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Chapter 3 - CAPITULO 3: REENCARNACIÓN P.2

El Rey frunció el ceño, su expresión severa. "¿Qué sabes de ellos, Sora? ¿Son amigos o enemigos?".

El Rey continuó hablando, y su siguiente frase me heló la sangre. "El sucesor del trono será tu hermano Ryker." Sentí un golpe en el estómago, pero no me sorprendí. Sabía que no era aceptado por la gente, que mi nacimiento había sido una desilusión para muchos.

"Como usted diga, Su Majestad", dije con indiferencia, tratando de ocultar el dolor que me invadía. "Pero ¿para qué me ha llamado? ¿Si solo iba a anunciar su sucesor, lo hubiera dicho en la corte, ante todos?".

Un gran silencio se mostró por varios segundos, pesado y opresivo. El Rey me miró con una expresión severa, como si estudiara mi reacción.

"Sora", dijo finalmente, su voz llena de desdén, "me dices que puedes sentir dos amenazas, y luego te quedas callado. Aún así, te juzgué mal. Pensé que serías capaz de liderar este reino, pero ahora veo que no eres más que un muchacho débil y sin determinación".

Su voz se elevó, llena de desprecio. "Pensé que sería el indicado para la corona, pero será tu hermano Ryker quien la ostente. Él tiene la fuerza y la determinación que tú nunca tendrás".

Mi corazón ardía de ira y dolor, pero mantuve mi compostura, sabiendo que cualquier reacción impulsiva solo empeoraría las cosas.

"Como usted diga, Su Majestad", dije con indiferencia, mi voz vacía de emoción. "Pero ¿para qué me ha llamado? ¿Si solo iba a anunciar su sucesor, lo hubiera dicho en la corte, ante todos?".

Mi mente bullía de rabia y frustración, ansiosa por escapar de ese lugar. Quería dejar de perder mi tiempo en ese reino que me había negado todo. Pero había algo más, algo que me consumía por dentro. Un deseo de venganza, de tomar el trono por la fuerza.

Verónica, la guardiana personal del Rey, era un obstáculo insuperable. Su poder era legendario, y su lealtad al Rey era inquebrantable. Pero yo no me rendiría. No sin luchar.

"¿Acaso pierdes el tiempo estando frente a mí?", gritó el Rey, su rostro enrojecido por la ira. Su voz resonó en el salón, haciendo que los guardias se pusieran en alerta.

Respondí con sinceridad, sin temor a las consecuencias. "Desde que me llamó, es una pérdida de tiempo total. No piense que le tenga respeto a un Rey como usted", dije, mi voz firme y desafiante.

El Rey se levantó de su trono, su voz temblando de rabia. "¿Acaso quieres morir?", preguntó, su mirada asesina.

Mi respuesta fue directa y sin vacilaciones. "La verdad, Su Majestad, aunque fuera su hijo, lo dejaré de hacer. Renuncio a mi derecho al trono y a cualquier título que me vincule con usted".

El salón se sumió en un silencio sepulcral. El Rey se quedó en silencio, su rostro pálido de ira. Supe que había cruzado una línea, que no había vuelta atrás.

En ese momento, el imperio se estremeció hasta sus cimientos. Sofía había advertido sobre esto, y ahora la realidad era aún más aterradora de lo que había imaginado. Dos seres poderosos descendieron al trono, su presencia acompañada de una energía devastadora que hizo temblar el suelo. Matando al Rey sin piedad, gritaron en unisonancia: "Que empiece la purga".

Su voz resonó en el salón como un trueno, y el aire se llenó de una energía destructiva que parecía consumir todo a su alrededor. "¿La purga?", pensé, confundido y aterrorizado. "¿Qué dicen estos locos? ¿Qué quieren?"

Pero antes de que pudiera reaccionar, el cielo se abrió y 12 apóstoles y varios ángeles descendieron, rodeados de una luz cegadora que iluminó el salón. Su llegada fue como un huracán, lleno de poder y autoridad.

Uno de los dos seres me miró con impaciencia, su mirada penetrante. "Chico, vete si no quieres morir", dijo, su voz llena de arrogancia .

Me di cuenta de que no era un juego. La situación era real y peligrosa, y mi instinto de supervivencia se activó de inmediato. "¿Quiénes son ustedes?", pregunté, intentando mantener la calma mientras retrocedía lentamente, mi mirada fija en los seres que parecían haber surgido de la nada.

La respuesta era obvia: no eran humanos, ni ángeles. Pero ¿por qué le hacían reverencia a mi hermano? ¿Qué conexión había entre ellos? ¿Qué secreto oscuro se escondía detrás de su sumisión?

"Es hora de que nazca el nuevo Rey Demonio", dijo el otro ser, su voz llena de reverencia, su mirada brillante de fanatismo.

"¿Rey Demonio?", pensé, horrorizado. "¿Qué está pasando?" Mi mente era un torbellino de preguntas y temores, pero sabía que no tenía tiempo para reflexionar. Debía actuar.

Decidí escapar del lugar, utilizando mi velocidad y agilidad para alejarme lo más rápido posible. Mi corazón latía con fuerza mientras volaba sobre los tejados, la ciudad a mis pies.

"¿Sofía, cuántos muertos?", pregunté, apenas estuve a salvo.

"Muertos: 700.000", respondió Sofía, su voz fría y objetiva. "En menos de 1 minuto. La situación es crítica, mi señor. Debemos encontrar un refugio seguro y planificar nuestro próximo movimiento."

Su palabras me helaron la sangre. La escala de la masacre era inconcebible. ¿Qué había desatado mi hermano?

Grité, mi voz estrangulada por la rabia y el dolor que me consumían. Mi pecho ardía de ira y mi mente era una tormenta de pensamientos confusos. Pero entonces recordé las palabras de Sofía: "La supervivencia es lo primero". Me obligué a calmarme, a enfocarme en mi objetivo.

"Pero mi vida es lo primero", me recordé, repitiendo la frase como un mantra. Debía mantener la calma y pensar con claridad si quería sobrevivir a esta noche.

Mientras me escapaba, la oscuridad parecía cerrarse sobre mí. Pero no estaba solo. Alguien me interceptó, emergiendo de las sombras como un espectro.

"Eres un valioso sacrificio", gritó, su voz llena de fanatismo. "No debes irte.

Mi respuesta fue instantánea. "Entonces peleamos a muerte",

Mientras hablaba, mi rostro se dibujó una sonrisa macabra. Mi cruel realidad era que, en mi anterior vida, había sido un fetichista de los combates. La adrenalina y la violencia me habían consumido, y ahora, en este momento, sentía que volvía a ese lugar oscuro.

La sonrisa se ensanchó, revelando mi verdadera naturaleza. "Vamos a ver quién es el verdadero sacrificio",

Entonces, desenvainé mi espada y atacué a toda potencia al espectro. La situación era crítica, mi cuerpo se sumergió en un éxtasis de pelea. Mientras mi espada y su guadaña chocaban, era una demostración abismal de habilidades.

"Eres bueno", me dijo el espectro mientras se reía, "nunca nadie, un mortal, había podido rivalizar con mi guadaña. Si no fuéramos rivales, seríamos unos buenos amigos."

Nuestras armas chocaban con varias estocadas que resonaban en el aire. Dejémonos de trucos, me dije a mí mismo. Entonces le grité a ese espectro: "¿Por qué no peleas usando todo tu poder de una vez? ¡No estamos jugando!"

El espectro sonrió y aumentó su velocidad. Nuestros golpes se sucedieron con rapidez, cada uno más intenso que el anterior. Pero yo no me rendiría. Concentré mi energía y preparé mi ataque más poderoso.

"¡Newtoniana!", grité, mientras cargaba mi espada con una energía oscura y devastadora.

El espectro se detuvo, sorprendido por la potencia de mi ataque. La energía comenzó a absorberlo, reduciendo su velocidad y su fuerza. Newtoniana se expandió, creando una fuerza gravitatoria que lo atrajo hacia su centro.

No podía escapar. El espectro intentó luchar, pero era demasiado tarde. Newtoniana lo absorbió completamente, encerrándolo en una cárcel dimensional.

Me quedé exhausto, mi traje casi destrozado. La energía que había utilizado para el ataque me había dejado sin fuerzas. Me apoyé en mi espada, jadeando.

"Hasta aquí hemos llegado", dije, mirando hacia el vacío que había dejado el espectro.

Mientras me quedé parado, exhausto de la batalla, sin percatarme de la nueva amenaza que se cernía sobre mí, escuché una voz gritar: "Corte espiritual". La palabra resonó en mi mente como un trueno, y antes de que pudiera reaccionar, el ataque me golpeó con fuerza devastadora.

El impacto fue como un rayo que me atravesó el alma, dejándome sin aliento y sin fuerzas. Mi cuerpo se sintió como si hubiera sido partido en dos, mi espíritu desgarrado por la intensidad del ataque. La oscuridad se cerró sobre mí, y sentí como si me sumergiera en un abismo sin fondo, sin superficie, sin esperanza.

La sensación era similar a caer en el agua, pero sin la resistencia, sin el sonido de las olas. Solo la caída, sin fin, sin dirección, sin conciencia. Mi mente se desvaneció, y mi cuerpo se derrumbó, inerte y sin vida.

En ese momento, todo se detuvo. El tiempo se congeló, y mi existencia se redujo a un solo punto, un solo pensamiento: la nada.

"¿Esto es… un superviviente?", preguntó una voz desconocida, su tono ligeramente sorprendido.

"Llevémoslo ante nuestro señor", sugirió otra voz, más autoritaria.

"Pero nuestro señor no lo aceptará", intervino una tercera voz, llena de escepticismo. "Es un humano. No es digno de su atención."

Justo cuando parecía que la discusión se intensificaría, una voz femenina, suave y melodiosa, se hizo escuchar.

"Nuestro señor es benevolente", dijo ella. "Aparte, siento una gran aura emanar de él. Aunque parece muerto, sigue vivo."

Su palabras cayeron como un bálsamo en la habitación, calmando los ánimos. La voz femenina continuó:

"Traedlo ante nuestro señor. Él decidirá qué hacer con él."

La habitación se sumió en un silencio expectante, mientras yo seguía inmóvil.