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Chapter 11 - Capitulo 10--El demonio Blanco

La madrugada se adueñaba del castillo de la Cordillera de Wright, y Floppa se encontraba profundamente dormido en su cama. La habitación, estaba iluminada apenas por la luz tenue que se filtraba por la ventana. Su respiración era tranquila, pero la paz era efímera; la noche anterior había sido agotadora. Después del fiasco en Desolea y la noche que le siguio en la que el y los chicos intentaron encontrar un sustituto para el pharo sin éxito, le caia como una losa, asi que aplastado por ese peso Floppa había caído en un sueño profundo. En el suelo, Pope, que había decidido regresarle su cama a Floppa, se acomodaba con una manta que lo abrigaba del frío.

Un golpe firme en la puerta lo despertó de golpe.El sonido de los nudillos resonó de nuevo, más insistente.

—Floppa, despierta —la voz de Arthur se escuchó desde afuera, urgente—. Rápido, algo está pasando en la torre.

Floppa abrió los ojos a regañadientes, sintiendo el cansancio en cada fibra de su cuerpo. No habían pasado ni dos horas desde que se había acostado, y el peso de la fatiga aún lo mantenía anclado al colchón. Sin embargo, el tono en la voz de Arthur era suficiente para sacudirlo. Se incorporó lentamente, frotándose los ojos para despejarse, y se levantó para abrir la puerta.

—Ya, ya voy… —murmuró, mientras se desperezaba y se frotaba los ojos. A regañadientes, se levantó y cruzó el cuarto con pasos pesados, abriendo la puerta para encontrar a Arthur esperándolo en el pasillo.

—¿Qué ocurre? —preguntó, rascándose la cabeza.

—El viento está raro, y algo se acerca. Momox y Dickson ya están en la torre. Mueve las patas. —Arthur no se detuvo a dar más explicaciones y se volvió hacia las escaleras.

Confundido pero alerta, Floppa rapidamente salio de su tunica de dormir y se cambio a su ropa normal, luego lo siguió, sus pasos resonando en el frío y estrecho pasillo de piedra. Al llegar a la torre, encontró a Momox y a Dickson de pie junto a la plataforma de lanzamiento del sparrow, observando el horizonte con expresión tensa.

—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Floppa, tratando de interpretar las miradas de sus compañeros.

Dickson levantó la mano y señaló hacia el cielo, su rostro marcado por una mezcla de alarma y concentración.

—Allá. —Su voz era grave—. ¿La ves?

Floppa entornó los ojos, siguiendo la dirección de su dedo. A la distancia, una nave avanzaba lentamente entre las nubes.

--Una nave?--Dijo Floppa despues de ver sus luces a la distancia

Pero algo en ella no encajaba. Era una nave grande, y parecía haberse desviado de su ruta. Lo mas extraño es que carecia de algun emblema que la identificara de algun reino. Justo entonces una voz se escucho detras de ellos

--Que pasa?--Dijo Pope mientras terminaba de subir a la torre

--Hay una nave rondando la cordillera, esta volando de manera extraña-- Respondio Arthur mientras le señalaba la nave a Pope

Pope vio la nave con detenimiento, la estructura con alas moviles, que aleteaban como si de un ave se tratase, le dio lo que necesitaba para reconocerla de inmediato.

--Es una nave de Kingsbury...--Dijo Pope mirando la nave maniobrar a lo lejos

La nave hizo un leve movimiento

--Aterrizaran de emergencia--Dijo Dickson al ver que la nave se acercaba a la zona abierta de la cordillera

Floppa rápidamente se bajo el gorro a los ojos, sus googles cubriendo sus ojos, y luego corrio hacia el sparrow.

--Floppa! Que haces?!--Dickson miró a Floppa

--Voy a guiarlos a un lugar seguro, no quiero que se estrellen aqui--Dijo Floppa mientras abordaba el Sparrow

--No vallas, ni siquiera sabemos si si es seguro guiarlos--Dijo Arthur mientras Floppa subia al Sparrow

--Guialos--Dijo Pope--Solo no los acerques a los campos--Dijo mientras miraba a Floppa abrocharse bien el gorro

--Los guiare cerca del lago estrella--Dijo Floppa al tiempo que encendia el Sparrow con el pedal de los pies

Dickson asintio mientras tomaba el seguro de la plataforma del Sparrow, cuando Floppa estuvo bien parado entre las barandillas, Dickson le hizo una ultima advertencia a Floppa.

—Los vientos están fuertes, Floppa. Agárrate bien. —Dickson miró a Floppa con seriedad—. Trata de no partirte la madre.

Con un último asentimiento, Floppa tomó una respiración profunda y se preparó. Un instante después, el planeador fue disparado hacia el cielo, la ráfaga de viento golpeándole el rostro mientras luchaba por estabilizarse. Después de unos segundos de turbulencia, logró ajustar su vuelo y presiono el pedal una vez mas para acelerar, al tiempo que se recostaba en la recargadera del sparrow para comenzar a acercarse a la nave infestada.

A medida que se aproximaba, lentamente se paro en el sparrow de nuevo para poder maniobrarlo mejor mientras hacia señas, entonces, al pasar cerca del casco de la nave, vio una gran mancha de distintas tonalidades de gris, y lo que parecian ser luces rojas, al acercarse mas los vio bien, Floppa apreto la mandibula, eran corroedores, del bosque de la corrupcion, ratones enormes, cada uno del tamaño de un perro pequeño. Había leído sobre ellos en los viejos tomos del castillo y, en algunas ocasiones, se había aventurado a observarlos desde la distancia. Sabía que se sentían increíblemente atraídos por el metal, y que su saliva era tan ácida que podía corroer las aleaciones más fuertes en cuestión de minutos, tambien dabia que al igual que el resto del bosque, solo atacaban si eran atacados primero, tambien sabia que atacaban en grupo, pero jamás había visto tantos juntos, y mucho menos atacando una nave en pleno vuelo. El susto hizo que Floppa perdiera el control del sparrow por un momento, la corriente lo arrastro mientras volaba a la par de la nave, rapidamente se acomodo y presiono el pedal del sparrow de nuevo, el planeador acelero, dejando una estela de color rojo y azul detras de si, y se emparejo con la nave de nuevo.

--Estos idiotas...--Murmuro Floppa--Deben de haber aterrizado cerca del bosque y haber matado algunos corroedores

Los soldados dentro de la cabina le disparaban a los roedores gigantes y tambien los atacaban con sus espadas, el sonido de balas rebotando y los chillidos de los animales le llegaba a Floppa hasta el sparrow, entonces intentó captar la atención de los soldados, y acelero el Sparrow hasta quedar cerca de la nave.

--Den la vuelta!--Grito el chico mientras hacia señas con la mano

--Den la vuelta! Se van a estrellar!--Volvio a gritar con desesperacion

Pero el caos dentro del transporte dificultaba que alguien se fijara en él. Floppa seguia agitando sus brazos inutilmente

--Den la vuelta!!--Floppa grito mientras la nave comenzo a caer y tomar ventaja sobre el sparrow

Fue entonces cuando, a través de una de las ventanas, Floppa notó algo extraño.

Un chico joven, con el rostro demacrado y una túnica roja desgastada, lo miraba desde el interior de la nave. Lo que más le impactó fueron las cadenas que le ataban las muñecas, y el miedo en sus ojos. La expresión en su rostro era de pura desesperación, casi de resignación, como si supiera que no había escapatoria. La mirada del chico se encontró con la de Floppa, y en ese instante, el tiempo pareció detenerse. El dolor y la súplica en sus ojos hicieron que Floppa sintiera un nudo en el estómago.

Floppa ahogo un grito, sin poder apartar la vista del chico. Pero antes de que pudiera hacer nada, una explosión sacudió el costado de la nave.

Floppa volvió a mirar la ventana donde había visto al chico. Allí seguía, encadenado, con el rostro bañado en el resplandor anaranjado de la destrucción. Sus ojos parecían implorar ayuda, pero Floppa no tenía forma de llegar a él. La impotencia lo invadió mientras veía cómo la nave descendía a gran velocidad, y la ventana del chico dejaba de ser visisble, su rostro se perdio en la distancia, con la nave acercándose peligrosamente al suelo, Floppa a duras penas pudo esquivar el aleron trasero de la nave, que casi golpea al sparrow por detras.

Finalmente, la nave impactó contra la tierra cerca de una de las montañas con un estruendo ensordecedor, iluminando el horizonte con un destello momentáneo antes de que el fuego consumiera lo que quedaba. Floppa se quedó suspendido en el aire, el sonido de la explosión resonando en sus oídos mientras el silencio regresaba lentamente, una nube de humo y llamas se elevo en el cielo.

--Se estrellaron!--Dijo Arthur mientras los chicos veian la explosion desde el castillo

--A los acantilados, rápido!--Dijo Pope mientras les daba instrucciones a los chicos--Despierten a los demas! Busquen a Floppa!--Decia mientras bajaban de la torre para dirigirse hacia el lugar de la explosion

Floppa aterrizo el Sparrow cerca de la explosion, El aire era denso y acre alrededor de las ruinas de la nave siniestrada, descendió del Sparrow con un salto, casi se cae cuando su pie se atoro con la recargadera, la mezcla de olores lo golpeó con una fuerza inesperada: carne quemada, gasolina y otros aromas menos reconocibles que hacían que se le revolviera el estómago. No había tiempo para preocuparse; si quedaba alguien con vida, tenía que actuar rápido.

Corrió entre los restos humeantes, esquivando los escombros más grandes y usando su teletransportación para cruzar los obstáculos que el fuego aún voraz le imponía. Mientras avanzaba, sus ojos se movían frenéticamente, buscando alguna señal de vida. Trozos de metal retorcido y astillas de grafeno cubrían el suelo, un recordatorio brutal de la destrucción que había presenciado desde el aire.

Al llegar a el centro de la explosion, Floppa vio al chico que habia visto por la ventana debajo de una placa de metal con grafeno, su rostro era de puro dolor y aunque sus ojos estaban cerrados, algunas lagrimas salian de estos, Floppa se acerco y levanto la placa con mucho esfuerzo, cuando la levanto a una distancia aceptable, puso su propio cuerpo de seguro, formando una escuadra con su espalda, rapidamente desenfundo su espada y en un movimiento complicado, corto la base de cadena de grafeno, que no opuso ninguna clase de resistencia ante el caparazon de la espada de Floppa, luego tomo al chico de un brazo y se teletransporto a unos pasos de la placa, esta cayo con un ruudo estridente, levantando polvo y cenizas.

Con un par de respiraciones entrecortadas, Floppa tomó al chico en brazos, y con un destello se teletransportó a un claro apartado del fuego. Allí lo depositó suavemente en el suelo, tratando de evaluar su estado. Apenas parecía tener su misma edad. Ahora que lo veia bien, la tunica del chico estaba muy sucia, era de un rojo claro con detalles morados y una sencilla corona en su cabeza. Floppa apenas noto la corona, no tenía tiempo de preocuparse por eso.

Floppa se inclinó junto a él, comenzando a soltar los botones del pecho de la túnica para revisar su estado físico.

—¿Dónde… dónde estoy? —preguntó el chico, abriendo los ojos con esfuerzo, la confusión en su mirada apenas desvaneciéndose mientras observaba el entorno con cansancio.

—No hables, estás en la cordillera de Wright, ya estas a salvo —respondió Floppa en voz baja, aún concentrado en la herida mientras abría la túnica. Cuando finalmente la apartó, lo que vio le dejó el corazón helado, e hizo una mueca de evidente desagrado. La herida era extensa, no necesito de su conocimiento para comprender la gravedad de la situación: al menos tres arterias estaban dañadas, el corazón tenia daños severos, y algunos huesos del torax estaban visiblemente rotos. No había mucho que pudiera hacer.

Floppa apretó los labios mientras volvía a cerrar la túnica con cuidado, intentando darle un poco de dignidad al joven moribundo.

El chico levantó su mano con dificultad, alcanzando la de Floppa, las cadenas tintinearon cuando su brazo se levanto.

—Soy… Frisk. Frisk de Goldwater —murmuró, su voz quebrada y apenas audible, el dolor era evidente en cada palabra.

El nombre golpeó a Floppa como un martillazo. "¿Un príncipe…? ¿Qué hacía como prisionero en una nave llena de corroedores? Y encima una nave de Kingsbury" El asombro lo recorrió, pero intentó mantenerse firme, sosteniendo la mano de Frisk mientras este luchaba por continuar.

—Gracias… —dijo Frisk en un susurro, esbozando una débil sonrisa de gratitud—. Por favor...destruye el cargamento, a todos, todo, destruyelo por favor.

--Ya esta destruido, todo se quemo--Dijo Floppa mientras hechaba la vista atras, al lugar del accidente

--Gracias a Dios...--Dijo Frisk sonriendo un poco

Con un esfuerzo evidente, Frisk rebuscó en un bolsillo oculto de su túnica y sacó un pequeño objeto que brilló bajo la luz de las llamas en la distancia. Era una llave de cristal de cuarzo, translúcida y pulida, con un delicado tallado en su superficie que reflejaba un leve resplandor.

—Toma… esta llave —le dijo a Floppa, su voz teñida de urgencia—. No dejes… que nadie más la tenga. Debes encontrar a… mi hermana gemela y dársela… a ella.

Floppa asintió, aunque la pregunta rondaba en su mente: ¿Quién era la hermana de Frisk?

--Gracias--Volvio a decir Frisk

El principe se Goldwater le dedico una ultima mirada a Floppa, una mirada agradecida, antes de que su respiracion se fuera apagando y nuevamente volviera a cerrar sus ojos, su respiracion disminuyo hasta que se detuvo por completo, una sonrisa tranquila fue la ultima expresion del chico antes de que su cuerpo por fin se apagara por completo.

Dickson y Arthur aparecieron en el horizonte, montando la coneja de Wright de Dickson, una de los gigantescos y esponjosos conejos endémicos de la cordillera, con largas patas y orejas que se alzaban como antenas, su pelaje era blanco con manchas negras. La coneja se detuvo con un salto y ambos descendieron rápidamente, el sonido de sus pisadas en el pasto mezclándose con el crepitar de las llamas y el olor a combustible quemado. Floppa estaba de rodillas, aún frente al cuerpo sin vida de Frisk.

Arthur, al acercarse y notar la identidad del chico, se tensó de inmediato. Sus ojos se abrieron de par en par, la confusión y el asombro cruzando su rostro.

—¿Es… es el príncipe de Goldwater? —Arthur murmuró, casi para sí mismo, con un tono que fluctuaba entre el shock y la incredulidad. Su voz temblaba ligeramente—. ¿El actual regente del reino? ¿Qué demonios hace aquí?

Floppa asintió, todavía procesando la situación. Tragó saliva y desenfundo su espada y la acerco a los grilletes de la cadena que Frisk aun tenia entre las manos, la corto de ambos extremos en las manos, poniendo la cadena en el suelo y luego clavando su espada en el mismo lugar, las cadenas cedieron ante la espada y Frisk, aunque ahora muerto, quedo completamente liberado, despues y en pocas palabras, les explicó lo sucedido: cómo había encontrado a Frisk encadenado en la nave estrellada, lo rescató y escuchó sus últimas palabras. Arthur y Dickson lo escuchaban en silencio, intercambiando miradas de preocupación y desconcierto.

—No tenemos tiempo que perder —dijo Arthur en cuanto Floppa terminó de hablar. Miró a los restos de la nave con el ceño fruncido—. Debemos revisar todo el perímetro. No podemos permitir que nada aquí se nos pase.

Dickson se giró hacia la nave, sus ojos atentos a los restos. Con voz firme, agregó:

—No solo debemos buscar sobrevivientes… también tenemos que asegurarnos de que ningún corroedor haya quedado con vida. Y… —Hizo una pausa, mirando a Floppa—. Necesitamos revisar por esporas.

Floppa asintió, comprendiendo de inmediato la gravedad del asunto. Las esporas del bosque de la Corrupción eran extremadamente peligrosas. Si siquiera una de ellas llegara a los cultivos o a los árboles de la cordillera, la contaminación sería imparable.

—Si esas esporas tocan el suelo aquí… —Dickson prosiguió con voz grave—. Tendríamos que quemar áreas enteras para evitar una expansión catastrófica.

—Voy en un segundo. —Floppa se inclinó para recoger a Frisk con cuidado, cargando su cuerpo inerte y llevándolo bajo un árbol cercano. Lo depositó con suavidad en la sombra, organizando su posición de modo que pareciera estar descansando. Se arrodilló junto al joven, colocando sus manos sobre su pecho. Observó el rostro de Frisk, cuya expresión parecía tan tranquila, tan en paz que podría haber estado dormido.

Floppa le dedicó un momento de silencio, sus pensamientos vagando mientras intentaba asimilar lo que acababa de ocurrir. "Tengo que proteger esta llave," pensó para sí, recordando el peso de la llave de cristal en su cinturón. Se levantó finalmente, dándole una última mirada antes de regresar con los demás, dispuesto a terminar la tarea

Pope salio a las inmediaciones del castillo, frunció el ceño, tratando de entender la situación. En el jardín, ya podía ver movimiento: el maestro Joseph, junto con Oka, Bee, Fossil y Dream, estaban fuera, todos con miradas de alarma dirigidas hacia el sitio de la explosión. Pronto comenzaron a encaminarse hacia el incendio. Varios aldeanos también salían de sus casas, algunos desde las cabañas y otros desde los molinos de viento, con expresiones de preocupación mientras observaban el humo que se alzaba en el cielo.

Desde la distancia, Pope vio a Momox en medio de la multitud, agitando las manos para dar instrucciones a los aldeanos. Estos llevaban lo que parecían ser tanques de agua a la espalda, conectados a pistolas de alta presión.

"Son bastante organizados," pensó Pope con una mezcla de respeto y urgencia. La comunidad reaccionaba con rapidez y coordinación, pero el incendio en la distancia parecía grave. Tenía que hacer algo, aunque no estaba seguro de cómo ayudar.

Miró de nuevo hacia el sitio del desastre y saco algo que habia tomado de la habitacion de Floppa antes de subir a la torre momentos antes, era un pequeño catalejo que Floppa había dejado allí entre varios libros esparcidos. Lo tomó y apuntó hacia la lejana nube de humo. Ajustó el enfoque hasta que logró ver con mayor claridad el área afectada. Entre los restos de la nave y los árboles circundantes, pudo ver a un chico con túnica roja recostado contra un árbol, descansando en aparente paz. Más adelante, divisó a Floppa junto a Dickson y Arthur, quienes parecían buscar algo entre los escombros. Pope dejó el catalejo con un aire decidido y se vistió apresuradamente.

No podía quedarse de brazos cruzados. Con el ceño fruncido y el corazón acelerado, corrio hacia el pueblo, dispuesto a unirse al resto. Al llegar al centro del pueblo, se encontró con una actividad frenética, todos preparándose para lo que parecía un esfuerzo masivo para contener el incendio y cualquier otro peligro que pudiera haber surgido.

Con una última mirada hacia la distancia, Pope se preparó para adentrarse en el caos, determinado a ayudar de cualquier modo posible.

 . . .

El amanecer trajo consigo una calma inquietante en la cordillera, mientras Floppa realizaba el último de los traslados. Sostenía al corrosivo con firmeza mientras lo depositaba en el tanque de cristal que Arthur había preparado con esmero. El líquido dentro del tanque tenía un leve tono esmeralda, resultado de una poción especial que contenía saliva ácida de los ratones, estaba diseñada para neutralizar a los corroedores.

El ratón, ahora atrapado en el tanque, no mostraba signos de agresividad. De hecho, ninguno de los diez corroedores capturados había ofrecido resistencia; todos se habían dejado capturar sin mostrar hostilidad. Esta pasividad era tan extraña como los restos de la nave misma, donde no habían encontrado un solo sobreviviente entre los soldados. Lo único que destacaba en ellos, aparte de sus uniformes, eran unas máscaras adheridas a sus cabezas.

Pope, mientras examinaba uno de los cuerpos, había intentado arrancar la máscara de uno de los soldados caídos. Al jalarla, la piel y parte del rostro del soldado se desprendieron junto con ella, dejando a la vista una escena horrenda. Pope soltó un gruñido, horrorizado, y alzó la máscara en el aire, examinándola.

—¿Qué demonios…? —murmuró, con la máscara aún en las manos.

Arthur se acercó rápidamente, y al ver el objeto, se quedó inmóvil por un momento, estudiándolo con una mezcla de fascinación y repulsión. La máscara tenía dientes que se alargaban en pequeñas puntas, como si estuviera viva o hubiese estado unida al soldado de una manera más íntima de lo que parecía. De sus bordes salían apéndices finos que se introducían en la cavidad nasal y otros puntos del cráneo del soldado.

--Floppa!--Grito Arthur mientras Pope dejaba al soldado en el suelo de nuevo--Ven a ver esto!--

Floppa llego corriendo, despues de cerrar el tanque de vidrio con los corroedores

--Que pasa?--Pregunto Floppa

Pope le señalo la mascara, La expresion de Floppa se volvio indefinible, a el tambien le parecia extraño sin duda.

--Que chingados es eso?--Dijo Floppa al ver la mascara arrancada

—No estoy seguro —respondió Pope, aún sosteniendo el objeto con cuidado. Dio un paso hacia ellos y extendió la máscara—. Parece algún tipo de dispositivo... o algo. Pero al arrancarla… era como si estuviera viva.

Arthur miró la máscara con detenimiento. Estaba hecha de un material que, de cerca, parecía cuero pero con una textura pegajosa, casi como piel. En los bordes, se veían apéndices largos y delgados, llenos de lo que parecía ser sangre coagulada. Con el rostro tenso, Arthur se acercó más y extendió la mano para tocarla.

—Esto… esto no es una máscara —dijo Arthur, observándola con cautela—. Es algún tipo de… parásito. Pero nunca he visto nada como esto, ni siquiera en el bosque de la Corrupción.

—Déjame ver —dijo Floppa, y empezó a girar el objeto entre sus manos—. Hay... dientes aquí en el borde. Y estos… ¿apéndices?

Arthur frunció el ceño, sacando su espada.

—¿Dientes? Déjame probar algo.

Con una expresión de desagrado, Arthur clavó la punta de su espada en el centro de la máscara. Para sorpresa de todos, un líquido azulado-verdoso comenzó a salir de la herida.

—Sangre… —murmuró Floppa, retrocediendo un poco, aún con la espada en la mano

--Y no cualquier sangre--Completo Arthur

--Hemocianina...--Dijeron ambos chicos al mismo tiempo

—Esto no es una máscara, Pope. Es… es una criatura-- Dijo Floppa, como terminando de confirmar lo que ya sabian

Arthur asintió, su rostro revelando una mezcla de horror y fascinación.

—Y parece que está muerta… pero ¿por cuánto tiempo? —Comentó, acercando la cara al borde de la "mascara"—. Estos apéndices, mira… parecen estar compuestos de algún tipo de tejido orgánico, y están… aún húmedos. —Los levantó un poco, examinándolos—. Además, mira aquí, hay restos de materia gris en estos apéndices.

—¿Materia gris? —preguntó Pope, incrédulo—.Osea que...

Arthur tomó aire antes de responder, evaluando las implicaciones.

—Sip, es exactamente lo que estamos pensando los 3—contestó, mirando a Pope directamente—. Esto… esto se incrustó en su cerebro.

—Entonces, los soldados eran sus vehiculos, ahora me hace sentido por que todos se veian tan erraticos cuando trate de detener la nave —dijo Floppa, mientras golpeaba ligeramente la máscara con su espada—. Esta es la clase de aberración que no se encuentra ni siquiera en el bosque de la Corrupción, esto parece...un arma.

Arthur asintió lentamente, sus pensamientos consumidos en la observación de la criatura.

—Exacto, Floppa. Y eso es lo más ojete. Porque significa que alguien o algo puso esto en ellos. ¿Pero con qué propósito? —dijo, mientras sus ojos se movían de la máscara a los soldados muertos alrededor

Pope miró la máscara en silencio, con una expresión sombría.

—Estos soldados… probablemente ni siquiera sabían lo que hacían —dijo, con voz fría—. Eso explicaría por qué todos ellos lucharon tan desesperadamente, contra los corroedores, como si no tuvieran otra opción.

Pope la miró por unos segundos más, incrédulo, y luego apretó los dientes. Con un movimiento de su mano, utilizó sus poderes para perforar un gran agujero en el centro de la criatura.

—No quiero correr riesgos con estas cosas —dijo, con una nota de odio en su voz.

Floppa asintió, tomó el parásito y lo colocó dentro de un recipiente de hielo, asegurándolo con un candado antes de cerrarlo firmemente, Arthur entonces le lanzo un hechizo a la caja para sellarla, luego, Floppa le pego una hoja roja a la caja, con el familiar simbolo de los Biologico Infecciosos.

—Primero, mantendremos esta cosa encerrada —decidió—. Y después, averiguaremos de dónde proviene y si hay más de ellas en algún otro lugar.

A pesar de las precauciones, la situación se volvía más y más extraña. Lo único que parecía tener alguna respuesta estaba en el último compartimiento de la nave, que había logrado sobrevivir al impacto. Era un cristal enorme, de un color dorado que emitía destellos de luz natural.

El maestro Joseph, que estaba acompañado por Bee y Fossil, observó el cristal con asombro y algo de preocupación.

—Este es… un cristal madre —murmuró, señalando hacia el objeto—. Es la segunda fuente de energía más poderosa que existe en Desolea, después de los cristales estrella. Y si no me equivoco… este parece ser el de Goldwater.

Bee, con la frente fruncida, miró al maestro con desconcierto.

—¿El cristal madre de Goldwater? ¿Qué hace aquí? —preguntó—. ¿Acaso no deberían… refugiarlo en un sitio seguro?

El maestro Joseph asintió, su expresión era seria, y su voz baja reflejaba su incomodidad.

—Justo eso es lo que no entiendo, Bee. Ninguna nación en su sano juicio se desharía de su cristal madre así como así. Solo en circunstancias extremas se trasladan o se esconden… pero ¿de qué? —El maestro se llevó la mano al mentón, pensativo—. Sea lo que sea, esto tiene que ser grave.

A la distancia, Momox y Dream coordinaban con los aldeanos, quienes llevaban tanques de agua en la espalda. Pope, que los observaba de lejos, notó los rombos en los tanques con el símbolo de un hongo atravesado por una línea gruesa. "Tengo que preguntarle a Floppa qué significa eso," pensó. Era evidente que el contenido de esos tanques no era agua común.

Los aldeanos recorrían meticulosamente los campos y el bosque cercano, rociando cada lugar por donde podrían haberse propagado esporas o rastros de los hongos corruptos. Cada vez que encontraban una espora, le disparaban de inmediato con una especie de pistola que liberaba una ráfaga de ese fungicida especial, asegurándose de no dejar ninguna rastro del bosque de la Corrupción.

Al llegar casi a media mañana, la tarea en el campo había terminado, y comenzaron el triste proceso de enterrar a los soldados caídos. Floppa y los demás llevaron el cuerpo de Frisk al cementerio de la cordillera, donde el rey Joohn y la doctora Tina les esperaban para rendirle los honores debidos a la realeza.

La atmósfera es pesada; el viento parece guardar silencio en señal de respeto. Los chicos y el maestro Joseph observaban desde una distancia respetuosa, viendo como lentamente el feretro del principe fallecido era bajado a la tierra.

La ceremonia terminó en silencio, y la incertidumbre y nerviosismo en los rostros de todos era palpable. Sin embargo, aún quedaba mucho trabajo por hacer. Una vez que Frisk fue enterrado, decidieron que discutirían más tarde cómo informar a Goldwater de lo sucedido, considerando que las comunicaciones con el reino se habían perdido hacía más de un mes. Acordaron también investigar más sobre las máscaras-parásito, esto mas por el lado de Floppa y de Arthur pero de momento, debían concentrarse en la erradicación de las esporas y mantener la seguridad de la cordillera.

Después de una breve conversación con el Rey, en la que Floppa expreso su pesar, el monarca asientio, mientras la doctora Tina, con movimientos delicados, empuja la silla de ruedas del rey, alejándose juntos del sitio del entierro.

Aunque Pope y los demás apenas lo habían visto desde su llegada, sabían por Floppa que el rey solía escuchar con interés los relatos de las aventuras del joven cada día. Floppa era, despues de todo, el protegido del Rey Joohn, con o sin profecia de las estrellas, el rey habia decidido convertirlo en principe, asi que para Pope, era evidente que el rey veía en Floppa algo especial, quizás algo que solo un gobernante sabio podía comprender.

A medida que pasaban las horas, el sol comenzaba a estar en su punto más alto. El grupo trabajaba en silencio, atento a cada rincón, cada sombra que pudiera ocultar alguna espora o signo de corrupción. Cerca de las dos de la tarde, Pope hizo una pausa, estirando la espalda y levantando la vista al cielo despejado. A unos metros, Floppa se encontraba agachado, escudriñando con paciencia entre la hierba en busca de cualquier rastro restante de esporas.

Justo en ese momento, un sonido ensordecedor rompió la calma. Era el rugido de motores sobre las montañas. Pope levantó la vista y entrecerró los ojos, intentando enfocar el origen del estruendo. Una formación de naves apareció sobre el horizonte, lideradas por una nave insignia de combate, Pope entrecerro los ojos, como tratando de reconocer algo. Al ver el símbolo en la nave insignia, su expresión se tornó alarmada: era el emblema de Kingsbury.

--Carajo...Todos, Dejen lo que estan haciendo!, Hay naves de Kingsbury descendiendo!--Los demas apenas pudieron alzar la vista sobre los campos, las naves estaban todavia en el cielo.

No hay tiempo para pensar más. Las naves, en un despliegue imponente, descienden, y en la maniobra, destruyen varios molinos y hasta algunas casas. Las personas que estaban cerca se dispersan buscando refugio, y de las naves bajan soldados idénticos a los que enterraron, solo que esta vez, sin máscaras. Al instante, Floppa detecta que la nave insignia se dirige hacia el castillo.

--El castillo-- murmura con urgencia, y el tono alarmado en su voz atrae las miradas de todos.--¡No hay nadie para defenderlo!--

Acto seguido, activa su supervelocidad y grita órdenes al vuelo. --¡Dickson, Momox, contengan la invasión! ¡Arthur, Maestro Joseph, síganme!--

Pope alza la voz también, organizando a los demás.--¡Defiendan y asegúrense de que esos soldados no lastimen a nadie!--

Mientras Floppa se acerca al castillo, desde la ventana de su habitacion, el Rey Joohn observa la agitación y, con la determinación que le da la urgencia del momento, desenfunda su espada de caparazón de chanchopoyo, al igual que Floppa, en su momento el la obtuvo cuando era joven. La doctora Tina lo observa, inquieta.

--Su Majestad, debería esconderse…--

El rey le responde con un tono firme, aunque cálido. --He peleado antes, doctora. No huiré mientras los míos están en peligro.--

Ella le sonríe, negando suavemente con la cabeza.--Entonces, me quedo con usted, Rey Joohn.--

A lo lejos, Floppa ve cómo varios soldados ingresan al castillo por una de las torres. Su corazón palpita con fuerza y acelera su paso, y una estela aparece en su recorrido. Al aproximarse a uno de los laterales del castillo, escucha dos disparos provenientes de la habitación del Rey. Un escalofrío le recorre el cuerpo, y con un movimiento ágil, ingresa por una entrada secreta al castillo, corriendo a toda velocidad por los pasillos ocultos hasta llegar a la habitación, por otra puerta oculta.

Cuando entra, lo primero que ve es la escena desoladora: el rey Joohn y la doctora Tina están en el suelo, ambos con heridas de bala. Por un instante, el tiempo parece detenerse mientras Floppa trata de procesar la escena, los soldados miran como se queda quieto. Pero su estado de shock rápidamente se transforma en una rabia fría y letal. Sin pensarlo dos veces, agarra un bastón de ceramica ferrica con el que estaba trabajando en el campo y, con movimientos rápidos, golpea a varios soldados con una fuerza inhumana, producto de la velocidad a la que conecta los golpes. Uno de ellos intenta bloquear su ataque y lo repele, obligando a Floppa a retroceder, este salta hacia atras, girando sobre si mismo, cae de pie casi en el mismo lugar en el que ingreso.

Floppa gruñe, y antes de que puedan reaccionar, desaparece en un borrón de movimiento. En cuestión de segundos, varios soldados caen al suelo, con los cuellos rotos.

Arthur y el Maestro Joseph, que se acercan por otro pasillo oculto, quedan horrorizados al ver la escena. Floppa se mueve con una furia que ellos jamas habian visto, sus ojos llenos de una ira devastadora, su velocidad se convierte en un borrón entre los uniformes verde oscuro y armas, dejando a su paso una serie de soldados derribados y heridos. Uno de los hombres intenta levantar su arma para dispararle, pero Floppa lo desarma con un movimiento ágil y brutal, antes de romperle el cuello con un rápido giro de su mano, dejando que la inercia de su movimiento haga el resto del trabajo.

--¿Que carajo…?-- murmura Arthur, incapaz de reconocer al joven que tienen enfrente.

En ese momento, una mujer entra a la sala. Sus vestiduras verde oscuro, las medallas en su pecho y su capa azul denotan el rango de comandante, al ver los cuerpos en el suelo y a Floppa, rápidamente saca su revólver, disparando con precisión. Pero Floppa, en un destello, aparece a su lado y lanza un golpe a sus costillas, enviándola directamente contra la pared. La comandante impacta con un ruido sordo y cae, aturdida.

Más soldados entran a la habitación, esta vez, todos traen puestas armaduras de grafeno de grado 6, el mismo de la katana de Pope, sin perder un segundo, Floppa toma la espada del Rey Joohn. Sin piedad, carga hacia ellos, pero Arthur y el Maestro Joseph intervienen. Arthur utiliza un hechizo para detenerlo, creando una barrera mágica que evita que avance. Aun así, el impulso que lleva Floppa es mucho y la espada de caparazón de chanchopoyo atraviesa la defensa y se hunde en el antebrazo de Arthur, provocándole una mueca de dolor.

--¡Floppa, ya basta, con una chingada!--grita Arthur, mientras las gotas de sangre caen de su herida y se deslizan por la espada.

El Maestro Joseph, por su parte, se aproxima con una velocidad increible para alguien de su edad al soldado más cercano y, con uno de sus cuchillos de caparazón, amenaza su armadura.

--No intenten nada estúpido-- advierte en un tono sombrío. --Esta hoja podría atravesar su mejor armadura de grafeno como si fuera papel--

Justo entonces, los soldados se apartan para dejar pasar a un joven con una armadura dorada. Su porte regio es inconfundible, y el Maestro Joseph reacciona, reconociéndolo de inmediato.

--¿Gale…? ¿Qué haces aquí?-- pregunta, entre la incredulidad y la preocupación.

El joven alza la mano para indicar que cesen el combate. --No es un ataque, Maestro. Estamos aquí para hablar.--

El Maestro Joseph le lanza una mirada incrédula. --¿Hablar? ¿Y asesinan al Rey como si fuera cualquier cosa? Esto es casi una declaración de guerra, Gale.--

El príncipe alza el visor de su casco, observando la habitación y los cuerpos en el suelo.--Que?--murmura, desconcertado por la escena. Cuando sus ojos se posan sobre los cadáveres a su alrededor, su expresión se torna sombría.

--Yo no ordené que nadie muriera hoy, Maestro. Mis soldados no tenían instrucciones de entrar así--responde, clavando la mirada en su comandante, quien, recuperada del golpe, se mantiene al margen pero con la cabeza gacha, mientras se soba un poco --Y estoy seguro de que ella lo sabe.--

La comandante frunce el ceño, y con el revólver aún en la mano, dirige una mirada furiosa hacia Floppa, quien sigue parado en el centro de la sala, como si su mente estuviera en otra parte, la espada todavia clavada en el antebrazo de su amigo, Floppa ve las gotas de sangre caer al suelo, una a una. Los ojos de la comandante recorren la escena, deteniéndose en la sangre de Arthur que gotea por la espada. Un destello de furia cruda cruza su mirada mientras apunta su arma hacia Floppa.

--¡Maldito seas, idiota!-- sisea, con voz temblorosa de rabia.--Vas a pagar por esto.--

Pero Gale le lanza una mirada acerada, un tono de reprimenda en su voz.--Baja el arma, Marie-- ordena en voz baja, pero firme.--Todo esto es nuestra responsabilidad. Y si no puedes manejarlo, no mereces tu posición.--

Marie simplemente ve a Gale con una mirada extraña, mientras lentamente guarda su arma.

Floppa, por su parte, apenas percibe las palabras a su alrededor. Su mirada está fija en el suelo, donde las gotas de sangre de Arthur se mezclan con el polvo. La realidad de sus actos comienza a alcanzarlo; el peso de la furia que acaba de desatar es como una marea sofocante que lo consume desde adentro. Todo a su alrededor parece lejano, las voces amortiguadas como si vinieran de un lugar distante.

Gale observa a Floppa, sus ojos entrecerrados, y luego gira su mirada hacia el Maestro Joseph, su expresión tan fría como la primera vez que entró.

--Debemos hablar-- repite con tono solemne, aunque su voz no pierde el toque de superioridad. --Este incidente ha sido una tragedia. Pero no se agravará si ambos lados saben mantener la calma--

El Maestro Joseph le observa con desconfianza. --¿Calma? Lo que ha ocurrido aquí es inaceptable, Gale. El rey yace muerto. No puedes simplemente esperar que ignoremos eso como si nada.--

Gale alza la barbilla, mostrando su temple, aunque el respeto en su voz no disminuye.

--Maestro Joseph, no estoy justificando lo sucedido. Mis órdenes eran claras, y no incluían estas muertes.-- Vuelve a dirigir una mirada severa a Marie, quien baja la cabeza sin responder. --Habrá consecuencias.--

Joseph le sostiene la mirada, buscando algún signo de remordimiento en sus palabras frías. --Espero que comprendas la gravedad de lo que has provocado, Gale. Con estas acciones, va a ser muy dificil que ayudemos de buena gana--

Gale suspira, bajando ligeramente el tono de su voz, como si tratara de hacer entender su punto. --Maestro Joseph, si no resolvemos esta situación aquí, el abismo será mucho peor. Y mi interés sigue siendo la paz, por difícil que parezca.--

Justo entonces, una sensación de pesadez abruma a Floppa. Sus ojos se desenfocan y, antes de que pueda reaccionar, pierde el equilibrio y cae al suelo, inconsciente. Arthur, a pesar de la herida en su brazo, alcanza a sujetarlo, evitando que se desplome por completo.

Gale observa el desmayo de Floppa en silencio, mientras a Marie, al ver la sangre en el antebrazo de Arthur, aprieta los dientes, contenida por la orden de Gale. Sin embargo, la marea de tensiones en la sala es palpable; la tragedia de la situación pesa sobre todos.

Arthur, con el rostro sombrío, carga a Floppa en sus brazos y se abre paso entre los soldados, avanzando lentamente hacia la salida. La multitud se aparta mientras él atraviesa el salón, y al pasar junto a Gale, Arthur lo mira de reojo, con el cansancio y la rabia contenidos en sus ojos.

--Deberías agradecer que el príncipe fue detenido a tiempo,-- dice Arthur en voz baja, pero con una dureza gélida en sus palabras. --Si no, tal vez todo tu escuadron habría acabado muerto.--

Gale frunce el ceño, su expresión vacilante. Observa a Floppa y luego fija la vista en Arthur. ---¿A qué te refieres con 'príncipe'?-- pregunta con una voz curiosamente controlada, pero con una sombra de incertidumbre.

Justo entonces, Gale nota el gorrión dorado bordado en el hombro de Floppa y alza una mano frente a Arthur.

--No digas nada. Ya entiendo-- murmura, y luego, cambiando el tono, continúa: --Quisiera hablar con él… cuando despierte.--

Arthur no responde. Le lanza una mirada impenetrable y sigue su camino, dejando a Gale en el salón en medio del caos.

A pocos metros, Joseph se arrodilla al encontrar a la doctora Tina, quien sigue respirando, aunque apenas. Con sumo cuidado, la levanta para llevarla hacia el ala médica. Pero antes de que pueda salir, Gale se le interpone con una mirada calculadora y alza la mano.

--Mis médicos se harán cargo--dice, y al instante, dos soldados con armaduras blancas avanzan al llamado de Gale. --Ellos se asegurarán de que reciba el mejor tratamiento.--

Joseph vacila, pero al ver la resolución en los ojos de Gale, accede y deja que los soldados tomen a Tina, esperando en silencio que realmente la traten bien. Sin embargo, mientras se marcha, el Maestro lanza una última mirada de advertencia al príncipe.

Afuera, el avance de los soldados se ha detenido por completo. El silencio cae como un manto pesado, y Pope, Bee, Dream y Fossil, alertas, observan desde su posición en el bosque. La escena les produce un mal presentimiento; algo ha sucedido. Los soldados han cumplido con su propósito, y eso nunca es buena señal.

Bee reacciona al instante, apretando los dientes mientras decide. --No tenemos tiempo que perder.-- Rápidamente, toma de los brazos a Pope, Dream y Fossil, y utilizando la habilidad de Floppa que obtuvo de su vial de sangre, los teletransporta directamente a la habitacion del rey.

Aparecen entre destellos de energía, y los cuatro observan la escena con horror: la habitacion está llena de cuerpos caídos, con rastros de sangre esparcidos en el suelo. Al menos veinte soldados yacen allí, algunos con heridas que no podrían ser humanas: cuellos torcidos, cráneos hundidos, y cortes limpios y profundos.

Sin pensarlo, Pope y los demás activan sus poderes, poniéndose en guardia y listos para pelear. Bee, horrorizada, toma una postura defensiva, sus manos brillando en color morado, el cuerpo de Dream se torna d eun color verde oscuro, Fossil comienza a hacer que sus manos brillen en color amarillo y Pope enciende sus poderes, un halo de luz aparece detras de su espalda, con sus manos brillando en color blanco, mientras 10008 se asoma desde la mochila de Bee, escaneando los cuerpos.

El Maestro Joseph, al notar su presencia, levanta las manos en un gesto de paz.

--¡Deténganse!-- exclama con una voz cargada de gravedad. --Ya ha habido suficiente tragedia hoy. No necesitamos otra.--

Pope, confundido, lo mira con incredulidad y exige respuestas.--¿Qué diablos pasó aquí, Maestro?--

Bee asiente, sin desviar la vista de los cuerpos.--Sí, ¿qué… qué ha pasado?--

10008, con un tono mecánico pero perceptiblemente sorprendido, murmura en un tono bajo --Todos estos cuerpos… tienen un rastro de energía sorprendentemente familiar…--

El Maestro Joseph observa a Pope y luego a los demás con una tristeza en su mirada. --Fue Floppa-- dice al fin, en voz baja.

Pope se queda helado, incapaz de procesar lo que acaba de escuchar. Dream y Fossil también miran a su alrededor, incredulos.

--Eso no puede ser,--murmura Dream, sacudiendo la cabeza. --Floppa… él no mata. Ni siquiera cuando luchábamos por nuestras vidas en el mundo anterior… ni siquiera contra aquellos grupos hostiles.--

Bee asiente, su rostro pálido mientras observa la destrucción que los rodea. --A pesar de ser uno de los mejores tiradores, Floppa nunca…Dios...--

Gale, observando la interacción desde el otro lado de la sala, mantiene una expresión pensativa. Aunque él no presenció lo que Floppa hizo, los signos en el ambiente no le pasan desapercibidos. Su mente ya está calculando, valorando el potencial de estos chicos y la intensidad de sus poderes. No dice nada, aunque es evidente que ya los considera piezas útiles para sus propios fines. Después de todo, su visita a la cordillera tenía un propósito claro.

Fuera del castillo, los soldados de Gale han comenzado a reorganizarse, tomando posiciones estratégicas. Cerca de la torre más alta del castillo, una bandera de Kingsbury ondea en lo alto, reemplazando al tradicional estandarte del gorrión. 

Uno de los soldados, con voz áspera, grita a los aldeanos que están apiñados

--¡Manténganse en su lugar! ¡No intenten nada raro, o les garantizo que no saldrán vivos de aquí!--

Otra soldado, más joven, mira nerviosamente alrededor mientras sostiene su arma.--¿Qué vamos a hacer con ellos, capitán? ¿Qué pasa si alguno de ellos intenta huir?--

El capitán, con su voz severa, responde sin titubeos. --No te preocupes. Si alguien intenta escapar, no dudaré en hacer uso de mi arma. Ninguno de ellos tiene permiso para moverse sin mi orden. ¿Queda claro?--

Los aldeanos, aterrados, se agrupan más cerca unos de otros, algunos temblando visiblemente. Un hombre mayor intenta decir algo, pero un soldado lo empuja con el cañón de su rifle.

Desde la distancia, Dickson y Momox observan la escena, con las expresiones endurecidas. Ambos intercambian una mirada, y rápidamente se deslizan entre las sombras, moviéndose con sigilo hacia el castillo para entender mejor lo que está sucediendo.

 . . .

Pasada una hora, en la habitacion de Floppa, este comienza a abrir los ojos, su vista borrosa al principio. Al enfocarse, ve a Pope y a Arthur a su lado. Arthur tiene el antebrazo vendado, y Pope lo observa con una expresión tensa y preocupada.

Floppa parpadea, confundido, y se lleva una mano a la frente mientras intenta recordar.

--¿Qué… qué pasó?-- murmura, con la voz ronca. --Recuerdo ver la sangre de Arthur y… el rey Joohn, muerto…--

Arthur se le acerca, mirándolo con seriedad. --¿De verdad no recuerdas nada?-- le pregunta con una mezcla de preocupación y gravedad en el tono.

Floppa cierra los ojos un instante, intentando hacer memoria, pero lo único que percibe es una oscuridad densa en su mente. Sacude la cabeza. --No… no recuerdo. Solo sé que algo… algo me superó.--

Pope y Arthur intercambian una mirada, antes de que Pope le hable en tono suave pero directo. --Floppa… mataste soldados.--

La mirada de Floppa se queda fija en un punto vacío de la habitación. Poco a poco, la realidad de sus actos comienza a hundirse en su conciencia. Su rostro palidece, y su respiración se vuelve pesada. --¿A cuántos?-- pregunta en voz baja, con los ojos oscuros.

Arthur le responde con cuidado, intentando no hacerlo sentir peor. --Al menos veinte, Floppa… es lo que creemos.--

Floppa lleva las manos a su rostro, conteniendo un sollozo que escapa de su garganta. Después de un instante de debilidad, recupera la compostura, bajando las manos con una expresión estoica, aunque sus ojos están aún ensombrecidos. Pope observa la tensión en él, una expresion que conoce demasiado bien, luego habla claramente preocupado.

--Floppa…-- murmura Pope, viendo cómo su amigo parece reprimirse de manera casi instintiva. --No puedes simplemente… ignorar esto. Reprimir lo que sientes solo empeorará las cosas.--

Justo entonces, se escucha un suave pero firme golpe en la puerta. Arthur, todavía molesto, abre la puerta, y se encuentra con Gale de pie en el umbral. El príncipe lo observa con la misma expresión fría y calculadora de antes.

--He venido a hablar con Floppa-- anuncia Gale, su tono firme.--Me dijiste que podría hablar con él cuando despertara.--

Arthur vacila, evidentemente incómodo. --No sé si ahora es el momento…--

Gale levanta una mano, recordándole en voz baja, --Es un trato, Arthur. Y no me interesa hablar frente a una audiencia. Esta conversación es entre él y yo.--

Arthur y Pope se miran, con dudas visibles en sus rostros, pero finalmente, Pope asiente, reconociendo que Gale no va a retirarse sin obtener lo que quiere. Arthur, con visible desagrado, sale junto con Pope, dejando a Gale y a Floppa solos en la habitación.

Floppa observa a Gale, con una mezcla de desconfianza y cansancio en sus ojos. Aunque no lo conoce, el porte y la autoridad en el rostro del joven le dan una idea de quién es.

Gale cierra la puerta y se vuelve hacia él, cruzando los brazos mientras le observa con intensidad. Después de un momento de silencio, habla.

--Floppa, ¿verdad?-- Gale le estudia detenidamente, sus ojos fríos e inquisitivos. --Mi nombre es Gale. Y antes de que digas nada… déjame hacer algo claro, soy el principe de Kingsbury, asi que estas ante alguien igual en estatus, pero en cuanto otras cosas, eres inferior--

Floppa alzo una ceja, osea que el tipo enfrente de el nisiquiera venia a tratar de negociar en buenos terminos, no dijo nada, aun procesando lo que le dijo.

--¿Todavía te sientes confundido, Floppa? Supongo que es lo menos que esperarías tras lo sucedido...—Su tono es directo, pero no hay prisa en sus palabras. Todo en él parece meticulosamente controlado, como un hombre que sabe que cada palabra podría ser un juego de poder.

Floppa levanta la vista hacia Gale, su expresión fría y reservada, casi vacía. No sabe exactamente qué esperar de este chico, pero la intuición le dice que tiene más de lo que aparenta. Y es en esa primera mirada cuando ambos se percatan, de manera casi imperceptible, de la inteligencia del otro. Aunque el cerebro de cada uno es distinto, un juego de ajedrez que ya está en curso, aunque ninguno de los dos lo haya iniciado.

--Quieres darme un momento para pensar? SI de verdad quieres hablar, deberias esperar a que la otra parte pueda entender bien lo que le quieres decir--Dijo Floppa, queria quitarselo de encima, pero no podia.

Gale no se inmuta, su rostro sigue inquebrantable, como una piedra tallada por siglos. Sus ojos, intensos, recorren a Floppa como si estuviera viendo más allá de lo evidente.

--No puedo hacerlo. No después de lo que hiciste.—Un suspiro escapa de su garganta, pero es controlado, casi frío. Se aproxima un paso, pero no tanto como para intimidar. --Te vi, Floppa, y sé que lo hiciste, eso no fue humano. ¿Por qué crees que estás aquí?--

Floppa sigue manteniendo su postura, y su mirada se endurece. Lo que Gale dice tiene una lógica fría, pero no lo afecta tanto como lo haría a otros. A lo largo de su vida, ha aprendido a desconfiar de personas de este tipo, y más aún de aquellos que buscan obligar a otros a hacer lo que ellos quieren, para bien o para mal, Floppa medita un poco, aunque este chico lo amenace, el aun es mas poderoso y podria terminar todo rapido, si fuese el caso, que tan malo seria? despues de todo ya mato a 20 personas, otra mas no haria mucho la diferencia, la idea no le agrada a Floppa, pero la circunstacia demanda que piense medidas desesperadas, Floppa fue directamente al grano.

--¿Y qué quieres de mí, Gale? No voy a hacer lo que digas solo por que tu lo pides--

Gale lo observa unos segundos, como si evaluara cada palabra antes de hablar. Su tono sigue sin ceder, aunque se percibe una cierta carga de poder, como si estuviera tratando de envolver a Floppa en su propia red.

--No. No esperaba que lo hicieras de todos modos. Pero eres parte de algo más grande, Floppa, tu y este pequeño reino. Y no voy a permitir que sigas ignorando lo que esto significa —Su voz se vuelve más firme, casi implacable. --Tu mundo, tu gente, ya no puede permitirse ser ignorante a las reglas que rigen todo esto. Y tú... no eres tan diferente a mí.--

Floppa frunce el ceño, sintiendo la tensión crecer. La sutileza con la que Gale maneja sus palabras no pasa desapercibida para él, pero tampoco se siente intimidado. Sabe que está siendo probado, pero no piensa ceder tan fácilmente.

--¿Y qué quieres que haga? ¿Te ayude en tu guerra?—Su tono es irónico, pero también reflejo de la desconfianza que tiene hacia Gale y sus intenciones.

Gale da un paso más cerca, ahora la distancia entre ellos es mínima, pero ambos siguen observándose con cautela, conscientes de que cualquier movimiento en falso podría desencadenar algo mucho mayor, Gale entonces chasquea la lengua, como si supiera que ya le gano a Floppa.

--No estoy pidiendo tu ayuda, Floppa. Estoy exigiéndola. El tratado de la cordillera con Kingsbury está en juego, y tú, junto con tus compañeros, están atados a este acuerdo--

Floppa se detiene en seco, mirando a Gale con mayor atención. Los hilos de lo que realmente está ocurriendo empiezan a tomar forma en su mente.

--Y si me niego?—Su voz suena desafiante, pero dentro de él, un destello de duda comienza a crecer.

Gale responde con frialdad, su tono bajo pero firme como una sentencia.

--No tienes elección, Floppa. El tratado está por encima de ti, por encima de todos nosotros. Ahora, si no respetas las reglas, te convertirás en alguien más a vencer.--

El ambiente entre los dos se volvio más denso, cada palabra es calculada, cada gesto controlado. Ambos son hombres de inteligencia, y en ese momento, cada uno está midiendo al otro. No hay confianza, solo la necesidad de entender qué tan lejos está dispuesto a llegar el otro. Floppa sabe que Gale no es alguien que pueda desafiarse sin consecuencias, pero también es consciente de que ceder sin entender lo que está en juego sería un error.

Gale, tras un largo silencio, da un paso atrás, dejándolo con la sensación de que todo lo que dijo no es más que el primer paso en un juego mucho más grande.

--¿Sabes, Gale?-- comienza Floppa, su voz algo rasposa, pero firme. --No me asustas. Sé quién eres, sé lo que representas, pero no me asustas.-- Su tono es claro, seguro, casi desafiante. --Ni siquiera tú puedes controlar todo lo que ocurre aquí.--

Gale lo observa por un momento, reconociendo esa verdad sin poder evitarlo. Floppa tiene la misma conciencia del poder que él posee. Aunque Gale tiene el título y el ejército de uno de los reinos mas poderosos de Desolea, Floppa sabe que puede acabar con él en cuestión de segundos, si fuera necesario. La diferencia entre ellos es que ninguno de los dos parece dispuesto a hacer el primer movimiento.

Por un momento, el silencio lo llena todo. La tensión palpable, como si ambos midieran cuidadosamente sus palabras. Pero cuando Gale abre la boca para continuar, lo que dice lo cambia todo, el chico decidio Jugar su ultima carta.

--Si no escuchas lo que estoy proponiendo, Floppa-- su voz se endurece, --comenzaré a matar personas. No voy a esperar más.--

Floppa se cruza de brazos, su expresión permanece inexpresiva. --A ver, tarado, si crees que me asustas con amenazas vacías... estás equivocado. Como dije, tengo el poder para hacerle frente a cualquiera, incluso a ti, y sabes que me da mas seguridad? que no soy el único que puede hacerlo.--

Gale recordo a los demas chicos, las palabras que Floppa le dijo le dan la pieza de algo que ya habia visto, solo le faltaba confirmarlo bien, los demas chicos tambien tenian poderes y todos eran igual o mas fuertes que el chico frente a el.

--Pero bueno...vamos a darte el beneficio de la duda, hare lo que dices...--Floppa ya mejor decidio ceder, sabia que aunque lo que dijo era cierto, no podia arriesgarse a que mataran a la gente de la cordillera, aunque pudiera safarse, Gale lo tenia arrinconado.

--Exactamente que dice el tratado?--Pregunta Floppa finalmente, aunque ya sabia la respuesta

Gale observa fijamente. --Debes servir como piloto de nave caza, servir en el combate aéreo, en tierra si es necesario--

La habitación se queda en silencio por un momento, ambos chicos evaluando los riesgos, hasta que, finalmente, Floppa se levanta lentamente. No dice nada, pero sus ojos reflejan una comprensión.

--Deacuerdo, pero yo estoy detras de ti todavia--Dijo Floppa mirando fijamente a Gale--Asi que no intentes nada tonto--

Gale hizo una mueca de satisfaccion

--Esta bien, solo que, tu tambien controla a tu gente, recuerda que tambien me debo de defender--

Floppa ya no quiso mirarlo, salio de la habitacion, dejando a Gale solo

 . . .

Frente al castillo, Gale estaba de pie sobre la estructura blindada de un tanque, mirando desde las alturas a la muchedumbre de la cordillera. A su lado, Marie, observaba a los aldeanos con una postura tensa, mientras que más lejos, Pope, Bee, Dream y Fossil se mantenían alertas. Al frente del tanque, se acumulaban las armas de los aldeanos, apiladas, como una ofrenda forzada de sumisión.

La plaza estaba llena de murmullos inquietos. Los aldeanos miraban de un lado a otro, buscando al príncipe de la cordillera, que hasta ahora no se había mostrado. Justo en ese momento, apareció Floppa, quien se acercó con calma desde detrás del tanque, con los hombros rectos y la mirada fija. Sin prisa, avanzó hasta situarse entre el tanque y las armas, visible para todos pero a una distancia prudente.

Marie levantó la mano y la voz para acallar a la multitud.

—¡Atención! —exclamó, con un tono severo que atravesó la plaza—. El príncipe Gale desea dirigirse a ustedes.

Gale dio un paso al frente, manteniendo su postura firme y serena. Miró a los aldeanos por un momento, evaluando sus rostros, percibiendo el miedo y la confusión en sus expresiones. Después, comenzó a hablar, su voz resonando con una mezcla de autoridad y serenidad que buscaba ganarse su atención.

—Habitantes de la cordillera —comenzó, haciendo una pausa para asegurarse de que cada palabra calara hondo—. Hoy estoy aquí porque deseo paz. La paz es la única manera de enfrentar los tiempos oscuros que nos rodean.

Un murmullo recorrió a los aldeanos, sus rostros desconcertados. Gale hizo una pausa, viendo las reacciones antes de continuar.

—Goldwater, a quien muchos consideraban nuestro aliado, ha comenzado a atacar varios puntos de Desolea. Esto no es solo una amenaza para nosotros, sino para todos. La alianza del sur también ha comenzado sus ataques. La guerra ya no es una amenaza distante; es una realidad que se extiende hacia nosotros —dijo con gravedad—. Es mi deber como príncipe proteger a nuestro pueblo, y para ello necesito la ayuda de todos ustedes.

La multitud se quedó en silencio, impactada por sus palabras. Nadie en la cordillera sabía de los ataques de Goldwater hasta ese momento. Los murmullos comenzaron de nuevo, más intensos, mientras los aldeanos intercambiaban miradas de desconcierto. Pope y los demás miraron a Floppa, intentando captar alguna reacción en su rostro. Sin embargo, Floppa mantenía el semblante serio, escuchando a Gale sin pronunciar palabra.

En ese momento, una figura familiar avanzó entre la multitud, abriéndose paso con determinación. Era Tina, la doctora de la cordillera. Aunque estaba visiblemente herida y con vendajes, se había puesto en pie para encarar a Gale. Levantó la voz, cortando el aire con su grito.

—¡No puedes venir aquí hablando de paz después de lo que has hecho! —le espetó, su voz cargada de ira y dolor.

Marie reaccionó de inmediato, frunciendo el ceño ante la interrupción. Con una voz fría, ordenó a los soldados que la callaran.

—¡Detengan a esa mujer!

Gale levantó la mano, indicándole a Marie que se detuviera.

—Deja que hable, Marie —dijo con calma.

Tina no esperó más para hacer oír su opinión.

—¿Hablas de paz? Adelante, hazlo. Trátame como trataste al rey Joohn —gritó con furia, desafiándolo abiertamente.

Los aldeanos comenzaron a agitarse, indignados, sus rostros enrojecidos de rabia y sus puños apretados. La tensión era palpable, y algunos se inclinaron hacia adelante, como si estuvieran listos para correr hacia el tanque y recuperar sus armas. La comandante, alarmada, giró hacia los soldados y dio órdenes con voz fuerte.

—¡Conténganlos! ¡No dejen que se acerquen!

Cuando la tensión en la plaza llegó a su punto álgido, Floppa sintió un nudo formarse en su pecho. La multitud estaba al borde de estallar, y la voz de Tina, cargada de dolor e indignación, había encendido la chispa en los aldeanos. Floppa dio un paso adelante, alzando la voz de una manera que pocas veces había hecho, casi con desesperación.

—¡Por favor, escúchenme! —su voz temblaba ligeramente, una mezcla de resignacion y angustia—. No tienen que arriesgarse así. No vale la pena que se enfrenten, ni por él ni por sus armas. No quiero que nadie más se ponga en peligro.

Algunos aldeanos, aún con el ceño fruncido, lo miraron con una mezcla de respeto y sorpresa. Había algo en su tono que los hizo detenerse, como si realmente sintieran que Floppa estaba poniendo su propia vida entre ellos y el peligro.

—No tenemos que pelear —continuó Floppa, manteniendo sus manos en alto, su rostro contorsionado por la preocupación—. Hay maneras de resolver esto sin que nadie salga herido. Por favor, confíen en mí.

Poco a poco, el rumor de la multitud disminuyó. Algunos aldeanos murmuraron en voz baja, mientras otros observaban con atención, convencidos por la sinceridad de Floppa. 

Pope y los demás observaban desde su posición, incapaces de escuchar del todo, pero viendo la expresión en el rostro de Floppa. Era una mezcla de angustia y resignación que no habían visto antes en él. Intercambiaron miradas de preocupación; algo grave había pasado en su conversación con Gale.

Cuando finalmente la tensión en la plaza se disipó un poco, Gale asintió levemente hacia Floppa y se retiró del tanque junto a Marie. En un destello de luz, Floppa desapareció de la plaza, usando su teletransportación para retirarse sin decir más.

Pope intentó acercarse, pero solo encontró el vacío en el lugar donde había estado su compañero.

—Tenemos que encontrarlo —susurró Pope a los demás—. Algo está muy mal.