Mi mente estaba en blanco, consumida por el ritmo de Shibuya, mientras las luces neón danzaban en mi cabello despeinado, bajo el cielo nocturno. En ese momento, recordé la conversación con Yui Katsuragi, cuyas palabras resonaban en mi cabeza: «Ten cuidado, algo no está bien».
Me había reído de su preocupación, pensando que era solo paranoia, pero ahora sentía un escalofrío recorrer por mi espalda, como si mi propio instinto de supervivencia estuviera tratando de advertirme.
De repente, mi sombra se estiró como una silueta retorcida en el pavimento húmedo, distorsionada por la luz urbana en la noche. En ese momento, me di cuenta de que no estaba solo. Un par de ojos, como dos agujeros negros, me miraban desde la sombra, su intensidad hacía que mi corazón latiera con fuerza. Sentí un escalofrío en la espalda mientras la adrenalina corría por mis venas, y mi mente se preguntaba qué estaba sucediendo.
Y de repente la noche se desdibujó cuando una furgoneta negra emergió de la oscuridad, su forma imponente emergió, bloqueando la luz y sumiendo el entorno en una sombra más oscura…. Unos brazos fuertes salieron de la furgoneta, como garras de acero, me agarraron por detrás con una fuerza sobrenatural que me llego ah helar la sangre, llegando a arrojarme al interior de la furgoneta con un empujón brutal. En ese entonces sentía como si el mundo entero se desvaneciera, y en la oscuridad, la cara de Yui se grabó en mi memoria.
Después de unas largas horas de oscuridad, mi conciencia comenzó a retornar, traída por un dolor punzante que latía en mi cabeza como un ritmo enfermizo. Mi cuerpo estaba entumecido, como si hubiera sido moldeado en hielo. Al intentar moverme, una sensación de pánico me invadió, ahogándome. Estaba atrapado. La pregunta resonaba en mi mente como un grito desesperado: ¿Dónde estoy? La oscuridad era total, un vacío que me rodeaba y me sufocaba. Mi corazón latía con fuerza, como si tratara de romper las cadenas que me retenían. La desorientación era completa, y mi mente se debatía entre la confusión y el terror.
Mientras miraba hacia abajo, mis ojos se encontraron con las cadenas gruesas que aprisionaban mis piernas, como serpientes de acero que me estrangulaban. Un grito contenido se formó en mi garganta, amenazando con estallar, al ver mis manos encadenadas a una silla de metal frío y desnudo. La sensación de impotencia me invadió, como un veneno que corría por mis venas. "¿Qué es esto? ¿Por qué estoy aquí?" La incertidumbre me consumía, devorando mi razón y dejándome en un vacío de terror y desesperación. Mi corazón latía con fuerza, como si tratara de romper las cadenas que me retenían, mientras mi mente se debatía entre la confusión y el pánico.
De repente, el silencio se rompió con un coro de silbidos que se acercaban lentamente, como una serpiente que se desliza por el suelo. La puerta de metal se abrió con un chirrido estridente, y varios sujetos encapuchados ingresaron, sus sombras iluminadas en las paredes como si fueran espectros. Hablaban en un idioma desconocido, una lengua gutural y áspera que me hizo sentir como si estuviera atrapado en una pesadilla. Mi mente se llenó de preguntas: ¿Estoy en otro país? ¿Qué hago aquí? ¿Qué quieren de mí? Antes de que pudiera procesar mis pensamientos, sentí un golpe contundente en la espalda, como si un puño de hierro me hubiera golpeado. Un dolor intenso se extendió por mi cuerpo, y mi visión se distorsionó, como si el mundo se estuviera derrumbando a mi alrededor. En ese mismo momento, un grito desgarrador salió de mi garganta, un sonido primal que parecía venir de lo más profundo de mi ser.
La misma voz que me había golpeado estalló en una risa maligna, familiar y escalofriante, como si las sombras mismas se estuvieran riendo de mí. Mi mente se detuvo en ese pensamiento, pero antes de que pudiera procesarlo, la risa se repitió, varias veces, cada vez más intensa y sádica.
JAJAJAJAJA… El sonido resonó en mi cráneo, haciéndome sentir como si estuviera atrapado en una pesadilla.
Mi corazón se heló al escuchar esa risa, pronunciada con una ironía y desprecio que me hizo sentir como un insecto bajo la lupa de un científico:
Vaya, mi querido Itsuka Shindo…". La voz se acercó, y yo miré hacia arriba, buscando enfrentar al hombre que me había hablado con tanta crueldad.
"¿Eres…? No puede ser. Te vi morir, mi viejo amigo. ¿Por qué me haces esto? Nunca te he hecho nada malo." Mi voz temblaba mientras intentaba procesar la realidad ante mí.
Masashica Shido se carcajeó de nuevo, su risa maníaca y demencial resonando en la habitación como un eco de locura. "JAJAJAJA! Sí, soy yo, tu viejo amigo. Y si te preguntas si debería estar muerto… sí, morí en ese incidente. Pero sobreviví, gracias a mi determinación y sed de venganza."
Su risa se intensificó, convirtiéndose en un sonido escalofriante que me heló la sangre. "Nunca pensé que mi mejor amigo fuera tan ingenuo", me gritó, mientras comenzó a golpearme con ferocidad, sus puños cerrados como mazos que descargaban su furia sobre mí.
Cada golpe era como un rayo que me taladraba el cuerpo y la mente, dejándome sin aliento y sin esperanza. Mi visión se distorsionó, y mi pensamiento se enturbió, como si mi cerebro estuviera sumergido en un mar de oscuridad. No podía creer que mi amigo, mi hermano, me estuviera haciendo esto. La traición y el dolor se mezclaban en mi corazón, creando un veneno que me consumía por dentro.
Justo cuando pensaba que todo había terminado, los golpes cesaron de repente. Una voz autoritaria resonó en la habitación, haciendo que Shido se detuviera en seco. "¡Oye, Shido! Detente un rato", gritó la voz, con un tono que parecía cortar el aire.
Con dificultad, levanté la cabeza y miré a mi viejo amigo, cuyo rostro estaba bañado en sudor y miedo. Su mirada se desvió hacia la persona que se acercaba, y vi cómo su expresión cambiaba de furia a temor. La sombra de la figura que se aproximaba se proyectó en la pared, como si fuera un espectro que viniera a reclamar su alma.
Entonces , un hombre imponente se plantó frente mío, su presencia era intimidante como una sombra que oscurecía la habitación. Su mirada penetrante me hizo sentir como si estuviera bajo un microscopio, estudiado y analizado. "Oye, chico", dijo con desdén, su voz como un escalofrío en mi espalda. "No entiendo por qué una de mis gemelas se fijó en ti, pero te haré una propuesta: te dejaré libre y te regresaré a Japón… si te casas con mi hija."
Mi mente se llenó de preguntas y dudas, como un torbellino que me amenazaba con arrastrarme. ¿Qué gemelas? ¿Qué hija? ¿Qué tipo de propuesta era esta? La confusión se tornó en frustración, y mi corazón comenzó a latir con fuerza.
"Ante nada, no sé quién eres", respondí con desafío, tratando de mantener la calma, aunque mi voz temblaba ligeramente. "¿Hija? ¿Matrimonio? No entiendo". Mi mirada se clavó en la suya, buscando respuestas.
El señor sonrió, su sonrisa una mueca cruel que me hizo sentir un escalofrío. "Yo soy Katsuragi Kaito, padre de Yui Katsuragi y Rin Katsuragi", dijo, su voz baja y amenazante. "Y tú, desafortunado, estás en Rusia, en mi territorio". Su mirada se intensificó, como si estuviera desafiándome a cuestionar su autoridad.
Mientras su mirada helada me penetraba como un cuchillo, Katsuragi Kaito habló con una voz que parecía congelar el aire. "Soy un hombre que juega con la vida, un traficante que hace lo que sea por el capricho de mi hija favorita, Rin. Y ahora, tú vas a hacer lo que yo diga". Su rostro se tensó, y sus ojos brillaron con una intensidad que me hizo sentir como un insecto bajo un microscopio.
Mi hija Rin se ha fijado en ti, y yo voy a asegurarme de que se case contigo. No te preocupes, no tendrás que hacer nada… solo vivir para ella". Su sonrisa fue una mueca cruel que me hizo sentir asqueado.
En ese momento mi risa histérica estalló como una explosión, una reacción desesperada ante la absurdidad de la situación. "¡JAJAJAJAJAJAJA! Ahora entendía. Todo esto era por la acosadora, Rin. Había mandado a su padre para que hiciera su sucio trabajo". Mi mirada se clavó en Katsuragi Kaito, desafiándolo.
"Sabe algo, señor Kaito", dije, con mi voz firme y decidida. "Me niego. Puedes torturarme, puedes hacerme sufrir, pero nunca me meteré con una lunática como Rin". Mis palabras fueron un desafío, un reto a su supuesta autoridad y poder .
Mi voz se elevó, llena de desafío. "Pero si fuera con Yui… ah, Yui. Ella es diferente. Ella es la única que ha logrado ver más allá de mi máscara. La única que ha logrado hacerme sentir vivo." Mientras hablaba, sentí que una parte de mí emergía de lo más profundo de mi ser , era una parte que había mantenido oculto durante tanto tiempo.
"¡Soy yo mismo!", grité, liberando la tensión acumulada. "¡No más máscaras! ¡No más mentiras!" Mi risa se convirtió en una carcajada histérica, como si hubiera roto las cadenas que me habían mantenido prisionero.
El señor Kaito me miró confundido, su rostro reflejando incredulidad. "¿Qué… qué estás diciendo?", tartamudeó.
Mi mirada se clavó en la suya, desafiándolo. "He encontrado lo que había perdido", dije, mi voz resonando en la habitación. "He encontrado la razón por la que he estado viviendo en este infierno."
Mi mirada se clavó en Katsuragi Kaito, su rostro reflejando sorpresa. "Tú", dije, mi voz llena de furia y desafío. "Tú eres el responsable de mi dolor."
Mi risa se convirtió en un grito de locura. "¡Rin, sal de tu escondite! ¡Ven a ver al hombre que te ha estado protegiendo!" Mi voz retumbó en la habitación.
Rin emergió de su escondite, con su rostro contorsionado por la rabia. Me abofeteó con fuerza, pero yo seguí riendo, desafiante.
"¿Estás en mi territorio o estoy en el tuyo, Katsuragi Kaito?", pregunté, mi voz retumbando en la habitación. "¡No importa! ¡Aquí y ahora, comienza la verdadera guerra!"
Rin se volvió hacia su padre, su voz llena de veneno. "¡Mátalo, padre! ¡Disécalo! ¡Haz que sufra!"
Kaito apuntó con su arma, su dedo se puso en el gatillo. "Te vas a arrepentir de haberme desafiado", dijo con una sonrisa cruel.
Pero yo no me intimidé. "¿Piensas que yo moriré aquí, Rin?", grité. "¡Nunca!"
Justo cuando Kaito iba a disparar, grité a todo pulmón: "¡FUEGOOOO!" Un francotirador experto apareció en el techo, su rifle sniper apuntando hacia abajo.
Un solo disparo y la cabeza de Kaito explotó en una nube de sangre.
Los techos se llenaron de militares, que descendieron rápidamente para acabar con los secuaces. Rin y Shido echaron a correr, desesperados por escapar. Uno de los soldados se acercó a mí, sonriendo.
"Teniente Itsuka, excelente trabajo", dijo.
"Córteme las cadenas", ordené, mi mirada fija en Shido y Rin, que huían hacia la pista de aterrizaje adjunta.
Mientras corrían, sus voces se escuchaban cada vez más lejanas.
"¿Cómo acabamos en esta situación?", preguntó Rin, su voz llena de desesperación.
"No lo sé", respondió Shido, "pero debemos seguir adelante."
Rin llegó a la pista de aterrizaje y agarró a su hermana, tomándola de rehén.
"¡Si no serás mío, no serás de nadie!", gritó Rin, su rostro contorsionado por la rabia.
Mi instinto me llevó a reaccionar. "¡Suéltala!", grité, corriendo hacia ellos.
Pero no me di cuenta de Shido detrás de mí, sonriendo con malicia.
Shido pensó que su técnica serviría dos veces, pero se equivocó. "¿Piensas que agarrarme por la espalda te sería efectivo dos veces?", pregunté con una sonrisa irónica.
Shido se asustó, y yo le grité con dolor: "¡Adiós, viejo amigo!" Disparé dos veces a quema ropa en la cabeza de Shido, acabando con su vida.
Mientras me encontraba de espaldas, Rin me disparó cuatro veces en la espalda. No pensaba morir, y me giré con brusquedad para darle un solo disparo en la cabeza a Rin.
En ese momento, caí al suelo, sintiendo el calor de mi sangre derramándose sobre el frío suelo . Yui se acercó a mí, gritando con sus ojos llorosos mientras me pedía que no muriera.
Tomé su mano, mirándola a los ojos. "Yui, desde el momento en que te conocí, supe que eras la única para mí. Te volviste mi razón de vivir, mi amor verdadero".
Mi voz se debilitaba, pero mi mirada permanecía firme. "Quiero que sepas que te amo, Yui. Te amo más que a nada en este mundo. No llores por mí, vive por nosotros dos".
Yui sollozaba, mientras su rostro bañado en lágrimas. "No te vayas, por favor", suplicó.
Me esforcé por levantar mi cabeza, y Yui se acercó a mí. Nuestros labios se encontraron en un beso suave, lleno de emoción. Sentí su calor, su amor, y su dolor.
Con ese beso, cerré los ojos, sintiendo la paz que me invadía. Mi corazón se detuvo, pero mi amor por Yui permaneció vivo.