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Mork Orden

🇵🇪Arttiemon
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Synopsis
En la batalla final, Arthur, el héroe convocado de otro mundo, traiciona a la humanidad para provocar un cataclismo junto al emperador demonio enemigo. Antes de completar el hechizo, Lufa logra cambiarlo, provocando un desastre desconocido. Ahora, Lufa retrocedió en el tiempo a su infancia, antes de todos los problemas y la llegada de los héroes invocados. En búsqueda de respuestas, Lufa comienza su travesía para volverse archimago de nuevo y cambiar el futuro. Solo que, al parecer, ya no posee ni una pizca de mana.
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Chapter 1 - Mal sueño

Alabastor, capital del imperio demoniaco, año 324 en el calendario de las alianzas.

El emperador demonio giraba su oz con fuerza, bloqueando así los hechizos masivos y desviando las afiladas espadas que buscaban acabar con su vida.

Su arma obsidiana retuvo el daño de los ataques. Cuando llegó al punto máximo de absorción liberó todo lo acumulado a modo de onda expansiva, empujando a sus siete enemigos por algunos cientos de metros.

Escondida entre la niebla oscura que lo rodeaba, su amarga mirada barrió el campo de batalla.

Los recuerdos de la semana anterior le corroyeron la mente.

La ciudad más grande del mundo se fundó en este lugar.

Una metrópolis de construcciones masivas formadas en piedra dracónica oscura.

El lugar se encontraba cercado por anchos muros que llegaban a bloquear el sol naciente debido a su descomunal tamaño.

El castillo flotante impedía el ingreso de la luz solar hacia las concurridas calles. En dicha edificación yacían los altos mandos de la raza diabólica. Desde el cielo cuidaban a toda su población y mantenían de manera constante un escudo mágico sobre toda la ciudad.

La capital oscura, fuera de conservar una apariencia tétrica y lúgubre, se sentía majestuosa e imponente, mostrando la grandeza de la raza demoniaca al mundo entero… esa debería ser la vista actual, pero no había nada de eso. Nada.

La guerra barrió con absolutamente todo.

El masivo castillo allanó toda la ciudad tras ser derribado, sus habitantes murieron y fueron enterrados bajo estos escombros. Los demás demonios, perecieron en batalla, tiñendo de rojo a la tierra con la sangre de ellos y sus enemigos.

Ahora, en el presente, la nieve y cenizas descendían lentamente, fusionándose con los restos de la ciudad destruida, como intentando esconder la tragedia.

Dondequiera que "él" posaba su visión, sus pupilas escarlatas reflejaban lo mismo: montículos de piedra y tierra rojiza.

"Aquí no quedó nadie", suspiró el emperador demonio. Su raza fue exterminada en su totalidad, quedándose solo.

Los humanos estaban a un paso de ganar la guerra racial que duró dos milenios, aunque tal hazaña les haya costado el 60% de su población actual.

La confrontación final comenzó exactamente hace cinco días con millones de guerreros en ambas partes; por un lado, los humanos esperaban diezmar lo que encontraban, y por el otro, la raza demoniaca defender su hogar con la esperanza de vengarse en un futuro.

El odio estaba tan arraigado en ambos bandos que aquellos que pisaron estas tierras se inmolaron para acabar con el enemigo sin importarles sus vidas.

Su compromiso estaba escrito en sangre. Todos sabían que no volverían a sus casas.

Los soldados humanos lucharon con todo lo que tenían. Muchos de ellos quedaron inhabilitados al perder sus extremidades, pero no retrocedieron, por el contrario, usaron lo que les quedaba de vida y actuaron como balas de cañón para dar pase libre a sus compañeros. Incluso los curanderos y médicos sin experiencia en el uso de armas se unieron a la batalla, muriendo valientemente por la causa.

Así fue como todos perecieron, a excepción de los 8 que luchaban en este momento.

El fuego en los ojos del último demonio se encendió, preparándose para atacar.

Los combatientes de la alianza humana sintieron su sed de sangre y se reposicionaron rápidamente.

Tres de ellos actuaban como vanguardia mientras los 4 restantes eran magos de apoyo.

Ninguno podía ocultar su cansancio y heridas. Las armaduras maltrechas subían y bajaban rítmicamente debido a sus respiraciones pesadas.

Por otro lado, la oscuridad que envolvía al emperador demonio estaba a punto de disiparse, dejando al descubierto su ser, el cual nunca había sido revelado hasta el momento.

Los ojos enrojecidos de Arthur estaban fijos en la figura negra. Tenía sangre seca pegada en toda su armadura. Su cabello dorado lucía opaco. Su mirada y porte actual lo hacían ver más brutal que los mismos demonios, totalmente contrario a su título de "gran héroe".

Él, como principal vanguardia y comandante general de la facción humana fue quien tuvo más logros en esta guerra, pues derribó el castillo flotante Authorum que aniquiló a la mayoría de los demonios y, además, asesinó a dos de los cuatro generales del bando demoniaco.

"Prepárense", compartió con sus compañeros a través de telepatía, "Ya casi terminamos con esto".

Todos agarraron con fuerza sus armas, intentando calmar su respiración para reanudar la pelea.

De un salto, Arthur se lanzó hacia el cielo. Su espada emitía un brillo cegador por el mana infundido que le brindaba la fuerza suficiente para diezmar montañas. Los músculos de su brazo se contrajeron al máximo antes de presionar una estocada rápida hacia el pecho de su enemigo.

–¡Escudo! –vociferó la figura negra.

Un escudo mágico cubierto de negrura se formó rápidamente en su brazo derecho, listo para bloquear el ataque entrante.

Casi al mismo tiempo se escuchó otra voz desde la lejanía.

–Dispersar.

Con ese murmullo audible, el escudo se deshizo, regresando a la nada.

Como en sintonía, una gigantesca bola de fuego y una lluvia de carámbanos impactaron con aquella figura, cortesía de un par de magas.

El emperador demonio absorbió los ataques girando su oz por enésima vez.

La lucha continuó.

Clang

Con cada colisión el cielo destellaba.

Boom

Con cada explosión el mundo temblaba.

Después de un tiempo, la figura negra hizo otro contrataque con el daño absorbido.

Esta vez la explosión produjo humo negro, bloqueando la visión de todos.

Rápidamente se separaron con cautela.

–Haaaa –Bfff

Siete suspiros exudaron cansancio casi al mismo tiempo.

–¡Terminemos de una vez con esto! –La voz distorsionada por primera vez les dirigió la palabra.

–¿Hablando ahora? Al parecer llegaste a tu límite –respondió Arthur con burla –¡Te daré el final que tanto deseas!

"Ya estamos en los momentos finales, hagamos lo planeado", expresó Arthur telepáticamente a sus aliados.

Él observó a cada uno y con asentimientos mutuos soltó su espada, concentrándose en configurar un círculo mágico.

Belkial'el Foltario II, el 12avo emperador demonio, quien se encontraba levitando en lo alto del cielo miró con desdén a Arthur y soltó galimatías en idioma demoniaco. A sus pies se fue construyendo un complicado círculo que emanaba oscuridad, tan negro como una noche sin luna ni estrellas.

Poco a poco este círculo se condensó en intrincadas runas que parecían tangibles, claramente con un poder descomunal.

Como contraparte, Arthur se elevó al cielo y un círculo taiji de luz fue creciendo lentamente, tomándolo como centro, hasta alcanzar los cientos de metros de diámetro.

Como su mana estaba mermado, los otros seis compañeros de Arthur le transfirieron el suyo, luego, quedándose sin fuerzas cayeron de rodillas.

Las apuestas estaban hechas.

La guerra racial al fin terminaría.

Incontables vidas humanas y demoniacas se perdieron a lo largo de las batallas durante estas últimas décadas.

La victoria nunca estuvo tan cerca como ahora, solo quedaba acabar con Belkial y no habría más descendencia demoniaca.

Con este ataque la humanidad esperaba ponerle fin al odio de dos milenios.

Dos protagonistas, seis espectadores y millones de muertes.

Arthur y Belkial se miraron fijamente por medio minuto mientras canalizaban sus hechizos.

Arthur tomó un gran respiro y bajó la mirada con culpa, susurrando –Lo siento, pero es necesario.

Miradas de expectativa se convirtieron en shock cuando Arthur se acercó lentamente a Belkial sin intención de luchar y le transfirió su círculo mágico.

Aunque parecía improbable, ambos poderes se combinaron y el nuevo círculo comenzó a rotar.

Momentos después Arthur cayó del cielo por la pérdida de energía, a punto de impactar estrepitosamente contra la tierra.

Conmoción por parte de todos. Nadie entendía lo que pasaba, solo podían ver como Belkial manipulaba su hechizo con las manos abiertas hacia el cielo.

Arthur se estrelló con el suelo. Se desconocía si seguía vivo o muerto.

Miradas clavadas en el cuerpo de Arthur que no se movía, todos preguntándose ¿Por qué diablos, Arthur, cedió la victoria?

Lufa, como mejor amigo de Arthur, entendía aún menos. Cientos de pensamientos pasaron por su cabeza en una fracción de segundo. "¿Cambió de bando? Imposible, ¿Control mental? Arthur era inmune. Esas últimas palabras ¿Es necesario? ¿A qué mierda se refería?"

Sin darle más tiempo para analizar la situación, el circulo mágico bajo los pies de Belkial comenzó a vibrar locamente, girando a velocidades vertiginosas.

Lufa, quien era una enciclopedia andante de hechizos y procedimientos mágicos, intentó descifrar el tipo de círculo, su alcance y potencia para poder disiparlo, más solo pudo entender una milésima función de aquel circuito que se enfocaba en el recordatorio de memorias y era usado por los chamanes demoniacos para conseguir recuerdos perdidos. Él estaba seguro de que se trataba de una función secundaria y no la principal función de ese circuito mágico.

"¡Mierda!" Solo pudo maldecir a sus adentros.

Los cielos comenzaron a agrietarse por la muestra de poder. Nunca se había visto algo parecido en este mundo.

Era de esperarse este nivel de poder y ni hablar del cataclismo que enfrentarían una vez completado, pues se trataba de la fusión de poder por parte de las 8 entidades más poderosas este plano.

El entorno se sacudía como si la realidad misma estuviera cambiando.

Lufa comenzó a ver su vida pasar ante sus ojos. Con ello, se dio cuenta que su muerte era inminente.

Contrarias a sus expectativas, no sintió desesperación ni tristeza, sino más bien molestia. La mayor parte de su vida la pasó luchando por obligación, dejando a sus familiares de lado para, luego, encontrarlos muertos. Solo le quedó embarcarse ante la matanza y destrucción, asesinando a los demonios por venganza, incluso sabiendo que no era culpa de ellos. Así fue como llegó a este punto.

Lufa no podía aceptar este abrupto final, así que, con lo último de voluntad que le quedaba quemó su sangre y vida para convertirlo en mana.

Si iba a morir de manera inevitable, que mejor que morir peleando hasta el final. Usó su técnica más fuerte, magia de décimo nivel: Obliteración.

–¡Si no puedo detenerte al menos quiero joderte! –expresó con pesar y se dispuso a soltar su hechizo.

Para usar la magia de dispersión al nivel más alto, "Obliteración", se necesitaba conocer los fundamentos de cada tipo, así que, no le quedo más que dirigir sus esfuerzos hacia la sección de memoria que vagamente comprendía.

–¡Transición! –gritó Belkial.

Un pilar de luz cegadora se elevó sin intención de detenerse, expandiéndose más allá de la cúpula celeste.

Al mismo instante Lufa gimió –¡Obliteración!

No hubo destellos ni cambios visibles, pero el emperador demonio se dio cuenta de que el poderoso hechizo sufrió una variación en el último milisegundo.

–¡Nooooo! –La voz desgarradora de Belkial hizo eco en todos los rincones del planeta mientras su ser se desvanecía.

La explosión envolvió al mundo dejándolo en blanco.

Lufa sonreía mientras su cuerpo caía inerte.

El espacio se desintegró.

El tiempo se distorsionó.

 

En un lugar apartado y rodeado por frondosos árboles se hallaba un establo en estado deplorable.

El canto de los pájaros anunciaba un nuevo día. La luz del sol se filtraba entre las aberturas de los destrozados tablones de madera, cayendo directamente hacia el cuerpo de un niño que dormía pacíficamente sobre el heno.

El portón del establo se abrió de golpe por una pequeña niña que ingresó saltando. En sus manos llevaba un cubo con un poco de agua. Revisó cada uno de los galpones, claramente buscando algo.

Los relinchos fueron el saludo por parte de los caballos hacia esta niña.

Su mirada divagó hasta posarse en la figura que dormía sobre el forraje y se acercó lentamente, intentando hacer el menor ruido posible.

Cuando estuvo al frente del infante, la comisura de sus labios se elevó en una sonrisa malvada y vertió todo el líquido frío sobre el cuerpo.

Con el agua impactada sobre su cuerpo, el chico despertó.

–Jajaja jódete Belkiaaaal –gritó el niño, levantándose de golpe y de manera excéntrica.

–¡Kyaaaa! –replicó la pequeña, mientras saltaba hacia atrás con evidente susto.

Ellos se miraron durante algunos segundos. Ambos pares de ojos brillaban con desconcierto.

La boca de la niña se abría y cerraba inconscientemente, sosteniendo el balde de madera delante suyo a modo de protección.

Ella reaccionó tras un corto tiempo, frunció el ceño y lanzó el balde con fuerza hacia la cabeza del chico.

–¡Ouch! –gimió por el golpe.

–Maldito Lufa, vengo a despertarte y te atreves a gritarme. ¡Increíble! Pero la tía Miena se va a enterar. ¡Ya verás! –Con esas palabras que denotaban su creciente molestia salió del establo, pisando fuerte y dejando al chico con más preguntas que respuestas.

"¡Qué diablos! ¿Qué pasa con esa niña?", Lufa no entendía.

En ese momento, algunos recuerdos fluyeron por su mente como una cascada. El entendimiento le cayó como un rayo.

"¿Tía Miena? No puede ser, jajaja no puede ser. Que mal sueño. Pero, esa niña… ¿Cabello castaño y ojos verdes?... ¿Abi?"

Con ese pensamiento, Lufa salió corriendo con una sonrisa en el rostro, gritándole a la pequeña niña que caminaba sin mirar atrás.

–Abigail espérame.