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Chapter 4 - CAPITULO 4: EL PRIMER REY DEMONIO

"¿Quiénes son ustedes?", pregunté, mi voz temblando de miedo, mientras mi corazón golpeaba contra mi pecho como un tambor desenfrenado que amenazaba con estallar.

La oscuridad que me rodeaba parecía una entidad viva, cerrándose sobre mí como una trampa mortal, y la autoridad en sus voces me hizo sentir pequeño y vulnerable, como un insecto bajo la lupa de un entomólogo.

"Es una descortesía no presentarse", respondieron al unísono, sus palabras cortantes como cuchillos afilados que me dejaran sin aliento, y su eco resonó en mi mente como un juicio inexorable.

"Nos presentamos", continuaron, sus voces.

"Somos Dragones Verdaderos, elegidos por nuestro dios para cumplir una misión sagrada, una orden que trasciende la mortalidad".

Mientras mi mente se rebeló contra la revelación, y mi voz temblorosa de rabia y dolor explotó en una pregunta:

"¿Qué significa ser un Dragón Verdadero? ¿Qué poder les concede su divinidad?"

Luego, mi dolor y mi furia tomaron el control, y grité: "¿Por qué mataron a mi padre, el Rey, el hombre que me dio la vida? ¿Dónde está mi hermano Sora, la única familia que me queda? ¿Por qué me han arrebatado todo lo que me importa?".

Los dos seres autoproclamados Dragones Verdaderos, con forma humana, se reían con una locura que parecía alimentarse de mi propio terror.

Su risa resonaba en la sala como un coro de condenados, haciendo que mi corazón se contrajera con un sobresalto que me dejó sin aliento.

Pero antes de que pudieran responder, una tercera voz, clara y Hermosa, interrumpió el ambiente, y mi mundo se detuvo.

Al volverme hacia la fuente del sonido, mi mirada se encontró con una figura impresionante: una chica con orejas de gato, puntiagudas y elegantes, y cabello negro como la noche, que caía en cascada sobre su espalda como un río de tinta. Su traje de caballera, brillante como el oro, parecía forjado para una diosa guerrera, y en su mano sostenía una guadaña, cuya hoja relucía con un destello mortal que me hizo temblar hasta la médula.

"Mi señor", dijo la chica, dirigiéndose a los Dragones con una reverencia respetuosa, su voz temblando ligeramente ante la magnitud de su declaración.

"La purga ha terminado. Tres millones de almas han sido sacrificadas, y su esencia ahora pertenece a nuestro dios.

El imperio ha sido reducido a cenizas, y su pueblo, a meras sombras en la tierra.

Los Dragones Verdaderos se volvieron hacia ella, sus ojos brillando con una luz fría y calculadora.

Su rostro se ensombreció con una gravedad que parecía pesar sobre sus hombros, y su voz, cuando habló, fue como un trueno en un día sin nubes.

"Entiendo", dijo uno de ellos, su tono resonando con una autoridad que te hacía sudar del miedo .

"Y gracias por tu colaboración, espero que nuestro dios esté satisfecho con este sacrificio. La purga ha sido un éxito, y pronto podremos despertar su poder".

La sala se sumió en un silencio sepulcral, roto solo por el sonido de la respiración de los Dragones , y la chica, con su guadaña en mano, parecía una diosa de la muerte, esperando su próxima orden.

La chica con orejas de gato y traje de caballera asintió con la cabeza y agregó: "Ya tenemos las tres millones de almas. Empezaremos con el ritual de evolución a Rey Demonio. ¿O debemos torturarlo antes?"

Mientras tanto, una figura imponente emergió de las sombras, su aura devastadora hacía , que el aire se distorsionara .

"Ya tenemos las tres millones de almas", declaró con una voz que parecía arrancar el alma de Ryker, con una sonrisa cruel .

"Empezaremos con el ritual de evolución a Rey Demonio.

¿O debemos jugar un poco con él antes?

Despertar su verdadero potencial… mediante el dolor."

Comencé a sentir que mi corazón se desgarraba, y mi mente se sumió en un abismo de terror. "¿Qué clase de criaturas son estas?", pensé, mí cerebro luchaba por comprender la magnitud de la depravación que me rodeaba. "Mataron a todos… solo por un Rey Demonio.

Y ahora quieren convertirme en una criatura igual de monstruosa."

En ese entonces me levanté, con mi corazón latiendo con furia, y agarré una espada que estaba cerca. La apunté hacia los dragones, con mi voz temblando de rabia. "¿Por qué mataron a todos esos inocentes? ¿Qué les hicieron ellos?"

Pero antes de que pudiera obtener una respuesta, el dragón se adelantó y me golpeó a toda velocidad, su puño como una mazada que me dejó en el suelo, malherido. Mi visión se nubló por un momento, pero logré recuperarme.

"¿Tienes razón?", dijo el dragón, con su voz helada, mientras se inclinaba sobre mí. "Matamos inocentes. Pero es por una buena causa, príncipe Ryker. Volverte un Rey Demonio es un poder que casi ningún humano ha logrado obtener. Por eso , Tenemos el apoyo de los dioses."

Mi respiración era agitada, mi dolor era intenso, pero logré hablar. "Está bien", dije, sin dudarlo .

"Solo quiero una promesa: no toquen a mi madre. Estoy dispuesto a volverme su conejillo de indias."

El dragón sonrió. "Te prometo, no matar a tu madre. Nuestro dios estará satisfecho." El otro dragón asintió, mostrando un gesto grave. "Empecemos con el ritual."

Antes de comenzar, trajeron una esfera transparente que contenía las 3 millones de almas. Los dragones se volvieron hacia mí. "Ahora que empecemos", dijeron al unísono.

En ese momento, se escucharon pasos en el pasillo y entraron 11 siluetas más. Los dragones se volvieron hacia ellas. "Las 12 Guadañas del Cielo están reunidas", dijeron. "Cuando evoluciones, estarán a tu servicio."

Justo entonces, mire ingresar a Verónica con mi madre . Había derrotado a varios ángeles y se acercó a uno de los dragones. "Quiero servir al príncipe Ryker", dijo, dirigiéndose a mí, demostrando lealtad .

Ambos dragones dudaban en aceptar la solicitud de Verónica, pero una de las Guadañas del Cielo habló con admiración. "Mi señor, esa humana me dio batalla en un combate por proteger a la Reina", dijo. "No solo eso, estamos igualados en poder."

Los dragones se miraron entre sí y asintieron en silencio. "Una simple humana con el poder suficiente para rivalizar con una de las Guadañas más fuertes del cielo", dijo uno de ellos. "Verónica, eres digna de unirse a nosotros."

El dragón impaciente se adelantó, su voz llena de urgencia. "Ya es hora de comenzar. Empecemos con la ceremonia para convertir a Ryker en un Rey Demonio." Su mirada se clavó en mí, y sentí el verdadero terror.

Yo estaba dispuesto a perder mi humanidad para salvar a mi madre. Era un precio razonable. Verónica se acercó a mí, su una expresión seria.

"Estoy contigo, Ryker", dijo.

El ritual de evolución comenzó y las tres millones de almas humanas se abatieron sobre mí. Sentí su dolor, su sufrimiento y su desesperación. Cada alma era una punzada en mi corazón, una herida que no podía cerrarse.

Mi alma se desintegraba bajo el peso de tantas penas. El dolor era insoportable, como si mi ser se estuviera desgarrando en pedazos. Me sentía consumido por una llama que ardía con una intensidad inimaginable, devorando mi humanidad.

Rogaba por piedad, pero no llegaba. El sufrimiento era infinito, un abismo sin fondo que me tragaba. Mi mente se fragmentaba, incapaz de contener el tormento que me consumía.

No podía respirar, no podía pensar. Solo existía el dolor, una realidad que me definía. Mi alma se desvanecía, y con ella, mi identidad.

Y entonces, tan repentinamente como había comenzado, el sufrimiento cesó. El ritual había terminado, y yo había cambiado.

Una luz intensa explotó desde mi interior, y mi mundo se desmoronó. Todo lo que creía, todo lo que era, se desvaneció en un instante. Mi mente se clarificó, y solo quedó una verdad: mi lealtad absoluta a mi señor.

Sentí un cambio profundo en mi ser, como si mi alma se hubiera renovado. Mi corazón latía con una fuerza nueva, impulsado por una sed de poder y obediencia.

Cuando la luz se desvaneció, un aura dorada emanó de mi cuerpo. Me sentí invencible, transformado en un instrumento de destrucción para aquellos que se opusieran a mi señor.

"Grité con toda mi fuerza: ¡Soy Ryker, el Primer Verdadero Señor Demonio! ¡Mi existencia es para servir a mi dios, y eliminar a cualquier opositor!" Mi voz retumbó en la habitación.

Después de decir esas palabras, todos los presentes se postraron ante mí. "Y todos ustedes, estarán bajo mi control, serán mis fieles subordinados. Aquel que se niegue tendrá que morir."

Los 2 dragones verdaderos se acercaron a mí. "Felicitaciones, funcionó", dijo el dragón más alto. "Ahora lo apoyaremos mientras gobierne."

Me sorprendió que nunca me hubieran dicho sus nombres. "¿Cuáles son vuestros nombres?" pregunté.

El dragón más alto sonrió. "Soy Draco, y mi compañero es Xarath. Somos tus leales servidores, Señor Ryker."

"Draco y Xarath serán mis manos derechas", dije.

Draco respondió con entusiasmo: "Mi señor, es un honor servirle. Todos pensaban que eras un ángel, pero ahora eres un verdadero demonio."

Xarath intervino, pero antes de que pudiera hablar, lo agarré del cuello con una mano firme, con mi aura de poder envolviéndolo como una llama helada.

"¿Acaso te di permiso de hablar?" le pregunté, mi voz era baja y aterradora.

Xarath tembló en mi mano, su respiración agitada. "No, mi señor… lo siento."

Los presentes observaban con miedo, sudando frío mientras veían cómo manejaba al dragón sin esfuerzo.

"Recuerda, Xarath", dije, "en mi presencia, solo hablas cuando te lo permito. ¿Entendido?"

Xarath asintió con la cabeza, su rostro era pálido.

Lo solté, y se desplomó al suelo, respirando con dificultad.

"Ahora, Draco", dije, "¿Qué planes tienes para nuestra próxima movida?"

Draco se inclinó, con una voz respetuosa. "Mi señor, tenemos varias opciones…"

La Reina intervino, su voz llena de sorpresa. "Hijo, ¿qué ha pasado contigo? Ya no eres el mismo."

Mi rostro se mantuvo impasible. Saqué mi espada y, con un golpe preciso, corté la cabeza de la Reina.

"Lo siento, madre", dijo, mi voz helada.

Me arrodillé junto a su cuerpo, y por un momento, mi máscara de Rey Demonio se resquebrajó. Recuerdos de mi infancia, de mi madre, fluyeron en mi mente.

Mientras miraba su rostro sin vida, unas lágrimas cayeron de mis ojos. "Adiós, madre", susurré.

Me levanté, y mi mirada recorrió la habitación. "Soy Ryker, el Primer Rey Demonio", dije. "Y desde hoy, este continente será mío. Mientras las lágrimas seguían cayendo de mis ojos.