El amanecer se colaba por las pequeñas ventanas del cuarto de Floppa, pintando la habitación con un azul profundo que hacía que Pope se frotara los ojos mientras intentaba ubicarse. Al girar la cabeza hacia la pared a su lado, se dio cuenta de lo diferente que se sentía despertar en un lugar tan poco familiar. Sin embargo, cuando miró hacia el otro lado y notó los detalles del cuarto, sonrió con suavidad: estaba en el cuarto de Floppa, el familiar desorden de libros, pequeños artilugios y una serie de cosas que parecían cuidadosamente colocadas en los estantes y muebles del cuarto lentamente encajaron en los recuerdos de la noche anterior. Eran cerca de las seis y media, tal vez, pero en ese momento no importaba mucho. Pope se desperezó, todavía sintiendo la textura de la túnica que Floppa le había dejado como pijama la noche anterior, y estiró los brazos antes de levantarse.
Antes de salir, echó un vistazo alrededor de la habitación. El lugar donde Floppa había dormido en el suelo estaba impecable; las sábanas ya no estaban ahí, Pope entonces se acerco a un mueble que estaba ahi cerca, como buscando el lugar donde Floppa habia guardado todas las cobijas, encontro entonces un mueble que tenia su puerta medio abierta, Pope se inclinó hacia el mueble y, por mera curiosidad, termino de abrir las puertas. Dentro, vio algunas pertenencias de Floppa, algunas eran cosas que Pope no espero encontraria, el reproductor de discos de video y audio de floppa estaba ahi, se veia algo mallugado pero se veia funcional, ademas de un monton de discos de peliculas y video, mangas, libros normales, comics...cosas del mundo anterior, a Pope le cayo el veinte de que la mochila que Floppa traia el dia que su hogar fue destruido, no era otra cosa que la mochila con cosas que floppa aun conservaba de antes de que todo se fuera al demonio, rio un poco, era bueno tener un recordatorio del pasado, ahora miro lo que parecia ser de la cordillera, habia muchas cosas pero entre ellas detacaban un par de antebrazos y un casco incompleto, con un espacio claro para unas gafas, todas las piezas estaban hechas de un material extraño, era de color metalico opaco, y no brillaba como hubiera brillado una pieza de metal, se sentia poroso, y era muy ligero.
-Será alguna especie de armadura?-- murmuró para sí, tratando de imaginarse a Floppa usándola. A pesar de su rol como "príncipe" de la cordillera, Pope aún no lo había visto en combate, y le costaba visualizarlo peleando en armadura.--Bueno, tal vez aún no sale mucho de la cordillera, espero me equivoque, pero con la guerra que tenemos sobre nosotros, no pasara mucho tiempo para que la tenga que utilizar...-- pensó, cerrando el mueble.
Al girarse, notó una nota sobre la mesa, escrita con la peculiar letra de Floppa:
"Si despiertas antes de que vuelva, puedes explorar el castillo. La mayoría está dormida, pero si necesitas direcciones, solo pregunta a quien encuentres. Nos vemos en un rato."
--Jaja, bueno, su letra se mantiene igual, ni bonita, ni fea...--
Pope sonrió, guardando la nota en su bolsillo, y salió al pasillo. Apenas tocó el pestillo de la puerta, sintió algo pegajoso. Al mirar con más atención, notó una mancha de color marrón oscuro: sangre coagulada.
--¿Qué...?--susurró, limpiándose instintivamente la mano contra su pantalón. Alguien debió haber tocado esa manija con una mano ensangrentada. Pensativo, siguió caminando por el castillo.
Decidió regresar hacia el ala del castillo donde se encontraban las habitaciones de sus compañeros. Al asomarse, vio a Bee y Fossil durmiendo tranquilamente su cama, Bee habia pateado a Fossil, quedando ambos en una posicion chistosa, Oka, Dream, Jura y Alex tambien estaban durmiendo apaciblemente. Satisfecho de que todo estaba en orden, continuó explorando, dejando atrás el ala de los dormitorios y subiendo por una escalera de piedra.
Conforme subía, el castillo se desplegaba en pasillos llenos de ventanas estrechas por donde la luz azul del amanecer se colaba, creando un juego de sombras en las paredes. A medida que Pope avanzaba, el sonido de los engranajes del molino y el canto de las aves llenaban el silencio.
Finalmente, llegó a la cima de la torre. Delante de él, una plataforma de lanzamiento, con una enorme resortera, se extendía hacia el cielo. En el centro de la plataforma estaba el Sparrow. Desde ahí, las aspas del molino pasaban casi frente a Pope, eran enormes, ahora se explicaba por que las habia visto claramente desde el cielo el dia anterior, cuando llego con Floppa en el Sparrow. La vista era impresionante, al fondo, cerca del valle, el lago estrella resplandecia con los colores del amanecer; el sol apenas comenzaba a despuntar, y la cordillera parecía un mar de tonos azules y dorados.
--Vaya… este lugar es realmente hermoso-- murmuró Pope para sí mismo, tomando una bocanada de aire fresco y disfrutando de la quietud del amanecer.
De repente, un fuerte ruido de motores rompiendo el silencio lo sacó de sus pensamientos. Pope se dio vuelta justo a tiempo para ver una nave que se acercaba por el horizonte, similar a un halcón, con alas extendidas y algo enorme que parecia ser un caparazon atado a su parte inferior. Pope observó con curiosidad cómo la nave descendía, moviéndose con gracia hacia la parte inferior del castillo, a donde Pope todavia no habia ido.
La nave se acercó lo suficiente para que Pope pudiera distinguir las figuras en el interior. En la cabina del piloto, con expresión concentrada, estaba Arthur, manipulando los controles con cuidado. Detrás de él, casi en la cola de nave, en la posición del artillero, estaba Dickson, quien levantó la mano en un saludo al ver a Pope observando desde la plataforma.
--¡Buenos dias Pope! ¡¿Dormiste bien?!-- gritó Dickson por encima del ruido de la nave, su voz divertida resonando en el aire.
Pope asintió, levantando una mano en señal de saludo.--¡Sí, bastante! ¿Y ustedes, qué han estado haciendo?--
Dickson soltó una carcajada y señaló hacia el caparazón--Nada especial papi, solo fuimos a recoger algo al bosque ¡No queríamos que Floppa anduviera solo tan temprano!--
Al escuchar esto, Pope entrecerró los ojos, buscando a Floppa en la nave. Fue entonces cuando notó los vidrios en forma de cupula en ambos lados de la cabina del piloto. A través de el que quedaba frente a el, vio a Floppa, sujetándose en donde estaba, casi frente a los pies de Arthur, no veia bien que estaba haciendo, Floppa entonces noto a Pope. El muchacho levantó la mano y le sonrió desde su posición.
--¡Buenos días, Pope!-- saludó Floppa, su voz apenas audible a través del vidrio. "¿Todo bien por aquí?"
Pope sonrió y asintió.--¡SI! ¡¿Que haces despierto tan temprano?!--
Floppa se encogió de hombros, riendo.--Ya sabes… hay cosas que hacer desde temprano en la cordillera-- respondió, señalando el caparazón.--Este es uno de los más grandes que he visto en mucho tiempo. Va a venir bien para algunas armas y herramientas.--
Arthur, se asomo desde uno de los lados de la cabina, miró a Pope y añadió con una sonrisa--Sí, y justo estábamos hablando de hacerte un pequeño recorrido cuando aterricemos. Si quieres claro--
Pope se cruzó de brazos, pensativo.--Seeeh, okay--
Los 3 asintieron y entonces, mientras la nave descendia hacia la parte inferior, Pope vio un resplandor en el lugar donde estaba Floppa, luego este aprecio a su lado.
--Mira esto--Dijo Floppa mientras jalaba a Pope a una orilla de la torre, al fondo, se podia ver una caida amplia, dos cascadas caian a los lados del castillo, y luego, un rio las juntaba e direccion al lago estrella, la nave caza entro entre un espacio entre ambas cascadas, no se veia como una base super avanzada, pero la organizacion y mimetizacion con la naturaleza de la construccion del castillo impresiono a Pope.
--Whoa...--Dijo Pope--Es casi como si fuera parte de la colina--
Floppa sonrio--Es por que lo es, el castillo en gran medida esta casi la colina, todo el castillo es algo asi como un hormiguero, a excepcion de las torres y las estructura del segundo piso, esos si estan construidos sobre la colina--
Pope asintio, ese lugar, aunque era distinto a Kingsbury, y a lo que Pope en lo personal le gustaba, igual era lindo, casi como si Floppa hubiera elegido el lugar donde hiba a caer, el chico encajaba tan bien en ese lugar que a Pope se le hacia gracioso.
Mientras Floppa se colgaba de la barda, hechando el torso fuera de la baranda, casi como si fuera a saltar hacia el vacio Pope lo miró con una sonrisa.--Tú… ¿alguna vez has usado esa armadura que tienes en tu cuarto?-- preguntó Pope, refiriéndose a los fragmentos de armadura que había visto antes.
Floppa bajó los pies al suelo, riendo mientras le lanzaba una mirada inquisitoria--Oh, la encontraste. Sí, pero solo la use una vez, cuando me presentaron como principe, asi que lleva casi 2 meses sin usarse--
Pope entonces ventilo otra duda que tenia
--Y que era eso que traian colgando?--Pregunto mientras miraba a Floppa
--Ah eso...Es caparazon de chanchopoyo--Dijo Floppa con una sonrisa mientras ambos comenzaban a descender de la torre hacia el castillo y la habitacion de Floppa
--Achinga, que es eso?--Pregunto Pope alzando una ceja
Floppa le lanzó una sonrisa despreocupada mientras abría la puerta.--Es ese gato gigante que los perseguía ayer en el bosque.--
Pope lo miró, aún incrédulo, esperando que le diera una respuesta diferente. --¿Esa cosa? ¿En serio? ¿Eso es todo?--
Floppa rió y asintió. --Sí, Pope, eso es todo, que esperabas?, un insecto?--.
Pope se rasco la nuca--A decir verdad, si---
Floppa se froto un brazo, ese tic que Pope ya conocia desde que tenia memoria de verlo--Es un felino enorme--Dijo Floppa-- Los chanchopoyos cuidan el bosque y, en general, son pacíficos… aunque a veces son territoriales. Por lo que he visto, no representan un peligro real.--
Pope recordó cómo el enorme felino los había perseguido a él y a los demas chicos, y se rió mientras le contaba cómo Jura, despues de recatar la esfera que cobre que habia creido que era un niño lo vio y en un ataque de pánico, había comenzado a dispararle sin dudar.
Floppa avento un XD al aire--Todo es culpa de Jura como siempre... Aunque no lo culpo, el cagazo que el chanchopoyo le debio de causar debe de haber sido enorme. Lo gracioso es que yo estaba cerca de ustedes, jugando en ese caparazon que acabas de ver colgando de la nave cuando escuché los disparos de Jura y me acerqué a ver qué pasaba, si Jura no hubiera hecho eso, posiblemente nos habriamos encontrado en el caparazon y no en las afueras del bosque--
--¿Jugabas en él?--Pope sonrió, imaginándose a Floppa divirtiéndose con algo tan simple como un caparazon.
Al entrar al cuarto, Pope recordó el detalle de la puerta.--Ah, sí, por cierto, Floppa, ¿por qué hay sangre en el pestillo?--
Floppa levantó una mano y se tocó la nariz con un dedo despreocupado.--Ah, es mi nariz. Me sangra de vez en cuando.--
Pope lo miró con preocupación. --¿Otra vez te está pasando? ¿No que ya se había solucionado?--
--Sí, en realidad, parece que mi cristal ayudó a convertirlo en una ventaja. Mi trombocitosis reactiva ahora es algo… útil, digamos. La trombocitosis se ha adaptado y me permite hacer cosas que antes no podía.--
Pope arqueo una ceja--Ah si, otra cosa que queria preguntarte, de donde crees que vengan los poderes?--
Floppa repondio rapido--Los cristales--Dijo simplemente
Pope lo miró intrigado. --¿Esa es tu teoría?--
Floppa asintió.--Sí. Mi hipótesis es que los cristales nos mutaron a todos, dándonos habilidades únicas. Pero, hasta donde sé, tú, Bee y Fossil son los únicos con poderes, además de mí.--
Pope levantó una ceja.--¿Te refieres a que ni Jura ni los demás han mostrado habilidades especiales?--
--No, al menos no que yo los haya visto-- explicó Floppa.--¿Cuáles son los tuyos, Pope?--
Pope se recargó en la pared mientras explicaba. --Bueno, tengo control sobre ondas de luz y sonido. Puedo proyectarlas en rayos, y… bueno, asi me defiendo, por eso yo no cargo una pistola--
Floppa asintió, impresionado.--Yo, puedo teletransportarme, correr a súper velocidad y regenerarme. Aunque, claro, esas cosas me cansan rápido… bueno, rápido entre comillas.--
Pope sonrió.--Bee tiene un poder interesante también, puede copiar habilidades. Lo creo, porque la vi imitando tanto mis habilidades como las tuyas.--
Floppa asintió.--Sí, la vi hacerlo, ayer, cuando me asusto. Su capacidad para copiar es sorprendente, uso mis poderes y los tuyos sin practica ni nada, supongo que sus poderes tambien le dan cierto control sobre lo que imita.--
Finalmente, ambos bajaron hasta el jardín del castillo. La luz del amanecer iluminaba el espacio con un toque dorado, resaltando las plantas, el riachuelo y el pequeño kiosco que descansaba en el centro. Floppa condujo a Pope hasta una pequeña arena de combate, rodeada de árboles y piedras.
--¿Sabes cómo pelear con tu espada, Pope?-- preguntó Floppa
--No, bueno, medio se...o eso creo--Por que??--
Floppa camino frente a el, mientras desenfundaba su espada, la espada se veia parecida a las piezas de armadura que Pope habia visto en el closet de Floppa.
--Por que te voy a enseñar un poco, una embarradita no caera mal, sobre todo por lo que viene--Dijo Floppa mientras se terminaba de posicionar
--Tu ya sabias usar la espada desde el mundo anterior no?--Pregunto Pope
--Aham, pero pues, aqui terminaron de refinar mi tecnica, yo solo te voy a embarrar un poco de lo que se y despues te voy a pasar con el que de verdad le sabe-- Dijo Floppa mientras miraba a Pope desenfundar su espada.
--Floppa, ¿de qué está hecha tu espada? Se parece a la armadura que tienes en el armario.--Dijo por fin Pope
--Es caparazón de chanchopoyo-- explicó
--¿Caparazón de… ese gato gigante?--preguntó Pope, incrédulo.
--Sí--asintió Floppa, levantando la espada para que Pope la viera mejor.--Cuando un chanchopoyo muda su caparazón, queda este material, aun no estoy seguro de que sea, creo que es hueso...pero sea lo que sea, es resistente, ligero y discreto, no se nota la diferencia con el metal hasta que lo vez de cerca--
--Y por que de ese material?--Pregunto Pope
Floppa, sonrio con orgullo--Segun las tradiciones de la cordillera, esta espada termina de reafirmar mi lugar como miembro de la realeza. Es como si el chanchopoyo me aprobara al concederme su caparazón.--
Pope asintió, impresionado, mientras pasaba la mano por la empuñadura de su propia espada, intentando procesar toda la información.--Entonces… no cualquiera puede usar ese material, ¿verdad?--
Floppa negó con la cabeza.--No, y mucho menos de esta manera. De hecho, llevo tiempo recolectando estos caparazones cuando encuentro alguno. Son raros, y no quiero desperdiciarlos, si bien si esta restringido el uso de caparazon para armas de este tipo, se puede usar para herramientas, blindajes, entre otras cosas, para eso tambien me traje el caparazon, no es del todo para mi, vamos a usar una parte para el blindaje la nave caza, y la otra de la vamos a dar a la gente de la cordillera, les dara mucho gusto no tener que preocuparase por material por un buen rato--Dijo Floppa mientras sonreia
A Pope lo intrigo ver eso, nunca habia visto a Floppa ser asi de condecenciente con las personas, jamas se lo imagino asi, osea que aparte de verse mucho mas tranquilo y feliz tambien habia cambiado, la cordillera si que hacia maravillas con la gente.
--Tu katana es de grafeno, ¿cierto? Es mucho más ligera que el caparazón y, aunque no es tan rígida, su flexibilidad y resistencia son sorprendentes.--Dijo Floppa a ver la hoja grisacea y brillante de la Katana de Pope
Pope asintió—. Sí, ahora que lo dices, tiene sentido, aunque francamente yo creia que era un metal raro...--
--Bien, ahora--Dijo Floppa--Una katana se maneja distinto a una espada convencional como la mia, asi que pues...no se bien como usarla, Joseph sabe de eso...te enseñare lo que pueda--Dijo mientras sonreia
Después de una breve explicación, Floppa lo guió por algunos movimientos básicos y posturas. Pope asimiló rápido y, tras algunos intercambios, empezó a igualarse a Floppa, logrando asestar algunos golpes.
Floppa sonrió, admirado—Vas mejor de lo que pensé.--
Pope sonrio mientras intercambiaba golpes de espada--Si le puedo entender a esto..--
Pope se detuvo un momento y, con un toque de curiosidad, lanzó una pregunta que llevaba en mente desde que Floppa le propuso el entrenamiento.
—Oye, Floppa… —empezó, sosteniendo su espada con ambas manos—, entiendo que es importante aprender a defenderse, pero, ¿por qué insistes en que domine tan bien la espada?
Floppa lo miró seriamente, bajando la guardia. Después de una pausa, respondió con una franqueza que Pope no esperaba.
—Porque vamos a salir a buscar a Dann. Y ahí afuera… —Floppa dirigió su mirada hacia el horizonte, con expresión grave—. Ahí afuera, las cosas son mucho más complicadas de lo que parecen aquí. Necesitaremos todas las habilidades que podamos reunir...--
Internamente, Pope le agradecio a su amigo, literal tenia un dia que habia llegado a la cordillera y Floppa ya le estaba ayudando a hacer un plan para encontrar a su pareja, Pope sonrio mientras la practica continuaba, eventualmente, Floppa desarmo a Pope, su katana callo al suelo, mientras Floppa presionaba su hoja contra el pecho de Pope.
--Okay okay, ya, me ganaste, me rindo--Dijo Pope mientras alzaba las manos
Floppa rio--Ya agarraras mas practica cuando el maestro Joseph te enseñe, el si es un experto, el me termino de afilar en esto--
Entonces, un chiflido los hizo voltear hacia la entrada del jardin, Floppa sonrio al ver a un hombre alto y fornido, de barba gris y ojos serenos, que caminaba hacia ellos con un par de vasos en la mano.
—Hablando del rey de Roma… —murmuró Floppa, guardando la espada en su funda antes de correr hacia él—. ¡Buenos días, maestro Joseph!
Pope se quedó observando, algo desconcertado. Floppa y el hombre intercambiaron unas palabras y risas amistosas, como si fueran viejos amigos. Al acercarse, Floppa hizo una seña a Pope para que se uniera a ellos.
—Pope, te presento al maestro Joseph. Es quien me ayudó a perfeccionar mi técnica con la espada. —Floppa sonrió con respeto al mirar al maestro—. Y, maestro, este es Pope, quien también está interesado en entrenar.
Pope rio--Mas bien es que Floppa me esta poniendo a entrenar...--
Joseph asintió con una leve inclinación, y una pequeña risa, entregando uno de los vasos a Pope. Este lo observó con curiosidad, notando que el líquido era de un tono rosa pálido con un olor peculiar.
—Es un licuado de nueces dragón con fresas —dijo Joseph—. Algo que ayuda a empezar el día y a recuperar fuerzas.
Pope le dio un sorbo, pero el sabor le hizo fruncir el ceño de inmediato. Era… amargo. Muy amargo. Sin embargo, al pasar unos segundos, un gusto dulce y agradable surgió en su boca, lo que lo hizo mirarlo con sorpresa.
—Primero amargo y luego dulce… curioso —comentó Pope, observando el vaso.
Floppa se rió, acostumbrado a la reacción, el mismo la tuvo durante mucho tiempo hasta que se acostumbro.
—Sí, es algo normal. Las nueces dragón solo crecen aquí en la cordillera. Saben muy amargas al principio, pero si las mascas un rato, se vuelven dulces. El licuado mantiene esa propiedad. Te acostumbras con el tiempo.
Después de terminar el licuado, Floppa miró a Pope y luego a Joseph.
—Bueno, los dejo. Pope, si necesitas algo, estaré en el laboratorio con Arthur trabajando en algo importante. —Floppa hizo una leve reverencia a Joseph—. Maestro, cuídemelo bien.
Joseph asintió con una media sonrisa, observando a Floppa mientras este se alejaba hacia el castillo.
—Entonces, Pope —dijo Joseph, volviendo la atención hacia él—. ¿Así que quieres aprender a usar la espada?
—Si —respondió Pope, con una mezcla de nervios y determinación—. Aunque, si me permite decirlo, creo que seré mejor alumno que Floppa.
Joseph soltó una risa profunda, entretenido con la confianza de Pope.
—Esa es una buena actitud. Veremos si puedes cumplirlo.
Pope esbozó una pequeña sonrisa antes de colocarse en posición, atento a las indicaciones de Joseph.
—Lo primero que debes entender es que cada espada tiene su propio carácter. La tuya, por ejemplo, es una katana de grafeno, ¿cierto? —preguntó Joseph, observando la hoja de Pope.
—Sí, de grafeno. Floppa me dijo que es ligera, flexible y resistente, aunque no tan rígida como el caparazón que él usa —respondió Pope.
—Exacto. El grafeno es único en su manejo. Con una katana como esta, puedes aprovechar su ligereza para maniobras rápidas y cambiar de posición con fluidez. Pero también debes entender su punto débil. Al no ser tan rígida, necesitas evitar golpes directos contra armas más pesadas. Es ideal para movimientos rápidos y precisos.
Joseph le indicó a Pope que adoptara una postura defensiva y comenzó a lanzarle golpes controlados, observando cómo se movía. Pope bloqueó algunos, aunque con algo de dificultad al inicio, tratando de ajustar su postura conforme Joseph le corregía los movimientos.
—No te pongas rígido —le indicó Joseph—. La clave está en la flexibilidad. Piensa en la espada como una extensión de tu cuerpo, no como una herramienta que controlas. Sigue el flujo de cada movimiento y fluye con ella.
Pope asintió, respirando profundamente para relajarse. Intentó seguir el consejo, dejando que el peso ligero de la katana lo guiara en lugar de forzar cada movimiento. Empezó a notar la diferencia. Al evitar tensarse demasiado, sus movimientos se hicieron más fluidos, y Joseph asintió con aprobación.
—Bien, Pope. Ahora, intenta aprovechar la flexibilidad de la katana para desviar el golpe en lugar de bloquearlo de lleno.
Joseph lanzó un golpe de prueba, y esta vez Pope usó la curvatura de la katana para desviar la espada del maestro. Aunque aún le costaba, empezaba a sentir el ritmo de su arma.
—Eso es, buen trabajo. Recuerda siempre la rapidez —continuó Joseph—. Con una espada de grafeno, el factor sorpresa es tu mejor aliado. Ahora, intenta golpearme.
Pope dudó un instante, pero luego asintió y dio un paso al frente, atacando. Joseph bloqueó sin esfuerzo, aunque parecía estar evaluando cada golpe.
Después de varios intentos, Pope retrocedió, respirando un poco agitado.
—No está mal para empezar, Pope. Se ve que tienes determinación, y eso es lo que hace a un buen espadachín —dijo Joseph, con una leve sonrisa.
Pope, motivado, respiró profundamente y se preparó para otro ataque.
—Gracias, maestro. Aunque aún me falta mucho para alcanzar a Floppa —admitió.
Joseph lo miró con una mezcla de simpatía y confianza.
—Floppa tiene su propio estilo, y es único. Es rápido y ágil, siempre en movimiento. Y, además, mantiene cierta distancia de su oponente, atento a cada movimiento. Le gusta acabar las peleas rápido, sin dar oportunidad a que su rival reaccione.
Pope asintió, imaginando el estilo de Floppa mientras intentaba pensar en cómo podría adaptarse él mismo.
—Sin embargo, veo en ti algo diferente —continuó Joseph—. Floppa ataca con impulso, pero tú tienes algo más estratégico. Observas antes de actuar, y esa paciencia puede ser una gran ventaja en combate. Si logras combinar esa mentalidad con la técnica, podrás enfrentar a cualquier rival, Pope.--
Eventualmente el maestro Joseph detuvo su avance y bajó la espada, respirando profundo mientras observaba a Pope, quien también estaba sudoroso y agotado.
—Es suficiente por hoy, Pope. La espada requiere tanta resistencia mental como física. No conviene sobrepasar los límites —dijo Joseph, con una leve sonrisa de aprobación.
Pope asintió, secándose el sudor de la frente con el dorso de la mano. Aun así, una chispa de curiosidad brillaba en sus ojos. Recordó lo que Floppa había mencionado antes de irse.
—Maestro Joseph, ¿podría llevarme al laboratorio del que me habló Floppa? Me dijo que estaría allí.
Joseph lo miró con una ceja levantada, visiblemente pensativo.
—¿Estás seguro? —preguntó el maestro, una sonrisa un poco resignada asomándose en su rostro—. El laboratorio de Floppa no es… como otros. Podría sorprenderte.
Pope asintió, firme.
—Sí, estoy seguro. Además —añadió con determinación—, están trabajando en algo importante… Un plan para encontrar a Dann.
Joseph exhaló un suspiro, asintiendo.
—Muy bien, entonces. Te advierto que lo que verás podría desafiar algunas de tus expectativas, pero mientras no te asustes por lo que oigas o veas, te irás acostumbrando. Vamos.
Ambos caminaron juntos por los largos y adornados pasillos del castillo, el eco de sus pasos resonando mientras avanzaban. Después de un rato, llegaron a una escalera de piedra que descendía hacia lo que parecía ser una sección menos decorada y mucho más industrial del castillo. Conforme bajaban, el ruido de herramientas, martillazos y otros sonidos mecánicos se hacía más fuerte. Pope también escuchó voces alzándose por encima del ruido, claramente reconocibles como las de Floppa y Bee.
Al llegar al final de las escaleras, Pope se encontró en un amplio hangar. La vista era impresionante: mesas cubiertas de herramientas, piezas de metal esparcidas y maquinaria extraña que parecía funcionar solo a medias. Las paredes del hangar estaban llenas de paneles metálicos y todo tipo de materiales; cables colgaban del techo, y las luces eran más tenues, otorgando al lugar un aire caótico y misterioso. En medio de todo eso, Pope alcanzó a ver a Floppa y a Bee discutiendo mientras trabajaban.
—Intenta usar tus poderes con la sangre de todos —dijo Floppa, con un tono serio, mientras le pasaba a Bee varios tubos de ensayo llenos de un líquido oscuro—. Si tú misma dices que necesitas a las personas cerca para replicar sus poderes, tal vez solo necesites algo de ellos… algo que contenga su genoma.
Bee, sentada con un algodón en el brazo después de una extracción, miró los tubos con expresión dudosa.
—¿Por qué cada tubo tiene un tapón de color diferente? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Para que sepas de quién es la sangre —respondió Floppa, esbozando una sonrisa un poco traviesa.
Bee bufó, mirando los tubos con cierta incomodidad.
—¿Y por qué sangre, Floppa?
—Bueno, era eso o un pedazo de piel —contestó él, encogiéndose de hombros—. Y además, ni siquiera estamos seguros de que funcione. Solo es una teoría.
Bee exhaló con resignación, pero parecía dispuesta a intentarlo. En ese momento, Floppa se giró hacia Fossil, que estaba parado al lado, observando la situación.
—Luego vengan para probar algunas de tus habilidades, Fossil. Puede que eso nos dé otras ideas.
Bee y Fossil, tomados de la mano, comenzaron a caminar hacia la salida. Al pasar junto a Pope, Bee le lanzó una sonrisa de complicidad.
—Ah, Pope, por si acaso… Si ves cosas raras aquí abajo, o si ves a Floppa y a los chicos de la cordillera haciendo cosas estúpidas con mezclas químicas o enredándose con las naves, no te asustes. Al parecer así es como trabajan ellos —comentó con una risa.
Pope arqueó una ceja y lanzó una mirada interrogativa a Joseph, quien simplemente se encogió de hombros, como si también estuviera acostumbrado a los métodos poco convencionales de Floppa y los demás. Mientras Bee y Fossil se marchaban, Pope no pudo evitar sentirse perplejo. En el mundo anterior, Floppa era extremadamente ordenado; casi rozaba la obsesión con mantener limpio y meticuloso cada espacio de trabajo. Pero aquí, todo parecía estar sumido en un caos organizado. Las batas de laboratorio colgaban al lado de la puerta, pero nadie las usaba; en cambio, todos parecían preferir la libertad de moverse sin ellas, como si las batas solo estorbaran.
Estaba sumido en estos pensamientos cuando, de repente, un sonido explosivo lo sacó de su trance. Una gran nube de hollín y polvo se elevó justo en el centro del hangar, y Pope dio un salto hacia atrás, alarmado.
—¿Qué rayos…? —murmuró, mientras él y Joseph se volvían para mirar al frente.
En ese momento, las puertas del hangar se abrieron, dejando entrar una corriente de aire fresco que comenzó a disipar la nube de polvo. Pope observó cómo la figura de Floppa emergía de la nube, sus manos quemadas y con varias marcas de hollín, sosteniendo un par de cables pelados que chisporroteaban ligeramente. Su rostro estaba visiblemente adolorido, pero en lugar de quejarse, sonreía como si nada hubiera pasado.
—¡Hey, Pope! —saludó Floppa, levantando las manos quemadas y sonriendo, a pesar de que el dolor se notaba en sus ojos.
A su lado, Arthur se limpiaba el hollín de la cara y se quitaba los lentes, revelando la marca blanca que habían dejado. Dickson y Momox también estaban cubiertos de polvo y ceniza, cada uno de ellos con una mezcla de cansancio y satisfacción en el rostro.
Pope miró la escena en completo desconcierto. Al fondo, observó la nave de combate que había visto esa mañana, pero ahora notó algo diferente: varios paneles de armadura parecían haber sido reemplazados con placas hechas del mismo caparazón que había visto antes. Parecía que habían estado trabajando en reforzar la nave con ese material.
—¿Qué… qué están haciendo? —preguntó Pope, aún sorprendido.
Floppa soltó una carcajada, a pesar del dolor evidente en sus manos.
—Solo un pequeño ajuste a la nave, Pope. Nada fuera de lo común —respondió con una sonrisa, antes de mirar a sus compañeros—. Creo que estamos progresando, chicos.
Arthur soltó una risa mientras limpiaba el polvo de sus manos.
—Si esto es progreso, entonces me temo que no quiero saber cómo sería un desastre —bromeó, quitándose el resto de la ceniza del rostro.
Momox también se unió a la conversación, frotándose las manos con una expresión divertida.
—Al menos ahora sabemos que los circuitos aguantan… más o menos.
Dickson miró a Floppa con una mezcla de desaprobación y diversión.
—La próxima vez, usa guantes, príncipe. No queremos que termines sin manos.
Floppa volvió a mirar a Pope, que seguía atónito, y le guiñó un ojo.
—Pope, ¿no te parece mejor esto que trabajar en un laboratorio aburrido y ordenado? Aquí, un poco de caos es parte de la magia.
Pope exhaló, tratando de procesar todo lo que acababa de ver. Aquella versión de Floppa, tan desenfrenada y casi temeraria en su enfoque, era un contraste abismal con el Floppa que conocía antes.
—Definitivamente… es diferente —respondió finalmente, con una sonrisa incrédula.
Floppa asintió, como si esa fuera la mejor respuesta posible, y luego volvió a observar el caparazón que habían añadido a la nave.
—Sabemos que el caparazón de chanchopoyo es resistente, así que si conseguimos ensamblarlo bien, podríamos tener una nave mucho más duradera y ligera. Pero, claro, todavía estamos ajustando… detalles.
Joseph, a su lado, dejó escapar una risa suave.
—Digamos que el trabajo aquí es menos formal que en el mundo anterior, Pope. En esta tierra, la flexibilidad es una herramienta necesaria, tanto en combate como en los proyectos.
Floppa sonrió, observando a Pope.
Pope observaba las manos quemadas de Floppa, notando el dolor reflejado en su rostro a pesar de la sonrisa que intentaba mantener. La piel enrojecida y chamuscada parecía empeorar con cada movimiento. Sin poder contenerse, Pope frunció el ceño y le preguntó:
—Floppa, ¿no te duele mucho?
Floppa soltó una risa amarga mientras levantaba las manos para mostrarlas mejor.
—Dolerme...ja! me duele como la chingada —respondió con una sonrisa torcida—, pero no te preocupes. Esto se regenera solo.
Pope lo miró con incredulidad, como si no lograra procesar completamente lo que Floppa le decía.
—¿Se regenera… así, sin más? —preguntó, entre impresionado y escéptico.
Floppa asintió, encogiéndose de hombros como si fuera algo completamente normal.
—Sí, bueno… toma su tiempo. Verás —dijo, mientras agitaba un poco las manos quemadas—, la regeneración tiene sus trucos. Al menos lo suficiente para no tener que preocuparme de usar guantes.
Justo en ese momento, Dickson y Arthur llamaron a Floppa desde el otro lado de la nave, que estaba a medio cubrir con los paneles de caparazón.
—¡Hey, Floppa! Ven a ayudarnos con estas placas antes de que se suelten los soportes —gritó Dickson, quien sostenía una placa con ambas manos, esperando la ayuda de Floppa.
Floppa asintió rápidamente, dirigiéndose hacia ellos con una ligera prisa. Pope, aún confundido y con la curiosidad picándole, lo siguió de cerca. Mientras avanzaban, Pope notó que las quemaduras en las manos de Floppa comenzaban a sanar; la piel se volvía poco a poco más clara, y las zonas chamuscadas parecían desprenderse y ser reemplazadas por capas nuevas. Fascinado, no pudo evitar preguntarle:
—Entonces… ¿te sanas así de rápido siempre? ¿O hay algo que limite esa regeneración?
Floppa, ahora concentrado en remachar una placa cerca del vidrio redondo que imitaba el ojo de un ave en la cabina de la nave, respondió con calma sin dejar de trabajar.
—No siempre —explicó—. Mi regeneración depende de varias cosas: mi nivel de cansancio y, claro, la gravedad de la herida. Por ejemplo, quemaduras como esta son molestas, pero no tan graves. Me recupero un poco más lento si el daño es superficial, pero extenso.
Pope frunció el ceño, notando que la respuesta no le cuadraba del todo.
—¿Y… si las quemaduras fueran más serias?
Floppa, sin dejar de concentrarse en la placa, hizo una pausa antes de continuar.
—Ahí cambia la cosa. Por ejemplo, en uno de nuestros entrenamientos, Dickson y Arthur combinaron un ataque —prosiguió, dejando el martillo para mostrar con las manos la forma de una explosión—. Fue una especie de rayo ígneo. Levanté mi campo TA, pero todavía es débil, así que el rayo lo atravesó como si nada. Me quemó un costado… y créeme, fue terrible. Ni siquiera mi cuerpo pudo regenerarlo bien al principio.
Pope lo miraba, boquiabierto.
—¿Y cómo… cómo te recuperaste entonces?
Floppa suspiró, como si recordar la experiencia fuera tan doloroso como la herida misma.
—La Doctora Tina tuvo que cortar toda la carne quemada. Solo así mi regeneración pudo funcionar. Al final, quedó como algo manejable, pero… —Floppa volvió a encogerse de hombros, tratando de restarle importancia—. Es lo que es. Nada tan grave.
Pope no pudo evitar sentir una mezcla de asombro y desagrado. Para él, aquello sí sonaba grave, aunque Floppa lo describía con la mayor naturalidad del mundo.
Sin embargo, antes de que pudiera continuar con sus preguntas, Floppa volvió a enfocarse en la nave, donde Dickson y Arthur ya comenzaban a ajustar otras placas junto a la cabina. Pope observaba fascinado el proceso: los paneles de la nave iban reemplazándose por piezas de un material oscuro y translúcido, que parecía al mismo tiempo ligero y resistente. Reconoció de inmediato el caparazón de chanchopoyo, que había visto en la mañana, ahora convertido en una armadura funcional.
Después de unos minutos, Pope rompió el silencio.
—Floppa, ¿cuál es exactamente el plan para encontrar a Dann? —preguntó, sin apartar la mirada del trabajo que realizaban.
Floppa, que estaba remachando una última pieza cerca de la cabina, alzó una mano indicando que le diera un momento.
—Dame un segundo para terminar aquí —respondió, mientras concentraba su energía en alinear la placa y asegurarla con precisión.
Unos segundos después, Floppa dio un último golpe firme al remache, dejando la pieza asegurada. Dio un paso atrás para revisar el resultado y asintió, satisfecho. Ahora, la nave estaba completamente cubierta con el nuevo blindaje de caparazón, que cambiaba el aspecto de la nave: su antiguo color amarillo arena, característico de la cerámica férrica, había sido reemplazado por el azul oscuro y translúcido del caparazón de chanchopoyo. La nave brillaba bajo las luces del hangar, mostrando un acabado que parecía resistente y elegante.
Arthur se acercó, observando el resultado con una sonrisa aprobatoria.
—Le daremos una mano de pintura para que no se vean todas las entrañas de los motores y cabinas. Algo menos transparente, pero que conserve el estilo.
Floppa asintió, observando también el resultado.
—Buena idea, Arthur. No queremos que el enemigo vea los circuitos internos. Es una ventaja, pero tiene que ser discreta.
Dicho esto, Floppa se giró hacia el resto de los presentes.
—Bien, chicos. Vámonos todos a la sala de estrategias. Hay que repasar el plan y poner todo en orden.
Luego, volteó hacia Dickson, que se encontraba un poco más atrás.
—Dickson, dile a Luis que lleve el Núcleo N2 a la sala de estrategias.
Dickson levantó la vista y localizó a Luis en una esquina del hangar, ajustando unas herramientas.
—¡Luis! —gritó Dickson, llamando la atención de su compañero—. ¡Lleva el Núcleo N2 a la sala de estrategias, y no tardes!
Luis levantó el pulgar en señal de confirmación, y Pope notó el aire de informalidad y camaradería que fluía entre todos en el hangar. Sin más demora, el grupo comenzó a dirigirse hacia la salida, siguiendo a Floppa mientras dejaban atrás la nave recién blindada.
En el camino, Pope se acercó nuevamente a Floppa.
—Entonces… ¿ahora sí me puedes explicar en qué consiste el plan?
Floppa asintió mientras caminaban por el pasillo que llevaba a la sala de estrategias.
—¿Y el Núcleo N2 tambien? —preguntó, recordando la mención de ese extraño dispositivo.
Floppa esbozó una sonrisa, dejando ver su entusiasmo.
—Es una pieza que Dickson, Arthur y yo estuvimos desarrollando, es una fuente de energia limpia, funciona con el mismo combustible del sparrow, y esta construida con la esfera de cobre que Jura encontro ayer, el combustible del que te hablo es agua irradiada de nuestros cristales, conectado al aparato que pensamos contruir, puede amplificar la señal hasta alcanzar niveles que nunca habíamos intentado. Es decir, en teoría, podría permitirte proyectar la señal mucho más lejos, incluso fuera de los límites de la cordillera.
La idea comenzaba a tomar forma en la mente de Pope. Con el Núcleo N2, podría proyectar una señal lo suficientemente potente como para alcanzar a Dann, sin importar dónde estuviera.
Cuando llegaron a la sala de estrategias, el ambiente ya estaba completamente inmerso en la seriedad de la misión. Luis llegó poco después, cargando el Núcleo N2, una estructura brillante y pulida, llena de circuitos y cables de aspecto intrincado.
Floppa se acercó a la mesa central y colocó un mapa extenso de la región, señalando distintos puntos.
—Para encontrar a Dann, vamos a rastrear su firma de energía… o algo que se le parezca —dijo, mirándolo directamente a los ojos—. Descubrí que los cristales que tenemos —nuestros "cristales estrella", como los llaman— emiten una firma de energía específica. Cada cristal es único, y si podemos sintonizar esa frecuencia, deberíamos poder rastrear la de Dann también.
Pope lo miró, asintiendo lentamente, aunque todavía algo confuso.
—¿Y cómo planean hacer eso? —preguntó, cruzando los brazos—. Una cosa es rastrear energía, pero identificar a Dann en medio de todo eso…
Floppa sonrió y comenzó a caminar alrededor de la mesa.
—Por eso les saqué sangre a todos —dijo con una mirada astuta—. Esa firma de energía que el cristal deja se infiltra en el genoma, de alguna forma. Mi idea es extraer esa firma de energía de sus genes y construir una especie de rastreador que capte esa misma señal en el ambiente.
Pope asintió, ahora comprendiendo mejor el plan. Arthur intervino en ese momento, señalando una pieza metálica que habían colocado sobre la mesa.
—Aquí es donde entra el Núcleo N2 —explicó Arthur—. Esta es una fuente de energía que Floppa y yo construimos hace unas horas. Se basa en energía de cristal y funciona con agua dura electrificada, que descubrimos de casualidad cuando buscábamos una fuente de energía para el Sparrow.
Pope frunció el ceño, intrigado.
—¿Agua dura electrificada? ¿Cómo funciona eso?
Floppa hizo un gesto con las manos, como si tratara de dar forma a la explicación en el aire.
—Es un agua especial que encontramos. Está irradiada con energía de cristal. Cuando la electrificamos, produce una energía limpia y potente, perfecta para alimentar el Núcleo N2. —Luego señaló una pequeña esfera de cobre en el centro de la sala—. Esa esfera la encontramos en el bosque de la corrupción. Jura la confundió con un niño y nos la trajo, sin saber que sería clave para construir el núcleo.
Pope observó la esfera, sintiendo una extraña reverencia hacia el objeto.
—Impresionante… —murmuró—. Entonces, la idea es construir una máquina que permita a Bee y a mí combinar nuestros poderes para rastrear la firma de energía de Dann.
Floppa asintió con entusiasmo.
—Exactamente. Con esta máquina, podríamos tener una ubicación aproximada de Dann, y quizás algo más preciso si tienes éxito con la señal.
Bee, que estaba en un rincón de la sala escuchando con atención, levantó una ceja.
—¿Y ya tenemos todo para construirla? —preguntó, entrelazando los dedos como si ya se estuviera preparando para ponerse manos a la obra.
Floppa y Arthur se miraron, y ambos negaron con la cabeza al mismo tiempo. Fue Floppa quien respondió:
—Nos falta una pieza. El Pharo. Es una pieza rara que ya casi no se produce, y hasta donde sabemos, la única forma de conseguirlo es en la capital: Desolea.
Pope dejó caer los brazos con una expresión de incredulidad.
—¿Desolea? Según mi mapa, está a semanas de viaje desde aquí. Nos tomaría al menos un mes si vamos a pie o a caballo.
Floppa y Arthur intercambiaron miradas y soltaron una carcajada. Arthur, intentando contener la risa, palmeó a Pope en la espalda.
—¿Y acaso creías que íbamos a ir montados en caballos? —preguntó, todavía riéndose—. Tenemos la nave caza y el Sparrow. Con esas dos, podemos llegar y regresar en un día si no paramos.
Pope se quedó en silencio por un momento, procesando el alivio y la sorpresa.
—¿De verdad…? —murmuró, con una sonrisa nerviosa.
Bee rodó los ojos y sonrió, cruzando los brazos.
—Es una nave, Pope. Creo que vas a tener que acostumbrarte al ritmo de estos chicos —bromeó—.
Floppa, recuperando la compostura, señaló un punto en el mapa, trazando con el dedo la ruta más corta hacia Desolea.
—Sí, y además no será tan fácil como parece —dijo, adoptando un tono más serio—. Últimamente, hemos visto una nave caza rondando por la región. No tenemos claro quién la tripula ni de dónde viene, pero ha estado demasiado cerca para ignorarla. Así que, si vamos, debemos estar preparados para cualquier encuentro.
Arthur asintió, mirando al resto con determinación.
—Por eso el equipo de búsqueda va a ser reducido —explicó—. Bee, Fossil, Pope, Floppa y yo iremos. Los demás se quedarán aquí para vigilar la cordillera y comenzar la construcción de la máquina en cuanto tengan los planos.
Fossil asintió en silencio, y Bee, con los ojos brillantes de emoción, se adelantó unos pasos.
—Entonces, vamos a salir en cuanto esté todo listo, ¿verdad? —preguntó, claramente ansiosa.
Floppa sonrió y le dio un ligero empujón en el hombro.
—Sí, Bee. Y no te preocupes, tenemos suficiente energía en el Sparrow y la nave caza para hacer el viaje sin descanso —añadió—. Solo asegúrate de empacar lo necesario y que no olvides ninguna de tus cosas.
Pope se apartó un poco, asimilando el plan. El riesgo era evidente, pero la promesa de encontrar a Dann le daba una sensación renovada de esperanza. Observó a Floppa, que parecía totalmente concentrado en los detalles logísticos.
—Entonces, ¿cuánto tiempo nos tomará despegar? —preguntó, sintiendo el peso de la decisión en cada palabra.
Arthur se encogió de hombros y miró a Floppa.
—Si todo sale bien, podríamos salir al amanecer —respondió Floppa—. Necesitamos cargar bien el Núcleo N2 y ajustar el sistema de energía para el viaje. Además, Dickson tiene que revisar el blindaje y asegurarse de que el Sparrow esté en perfecto estado.
Bee asintió con determinación.
—Entonces, salgamos mañana al amanecer. No podemos perder más tiempo. Mientras más rápido traigamos esa pieza, antes podremos buscar a Dann.
Los chicos murmuraron en acuerdo, y Pope sintió la unidad del grupo como un peso tangible en el aire. Todos estaban comprometidos, cada uno dispuesto a enfrentar los riesgos para ayudar en la búsqueda.
Antes de que pudieran disolver la reunión, Dickson entró en la sala con un destornillador en mano, mirando a Floppa.
—¿Ya les dijiste sobre la actualización de las defensas papi? —preguntó Dickson, lanzando una sonrisa desafiante—. Porque si vamos a salir, quiero que sepan que tienen para usar papi.
Floppa rodó los ojos, pero asintió con un leve gesto de aprobación.
—Lo iba a hacer ahora. ¿Quieres explicarlo tú? —le dijo, cediéndole la palabra.
Dickson se irguió, dándole un par de golpecitos al destornillador mientras miraba al equipo.
—Primero, hablemos del Sparrow, el planeador de Floppa. Al Sparrow no le hemos instalado armas, como saben, porque sigue siendo más un medio de transporte que un vehículo de combate. Pero he cambiado toda la estructura para darle más resistencia: ahora está reforzada con caparazón de chanchopoyo, pintado de blanco. —Dickson señaló a Floppa con una sonrisa—. A tu gusto, claro.
Floppa asintió satisfecho. Pope lo miró de reojo, recordando cómo el equipo entero había trabajado durante horas reemplazando cada placa de la nave por el nuevo blindaje. Los chicos habían removido las viejas placas de cerámica y las cambiaron por las resistentes y translúcidas de color azul oscuro, que luego Dickson pintó de blanco para que se camuflara mejor de noche.
Dickson continuó, haciendo un gesto hacia el mapa.
—Le añadí faros, ya que vamos a viajar de noche y queremos ver más allá del siguiente acantilado. Además, el estabilizador está mejor ajustado. Por último, cambié el antiguo cinturón de cuero de las barandillas por una especie de columpio. —Miró a Floppa con una sonrisa de complicidad—. Así que, Floppa, ya no tendrás que recostarte en esas barandillas incómodas. Ahora tienes un soporte más amplio y cómodo.
Floppa sonrió, agradecido.
—Perfecto. Sabes que me gusta sentirme como en casa cuando vuelo. Gracias, Dickson.
Dickson asintió con satisfacción y luego volvió su atención hacia el resto del equipo.
—Ahora, respecto a la nave caza… —miró a Arthur, quien inclinó la cabeza con una expresión de confianza—. Arthur la va a pilotear, y eso significa que el artillero será Pope. Tú solo tendrás que disparar si algo se interpone en nuestro camino —le explicó, dirigiéndose a Pope.
Pope asintió, comprendiendo su rol.
—Supongo que no estará tan mal tener una función… activa —murmuró, aún algo incómodo con la idea de tener que disparar, pero sabiendo que era necesario.
Dickson continuó, mientras Arthur miraba a Pope con una media sonrisa, como si compartieran un secreto.
—Como pueden ver, el blindaje de la nave caza también fue reforzado con caparazón de chanchopoyo —dijo Dickson, señalando con el destornillador una de las placas sobre la mesa—. Esto le da una resistencia mucho mayor. Pope, lo acabas de ver con tus propios ojos —agregó, recordando las quemaduras en las manos de Floppa tras ajustar las nuevas placas al fuselaje.
Pope asintió, aún impresionado por el trabajo que los chicos habían hecho en tan poco tiempo.
—La resistencia de estas placas es impresionante —comentó, recordando el tono azul oscuro del caparazón antes de la capa de pintura—. Y sí, lo vi con mis propios ojos.
Arthur, cruzando los brazos, añadió:
—Y al blindaje se le suma el sistema de armas que ya lleva la nave. No necesitamos añadir nada más, solo afinar la puntería.
Bee, que había estado escuchando en silencio, levantó la mano como si estuviera en una clase.
—Entonces, ¿salimos mañana al amanecer? —preguntó, sus ojos llenos de emoción y expectación.
Arthur le hizo una señal afirmativa.
—Exacto. Mientras más pronto tengamos el Pharo, más rápido podremos empezar a rastrear la firma de energía de Dann —dijo con tono decidido, mirando a cada uno en la sala—. Todos han hecho un gran trabajo preparando la nave y el Sparrow, y con los ajustes de Dickson, el viaje debería ser seguro… siempre y cuando mantengamos los ojos abiertos.
Pope frunció el ceño, recordando el rumor de la nave desconocida que rondaba cerca de Desolea.
—¿Y esa nave caza que hemos visto cerca? —preguntó, mirándolos a todos—. No sabemos a quién pertenece, pero parece que podría cruzarse en nuestro camino.
Floppa asintió con gravedad.
—Es un riesgo, sí. No sabemos quiénes son ni qué quieren, pero si los encontramos, tenemos que estar preparados. —Sus ojos se encontraron con los de Pope—. No te preocupes, Pope. Con Arthur en los controles y tú en el asiento de artillero, tenemos una buena oportunidad de defendernos.
Bee soltó una risa rápida, animando a Pope con una sonrisa.
—Vamos, Pope. Te imagino como un artillero profesional ya. Seguro que lo haces genial.
Pope le devolvió la sonrisa, aunque algo nervioso.
—Voy a hacer lo mejor que pueda —dijo, intentando sonar seguro—. No soy un soldado, pero… confío en ustedes.
Arthur le dio una palmada en el hombro, mostrándole apoyo.
—No necesitas ser un soldado, Pope. Solo mantén la vista fija en lo que tengamos en frente y aprieta el gatillo cuando te lo diga.
Floppa dio un paso hacia adelante y extendió su mano al centro de la mesa.
—Bueno, entonces ya tenemos todo claro —dijo, con un tono solemne—. ¿Listos para salir al amanecer?
Bee, Fossil, Arthur y Pope pusieron sus manos sobre la de Floppa, sellando la misión con una promesa compartida. El peso de su objetivo se reflejaba en las miradas decididas de cada uno: encontrarían el Pharo y construirían la máquina que les permitiría rastrear a Dann.
Mientras todos se preparaban para abandonar la sala, Floppa se volvió hacia Dickson.
—Asegúrate de que el Sparrow y la nave caza estén completamente cargados y listos para despegar. No queremos problemas durante el vuelo.
Dickson asintió, dándole una mirada confiada.
—Descuida, Floppa. El Sparrow ya está listo para volar, y en cuanto termine de revisar la nave caza, también estará lista. Nos veremos en la pista al amanecer.
Con el plan decidido, el equipo se dispersó, cada uno con tareas pendientes antes de la partida. Pope sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero la determinación en los rostros de sus compañeros lo reconfortaba. A medida que salía de la sala de estrategias, miró una vez más a Floppa y asintió con una renovada confianza.
--Bueno, vamos a dormir--Dijo Pope mientras se estiraba
--Seh--Dijo Floppa mientras caminaban hacia su cuarto--Yo duermo en el suelo de nuevo, tu duermete en mi cama otra vez, vamos a necesitar energia para mañana, asi que pues, a dormirnos temprano--
Pope asintio mientras ambos entraban al cuarto, mañana seria un dia importante
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La noche estaba completamente despejada en aquella montaña remota, lejos del bullicio y las luces de cualquier poblado. Chara se sentó sobre una roca, con la vista clavada en el cielo estrellado. Su mano, aún temblorosa, envolvía la muñeca herida con una venda improvisada hecha con un pedazo de su propia camiseta. La herida pulsaba, como recordándole su error en la Ciudad Barrera de Coral. Entre dientes, maldijo.
—Debí ser más cuidadosa... —se dijo a sí misma, apretando la venda alrededor de su muñeca y haciendo una mueca de dolor. Con un suspiro, dejó caer la mano sobre su regazo y miró hacia las estrellas, buscando un descanso momentáneo en medio de todo el caos que la rodeaba.
A su lado tenía un trozo de pan duro y un pedazo de carne seca, su única comida de la jornada. Mientras masticaba con lentitud, su mente repasaba los últimos días, los robos y cada pieza que había conseguido reunir hasta ahora. Sentía el peso de sus esfuerzos, los peligros en los que se había metido, todo para armar el arma que, esperaba, fuera lo suficientemente poderosa para cumplir su misión.
—Bien, casi lo tengo… —susurró para sí, con una mezcla de esperanza y exasperación—. Los condensadores orgánicos de la selva viva, el espejo de obsidiana de Flintstone Edge, la poción eléctrica de Kingsbury, y las cintas magnéticas de Ciudad Lumia… —enumeró, acariciando las piezas que guardaba en su mochila como si fueran preciadas joyas.
Chara soltó una risita irónica. Era un botín impresionante, pero le había costado caro. La herida infectada en su muñeca era solo uno de los recordatorios de eso.
—Una herida más, ¿qué importa? —se dijo a sí misma, intentando convencerse. Pero la herida no dejaba de doler, palpitando con una quemazón que le decía que necesitaba atención. Claro, no tenía medicina, y tampoco podía detenerse.
"Cuando todo esto termine, podré descansar," pensó, tratando de empujarse a seguir adelante. Pero sabía que no era solo un pensamiento de aliento; ya había trazado su próximo paso, su siguiente objetivo: el Pharo.
Se inclinó sobre su mapa, desenrollándolo sobre una superficie plana de la roca y examinó los caminos que la rodeaban. Desolea estaba cerca, pero no podía tomar ninguna de las rutas comunes. Sus ojos recorrieron las rutas señaladas en el mapa, buscando alternativas más seguras, aunque fuera a costa de tiempo.
—El Pharo será lo último… cuando lo tenga, entonces sí, podré regresar —murmuró, trazando con el dedo un camino a través de senderos escondidos, alejados de las rutas patrulladas. "Después de eso, Goldwater. Acabaré con ese… chico —sus ojos se oscurecieron con furia contenida—. Y rescataré a mis padres. Mi hermano. Mi reino."
El silencio de la noche se mezclaba con el sonido lejano de algún animal nocturno. Chara terminó su comida, sintiendo la aspereza del pan en su garganta y el sabor metálico de la carne seca. Era un sabor al que se había acostumbrado, la rutina de sobrevivir por pura fuerza de voluntad. Aunque fuera difícil, prefería esto a estar bajo el yugo de Goldwater, lejos de su gente.
Mientras guardaba el mapa, un pensamiento cruzó su mente. Sin saber por qué, volvió a mirar hacia las estrellas, recordando al chico que vio caer en un haz de luz. Fue solo una fracción de segundo, pero aquella visión había quedado grabada en su mente, algo que no había podido sacudirse.
—¿Quién será? —murmuró, apretando los labios y mirando el cielo con el ceño fruncido—. ¿Por qué me importa, siquiera?
Por un momento, consideró la idea de acercarse al pueblo de la cordillera, preguntar por él. No sería difícil; seguramente alguien debía haberlo visto, debía ser alguien inusual en aquel lugar. Pero entonces la duda la carcomió: no sabía si los otros reinos la estaban buscando, ni si sería bien recibida en la cordillera. No sabía quién estaba a cargo de ese lugar, solo rumores escuchados en Kingsbury de un nuevo príncipe en la región.
—Un príncipe decente… si es que eso existe —se rió amargamente—. En fin, no puedo arriesgarme ahora.
Con un suspiro, cerró el motor de su nave caza y se aseguró de que todo estaba en orden. Había pasado horas reparándola, y aunque estaba cansada, sabía que en cualquier momento podría necesitar huir. Terminó de revisar cada tornillo y placa del blindaje, sintiendo una mezcla de orgullo y resignación. Había hecho todo este trabajo sola, y no tenía más remedio que seguir adelante así, sin ayuda.
Con un último vistazo al cielo, se subió a la cabina de su nave. Cerró la compuerta y se acomodó en el asiento, tirando la cabeza hacia atrás. En cuanto cerró los ojos, sintió el peso del cansancio arrastrarla, pero su mente no dejaba de reproducir la imagen del chico de la estrella.
—¿Quién eres? —susurró para sí misma, sin poder evitarlo—. ¿Eres alguien que pueda ayudarme? ¿O solo una sombra más en este mundo?
Chara cayo en un sueño profundo después de la extenuante jornada. Sin embargo, no tardó mucho en ser arrastrada a un extraño sueño, tan vívido que por un instante creyó estar despierta.
En este sueño, ella estaba de pie en medio de un claro rodeado de árboles brillantes, sus hojas iluminadas con un suave resplandor plateado. Frente a ella, el chico de la estrella la miraba con una sonrisa tranquila. Sus ojos, cálidos y serenos, la miraban como si fueran capaces de atravesar todas las barreras que ella misma había construido, y eso la inquietaba, pero también la llenaba de algo que no sabía describir.
—¿Quieres bailar? —preguntó él, extendiéndole la mano.
Chara lo miró con algo de incredulidad, y una risa nerviosa escapó de sus labios. Nunca había sido una persona que confiara con facilidad, y mucho menos que aceptara invitaciones de extraños. Sin embargo, en el mundo del sueño, sus dudas parecían desvanecerse, y en lugar de retroceder, aceptó la mano que le ofrecía.
—¿Bailar? —repitió, conteniendo una risa y levantando una ceja—. No es precisamente mi pasatiempo favorito.
—Entonces esta será tu primera vez —contestó él, con un toque de picardía en la voz.
Sin decir más, él la atrajo suavemente hacia sí, y ambos comenzaron a moverse al ritmo de una música inexistente, que parecía resonar desde el mismo suelo, una melodía suave y etérea que envolvía el ambiente. Chara se encontró riendo, algo que hacía mucho tiempo no sucedía. Había algo en él, en su manera de sostenerla, de mirarla sin juzgarla, que la hacía sentir ligera, como si todas sus cargas y preocupaciones se hubieran desvanecido por completo.
—Eres… diferente —murmuró Chara, casi sin pensarlo, mientras giraban lentamente en aquel claro de ensueño.
Él le sonrió, y en sus ojos brillaba algo más que comprensión, algo que despertaba en ella una esperanza que había estado enterrada durante tanto tiempo que ya ni siquiera sabía que existía.
Sin embargo, a medida que el sueño continuaba, una sensación de temor comenzó a apoderarse de ella. Sentía una profunda conexión con el chico, algo que le resultaba extraño pero reconfortante. Justo cuando estaba comenzando a aceptar aquella extraña felicidad, el chico comenzó a desvanecerse. Chara sintió cómo sus dedos, que estaban entrelazados con los de él, se disolvían como arena deslizándose entre sus manos.
—¡No, espera! —exclamó, alarmada, aferrándose a él con fuerza, intentando retenerlo, pero él se escapaba de sus brazos como un susurro en el viento.
Aterrada, intentó llamarlo de nuevo, pero su voz no encontraba eco, como si el mismo mundo estuviera en silencio. La figura del chico se desvanecía poco a poco, dejando un vacío gélido en sus brazos. Chara sintió que el corazón le latía con fuerza, y la desesperación crecía en su pecho.
En ese instante, el sueño se quebró, y Chara despertó sobresaltada en la cabina de su nave, su respiración agitada y su frente cubierta de sudor. El vacío de sus brazos aún le dolía, aunque sabía que solo había sido un sueño. Aún así, se llevó una mano al pecho, tratando de calmar los latidos desenfrenados de su corazón.
—Fue solo un sueño… nada más… —se dijo en un susurro, aunque la imagen del chico permanecía fija en su mente.
Aquella extraña mezcla de calidez y esperanza seguía allí, como una marca imborrable en su corazón. Cerró los ojos unos segundos, intentando despejar su mente, pero el rostro del chico de la estrella parecía haberse grabado en su memoria. No entendía por qué, pero algo en su interior le decía que ese sueño había sido algo más que una simple ilusión pasajera.
Se acomodó en el asiento, aún perturbada, y miró a las estrellas una última vez antes de intentar volver a dormir. Pero, aunque lo intentara, sabía que el recuerdo de ese baile y el vacío que sentía no la dejarían descansar del todo.