiros comunes, yo no dependía de la sangre para sobrevivir. Podía disfrutar de comida normal, algo que no solo era conveniente, sino también reconfortante. Al menos, podría seguir probando platillos sin preocuparme por de peder de sangre. Aunque, según la información, si alguna vez llegara a necesitar beber sangre, tendría la capacidad de hacerlo sin problemas... aunque prefería no llegar a eso.

Otra ventaja peculiar era que, aunque mi piel estaba pálida, no era la de un vampiro común: no reflejaba la luz como una bola de discoteca. Podía pasar desapercibido entre los humanos sin llamar la atención en pleno día. Era una gran ventaja, permitiéndome vivir en el mundo sin demasiadas precauciones.

Sin embargo, no todo era tan bueno como parecía. Como híbrido, mi piel no era tan resistente a los golpes como la de los vampiros puros, y mi capacidad de regeneración estaba por debajo de la suya. También, mi veneno, aunque efectivo, no tenía la misma potencia que el de un vampiro completo. Además, mi corazón seguía bombeando sangre. Si bien podía sanar de heridas graves, perder demasiada sangre podría debilitarme y, en el peor de los casos, si alguien lograba arrancarme el corazón, mi historia terminaría ahí.

Suspiré..... En el fondo creo , era casi un superhumano más que un vampiro.

Finalmente, después de caminar por varias calles, llegué al edificio en el que, según Dios, tendría un lugar para quedarme. La dirección "514...323" destacaba en la fachada del edificio, un lugar modesto pero aparentemente . No pude evitar esbozar una sonrisa cansada al ver el letrero gastado en la entrada.

— Qué nombre tan poco inspirador... —murmuré, observando el lugar.

Empujé la puerta de entrada y caminé por el vestíbulo, dirigiéndome hacia el ascensor. Una vez dentro, el cansancio mental comenzó a apoderarse de mí. Aunque mi cuerpo ya no experimentaba fatiga física como antes, el torrente de información que había recibido hacía que mi mente pesara. Me recargué contra la pared del ascensor y cerré los ojos, tratando de despejar mi mente y organizarme para el día siguiente.

— Bueno, Thiago... mañana es el comienzo —me dije en voz baja, recordando que, según Dios, me había inscrito en la preparatoria local para terminar mis estudios. Irónico, considerando que hacía un par de días ni siquiera pensaba en vivir lo suficiente para tener que volver a estudiar.

El ascensor se detuvo en mi piso, y salí, recorriendo el pasillo hasta la puerta que coincidía con la dirección que me habían dado. Respiré hondo y, con un toque de resignación.

[ respire profundamente y entre al edificio.]

[abri la puerta y entre. El apartamento es pequeño y está escasamente amueblado. Hay una cama, una silla, una mesa y una pequeña cocina. suspire]

 Esto no es mucho, pero es un techo sobre mi cabeza. Supongo que eso es todo lo que puedo pedir ahora.

[me se acerca a la cama y me sente. Estába agotado por los acontecimientos del hoy. cerre los ojos y trate de relajarme.]

[Unos minutos después, Thiago se queda dormido.]

4000 palabras poquito