Despues de que el pastor dejara a Pope al final de su ruta este se ajustó la mochila y comenzó a escalar la montaña, disfrutando de la frescura del aire. A su lado, el pastor lo observaba con una mezcla de preocupación y respeto. La esposa del pastor, una mujer de cabello canoso, le lanzó una mirada a su marido.
—Ten cuidado, chico —le advirtió ella, su voz resonando en el aire fresco de la mañana—. Esa parte de la montaña está llena de brujas, hechiceros y ladrones. No sabes con qué te puedes encontrar.
Pope asintió, con una sonrisa que pretendía ser tranquilizadora.
—No se preocupe, tendré cuidado —respondió, sin querer preocupar más a la pareja. La verdad era que el deseo de explorar y la curiosidad lo impulsaban hacia adelante.
La mujer miró al pastor, con el ceño fruncido.
—¿Y a dónde cree que va? —preguntó, mientras sus ojos seguían a Pope, que se alejaba.
—Me dijo que busca a su familia. Cree que está al otro lado de la montaña —contestó el pastor, su tono más serio.
Pope escuchó la conversación mientras se alejaba, y aunque sentía la preocupación de ambos, su determinación se fortalecía. Cada paso que daba lo acercaba un poco más a la verdad de su situación, a su familia perdida, o al menos la que le quedaba, sus amigos. Sin embargo, también había una inquietud creciente en su interior. Sabía que el mundo al que había llegado estaba lleno de sorpresas, algunas más peligrosas que otras.
Al llegar a un punto intermedio en la montaña, donde el paisaje se extendía en praderas y piedras, se detuvo para tomar un respiro. Mirando hacia atrás, la cabaña del pastor era apenas un punto en la distancia, y más allá, la granja de las gemelas se asomaba entre los árboles. La majestuosidad del lugar lo envolvió, y, por un momento, se perdió en la belleza del paisaje.
Pope sacó un trozo de pan y queso de su mochila y se sentó en una roca, disfrutando de la tranquilidad. Mientras mordía el pan, se permitió observar la combinación de elementos medievales e industriales que caracterizaban a Kingsbury, aun le costaba creer que la ciudad fuera prácticamente una ciudad medieval, pero con tecnología de vapor e higiene por supuesto. En medio de todos sus pensamientos y mordidas, un sonido repentino lo hizo levantar la vista al cielo. Una nave de caza cruzó a toda velocidad, desapareciendo tras las montañas.
Intrigado, sacó su mapa y trazó con el dedo una línea que seguía la ruta de la nave. "Flintstone Edge," murmuró, preguntándose qué misterios podría haber en ese lugar, ese lugar no figuraba entre las alianzas de Kingsbury, o eso decía el mapa que tenia, Decidio dejarlo para otro momento, termino de comer, y se levanto para continuar su caminata.
El aire se hacía más fresco, obligándolo a ajustar su bufanda. Con cada paso, la torre de radio de la que Galia le había hablado se hacía más visible. "Casi llego," se dijo a sí mismo, acelerando el paso mientras el sol comenzaba a ocultarse tras las montañas.
Finalmente, alcanzó la cima y se plantó frente a la torre. El panorama era impresionante; a lo lejos, se vislumbraba lo que creía que era la ciudad de Lumia. Más al norte, una delgada torre se alzaba hacia el cielo; debía ser Goldwater. Pero fue el oscuro Bosque de la Corrupción, marcado en su mapa, lo que captó su atención este se extendia mucho mas haya como una alfombra de color azul oscuro, ese era el supuesto cruce mortal que tenía que atravesar para llegar a la cordillera de Wright.
Mientras admiraba el atardecer, las ondas de luz del ocaso se dispersaban en el aire, creando un espectáculo de colores brillantes que lo hipnotizaba, una ventaja algo peculiar de sus poderes. Fue entonces cuando se acordó de la torre abandonada y se adentró en ella, usando su katana para abrirse paso entre las telarañas y ramas.
Dentro, el lugar estaba cubierto de polvo, pero parecía que aún había electricidad, esto lo comprobó cuando por curiosidad lanzo una pequeña proyección de energía hacia un contacto y este emitio chispas. Después de hacer una pequeña fogata para iluminarse, encontró una vieja televisión y, con esfuerzo, logró encenderla. El resplandor de la pantalla iluminó el lugar, y, mientras zapeaba por los canales utilizando sus poderes para cambiar de frecuencia, se detuvo al escuchar la voz de un presentador que resonaba con algunos recuerdos de su mundo.
—¡Bienvenidos a "La Pecera Jaula!" —anunció el presentador con voz estridente, al estilo de las luchas—. ¡Hoy tenemos el honor de presentar a los actuales campeones, conocidos como "El Azote del Océano!"
Pope se inclinó hacia adelante, los ojos abiertos de sorpresa. En la pantalla, aparecieron las imágenes de sus amigos: Bee, Fossil y Alex.
—¡Ellos son los campeones que han llevado al equipo a la victoria! —continuó el presentador, haciendo una pausa dramática—. ¡Den la bienvenida a... Bee, La reina de las Mareas, con su increíble habilidad para maniobrar en cualquier combate!
Bee apareció en pantalla, luciendo una armadura que resplandecía bajo las luces. Tenía una babosa brillante en su mochila, y un subfusil asomaba en su mano. Se veía confiada, como Pope no la había visto en mucho tiempo.
—¡A continuación, Fossil, el Caballero de la Profundidad, cuya fuerza y valentía han llevado a este equipo a nuevas alturas! —anunció el presentador, y Fossil hizo su entrada, vestido con una armadura imponente y una espada negra, a pesar de que la armadura se veía fuerte, no parecía ser ostentosa.Pope rio un poco, ver a Fossil asi aera…surrealista.
—Y por último, pero no menos importante, ¡Alex, el Boxeador de las Olas, listo para noquear a cualquier adversario con sus poderosos golpes! —El presentador gritó con energía mientras Alex apareció en pantalla con sus lentes rotos, pegados con cinta y unos guantes de boxeo vestido también con una camisa roja, un chaleco y lo que parecía ser una sandwichera en su cintura. Aunque su apariencia era cómica, Pope sabía que Alex podía ser un oponente peligroso.
Antes de que pudiera procesar todo, un sonido estruendoso resonó en el aire, sacándolo de su ensimismamiento. Con prisa, salió de la torre y miró hacia el cielo, donde varias naves grandes surcaban el firmamento, sus luces brillando como estrellas fugaces.
Pope se quedó mirando el cielo estrellado, reflexionando sobre las últimas dos semanas. Había tanto que había cambiado en tan poco tiempo. Sus amigos estaban en Ciudad Barrera de Coral, convertidos en campeones, y según lo que había oído de Hilda, Jura y los demás estaban en Ciudad Lumia. Y Floppa…de Floppa no sabia nada.
Mientras contemplaba el cielo, las estrellas parecían danzar en una belleza casi mágica, completamente libres de la contaminación de su mundo anterior. Las ondas de luz se mezclaban con el atardecer, creando un espectáculo deslumbrante. Pope se sintió pequeño, pero también parte de algo más grande, como si las estrellas mismas lo estuvieran guiando hacia su destino.
Pensando en las palabras de Galia sobre las estrellas fugaces, se preguntó si realmente había alguna conexión entre ellos y su búsqueda. "¿Qué tendrán que ver las estrellas fugaces con nosotros?" Se cuestionó mientras seguía mirando al cielo, sintiendo una calma profunda, por un momento pensó que tal vez los demás también tenían poderes, pero decidio mejor comprobar eso cuando los viera.
Mientras la noche avanzaba y las luces de las naves desaparecían, Pope tomó un respiro profundo y entonces recordó algo importante, en la transmisión de la televisión, Bee aun tenia su radio del mundo anterior con ella, lo que significaba que su idea de la transmisión funcionaria, rápidamente corrio de vuelta a la torre, buscando la sala de control, finalmente la encontró casi al final de unas escaleras viejas y poco iluminadas.
El lugar estaba cubierto de polvo y telarañas, pero Pope sabía que tenía que hacer que esa antigua maquinaria funcionara. Se sentó frente al panel, colocó las manos sobre los controles y cerró los ojos. Concentrando sus poderes, canalizó ondas de energía que resonaron con los sistemas eléctricos, y uno a uno los paneles comenzaron a encenderse con un leve zumbido. Pronto, una luz verde titilante indicaba que la señal de radio estaba activa.
Tomó el micrófono, y con la voz firme pero cargada de emoción, Pope comenzó a transmitir:
—Tu madre montando un caballo, soy Pope, ¿me escuchan?, me gustaría ver a sus madres montando un caballo, Bee, Alex, Fossil, Oka, Jura, Dream, Samu… si están ahí, respondan. Estoy en las montañas de Kingsbury, cerca de una torre de radio abandonada. Si reciben esta señal, por favor, contesten. No sé dónde están, pero he estado buscándolos desde que llegamos.Sé que todos hemos tenido que adaptarnos a este nuevo mundo de maneras que nunca habríamos imaginado. Pero no estoy dispuesto a dejarlos atrás tan fácil, si siguen vivos, o me escuchan, contesten ogetes.
El silencio de la radio era abrumador. Durante veinte largos minutos, la estática fue su única respuesta. Sin embargo, justo cuando empezaba a perder la esperanza, un parpadeo rojo capturó su atención. Un foco en el panel comenzó a brillar, señalando una transmisión entrante. Pope, con el corazón acelerado, levantó el micrófono y escuchó atentamente.
—¡Aquí Bee! —la voz de Bee sonó clara y firme, aunque un toque de sorpresa y alegría se filtraba en su tono—. Pope, ¿eres tú? ¿Dónde estás?
--Ya les dije que en las montañas de Kingsbury—Dijo Pope después de escuchar la pregunta de Bee, soltando una pequeña risa, en el fondo estaba muy feliz, escuchar su voz después de 2 semanas era un alivio—Como están por ahí? Todo bien?—
—Sí, estamos bien —dijo Alex, su voz llena de energía—. Hemos estado entrenando en la ciudad Barrera de Coral. ¡Es un lugar increíble! Algo complicado pero nada que no podamos manejar
--Seeh, en general las cosas están tranquilas, salvo por lo normal, pero…y los demás wey?, no sabes nada de ellos?—Pregunto Fossil
--Esperame tantio, déjame concentrarme para ampliar la señal, y llegar a ellos—Dijo Pope algo impaciente
Despues de concentrarse para ampliar la señal, Pope logro encontrar los canales de radio de los demás chicos, si ellos aun tenían sus radios, como Bee, no tardarían en responder, y tal como lo predijo, la voz aguardientosa del borracho de jura se hizo presente
--Pope, eres tu wey?—Dijo Jura, incredulo, al fondo se escucho a Oka preguntar que si otra vez estaba borracho, o por que llamaba a Pope
--Si soy yo pendejo!—Grito Pope, tanto, que del otro lado, Jura tuvo que alejar el radio de su cara
--Donde están ustedes?—Pregunto la voz de Dream, para el también era un alivio el escucharlos vivos
--Nosotros en ciudad Barrera de coral, Pope en las montañas de Kingsbury, en donde están ustedes?-Pregunto Bee después de dar sus ubicaciones
--En ciudad Lumia—Dijo Jura—Sip, aquí esta dos tres la vida, logramos poner un programa de cocina, y pues nos ah ido bien, hasta tenemos una casa, algo imposible de vuelta en el mundo real, al menos antes de todo JAJA—Dijo Oka
--Bueno, ya estamos todos bien, hay que encontrarnos en algún lugar, al menos para estar todos juntos, creo que seria mejor para todos, aunque bueno, cada uno de ustedes tiene algo que arreglar en sus ciudades—Dijo Pope
--A nosotros no nos molesta—Dijo Bee—despues de todo, hemos esperado mucho tiempo para ver si los encontrábamos o al menos ir a buscarlos, asi que si nos podemos juntar al menos para confirmar que todo esta bien, estaria bien—
--Bien—Dijo Pope--y ustedes weyes?—les pregunto al grupo de Jura
--Seeeeh, si vamos Popin, también estábamos buscandolos de todos modos—Dijo Oka,
--Bien, entonces hay que buscar un lugar apropiado---Dijo Pope
--Que les parece Pueblo Arcilla?—Dijo Bee—Según un mapa que tenemos aquí…---
Una voz nueva los interrumpio
--Tengo nombre Bee…--Una voz que los intrigo a todos, menos al Grupo de Bee
--Ah si, según 10008…--Bee fue interrumpida por Oka
--Quien es 10008?—Pregunto Oka tras oir la voz de Bee
--Ah, es un amigo, es un pepino de mar, lo conocimos cuando caimos aquí, nos salvo de hecho, es muy útil y también es buen amigo, les agradara—Aseguro Bee después de describir brevemente a 10008—Siguiendo…según 10008---
--Como que un Pepino de mar?—Interrumpio Dream
-Chingada madre déjenla hablar!—Dijo Pope,
Hubo un silencio algo incomodo, luego Bee continuo
--Bien..Segun 10008 lo que queda mas o menos como punto medio es la ciudad de Goodwill Bridge, una ciudad comerciante, pero cerca de ahí, hay un pequeño pueblo, se llama Pueblo Arcilla, es buena opción, sobre todo por que ahorita no es muy recomendable entrar ahí, si Tepito era malo, Goodwill Bridge es lo mismo pero peor—Dijo Bee
--Pues bien, ahí nos veremos—Dijo Pope—Mañana los veo ahí, mientras tanto, descansen, lo necesitaran
Poco después todos se despidieron y las transmiciones terminaron, hasta que Pope recordó algo, no sabia bien que, asi que aguardó en silencio frente a los paneles de la torre,sentía que había un vacío, después de escudriñarlo, se dio cuenta de que era lo que lo tenia asi: Floppa aún no respondía.
Normalmente, él sería el primero en contestar; Floppa tenía esa energía inconfundible y siempre estaba atento a las transmiciones de radio del grupo, de vuelta en el mundo real. Pope frunció el ceño, desconcertado, mientras la estática llenaba el canal en el que esperaba la respuesta de su amigo. Intentó llamar de nuevo, su voz reflejando una mezcla de preocupación e insistencia:
—Floppa, ¿me escuchas? Soy Pope. Estoy en la torre de radio en las montañas de Kingsbury. Todos los demás han respondido, ¿dónde estás tú?
La estática continuó, rasgando el aire con su sonido monótono y pesado. Justo cuando Pope estaba a punto de abandonar la llamada, algo inesperado ocurrió. La estática fue interrumpida por un ruido diferente, una secuencia de números en una sucesión rápida, casi como un código.
—Dos… ocho… uno… nueve… cuatro… —decía la voz, pausada y extrañamente metódica.
Era una voz femenina, suave y cargada de una intensidad casi militar, definitivamente no era la voz de Floppa. Pope se quedó inmóvil, la intriga cruzando su rostro. ¿Quién podría ser? Tomó el micrófono nuevamente, su tono firme pero curioso.
—¿Quién eres? —preguntó, intentando mantener la calma—. ¿Por qué usas esta señal?
Pope se quedó mirando el panel, el corazón latiéndole con fuerza. Había algo profundamente inquietante en lo que acababa de suceder. ¿Esa voz misteriosa? Y esos números… ¿era acaso un mensaje en clave? ¿Quién era esa persona y por qué estaba en la frecuencia de Floppa?
—Cuatro… uno… dos… nueve… ocho… —continuó la voz, usando un tono formal, casi distante, como si se tratara de un código militar.
Pope apretó el micrófono, decidido a averiguar quién era esa misteriosa mujer.
—¿Quién eres? —insistió, su tono firme
Pero la voz seguía recitando los mismos números, de forma monótona. Pope trató de analizar la secuencia, intentando comprender si había algún mensaje oculto. Al cabo de un momento, se percató de que la voz no estaba hablando de manera casual; parecía estar enviando una señal en algún tipo de código, quizás una advertencia.
Después de unos segundos más de silencio, Pope volvió a intentarlo.
—Repito, ¿quién eres? ¿Por qué estás usando esta frecuencia? —preguntó una vez más, su mente intentando racionalizar la situación.
Hubo un breve silencio, y entonces, inesperadamente, la voz dejó de recitar los números y dijo algo distinto, algo que resonó con una intensidad extraña.
—Ellos vendrán por él…Nosotros…Iremos por ustedes-- murmuró la voz, en un tono etéreo y casi frío.
La línea se cortó de repente, y la estática llenó el canal, interrumpiendo cualquier oportunidad de respuesta. Pope soltó el micrófono, sintiendo cómo la ansiedad se mezclaba con la confusión.… ¿a qué se refería? ¿Y quién iría por ellos?
Se quedó mirando el equipo de radio por un largo momento, tratando de organizar sus pensamientos. Finalmente, tras unos minutos de silencio, apagó el transmisor y se recostó en la silla, su mente llena de preguntas y con un nuevo enigma por resolver. La imagen de Floppa volvía a su mente una y otra vez. "¿Dónde estás grandisimo pendejo?", pensó, mirando al cielo a través de la ventana de la torre, mientras las estrellas brillaban intensamente en la noche.
La luz del amanecer se filtraba a través de la ventana, iluminando suavemente la habitación. Bee se desperezó, sintiendo el calor a su lado. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Fossil aún dormía, con una expresión serena en su rostro. La tranquilidad del momento fue interrumpida por la voz electrónica de 10008, que resonó en el aire.
—¡Despierten! —dijo el pequeño pepino de mar, animado—. Es hora de prepararse. Debemos dirigirnos a Pueblo Arcilla.
Fossil se movió, despertando lentamente. Al darse cuenta de que estaba junto a Bee, sonrió y se incorporó, estirando los brazos.
—¿Qué hora es? —preguntó, rascándose la cabeza.
—Ya es hora de levantarse —respondió Bee, con una sonrisa—. Y tenemos que apresurarnos. 10008 dice que cancelo nuestras rotaciones en el Shore Run.
—Eso y también le avise al maistre del torneo que van a dejar de pelear por un tiempo, dijo que servirar para que nombren a otros campeones para que después vuelvan y los destronen —dijo 10008—. Comienzen a prepararse, es un viaje largo.
En ese momento, Alex apareció por la puerta, ya listo y vestido con su ropa de combate, la misma que usaba en los torneos. Tenía un aire decidido, y su mirada reflejaba la urgencia de la situación.
—¡Hey! ¡Vamos, chicos! Si no nos apuramos, no llegaremos a Pueblo Arcilla antes de la noche. Si caminamos sin detenernos, tal vez podamos llegar a tiempo, pero si hacemos paradas… podría tardar un par de días, incluso con el vehículo.
—Está bien, está bien —dijo Bee, levantándose de la cama rápidamente—. No quiero perder tiempo.
Fossil se unió a ella, levantándose de la cama y comenzando a vestirse. Mientras ambos se preparaban, 10008 los miraba con atención.
—¿Puedo quedarme? —preguntó el pepino de mar con un tono esperanzador.
Bee se agachó y, con una sonrisa, tomó a 10008 con delicadeza y lo metió en su mochila, como cuando lo habían conocido.
—¡No hay forma de que te dejemos atrás! —dijo ella, ajustando la mochila sobre su espalda.
—Listo, ya estamos —anunció Fossil, dando un último vistazo a la habitación antes de salir. Los tres se dirigieron hacia la puerta y salieron al exterior.
Al salir de la ciudad, el aire fresco de la mañana les golpeó en el rostro. El techo del auto (si se le puede llamar asi) permitia que disfrutaran de la brisa
—Recuerden, según los informes que escuché, la situación se está volviendo tensa —comentó Bee mientras arrancaba el vehículo—. He visto varios letreros que piden a los ciudadanos que se unan a la fuerza marina para avanzar al frente. Todo pinta para una guerra.
Alex asintió, mirando por la ventana mientras se alejaban de la ciudad.
—Es cierto —dijo, con seriedad—. Los peces arqueros han entrado en ensayos de ataque, sus disparos son devastadores…casi todo lo que recolectamos en las rotaciones se esta utilizando para darles energia
Fossil, que había estado observando el paisaje, añadió:
—No me gusta la dirección en la que esto se está moviendo. Si estamos en medio de una guerra, deberíamos estar preparados para cualquier cosa.
A medida que avanzaban, los letreros a los lados del camino se volvían más frecuentes, con mensajes de reclutamiento y llamados a la unidad. Bee se detuvo un momento en un semáforo, permitiendo que un grupo de ciudadanos que se unían a la causa pasara a su lado. Muchos de ellos llevaban equipamiento militar improvisado, algunos con marcas de batalla en sus rostros.
—Mira a esos chicos —dijo Alex—. Parecen decididos. La comunidad se está uniendo para luchar. Eso no puede ser bueno.
Bee sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Definitivamente, hay una guerra en el horizonte —dijo, mientras el vehículo avanzaba hacia las afueras de la ciudad—. Y no podemos permitir que nos atrape desprevenidos.
Con un giro del volante, el vehículo se adentró en el camino que conducía hacia Pueblo Arcilla, y mientras se alejaban de Barrera de Coral, el grupo comenzó a sentir la presión del tiempo y la incertidumbre que se cernía sobre ellos. Con cada kilómetro recorrido, la realidad de su misión se volvía más tangible.
El sonido del agua que movía el vehículo resonaba en el aire, mientras el paisaje cambiaba gradualmente de las construcciones urbanas a la naturaleza. Los árboles se alineaban a los lados del camino, y la vegetación se hacía más densa. En el horizonte, las montañas se alzaban majestuosamente, recordándoles el destino que les esperaba.
—No puedo creer que tengamos que salir de Barrera de Coral en este momento —comentó Fossil, mirando por la ventana. Las sombras de los árboles danzaban a medida que avanzaban—. Las cosas estaban tomando un giro interesante en la ciudad.
—Sí, pero no podemos ignorar la situación que se nos presenta —respondió Bee, manteniendo el enfoque—. Aún tenemos que descubrir qué le ocurrió a Floppa, fue el único que no contesto ayer
10008, sentado en la mochila de Bee, intervino
—Recordemos que la seguridad de todos es prioritaria. Sin embargo, es comprensible que existan sentimientos de ansiedad en esta situación. Mi recomendación es mantener la calma y proceder con cautela.
—¿Calma? —replicó Alex, cruzando los brazos—. Es un poco difícil mantenerse calmado cuando hay rumores de guerra por todas partes. No sé ustedes, pero me siento un poco nervioso.
—La guerra siempre trae incertidumbre —dijo Fossil, su voz un poco más grave—. Pero eso no significa que debamos dejar que nos paralice. Necesitamos prepararnos y encontrar a Floppa antes de que sea demasiado tarde.
Bee asintió, pero su mirada se perdió por un momento en el horizonte, donde las montañas se alzaban, casi como guardianes del destino que les esperaba.
—10008, ¿has podido averiguar algo más sobre los movimientos en Barrera de Coral? —preguntó Bee, deseosa de información.
—Lamentablemente, no hay más datos disponibles en este momento. La conexión a las redes de información ha sido interrumpida en varias áreas, ya comenzaron a borrar cosas—
—Eso suena más que alarmante —dijo Alex, frunciendo el ceño—. ¿Y si los rumores son ciertos? ¿Qué pasará con nosotros si nos encontramos en medio de una batalla?
Fossil se inclinó hacia adelante, su expresión decidida.
—No dejaremos que eso nos detenga. Nos hemos enfrentado a desafíos antes y siempre hemos salido adelante. Debemos confiar en nuestras habilidades y en el equipo que tenemos.
Bee sintió que las palabras de Fossil resonaban en su interior. La confianza y el trabajo en equipo serían esenciales para superar lo que estaba por venir.
—Tienes razón —dijo Bee, apretando el volante con fuerza—. No importa lo que pase, debemos mantenernos unidos. Si encontramos a Floppa, juntos podremos enfrentar cualquier cosa.
10008 asintió, como si comprendiera la gravedad del momento.
—Esa es la actitud correcta. La unión y la colaboración son claves para enfrentar adversidades. Cada uno de ustedes aporta habilidades únicas al equipo, y esa diversidad es su mayor fortaleza.
A medida que continuaban su camino, el paisaje se volvió más variado. Las montañas estaban salpicadas de vegetación exuberante, y el sonido del agua fluyendo les recordaba que estaban en un mundo lleno de vida.
—Cuando lleguemos a Pueblo Arcilla, deberíamos reunirnos con los demás y elaborar un plan —sugirió Bee, mientras tomaba una curva con cuidado—. No podemos permitirnos la improvisación en una situación como esta.
—Exacto —afirmó Alex, mirando hacia el futuro—. Necesitamos saber qué información tienen los otros sobre Floppa y el estado de la ciudad. Quizás haya algo que hayamos pasado por alto.
Fossil se rió levemente, rompiendo la tensión.
—¡Y quizás 10008 pueda ayudarnos a organizar la información de manera más eficiente! Aunque no estoy seguro de que la estadística de las probabilidades de que salgamos vivos sea muy positiva.
—No tengo acceso a esos datos en este momento, pero puedo asegurar que su destino depende de sus decisiones —respondió 10008
Bee miró a sus amigos y sintió una mezcla de emoción y determinación. Mientras se adentraban más en el camino, sabía que lo que les esperaba no sería fácil, pero estaba lista para enfrentarlo.
Finalmente, después de un largo trayecto, el vehículo llegó a la entrada de Pueblo Arcilla. Las primeras luces del atardecer comenzaban a pintarse en el cielo, y el bullicio de la ciudad les dio la bienvenida con un aire de inquietud.
—Miren, ya estamos aquí —anunció Bee, sintiendo que el corazón le latía más rápido—. Esta es nuestra oportunidad. Necesitamos encontrar a los demás y descubrir qué ha estado pasando.
La mañana en la casa de Oka, Dream y Jura comenzó con una luz tenue que se filtraba a través de las ventanas. El sonido del programa de cocina de Jura resonaba desde la sala, pero ellos aún estaban en sus camas, tratando de despertarse. El ambiente estaba impregnado de una mezcla de rutina y tensión, como si la ciudad misma estuviera conteniendo la respiración.
—¿Alguna idea de qué hora es? —preguntó Oka, revolviéndose en la cama y frotándose los ojos.
—No tengo ni idea, pero me siento como si hubiera dormido en una roca —respondió Dream, estirándose con pereza.
Samu, el fantasma, apareció de repente en la habitación.
—Buenos días. He estado escuchando la transmisión espiritual desde ayer. Hay algo que deberías saber —dijo, su voz era tranquila pero grave—. Se mencionó un número: 28194. Una voz de chica habló sobre una de las estrellas.
Oka se sentó de golpe, la curiosidad reemplazando su somnolencia.
—¿Una voz? ¿De qué hablaba?
—No lo sé. Pero no creo que sea algo trivial —replicó Samu, observando las expresiones de sus compañeros—. Necesitamos estar alertas.
Dream frunció el ceño.
—Como si no tuviéramos suficientes problemas. Ahora hay voces misteriosas y números en el aire. Esto solo se pone más extraño.
—Sí, pero tenemos cosas más urgentes —intervino Jura, tratando de mantener la calma—. Necesitamos salir de aquí antes de que la ciudad se hunda de nuevo.
Los tres se levantaron rápidamente, aún sintiendo la pesada realidad de lo que les esperaba. Al salir, se dirigieron hacia su vehículo, un Impala del 95 que en Desolea era conocido como "Antelope". El auto reposaba en la carretera, con el techo asegurado por los motores antigravedad, vibrando suavemente.
—¿Estamos listos para esto? —preguntó Oka, con un tono de voz que reflejaba su duda.
—No tengo otra opción —respondió Dream, mirando hacia el horizonte mientras la ciudad comenzaba a emerger lentamente del suelo—. Pero tengo un mal presentimiento.
A medida que la ciudad se activaba, los carteles comenzaron a aparecer, advirtiendo sobre el posible cierre total de Ciudad Lumia debido a las tensiones en aumento.
—Este lugar no tiene buena pinta —dijo Jura, observando las tapas de los lanzadores de misiles y los cañones asomándose entre las montañas—. Las cosas están a punto de estallar.
—Como si la guerra no estuviera lo suficientemente cerca —murmuró Oka, sintiendo el nudo en su estómago.
Mientras el vehículo se encendía, Samu proyectó un mapa holográfico.
—Si nos apuramos, podríamos llegar a Pueblo Arcilla antes de que caiga la noche, pero hay un gran riesgo. El bosque de la corrupción se está expandiendo, y tenemos que pasar por un túnel alterno.
—Ahuevo. Solo lo que nos faltaba —suspiró Dream—. Como si este viaje no fuera lo suficientemente complicado.
—No tenemos tiempo para quejas —dijo Jura, tratando de aligerar la atmósfera—. Necesitamos salir de aquí, y pronto.
El Impala se puso en marcha, avanzando hacia la salida de la ciudad. Mientras conducían, Oka miró hacia atrás una última vez, sintiendo un peso en su pecho.
—Espero que esto valga la pena.
Samu, viendo la inquietud en el rostro de Oka, trató de calmarlo.
—No te preocupes. Todos estamos en esto juntos--
La carretera se extendía ante ellos, pero la sensación de inminente peligro colgaba en el aire, como una tormenta a punto de desatarse.
Pope se despertó de un profundo sueño, su mente aún nublada por las imágenes que había visto en su visión. El eco de la extraña transmisión que había interceptado seguía resonando en sus oídos, y su corazón latía con fuerza al recordar los números: 28194. Se incorporó en la cama de la torre de radio, la luz del sol se filtraba a través de las ventanas polvorientas. Con un movimiento rápido, se levantó y se dirigió al almacén de la torre, donde empezó a buscar provisiones.
—Espero que esto no esté demasiado caducado —murmuró, tomando un par de latas y llenando su mochila que había dejado las chicas.
Una vez que estuvo listo, se acercó al radio para intentar comunicarse con Floppa una vez más.
—Floppa, ¿me recibes? —dijo con voz firme, pero lo único que escuchó fue un sordo murmullo de estática. Se sintió frustrado al no obtener respuesta. Era raro que su amigo no contestara; normalmente era el primero en responder.
Sintiéndose inquieto, apagó la torre. Con un último vistazo a la Cordillera de Wright, que se alzaba majestuosamente en el horizonte, se dijo a sí mismo que una vez se reuniera con los demás, podrían buscar a Floppa. Pero ahora debía centrarse en llegar a Pueblo Arcilla.
Mientras descendía por la montaña, el sol ascendía en el cielo, iluminando el camino que tenía por delante. Su corazón latía con fuerza, sintiendo la presión del tiempo. "Debo apurarme", pensó, "a este paso, podría llegar a Goodwill Ridge antes del atardecer".
Finalmente, tras un esfuerzo constante, llegó a Goodwill Ridge. La ciudad, vibrante y llena de actividad, estaba rodeada de tiendas, mercados y un bullicio constante de viajeros. Sin detenerse demasiado, se acercó a un pequeño puesto de transporte.
—¿A dónde vas, amigo? —preguntó el conductor, un hombre robusto con una gorra desgastada.
—Quiero ir a Pueblo Arcilla —respondió Pope, sintiendo la urgencia en su voz.
—Sube, pero no tengo idea de cuándo saldremos. La ciudad está un poco convulsa hoy. ¿Sabes cómo es? —dijo el conductor mientras organizaba su equipo.
—Entiendo, solo necesito llegar. —Pope subió al vehículo, sintiendo una mezcla de ansiedad y determinación.
Después de un rato de espera, el vehículo comenzó a llenarse de pasajeros, y pronto partieron hacia Pueblo Arcilla. Pope observaba por la ventana cómo Goodwill Ridge se desvanecía en la distancia, pero en su mente solo había espacio para la preocupación por Floppa.
En el camino, el conductor hizo algunas paradas, recogiendo a otros viajeros y cargando sus pertenencias. La conversación era animada, pero Pope apenas participó.
—¿Eres nuevo por aquí? —preguntó una mujer sentada al lado de él.
—Sí, estoy buscando a unos amigos —respondió, manteniendo su tono reservado.
Mientras avanzaban, Pope se perdió en sus pensamientos. Las palabras de Bee resonaban en su mente: "Debemos encontrar a Floppa antes de que todo se desmorone". Sabía que la situación se estaba volviendo tensa en Desolea, y el tiempo corría.
Finalmente, tras un viaje que pareció eterno, el vehículo se detuvo en las afueras de Pueblo Arcilla. Pope bajó, agradeció al conductor y se dirigió hacia la taberna que había avistado desde la distancia.
Al abrir la puerta, el aire cálido y acogedor de la taberna lo envolvió. La decoración rústica, con madera envejecida y luces tenues, ofrecía un contraste con el bullicio exterior. Se acercó a la barra, donde un cantinero de aspecto amable lo miró con curiosidad.
—¿Qué te sirvo, viajero? —preguntó, limpiando un vaso con un trapo.
—Un té, por favor —respondió Pope, sintiendo que el calor del lugar le ofrecía un breve respiro.
Mientras esperaba su bebida, observó a su alrededor. Las mesas estaban llenas de gente, y algunas risas resonaban en el aire. Sin embargo, su mente estaba ocupada en un solo lugar: encontrar a sus amigos.
Finalmente, el cantinero le sirvió el té, y Pope lo tomó con aprecio. Con la bebida caliente en mano, escudriñó el lugar en busca de caras conocidas. Al fondo, en una mesa, reconoció a Bee, Fossil, Alex, Jura, Oka y Dream.
—¡Ahí están! —exclamó, dejando el té sobre la barra y avanzando hacia ellos, su corazón palpitando de emoción.
—¡Pope! —gritó Bee, levantándose de un salto y corriendo hacia él, sus ojos brillando de alivio.
Los demás también se unieron al abrazo, llenando el aire con risas y exclamaciones de alegría.
—No sabía si llegarías —dijo Alex, mirándolo con preocupación.
—Pensé que te habías perdido en la montaña —añadió Fossil, su rostro iluminado por una sonrisa.
Pope se sintió abrumado por la calidez de su bienvenida, pero en el fondo, la sombra de la ausencia de Floppa lo inquietaba.
—Me alegra verlos —respondió Pope, intentando esconder su preocupación—. Pero, ¿dónde está Floppa?
El grupo se miró entre sí, la sonrisa de Bee se desvaneció un poco.
—Aún no hemos tenido noticias de él—Dijo Bee
--Ustedes tampoco?—Pope parecía realmente sorprendido
El grupo se sentó alrededor de la mesa, se miraron unos a otros, todos se habían buscado mutuamente, a su manera, restreandose o preguntando, siempre lograban saber algo, pero Floppa…
—No tiene sentido —dijo Bee, cruzando los brazos—. Hemos buscado en todos los lugares en los que creemos que podría estar. Nada hasta ahora encaja con algo que le guste o le llame la atención.
—Eso pensé yo también —respondió Pope, mirando a los demás mientras desplegaba un mapa viejo y gastado sobre la mesa—. Pero hay algo más que he estado considerando. Puede que sea una idea descabellada, pero escúchenme.
Todos se inclinaron hacia adelante, atentos.
—Creo que podría estar en la Cordillera de Wright. ¿Recuerdan lo que nos dijeron en Kingsbury sobre el príncipe? —Pope hizo una pausa, dejando que sus amigos recordaran la información.
—¿El príncipe raro que nadie ha visto? —preguntó Alex con una ceja levantada.
Pope asintió. —Exacto. Dijeron que era reservado, algo torpe pero extremadamente inteligente, y que tenía una determinación peculiar. Me recuerda a Floppa. Todo encaja… más o menos.
Fossil soltó una risa. —Entonces, según tú, Floppa es una especie de noble desconocido ahora, ¿eh?
—No digo que sea un príncipe —aclaró Pope—, pero si alguien así está en la Cordillera, vale la pena investigar. Es nuestra mejor pista hasta ahora.
Jura se encogió de hombros. —Tiene sentido. Y si no lo encontramos allí, seguiremos buscando. Pero al menos es un punto de partida.
Con eso decidido, Pope extendió el mapa, señalando el que él creía que era el camino más seguro para llegar a la cordillera. —Pasaremos por Goodwill Ridge primero y de ahí hacia la Cordillera de Wright. Solo que necesitamos estar preparados para el bosque. Va a ser una caminata peligrosa, especialmente con toda la corrupción que se ha estado expandiendo.
Pope tomó un sorbo de su té y luego miró a sus compañeros, dejando la taza en la mesa. —Entonces, creo que todos estamos de acuerdo en dirigirnos hacia la Cordillera de Wright, ¿cierto? —preguntó, abriendo el mapa y señalando la ruta.
Dream asintió, entrelazando las manos sobre la mesa. —Tiene sentido. Si Floppa realmente estuviera en Kingsbury… o en cualquier lugar de esa región, habría dejado algún rastro, algo que pudiéramos seguir. Y en cuanto a la teoría de que cada quien aterrizó en un lugar afín… bueno, parece posible, pero solo hasta cierto punto.
Bee, con los brazos cruzados y mirando atentamente el mapa, agregó: —Aun así, si él está en algún lugar entre esas montañas, podríamos perder días enteros buscando sin encontrar nada. —Suspiró—. Pero, si esa es la mejor pista que tenemos, no veo otra opción.
—Hay algo que no encaja del todo —comentó Fossil, pensativo—. Si cada lugar estaba alineado con algo de nosotros, ¿qué tan afinada es esa afinidad? —Preguntó en voz alta, como si intentara convencerse a sí mismo—. Porque hasta ahora, los lugares no parecen del todo coincidentes con nuestras afinidades.
—No lo sé… Floppa es tan raro que bien podría estar en varios lugares. —Jura se encogió de hombros mientras movía una mano por la mesa, simulando el movimiento de las montañas en el mapa.
En ese momento, 10008 salió de la mochila de Bee y aterrizó en la mesa.
—Disculpen la interrupción —dijo con su tono formal, pero con un toque de familiaridad—. Pero tengo que mostrarles algo importante. —Proyectó una versión del mapa más actualizada y detallada. El bosque había crecido, y uno de los reinos cercanos, Goldwater, aparecía tachado.
Bee frunció el ceño. —¿Por qué Goldwater está tachado?
—Goldwater ha desaparecido de las comunicaciones —explicó 10008—. No se recomienda acercarse mucho. Ha sido marcado como un área peligrosa.
Bee arrugó el entrecejo y miró a Pope. —Eso complica bastante las cosas. Las máscaras de gas que se fabrican en Goldwater son de las mejores que existen, y si no podemos conseguir unas ahí, será muy difícil cruzar el bosque sin protección.
—Necesitaremos esas máscaras si queremos cruzar el bosque —dijo Bee, preocupada.
Jura intervino, tranquila. —Podemos encontrar algunas máscaras aquí en Pueblo Arcilla o en Goodwill Ridge.
Fossil levantó su mochila y asintió. —Bee, Alex y yo ya tenemos máscaras que usamos en el Shore Run. No tienen los filtros más potentes, pero al menos nos ayudarán a pasar.
Pope revisó su mochila y sacó la máscara que le había dado Galia. La examinó y señaló una pequeña mariposa dorada en una de las correas. —Esta es de Goldwater. Necesitamos encontrar máscaras para los demás, en caso de que las cosas se pongan complicadas.
Con el plan en mente, se levantaron de la mesa y salieron hacia una tienda de suministros al otro lado de la calle, donde Bee había estacionado el vehículo. Al entrar, un aroma a cuero, polvo y metal llenaba el ambiente, y el tendero, un hombre de barba espesa y mirada observadora, los saludó con un leve asentimiento.
—¿Qué necesitan? —preguntó en un tono seco.
—Buscamos máscaras de gas —dijo Pope, y el tendero señaló un estante en la esquina, donde varias máscaras estaban colgadas, algunas con el símbolo de Goldwater.
Bee se acercó y revisó las máscaras con interés. —¿Tienen alguna de la Cordillera de Wright? —preguntó.
El tendero soltó una risa corta, entrecerrando los ojos. —¿Máscaras de la Cordillera de Wright? —repitió, con una pizca de escepticismo—. No, esas no las encontrarás aquí. Cada una de ellas es artesanal y única. Solo alguien de la cordillera tendría una, y, si encuentras una a la venta, te costaría una fortuna.
—Entonces, ¿estas de Goldwater son las mejores que tienen? —preguntó Alex, con los brazos cruzados.
El tendero asintió. —Así es. Aunque, debo decirles, con la situación en Goldwater, no sabemos si recibiremos más. Si piensan cruzar el bosque, esta es probablemente su mejor opción, a menos que tengan dinero para las de la cordillera.
Dream inspeccionó una de las máscaras y suspiró. —Bien, parece que no hay muchas opciones. Supongo que estas tendrán que ser suficientes.
Mientras el grupo seleccionaba sus máscaras y algunas provisiones adicionales, un estruendo sacudió la tienda. Los estantes temblaron y algunos artículos cayeron al suelo. El tendero soltó una maldición y corrió hacia el fondo.
—¡Maldita sea! ¡Esta es la segunda vez esta semana! —gritó, mientras el grupo lo seguía, curiosos por el origen del ruido.
Cuando llegaron, encontraron una escena surrealista: tres hamsters gigantes habían derribado una sección de la pared y estaban devorando cajas de pan y comida con evidente entusiasmo. Los roedores, de al menos un metro de altura, ignoraban completamente a las personas y se concentraban en su festín.
—¿Esto es normal aquí? —preguntó Bee, mirando al tendero con una mezcla de incredulidad y humor.
—No, ¡claro que no es normal! —gruñó el tendero—. Estos bichos están cada vez más descontrolados… ¡y ahora están destruyendo mi tienda!
Uno de los hamsters, al notar la presencia de Fossil, se acercó a él y comenzó a olfatearlo antes de intentar morder la correa de su mochila. Fossil rió y le dio un leve empujón, alejándolo.
—Tranquilo, amigo, no soy parte del menú —dijo con una sonrisa.
—¿Nos encargamos de sacarlos? —preguntó Alex, mirando al grupo con una expresión divertida.
El tendero suspiró, evidentemente frustrado pero agradecido por la ayuda. —Si logran sacar a esos bichos sin que destruyan más, les daré un descuento en las máscaras.
Pope intercambió una mirada con sus compañeros y asintió. —Trato hecho.
Bee sacó un pedazo de pan y se lo mostró a uno de los hamsters, que lo siguió con ojos hambrientos mientras ella lo alejaba lentamente hacia la salida. Uno a uno, lograron guiar a los hamsters gigantes fuera de la tienda, mientras el tendero soltaba un suspiro de alivio.
—Gracias —dijo, ajustándose el delantal—. No saben cuánto me han salvado.
—¿Lo del descuento? —le recordó Bee con una sonrisa.
El tendero sonrió levemente y asintió. —Claro, lo prometido es deuda.
Con eso, el grupo pagó por las máscaras y las provisiones.
Al salir de la tienda, Bee, Alex, Fossil y Pope se encontraron con una escena que los dejó paralizados. Uno de los hamsters gigantes, ahora muy cómodo en el techo del vehículo de Bee, estaba mordisqueando el material como si fuera una deliciosa barra de granola. El sonido de sus dientes atravesando la estructura era crujiente y sorprendentemente suave; era difícil de creer que estuviera desgarrando algo tan resistente como el algario, esa mezcla de fibra de algas, concha de caracolas y coral que servía para armaduras, espadas… y vehículos.
Bee se llevó las manos a la cabeza, sin poder creer lo que estaba viendo. —¿Pero qué…? ¡Están destruyendo nuestro vehículo!
—¿Comiendo algario? —Alex se quedó boquiabierto—. Esto es ridículo. ¿Qué tan hambrientos están estos bichos?
Otro hamster apareció de la nada y, sin mucho preámbulo, se subió al capó del vehículo y comenzó a morder una de las puertas. Su cuerpo robusto y sus patas potentes no tuvieron problema en acomodarse para seguir mordisqueando, arrancando pedazos de la carrocería como si fueran de cartón.
Bee se giró hacia Fossil y Alex, apuntando con indignación a la escena. —¡¿Se dan cuenta de lo caro que es este material?! Algario no es cualquier cosa. ¡Es resistente a los golpes, a la intemperie, y estos hamsters lo están masticando como si fuera un bocadillo!
Pope, observando la escena con una sonrisa entre divertida y desconcertada, levantó una ceja. —Bueno, hay que admitir que estos hamsters tienen gustos finos… Aunque eso no va a mejorar las cosas, ¿verdad?
De pronto, uno de los hamsters, con un ágil movimiento, le arrancó la mochila a Jura, que estaba entretenido mirando el desastre del vehículo. La mochila contenía provisiones y algunos otros artículos, pero Jura apenas reaccionó, encogiéndose de hombros.
—Eh… bueno, que se la lleve. —dijo con calma—. Total, puedo comprar más.
—¡Pero eso tenía nuestra comida! —exclamó Bee, sin salir de su incredulidad.
—Tranquila, Bee. Aparte de que puedo reemplazarlo todo, parece que estos chicos necesitaban un bocadillo más… diversificado. —respondió Jura, con una sonrisa relajada mientras veía al hamster alejarse con su mochila.
Alex, sin perder más tiempo, dio un paso adelante y se dirigió al hamster más cercano, tratando de recuperarla. —¡Oigan, amigos! Ya comieron suficiente, ¿no creen?
El hamster lo miró por un instante y luego salió disparado, llevándose la mochila en la boca y evitando a Alex con un salto sorprendente para su tamaño.
Bee, exasperada, gritó —¡Ya basta! Si arruinan el vehículo, ¿cómo vamos a salir de aquí?
Pope no pudo evitar soltar una carcajada al ver la expresión de Bee y sus intentos de razonar con los hamsters. —Creo que nuestro transporte ya no va a ninguna parte, Bee.
N o podían creer lo que veían. Los hamsters gigantes, después de haber destrozado el vehículo, se alejaban a una velocidad sorprendente para su tamaño, cargando en sus bocas los restos de la mochila de Jura y algunos pedazos de algario que habían mordisqueado. Sin pensarlo mucho, todos comenzaron a correr detrás de ellos.
—¡Deténganse! ¡Esos eran nuestros suministros! —gritó Bee, mientras aceleraba el paso, determinada a recuperar lo que pudieran.
Pope, quien no podía dejar de reírse entre respiros, vio cómo los hamsters se movían como torbellinos de pelaje esponjoso. Entonces, tuvo una idea y le hizo una seña a Bee para que se detuviera junto a él.
—Vamos a hacer esto más rápido —le dijo Pope, y extendió su brazo, concentrando su energía en un destello de luz y sonido, que salió disparado en dirección a los hamsters para bloquearles el camino.
Bee, al ver la maniobra de Pope, cerró los ojos un instante y respiró profundamente, enfocándose en replicar la misma habilidad. Desde hacía tiempo había practicado el uso de sus poderes de copia, y esta vez quería probarlos en una situación real. Al abrir los ojos, un rayo de energía similar al de Pope comenzó a formarse en sus manos, pero, emocionada y sin medir la potencia, lo lanzó con mucha más fuerza de lo que había planeado.
Los rayos combinados de ambos impactaron de lleno frente a los hamsters, quienes salieron disparados hacia atrás, volando algunos metros antes de caer con un golpe sordo sobre el suelo. Los cuatro amigos se detuvieron, jadeando y observando a los hamsters, que parecían algo aturdidos pero sorprendentemente ilesos.
Pope miró a Bee, divertido y un poco impresionado. —¿Desde cuándo sabes hacer eso?
Bee, aún sacudiéndose el asombro de haber lanzado un rayo tan potente, le devolvió la sonrisa. —He estado practicando. Ya sabes, los poderes de todos… puedo copiarlos, pero no siempre controlo la intensidad. Creo que aquí me pasé un poco.
Alex, que miraba a los hamsters recuperándose del impacto, intervino con una sonrisa socarrona. —Bueno, al menos sabemos que son resistentes. Esos bichos soportaron un golpe que nos habría dejado fuera de combate.
Mientras hablaban, lograron acercarse a los hamsters, que ahora estaban tumbados en el suelo, moviéndose despacio y con miradas sorprendidas y un poco confusas. Pope se agachó para ver a uno de ellos a los ojos y, en lugar de encontrar agresividad, vio una expresión casi… suplicante, como si estuvieran pidiendo una tregua.
—Oigan —dijo Pope en tono más suave—, estos chicos no son tan duros como parecen. Aguantaron bastante, pero no parecen ser una amenaza.
Bee observó a uno de los hamsters y notó que a pesar de su tamaño y su resistencia, sus ojos brillaban de una manera pacífica, casi amigable. La idea le cruzó por la mente en un instante, y una sonrisa divertida apareció en su rostro mientras miraba a su alrededor.
—Chicos, creo que podríamos tener una solución para nuestro problema de transporte —dijo Bee, mirando una silla de montar colgada en una cerca cercana—. Si estos hamsters son tan resistentes y veloces, tal vez… tal vez podrían llevarnos en lugar del vehículo.
Alex levantó una ceja, entretenido por la ocurrencia. —¿Montar hamsters gigantes? Bueno, no es lo más normal del mundo, pero tampoco es lo más raro que hemos hecho.
Fossil soltó una carcajada y asintió. —Sería la solución perfecta. Y parecen estar bien después del golpe, así que no veo por qué no intentarlo.
Pope miró de nuevo a los hamsters, con una mezcla de respeto y admiración. —Bueno, amigos, ¿qué dicen? ¿Nos darían un aventón hasta la cordillera?
Uno de los hamsters levantó la cabeza y, después de un segundo, pareció asentir, como si entendiera la propuesta. Bee fue a buscar las sillas de montar y, junto con Alex y Fossil, las ajustaron con cuidado en los hamsters, que permanecieron quietos, como si también encontraran divertida la idea.
Finalmente, los cuatro amigos se subieron en sus respectivos hamsters, que parecían cómodos y dispuestos a emprender el viaje.
—Esto es increíble —murmuró Bee, mientras acomodaba las riendas improvisadas y palmeaba el lomo de su nuevo "vehículo".
Pope se volvió a los demás, satisfecho. —Es oficial. Nos vamos en putos hamsters.
El grupo llegó a la tienda en una procesión un tanto extraña, con sus nuevas monturas de gigantescos y esponjosos hamsters, avanzando de forma más lenta de lo que les hubiera gustado, aunque eso sí, cubiertos por una nube de polvo levantada en cada paso. El tendero, al verlos desde la entrada, soltó una carcajada profunda y genuina, inclinándose hacia adelante mientras los observaba acercarse.
—¡Bueno, bueno! No todos los días se ve a un grupo de jinetes de pelusa, ¿eh? —dijo con una sonrisa traviesa, limpiándose los ojos con la esquina del delantal.
Bee le lanzó una mirada escéptica desde la pelusa más grande, que mordisqueaba la brida improvisada que había atado como montura.
—¿"Jinetes de pelusa"? —preguntó Bee, levantando una ceja mientras su montura soltaba un chillido casi melodioso y giraba la cabeza para mirarla.
—Claro, claro, así es como llamamos a estos peludos por aquí —explicó el tendero—. Estas criaturas son pelusas, endémicas de las planicies de Goodwill Bridge. Les encantan los vegetales y, ya ven, maderas o materiales resistentes. Es lo que deben haber detectado en su vehículo... He visto muchas cosas, pero nada como eso.
Alex lanzó una risita y le dio una palmada en el costado a su montura, una pelusa más robusta que al instante sacudió su pelaje, causando una pequeña nube de polvo.
—Bueno, definitivamente no esperábamos encontrarnos con unos animales interesantes hoy —dijo Alex, mirando de reojo a Bee y Pope, quien aún parecía divertido con la situación—. Aunque, ahora que lo pienso, deberíamos ponerles nombres, ¿no?
Fossil se inclinó un poco hacia adelante en su propia montura y miró al tendero con curiosidad.
—Entonces, ya que los reconoces, ¿tienes monturas especiales para ellos? Porque, sinceramente, esto no es lo más cómodo del mundo —comentó mientras intentaba ajustar su asiento, que era evidentemente una montura diseñada para caballos.
El tendero asintió, frotándose las manos con entusiasmo.
—Para pelusas, basiliscos, hipocampos, conejos de Wright, serpientes de obsidiana… —el hombre se detuvo, enumerando los tipos de montura que tenía con un orgullo que no cabía en sí—. Aquí tenemos algo para cada una de las bestias de Desolea. Ustedes eligen, claro, pero les diré que no hay mejor montura para el bosque de la corrupción que una buena pelusa con la máscara adecuada.
Jura, que había estado observando con interés, se acercó y, sin dudarlo, pagó por las monturas especiales para las pelusas.
—Listo, chicos. Todo está cubierto —dijo, satisfecho. Luego miró al tendero con una sonrisa de agradecimiento—. No necesitamos nada más, a menos que nos des otro consejo para el viaje.
El tendero se quedó pensativo y luego les advirtió sobre el bosque de la corrupción y las limitaciones de sus vehículos comunes.
—Casi cualquier material, combustible o aleación son un alimento para las plantas de ese lugar. ¡Las devoran en segundos! Si van a ir hacia la cordillera, necesitan monturas animales, que pasan sin problemas mientras usen máscaras de gas.
Con esa advertencia en mente, Jura le indicó a Oka y a Dream que fueran a explorar el establo en busca de una montura animal adecuada. El tendero los guió al área, donde una gran variedad de animales esperaba, cada uno más exótico que el anterior. Oka se detuvo frente a un jabalí negro de Flintstone Edge, y sus ojos brillaron de emoción.
—Este es el mío —dijo con una sonrisa satisfecha. El jabalí, una bestia robusta y musculosa, gruñó como en aprobación cuando Oka le acarició el lomo.
Dream, en cambio, observaba los animales con curiosidad y sorpresa, hasta que su mirada se posó en una figura familiar.
—¿Es esto un… caballo? —preguntó, medio incrédulo.
El tendero soltó una risa jovial y asintió. —Así es. Un buen caballo común. No tan raro en otros lugares, pero por aquí, no muchos lo ven como una buena montura para el bosque.
Dream sonrió y asintió, decidiendo quedarse con el caballo. Jura, finalmente, eligió otro jabalí negro, asegurándose de que estuviera en perfectas condiciones para la travesía.
Al verlos salir en sus jabalíes, Pope les grito
--HOOG RIDAAAA-
Los demás rieron un poco, para después pendejearse a Pope
Detrás de ellos, el tendero sacó unas cuantas máscaras para animales del estante y las deslizó hacia ellos con una sonrisa—. Considérenlas un regalo, por la gran compra de hoy. No todos los días llega un grupo con tanto entusiasmo y curiosidad.
El grupo le agradeció y, con las nuevas monturas instaladas, salieron de la tienda hacia las pelusas, que estaban inquietas y masticando trozos de algún material en el suelo. Cada uno montó a su respectiva pelusa, asegurando las máscaras de gas en sus mochilas o cinturones, y se prepararon para partir. Pero, al dar los primeros pasos, el tendero les lanzó una advertencia final.
—¡Recuerden! Si van a cruzar el Bosque de la Corrupción, dejen ese anthelope aquí, el vehículo no durará ni un segundo allí dentro. Las plantas y el ambiente lo corroerán en cuestión de minutos.
Ya en camino, el grupo avanzó durante algunas horas, hasta que el sol comenzó a bajar en el horizonte. Decidieron acampar en un claro protegido entre los árboles, donde instalaron una pequeña fogata alrededor de la cual se sentaron a descansar. El cansancio se sentía en sus músculos, pero también la emoción por todo lo que habían logrado en tan poco tiempo.
—Es increíble cuánto hemos hecho en estas dos semanas —dijo, rompiendo la quietud y atrayendo la atención de los demás—. Cuando llegamos aquí, honestamente pensé que las cosas serían… no sé, diferentes. Nos sentimos tan lejos de casa, de todo lo que conocíamos…
Fossil asintió, estirando los brazos y dejando escapar un suspiro satisfecho. —Es verdad. Cada quien ha estado en lo suyo, pero al final, terminamos encontrándonos, haciendo una estupidez mas juntos.
Pope, que estaba sentado con las manos entrelazadas alrededor de las rodillas, observó a sus compañeros con una mezcla de nostalgia y gratitud.
—Nos encontraremos con Floppa, estoy seguro. Si nuestra teoría es cierta, debe haber caído en algún lugar que resuene con él. Tal vez en la cordillera de Wright, como habíamos dicho.
Alex lo miró con una expresión pensativa, acariciando la crin de su pelusa. —Tiene sentido, Pope. Quizás sea solo cuestión de tiempo antes de que demos con él.
--Tambien tenemos que buscar a Dann…ella tampoco respondio—Dijo Oka
La mirada de Pope se oscurecio por un momento
--Si…tal vez Floppa sepa donde esta, o nos pueda ayudar a encontrarla—Dijo Pope
El grupo continuó hablando hasta que el sueño los fue venciendo uno a uno, bajo las estrellas de Desolea, en la calma del bosque.