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Era un noche tranquila, como todas las demás en el la cordillera de Wright, en uno de los muchos molinos estaba sentado un anciano, con una fogata enfrente, rodeado de personas de distintas edades, todas escuchando la historia que contaba, El maestro Joseph, cullo nombre era bien conocido por ser uno de los mejores espadachines que alguna vez habían pisado esa tierra, además de ser una de las personas más ilustradas que vivían en la región, contaba la historia de su más reciente viaje por las tierras de Desolea, era un hombre alto, robusto, con una barba gruesa color beige, utilizaba una especie de uniforme azul con botas, cubría su cuerpo con una capa, utilizaba guantes y tenía un sombrero con dientes a su alrededor, la gente decía que los dientes en ese sombrero provenían de su tiempo en la selva de la corrupción, a pesar de tener cerca de 55 años, parecía que tuviera 30, se movía tan rápido como un joven y su manera de pelear era de las más mortíferas, había pasado la mucho tiempo de su vida en la inhóspita selva de la corrupción, entre hongos tóxicos, plantas y animales adaptados a vivir en ese lugar, por lo que no era de una persona a la cual se le pudiera sorprender fácilmente, a la edad de más o menos 20 años descubrió un libro, con una caligrafía y letra muy feas, pero que contenía una predicción alarmante, en lapso de 100 años, de los cuales quedaban 30 según la cuenta que hizo después, el mundo se comenzaría a desintegrar, como si nunca hubiese existido, todo comenzaría a morir separado desde los átomos, la hoja que encontró estaba incompleta, parecía haber sido rota, por consiguiente, él sabía que eso no podía ser todo lo que tenía que decir quien fuera que hubiera escrito eso, si bien una parte de él le grito que no hiciera caso de ese pedazo de papel viejo, el tomo la decisión seguir con su búsqueda, por cerca de 28 años, busco a través de todo el continente, pero no encontró nada, a punto de rendirse, en este último viaje, encontró la pieza faltante de el papel que descubrió cuando era joven, la noticia se esparció tan rápido que lo siguiente que supo cuando estaba contando su viaje a los niños ya la doctora de la cordillera, fue que todos los adultos se fueron a meter a donde estaba solo para conocer la pieza faltante de la profecía, si bien el quería terminar de contar bien la historia, fue tanta su insistencia, que se hartó y decidido pasar directo a la profecía.
-Bien, Bien, ya cállense todos, la contare, pero cálmense-
Dijo el maestro mientras se acercaba una taza de chocolate a la barba, después de darle un sorbo y maldecir por haberse quemado tanto los labios como la lengua, se aclaró la garganta, para enunciar la predicción.
-Bien, esto es lo que encontré que decía la inscripción-
"Después de 100 años de oscuridad ellos vendrán, vestidos con el arcoíris y rodeados por vías irreales, para reunificar al mundo moribundo que alguna vez fue"
El maestro se reacomodo en su silla
-No sé si sea cierto o no, pero lo que si se, es que, del lado de la ciudad barrera de coral, y en extremo más alejado de la zona cero del continente, hay partes que se están separando, se ven como nubes grises, y todo lo que se desintegra pierde sus propiedades-
La gente se quedó escuchando, con sorpresa en las caras de todos, parecía que después de todo, si había una parte que se estaba cumpliendo, la mala noticia es que parecía ser la peor parte.
-También hay una enfermedad nueva, no se sabe su origen, pero hay brotes nuevos tanto en kingsbury como en ciudad lumia-
El anciano le volvió a dar un sorbo a su taza de chocolate, para aclararse la garganta de nuevo
-Sea como sea, si esa profecía es cierta hay partes que se están cumpliendo, solo espero que la primera parte si es que es real, se cumpla también y pronto, porque nadie sabe lo que está pasando, y en teoría las personas que menciona esta cosa nos deben de salvar el pellejo-
Murmullos se hicieron escuchar en todo el salón donde se estaba contando la historia, hasta que otra voz se hizo sonar sobre todas las demás, otra anciana, la médica del pueblo, intervino, su nombre era Tina, había pasado gran parte de su vida estudiando en Kingsbury, Ciudad lumia y el bosque vivo, no solo era una doctora, también era una persona ilustrada que a pesar de basar sus valores en la lógica, nunca desconfió de el misticismo, la magia y las profecías, por más que se hubieran vuelto poco confiables, si alguien podía saber algo, era ella, así que todos callaron.
-Las profecías tienden a ser caprichosas, no se cumplirán solo porque nosotros lo decimos, a veces entre más tratemos de que se cumplan, estas se niegan a cumplirse, y viceversa, no deberíamos de acelerar las cosas, dejemos correr las cosas con naturalidad, y si se ha de cumplir, se cumplirá, tengamos paciencia-
Todos respiraron y volvieron a murmurar, hasta que el sonoro sorbo de la taza del maestro sonó en todo el salón, todos regresaron su atención al viajero
-Tengamos paciencia, lo que tenga que pasar, pasara-
Tina movió la cabeza en señal de acuerdo, después se levantó de su silla y camino hacia la puerta.
-Voy a notificar al rey de esto, puede que este muy enfermo, pero eso no lo excluye de enterarse de lo que pasa en las reuniones, además está muy triste, sabe que va a morir y no tenemos un sucesor, descansen todos, buenas noches-
La gente volvió a murmurar, después extendieron las buenas noches al rey, y volvieron a hablar entre ellos, mientras esto pasaba, uno de los niños que había en el salón, salió a tomar aire, cansado del barullo de los adultos y de otros niños, mientras caminaba hacia el molino más grande, se acercó a tomar un poco de agua frente a los pozos del pueblo, vio su reflejo en el agua, y sumergió un pequeño cuenco para llevarse agua a la boca, justo cuando lo estaba levantando, vio lo que parecía ser una estrella, rápidamente volteo hacia arriba, para ver a una estrella caer sobre uno de los lagos del pie de la colina, esta corrió sobre el agua, hasta que desapareció de la vista, después muchas otras le siguieron.
Esa fue la única noche en todo el continente, en la que se vio una lluvia de estrellas multicolor.