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Chapter 13 - Capitulo 12--Chara de Goldwater

El viento cortaba como cuchillas a través de las cabinas abiertas de la nave caza. Floppa apretaba los controles mientras la tormenta los envolvía, el rugido de los relámpagos mezclándose con el estruendo del silbido de las corrientes de aire. Pope se aferraba a su asiento, los nudillos blancos por la presión, mientras miraba hacia adelante con el ceño fruncido.

 Las nubes negras los envolvían como si fueran garras que intentaban aplastarlos, y el constante chisporroteo de los relámpagos iluminaba brevemente el interior de las cabinas incompletas, mostrando los rostros tensos de los dos pilotos. El sonido del viento, combinado con los truenos, era ensordecedor.

Floppa forcejeaba con los controles. Aunque ya se había acostumbrado a la nave caza, mantener el equilibrio en medio de aquellas corrientes violentas era un desafío que lo hacía gruñir con frustración.

—¡Aguanta un poco más! —gritó Floppa, aunque no estaba seguro de si Pope lo escuchó por el rugido del viento. Sentía la nave temblar bajo su control, como si estuviera viva y luchando por liberarse.

—¡Esto es una locura! —gritó Pope, su voz apenas audible sobre el estruendo.

—¡Cálmate! —respondió Floppa, levantando una mano del control para calmarlo mientras intentaba mantener la nave estable—. ¡Solo aguanta un poco más, ya casi salimos de esta nube!

Los dedos de Floppa temblaron, no de nervios, sino por otra cosa. Observó sus manos con una mezcla de asombro y preocupación. Una descarga eléctrica corrió por su brazo derecho, haciendo que se detuviera un instante. Miró sus manos, notando cómo pequeños relámpagos danzaban entre sus dedos.

—¿Qué demonios…? —murmuró para sí mismo, pero Pope lo escuchó.

—¿Qué pasa? ¿Qué te pasa? —preguntó Pope, girándose en su asiento con alarma.

Floppa negó con la cabeza, aunque su rostro reflejaba incertidumbre.

—Nada, nada... solo... el aire aquí arriba. Está… cargado, eso es todo —dijo, aunque no estaba convencido de sus propias palabras. Sacudió las manos, tratando de ignorar las pequeñas chispas.

Las corrientes de aire parecían abrirse camino de forma casi mística frente a ellos, como si algo las apartara. Finalmente, tras unos segundos que parecieron eternos, la nave salió disparada de la tormenta. La luz opaca del sol, cubierto por densas nubes, los envolvió de repente, y el estruendo disminuyó hasta convertirse en un susurro del viento. Ambos se quedaron en silencio por un momento, observando el paisaje que se extendía debajo de ellos.

Un vasto mar de vegetación color azul turquesa se desplegaba hasta donde alcanzaba la vista. El Bosque de la Corrupción era como un océano inmóvil, con hongos gigantes y árboles deformes que se alzaban como torres de un reino olvidado. En el horizonte, montañas cubiertas por el follaje azul se elevaban como guardianes de un mundo extraño. Algunas ruinas de ciudades asomaban tímidamente entre la espesura, ocultas y olvidadas.

—Esto… esto es hermoso y aterrador al mismo tiempo —dijo Pope, inclinándose ligeramente hacia el borde de su cabina.

Floppa no dijo nada al principio, sus ojos exploraban el paisaje con una mezcla de asombro y preocupación.

—¿Has estado aquí antes? —preguntó Pope, rompiendo el silencio.

Floppa negó lentamente.

—No tan profundo. Esta parte del bosque es... diferente. Esto requeriría semanas de exploración a pie, o días con el Sparrow. —Se frotó la frente, tratando de concentrarse—. Nunca había llegado tan lejos.

Pope extendió la mano hacia la neblina que flotaba alrededor de la nave, apartándola como si fuera un velo.

—¿Y esa neblina? ¿Es... venenosa?--

—Si, son Toxinas —respondió Floppa con seriedad—. Pero… jamás había visto unas tan densas. Debemos de estar en una zona especialmente contaminada, o al menos en una con pocas corrientes de aire.

Ambos se quedaron en silencio mientras la nave descendía lentamente hacia el bosque. A lo lejos, divisaron la nave de provisiones de la cordillera. Bee y Fossil estaban en la puerta lateral, haciéndoles señas desesperadas.

Floppa maniobró la nave para acercarse. Desde la otra nave, las voces de Bee y Fossil se mezclaban en el aire.

—¡No podemos aterrizar! —gritó Bee—. ¡No hay lugar!

Fossil se asomó detrás de ella, su rostro reflejando frustración.

—¡Y estamos demasiado pesados! ¡Arthur lo intentó, pero no hay forma de que podamos estabilizarnos con esta carga!

Floppa frunció el ceño, quitándose los guantes mientras examinaba el terreno desde su cabina.

—Necesitamos un remolque —murmuró para sí mismo.

De repente, Floppa se levantó de su asiento y comenzó a maniobrar los controles con los pies mientras se sentaba sobre el vidrio trasero de la cabina, dejando que el viento azotara su cuerpo.

—¿Qué demonios haces? —gritó Pope, alarmado.

—¡Cálmate! ¡Nada malo! —respondió Floppa, estirando los brazos hacia los costados para equilibrarse.

Floppa se sentó en el borde del vidrio trasero de la cabina, maniobrando los controles con los pies. A través de los cristales laterales, sus movimientos eran visibles para la tripulación de la nave de provisiones. Dickson, que había salido al borde de la nave, lo vio y comenzó a gritar.

—¡Floppa! ¡No hagas estupideces!

Floppa les hizo señas para calmarlos

Sonrió, aunque sentía la intranquilidad de los demas. Todos estaban alterados; incluso Arthur, quien normalmente era la calma en persona, lucía inquieto. Pero Floppa tenía una visión diferente del bosque.

--Ya, ya, calmense, vamos a aterrizar, solo siganme--

Entonces Floppa hizo algo que el mismo consideraba estupido

Se quitó la máscara de gas de un tirón y dejó que el viento le golpeara el rostro. El aire tenía un sabor metálico y amargo que le quemaba los pulmones, pero Floppa no mostró señales de incomodidad.

—¡¿Qué demonios haces?! Ponte la maldita mascara!!!—gritaron todos casi al unísono.

Floppa alzó un pulgar hacia ellos y extendió los brazos mientras les dedicaba una sonrisa calida, imitando a un avión mientras el viento pasaba por su cuerpo. Extrañamente, eso pareció calmarlos. Arthur, todavía preocupado, asintió.

—Te seguimos, pero hazlo rápido. Esto no es un juego.

Floppa asintió y volvió a su asiento con una expresión seria. Se colocó la máscara de gas mientras un espasmo de tos escapaba de su garganta.

--Maldicion...--

Dijo Floppa mientras el dolor comenzaba a expandirse en sus pulmones

El aire sabía a sangre y metal oxidado, y el dolor en su pecho continuaba punzante. Cerró los ojos un momento, enfocándose

--Calmate, tu regeneracion hara el trabajo, tu enfocate--

Dijo para si mismo mientras comenzaba a descender con la nave caza.

—Está bien… vamos a aterrizar —dijo, volviendo a los controles.

Finalmente, encontraron un lago lo suficientemente grande para ambos. Floppa desplegó las ruedas de la nave caza y comenzó a descender, con la nave de provisiones siguiéndolo de cerca.

El agua se abrió paso bajo ellos al aterrizar, y ambas naves desaceleraron hasta detenerse. Bee y Fossil los miraron desde la puerta lateral, y 10008 se asomó con su moco protector cubriéndolo.

Floppa apagó los motores y dejó escapar un suspiro largo.

—Bueno… eso fue divertido, ¿no? —bromeó, mirando a Pope, quien lo fulminó con la mirada.

—Estás completamente loco, Floppa.

—Tal vez… pero estamos vivos, ¿no? —respondió con una sonrisa cansada.

Floppa entonces salio del asiento del piloto

--Voy a sacar el cable de remolque, saca el gancho Arthur!--

Grito Floppa mientras caminaba a la parte trasera de la nave, Floppa paso junto a Pope mientras tomaba el cable de la parte posterior de la nave, estaba por dar un salto y teletransportarse a la nave de carga para dejar el gancho donde deberia de ir para el remolque, Pope miraba el agua debajo de ellos, era muy transparente, casi parecia limpia, pero nada en el bosque de la corrupcion estaba libre de toxinas, de todos modos, el agua era tan cristalina que las raices de los hongos gigantes y los arboles se alcanzaban a ver hasta muchisimo mas al fondo del lago, en la parte mas oscura de el lago, Pope creyo ver algo moviendose, algo como pun pez, decidio ignorarlo y mejor voltear a ver hacia arriba, Floppa ya estaba terminando de enganchar la nave de carga al cable de la nave caza cuando algo paso.

El agua debajo de las naves se agitó de repente, como si algo inmenso se moviera en las profundidades. Floppa, que ya estaba en el borde de la nave caza sosteniendo el cable de remolque, tuvo que agarrarse con fuerza a un borde para mantener el equilibrio. Las raíces de los árboles, visibles a través del agua cristalina que parecía no tener fondo, se sacudieron ligeramente con el movimiento.

—¿Qué está pasando ahora? —preguntó Bee, con la voz tensa mientras daba un paso hacia la puerta de la nave de provisiones.

Un sonido extraño resonó a través del lago, como metal siendo arrastrado contra una superficie dura. Era agudo, inquietante, y venía de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. Arthur giró la cabeza hacia los árboles.

—Eso no es el viento —murmuró, apuntando su arma hacia las raíces sumergidas.

—Vean sus alrededores, estamos en desventaja en este lugar asi que fijense de donde nos atacan!—exclamó Fossil, mientras tomaba uno de los cables conectados a las baterías de la nave para empezar a cargarse.

El sonido se repitió, más fuerte esta vez, y el agua bajo las naves se onduló violentamente. Floppa, con los dientes apretados, tiró del cable de remolque y lo enganchó a la nave de provisiones con rapidez.

—Agarrense, voy a tratar de despegar —gritó mientras se teletransportaba al frente de la nave caza, materializándose justo sobre el fuselaje.

Desde allí tuvo una vista clara de lo que ocurría bajo el agua que se oscurecio de repente, Floppa miro al frente, hacia la orilla de el lago. Entre las raíces de los árboles y la superficie cristalina, comenzaron a aparecer pares de ojos brillantes. Al menos cinco cuartetos, cada uno de ellos con tonalidades distintas: rojo, amarillo, azul, violeta y naranja.

—Oh, no… —susurró Bee desde la nave de provisiones, sus puños ya resplandeciendo con la misma energía que había copiado del vial de sangre de Dream.

—¿Qué son esas cosas? —preguntó Pope, activando el poder en sus manos, que comenzaron a iluminarse con un brillo blanco cegador.

Floppa no respondió de inmediato. Se quedó mirando los ojos con una mezcla de sorpresa y algo que los demás no pudieron identificar al principio. Finalmente, el agua se rompió, y la criatura líder emergió. Era enorme, con un cuerpo que combinaba gracia y amenaza: un chanchopoyo.

Su caparazón gris verdoso brillaba bajo la luz que atravesaba las hojas, y sus ocho patas se movían con fluidez, impulsándolo hacia adelante mientras alzaba su labio superior, olfateando sus colmillos asomaban ligeramente entre sus labios. Sus ojos, grandes y profundos, se fijaron en Floppa con una curiosidad casi infantil.

—Es él… —murmuró Floppa, con una sonrisa que parecía fuera de lugar en la tensa situación.

—¿Qué? ¿Lo conoces? —preguntó Pope, tensando los puños, listo para atacar.

—Es el mismo que perseguía a todos ustedes cuando los encontré en el borde de la cordillera hace casi 1na semana.

Los otros cuatro chanchopoyos emergieron detrás del líder, sus 8 patas moviéndose con elegancia por el agua, sus caparazones brillando con un resplandor húmedo. Cada uno tenía un pelaje único, pero todos compartían esa misma mirada inquisitiva.

—No es momento para recordar esas cosas, Floppa. ¡Esas cosas pueden ser un problema! —dijo Fossil, con su cuerpo empezando a cargarse con electricidad visible.

—Tranquilos… No hagan nada. —Floppa levantó las manos, tratando de calmarlos. Luego dio un paso hacia el chanchopoyo líder, hablando con una voz baja y suave—. No estamos aquí para hacerles daño.

Los demás se tensaron aún más al verlo acercarse. Arthur levantó su fusil, su dedo descansando peligrosamente cerca del gatillo.

El chanchopoyo líder abrió la boca frente a Floppa, mostrando hileras de colmillos afilados que podrían atravesar acero.

—¡Floppa, llegale a la chingada de ahi! —gritó Arthur, su voz cargada de alarma.

—No. —Floppa levantó una mano hacia Arthur sin siquiera mirar atrás—. Está bien. Solo está bostezando.

El chanchopoyo cerró la boca con un chasquido que resonó en todo el lago y luego se lamió el hocico lentamente. Floppa soltó una pequeña risa, relajando los hombros.

—¿Ves? No hay pedo.

Para sorpresa de todos, el chanchopoyo inclinó su cabeza hacia Floppa y lo lamió, cubriéndolo de saliva. Luego, con un movimiento casi reverente, presionó su nariz contra la frente de Floppa, envolviéndolo con sus largos bigotes.

En ese instante, Floppa dejó de ver el mundo a su alrededor.

El lago desapareció, reemplazado por un campo dorado que parecía extenderse infinitamente. Floppa estaba descalzo y vestido únicamente con su ropa interior. Frente a él, el chanchopoyo líder lo observaba, pero su presencia era aún más imponente en este lugar.

—¿Dónde estoy? —preguntó Floppa, mirando alrededor.

El chanchopoyo inclinó ligeramente la cabeza antes de responder. Su voz era profunda, pausada, como si tuviera que esforzarse por formar cada palabra.

—Tu… todos...sinceros.

Floppa lo miró, desconcertado, pero mantuvo la calma.

—Gracias, supongo. No queremos molestarlos. Solo necesitamos un momento más y nos iremos.

El chanchopoyo asintió lentamente.

—Nosotros… sabemos. No… ataque… solo curiosidad.

Luego, sus ojos brillaron intensamente mientras añadía:

—Tú… estrella… bosque…

Floppa frunció el ceño, confuso.

—¿Estrella...bosque? ¿Qué significa eso?

El chanchopoyo no respondió, limitándose a inclinar la cabeza.

De repente, el campo dorado se desvaneció, y Floppa volvió al lago. El chanchopoyo líder retiró su nariz y sus bigotes, mientras Floppa reía suavemente y acariciaba su hocico.

Entonces, una explosion resono a lo lejos, seguida de disparos.

Los ojos de la criatura cambiaron de color, oscureciéndose. El cambio fue seguido por un rugido que resonó como un trueno, haciendo eco por todo el bosque. Los otros chanchopoyos se unieron al llamado, y todos desviaron su atención hacia un punto invisible en la distancia.

—Algo los hizo enojar… —dijo Floppa, con un nudo formándose en su estómago.

Sin previo aviso, los cinco chanchopoyos corrieron hacia la orilla, desapareciendo entre los árboles.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Bee, rompiendo el silencio.

Floppa no respondió de inmediato. Sus ojos se abrieron de golpe, como si recordara algo.

—La piloto de la nave caza, podria seguir viva

Se giró hacia Arthur.

—¿El Sparrow está en el ala de la nave?

Arthur asintió lentamente.

—Sí, pero ¿qué estás pensando?

Floppa no respondió. Se dirigió al compartimento del ala, desplegó el pequeño planeador y se subió.

—¡Floppa! ¿Qué demonios haces? —gritó Pope, corriendo hacia él.

—Voy a buscarla.

—¿Estás loco? Podrías morir ahí fuera.

Floppa lo miró con una sonrisa cansada.

—Si no vuelvo en una hora, vayan al Valle Susurrante. Gale los estará esperando.

—¡Floppa, maldito estupido! —gritaron todos, pero él ya estaba en el aire, desapareciendo tras los chanchopoyos.

El sonido de las patas de los chanchopoyos golpeando la tierra resonaba en el aire mientras Floppa seguía la frenética carrera a través del bosque. El Sparrow cortaba el viento con un zumbido suave, maniobrando entre árboles gigantes cuyas raíces se hundían profundamente en el suelo cubierto de hojas y musgo. Los chanchopoyos se movían como una unidad, sus patas escarbando la tierra hasta desaparecer bajo ella, dejando un rastro de tierra suelta y raíces expuestas.

Floppa frunció el ceño, los perdió de vista, pero algo a lo lejos capturó su atención. Una figura humana. Era una mujer, empapada y con el cabello pegado al rostro, sosteniendo un rifle. Estaba rodeada por un grupo de corroedores Estaban atacándola, sus intenciones claras: llegar hasta la nave de la que probablemente provenía y devorarla hasta los tornillos.

"Si los corroedores la rodean, se acabó para ella… y para la nave", pensó Floppa. Ajustó el rumbo del Sparrow y descendió en dirección a la escena.

Chara disparaba, con la mandíbula apretada y el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Cada vez que uno de los corroedores se acercaba demasiado, apretaba el gatillo, derribándolo. Sin embargo, por cada uno que caía, otros dos surgían de entre los matorrales, sus dientes brillando bajo la luz difusa del bosque.

"Esto no puede estar pasando", pensó mientras retrocedía. Tocó el bolsillo de su chaqueta para asegurarse de que el Pharo seguía ahí. Pasara lo que pasara, tenia que mantener el Pharo con ella, era la unica arma que tenia de momento que podia usar en contra del chico de la mascara blanca, mientras lo tuviera el pharo podría darle una oportunidad si las cosas se ponían aún peor.

Un corroedor saltó hacia ella, sus patas delanteras extendidas y sus dientes apuntando a su rostro. Chara giró sobre sus talones y disparó, derribándolo en el aire.

—¡Hijos de perra! —gruñó.

Los disparos resonaban en el aire, pero la munición se agotaba rápidamente. El rifle emitió un chasquido seco.

—No. No, no, no... —intentó recargar, pero el mecanismo se atascó. Maldiciendo, lo arrojó con todas sus fuerzas contra los corrosivos que avanzaban.

Los roedores se abalanzaron sobre ella, obligándola a retroceder aún más. Su espalda chocó contra algo frío y duro. Miró por encima del hombro. Había llegado al borde de una pendiente.

—¡Maldición! —exclamó, sin más opción que saltar.

El aire silbó en sus oídos mientras caía, pero no tuvo tiempo de pensar. Una sombra gigantesca apareció sobre ella. Alzó la vista y vio una serpiente emplumada, su enorme boca abierta, mostrando hileras de dientes afilados.

—¡Oh, por favor! —gritó, sacando un cuchillo de su cinturón.

Desde el Sparrow, Floppa vio la escena desarrollarse.

"Idiota", pensó, maniobrando en picada hacia ella. La mujer caía, su cuchillo en la mano, pero la serpiente estaba demasiado cerca. Con un movimiento calculado, Floppa inclinó el Sparrow paso a toda velocidad junto a Chara, atrapandola en el aire.

—¡Tómate de las barandillas! —gritó, atrapándola por la cintura mientras estabilizaba el planeador.

Chara, sorprendida, lo miró fijamente.

—¿Quién demonios eres tú?

—No es el momento para eso.

Ella frunció el ceño, pero no tuvo oportunidad de replicar. La serpiente rugió detrás de ellos, sus alas extendiéndose para ganar velocidad. Chara se aferró con fuerza a las barandillas mientras Floppa esquivaba un grupo de árboles, dirigiéndose a una zona más despejada.

—¿Qué diablos era esa cosa? —preguntó Chara, tratando de no mirar hacia abajo.

—Una serpiente emplumada. ¿Qué diablos creías que era?

Ella le lanzó una mirada asesina.

—¿Y qué crees que estaba haciendo ahí? ¿Turismo? ¡Intentaba sobrevivir!

Floppa no respondió. En su lugar, sacó una bengala de su cinturón y la disparó hacia el cielo. La luz explotó en una lluvia de colores primarios y sonido, diseñada para calmar a las criaturas del bosque. Pero los animales no se detuvieron. Si acaso, parecían más enfurecidos.

—¿Eso era tu gran plan? —Chara gruñó.

—Nada va a calmarlos ahora. —Floppa giró bruscamente, esquivando un enjambre de insectos gigantes que se unieron a la persecución.

Floppa apretó los dientes, concentrándose en el camino por delante.

—¡Por tu culpa ahora no puedo calmarlos!

—¡Por mi culpa! ¿De verdad estás culpándome? Intentaba sobrevivir ahi!!

La discusión se interrumpió cuando un periquito gigante golpeó la parte inferior del Sparrow. Chara perdió el equilibrio y se soltó de una de las barandillas.

—¡Carajo! —gritó Floppa, extendiendo una mano hacia ella.

—¡Déjame! ¡Sigue sin mí! —gritó Chara, aferrándose a una rama antes de caer al suelo.

Floppa giró el Sparrow, intentando regresar por ella, pero un enjambre de periquitos golpeó nuevamente al planeador. Esta vez, una de las barandillas se rompió, golpeándolo directamente en el rostro y arrancándole la máscara.

Chara observó desde el suelo, horrorizada, cómo el rostro del chico se contrajo en una mueca de dolor mientras inhalaba el aire tóxico del bosque.

—¡No, no, no! —murmuró, buscando algo con qué ayudarlo.

Antes de que pudiera moverse, uno de los periquitos abrio la boca, de su boca salieron multiples apendices, atrapó a Floppa con sus apéndices, envolviéndolo en su boca, el cuerpo del chico, salvo sus pies, que estaban sujetos por los apendices del animal, desaparecio dentro de su boca.

—¡NO! —Chara gritó, levantándose de inmediato.

De repente, un rugido profundo llenó el aire. Chara se giró y vio un chanchopoyo emergiendo de la espesura. Este extendió su cuerpo hacia el periquito, comunicándose con él de una forma que ella no comprendía. Después de unos momentos, el periquito abrió su boca, dejando caer a Floppa al suelo.

El chanchopoyo se paro sobre sus patas traseras hacia el cuerpo del chico, que ahora estaba desmayado y caia inconciente hacia el suelo, Chara rapidamente subio al chanchopoyo, los bigotes del mismo se habian comenzado a extender hacia Floppa, atrapandolo en el aire

--Te lo vas a comer, no es asi maldito mounstro?!!--

Grito Chara mientras veia al chanchopoyo bajar al chico envuelto en sus bigotes, chara desenfundo su espada, el circonio dorado brillo con la luz de los hongos cercanos y de los bigotes del chanchopoyo, Chara corrio y corto algunos de los bigotes del chanchopoyo, pero otros bigotes que ella no habia visto, se extendieron hacia ella, tomandola por la cintura y por los brazos, inmovilizandola, el chanchopoyo dejo a Chara en el suelo, y luego solto a Floppa, que cayo desde donde estaba, afortunadamente no era mucha distancia, Chara vio al chico caer, decidida, avanzo hacia el

Ella corrió hacia él, atrapándolo antes de que golpeara el suelo.

—Vamos, chico, no te mueras ahora —susurró, colocando un pedazo de su propia máscara sobre su rostro.

De repente, escuchó una voz en su mente, una voz ronca y pausada que venía del chanchopoyo.

—Tú… dañaste el bosque… a los habitantes. Deberíamos… acabar contigo. Pero la Estrella… pidió paz. La Estrella… te deja ir.

La mujer miró al chanchopoyo, confundida y temerosa.

—¿Estrella? ¿Él? —Se sorprendió al recordar las palabras del chanchopoyo.

Al verlo bien, Chara se da cuenta de que es el mismo chico que vio caer por su ventana, el que estaba envuelto en luz de estrella, era el mismo chico al que le robo el Pharo en Desolea, era el mismo que ella ya habia concluido que era una estrella, las palabras del chanchopoyo, solo terminaro de confirmarle algo que ya sospechaba..

—¿Eres tú...? —murmura, sin esperar respuesta.

Sin decir nada más, el chanchopoyo se retiró hacia la oscuridad, dejándola sola con el cuerpo inerte del chico en brazos. Ella miró su rostro pálido y notó la sangre que caia por debajo de la mascara, que salía lentamente debido al daño en sus pulmones.

El suelo tembló, y antes de que pudiera reaccionar, ambos cayeron en un agujero profundo.

Al levantarse, Chara miró alrededor, notando que el aire era completamente diferente. Quitó la máscara de Floppa y lo cubrió con su chaqueta.

—No sé quién eres, pero no voy a dejar que mueras.

Sacó un vial de su cinturón y lo vertió en su boca, acariciándole el cabello con suavidad.

—Descansa, ya vuelvo.

Antes de partir, apreto con fuerza la herida en su mano infectada, el dolor agudo empujándola a mantenerse firme. Con una última mirada de preocupación hacia Floppa, Chara se interno en la nueva y desconocida caverna.

Sin más palabras, se levantó y se dirigió a buscar el Sparrow.

 . . .

El sonido del reloj del aula resonaba en los oídos de Floppa. Tenía seis años y vestía el uniforme rojo y negro de la escuela. Sus pies pequeños golpeaban el suelo al caminar hacia el patio, un espacio amplio cercado por muros altos y árboles de hojas marchitas. Había gritos y risas a su alrededor, pero no prestaba atención. Algo más llamaba su atención: un pequeño gato gris de ojos verdes , acorralado por tres chicos mayores que lo rodeaban.

Floppa los observó desde la distancia, su corazón acelerándose.

—¡Atrápalo! —gritó uno de los chicos, lanzando una piedra que pasó rozando al animal.

Otro rió mientras recogía un palo y lo arrojaba. El gato soltó un maullido agudo y retrocedió, acorralado contra una esquina.

Floppa apretó los puños.

—¡Déjenlo en paz! —gritó, corriendo hacia ellos.

Uno de los chicos, más alto y robusto, se giró hacia él con una sonrisa burlona.

—¿Y qué vas a hacer tú?

Antes de que pudiera responder, otro de los chicos tomó al gato por el cuello y lo lanzó al aire como si fuera un juguete.

—¡NO! —grito Floppa, abalanzándose sobre ellos.

Golpeó al primero con todas sus fuerzas, su pequeño puño conectando con la mejilla del chico. El golpe no hizo mucho daño, pero sorprendió al grupo. Floppa no se detuvo. Se lanzó contra el segundo chico, mordiendo y arañando como si fuera un animal salvaje.

—¡Está loco, idiota! —gritó uno, intentando zafarse.

Pero eran tres contra uno. Pronto, Floppa estaba en el suelo, recibiendo patadas y puñetazos mientras el gato aprovechaba para escapar entre los arbustos.

—¡Quédate en el suelo, basura! —dijo el chico más grande, preparándose para golpearlo nuevamente.

De repente, una voz grave y autoritaria interrumpió la escena.

—¡¿Qué está pasando aquí?!

Una mujer con bata blanca apareció corriendo. Su rostro estaba tenso, y sus ojos pasaron de los niños al cuerpo pequeño de Floppa, lleno de tierra y con un ojo hinchado.

—¡Fuera de aquí, ahora mismo! —ordenó, señalando a los tres chicos, que huyeron sin mirar atrás.

La mujer se agachó y levantó a Floppa del suelo.

—¿28194, Qué crees que estabas haciendo? —preguntó con severidad.

Floppa, con la voz quebrada, murmuró:

—Ellos… estaban lastimando al gato.

El adulto lo miró fijamente por un momento antes de levantar la mano y darle una bofetada que resonó en el patio.

—¡Eso no te da derecho a comportarte como lo hiciste, parece que no sabes cuales son tus reglas! Serás castigado.

Sin darle oportunidad de defenderse, lo tomó del brazo y comenzó a arrastrarlo hacia uno de los salones, el salon tenia una puerta hermetica, con varios señalamientos de no pasar. Floppa, con los labios temblorosos y los ojos llenos de lágrimas, solo podía preguntarse: ¿Por qué? ¿Por qué me llevan a mí si ellos fueron los que hicieron mal?

...

Floppa despertó de golpe, con el cuerpo tenso y la respiración agitada. El sueño se desvanecía, pero las emociones seguían presentes, un eco de injusticia y rabia. Se sentó lentamente, intentando orientarse. No estaba en la escuela ni en el bosque.

El lugar era extraño. El techo estaba tan alto que apenas podía distinguirlo en la penumbra, y las plantas alrededor eran diferentes a cualquier cosa que hubiera visto antes. Sus hojas brillaban tenuemente, y el aire tenía un aroma fresco, casi irreal.

Floppa tosió y escupió, sorprendiéndose al ver un enorme coágulo de sangre caer al suelo.

—Debe ser por las toxinas —murmuró

A su lado, su espada de chanchopoyo y su fusil descansaban en el suelo, mientras que su cinturón servía de improvisada almohada. Tomó la chaqueta, que lo cubría como si alguien la hubiera puesto sobre él, y se levantó con cuidado, examinando el lugar.

Justo cuando daba un paso, escuchó una voz detrás de él.

—¡Ah, estás despierto!

Se giró rápidamente, viendo a la chica que había rescatado. Estaba cargando el Sparrow sobre su cabeza, sosteniendolo de las barandillas inferiores, el peso no parecia molestarla por que lo cargaba como si fuera un simple juguete, su rostro estaba iluminado por una sonrisa amplia.

—Me alegra verte bien —dijo, trepando con agilidad hasta el lugar donde estaba él.

Antes de que Floppa pudiera responder, ella tomó una de sus manos entre las suyas.

—Déjame presentarme como es debido. Soy Chara de Goldwater. Gracias por salvarme.

Floppa la miró, aún algo desorientado, y asintió lentamente.

—Floppa, de la cordillera de Wright.

Ambos se quedaron mirándose por un momento. Fue Chara quien rompió el silencio, con una sonrisa traviesa.

—Así que, ¿un príncipe salvando a una princesa? Suena como un cuento.

Floppa bajó la mirada, incómodo.

.

Chara soltó una carcajada.

—Hiciste un buen trabajo.

Floppa se tomo su tiempo para observarla bien, ahora que no tenia la mascara de gas que parecia bufanda sobre su rostro, podia verla mejor, su piel era clara, tenia pequeñas cicatrices en las manos y algunos callos, asi como algunas pecas en su rostro , sus ojos eran de un rojo intenso y su cabello, que llegaba hasta sus hombros, era de un color castaño, Chara noto como Floppa la recorrio con la mirada, como analizandola.

--Pasa algo??--

Floppa parecio salir de su trance.

--No, No--

Dijo Floppa, entonces comenzo a recorrer el lugar con la mirada.

—¿Dónde estamos?

—Debajo del bosque de la corrupción. —Chara señaló hacia las plantas brillantes.

Floppa se llevó la mano al rostro nuevamente, alarmado.

—¿Y el aire? ¿No es tóxico?

—Aquí no. —Ella se encogió de hombros. —Parece que este lugar tiene su propio ecosistema.

Floppa no dijo nada, pero su mente ya estaba trabajando. Caminó hacia donde ella había venido, deteniéndose al ver un pequeño riachuelo. Se agachó y sacó una lente de su bolsillo, examinando un fragmento de liquen bajo su microscopio improvisado.

—Esto es increíble… —murmuró.

Chara lo alcanzó y lo observó, inclinándose para mirar el agua junto a él.

—¿Qué estás haciendo?

—Estudiando. —Floppa levantó la vista, emocionado. —El agua está limpia, sin microorganismos dañinos ni contaminantes. Y este liquen... —levantó un fragmento— parece integrarse con otros. Se come entre otros liquenes que hay aqui.

Chara lo miró con interés.

—¿Siempre haces esto?

Floppa asintió, apartando la vista hacia una pequeña cascada.

—Es hermoso. Nunca había visto algo así.

Ella lo observó en silencio, una sonrisa suave en su rostro. Definitivamente, no era como ningún príncipe que haya conocido antes, es raro, pero raro en el buen sentido.

Caminaron siguiendo el sonido del pequeño rio, a lo lejos, tierra y polvo del bosque caian desde algunas de las aperturas, similares a la que los habia llevado ahi en primer lugar.

El sonido de la cascada llenaba el aire con una calma envolvente. Floppa observaba el flujo cristalino del agua, pero algo le hizo girar la cabeza hacia Chara. Su rostro estaba ligeramente fruncido, y un suave quejido escapó de sus labios cuando movió su muñeca.

—¿Qué tienes? —preguntó Floppa con un tono curioso, desviando su atención del paisaje hacia ella.

Chara agitó la mano en el aire, restándole importancia.

—No es nada. Estoy bien.

Floppa arqueó una ceja, claramente escéptico. Sin decir una palabra más, se acercó a ella y tomó su muñeca con firmeza pero con cuidado.

—Déjame ver.

—¡Oye! ¡Espera! —protestó Chara, intentando zafarse, pero Floppa ya había retirado la venda improvisada que cubría la herida.

Lo que vio lo hizo fruncir el ceño. El corte era profundo y estaba maltratado, con bordes inflamados, pus mezclada con sangre y un enrojecimiento evidente que se extendía alrededor.

—Si, claro, nada—dijo Floppa con ironía mientras examinaba la herida.

Chara desvió la mirada, incómoda.

—Solo me corté peleando con alguien. Su espada estaba sucia... o al menos, eso quiero creer.

Floppa soltó un suspiro y negó con la cabeza.

—Te voy a curar.

Antes de que Chara pudiera replicar, Floppa desapareció en un destello de velocidad, dejando tras de sí una leve ráfaga de viento. Chara se quedó boquiabierta, mirando el espacio vacío donde él había estado.

—¿Qué demonios...? —murmuró para sí misma.

Segundos después, Floppa reapareció junto a ella, sosteniendo su cinturón lleno de bolsas y herramientas.

—¿Qué... qué fue eso? —preguntó Chara, incrédula, señalándolo con el dedo.

—¿Eso? —respondió Floppa, sacando un pequeño isopo y un tubo de ensayo—. Supervelocidad. Y también puedo teletransportarme.

Chara lo miró como si acabara de crecerle una segunda cabeza.

—¿Supervelocidad? ¿Teletransporte? ¿Qué más puedes hacer?

—Salvar princesas tercas, al parecer —respondió Floppa con una media sonrisa, inclinándose hacia la herida de Chara para tomar una muestra.

—Muy gracioso idiota. —Chara rodó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

Floppa ignoró su comentario, concentrándose en su tarea. Sacó un tubo de ensayo con un polvo verdoso en su interior y escupió dentro. Chara lo observó con una mezcla de asco y fascinación.

—¿Qué haces ahora? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia él para ver mejor.

—La saliva tiene enzimas especiales —explicó Floppa, agitando el tubo rápidamente. El contenido cambió de color a un verde intenso—. Esto me ayudará a identificar el tipo de bacteria.

Chara se cruzó de brazos, impresionada a pesar de sí misma.

—No sabía que los príncipes eran tan... versátiles.

Floppa soltó una risa breve mientras sumergía el isopo en la mezcla y agitaba el tubo de nuevo. El líquido se volvió morado.

—Bueno, es que yo no soy principe principe, asi que no soy un inutil. —Le dedicó una sonrisa antes de volverse a concentrar en la muestra.

Luego, Floppa sacó un pequeño manojo de semillas dragón y comenzó a triturarlas con velocidad sobrehumana, convirtiéndolas en una pasta fina que mezcló con un líquido azul de otro tubo. La mezcla se volvió espesa y azul grisácea.

—¿Siempre llevas alquimia portátil contigo? —preguntó Chara, arqueando una ceja.

—Ajam. Nunca se sabe cuándo puedo encontrar algo interesante. —Floppa le sonrio antes de aplicar la mezcla sobre la herida.

Chara dejó escapar un pequeño quejido y apretó los dientes mientras la mezcla tocaba su piel inflamada.

—Lo siento —dijo Floppa con sinceridad, extendiendo la mezcla con cuidado. Su expresión era tan suave que Chara no pudo enojarse.

—Está bien. Solo... avisa la próxima vez.

Floppa rió suavemente mientras envolvía la herida con la misma venda, ahora reutilizada pero bien colocada.

—Esto debería ayudarte a sanar rápido. Si no mejora en unas horas, dímelo.

Chara lo observó mientras hablaba, notando la atención y el cuidado que ponía en cada movimiento.

—Eres raro, ¿sabes? —dijo de repente.

Floppa se detuvo y la miró, sorprendido por el tono sincero de su voz.

—Me lo dicen muy seguido.

Chara negó con la cabeza.

—No, en serio. No eres como ningún príncipe que haya conocido.

Floppa desvió la mirada, incómodo.

—Bueno, probablemente tampoco soy el tipo de príncipe que esperabas encontrar.

Chara sonrió y apoyó una mano en su hombro.

—Tal vez, pero creo que eso es algo bueno.

Ambos se quedaron en silencio un momento, dejando que el sonido de la cascada llenara el espacio.

 . . .

La nave caza sobrevolaba el bosque, su zumbido mecánico apenas audible bajo el ruido ambiental del follaje y el viento. Arthur, al mando de los controles, mantenía una concentración inquebrantable mientras maniobraba a baja altitud. Pope, desde el asiento del artillero, miraba por la mira, su mente dividida entre el paisaje borroso y la creciente preocupación por Floppa.

En la nave de carga, Bee y Fossil asomaban la cabeza desde la compuerta lateral, observando con curiosidad el denso mar verde que se extendía debajo de ellos. Fue entonces cuando Dickson se acercó al comunicador, una especie de telefono de cable gigante.

—¡Arthur! —gritó, su voz resonando por el canal—. Ha pasado más de una hora. Floppa no ha vuelto. No podemos seguir esperando.

Arthur suspiró, su mandíbula tensándose.

—Lo sé, Dickson, pero Floppa no excede el tiempo que dice, algo debe de haber pasado.

—Eso no lo dudo —replicó Dickson—, pero tenemos que dirigirnos al Valle Susurrante. Si no lo hacemos, Gale tomará esto como una infracción del tratado, y tú sabes que eso no nos conviene a ninguno.

Pope entrecerró los ojos desde su posición en la cabina artillera.

—¿Estamos seguros de que de verdad no podemos dejarlo? Floppa tiene el Sparrow, puede alcanzarnos.

Arthur lo miró por el espejo retrovisor, su expresión más seria de lo habitual.

—No se trata de esperar, Pope. Se trata de política. Gale está esperando una excusa para actuar en nuestra contra.

Pope gruñó, insatisfecho, pero sabía que Arthur tenía razón.

—Por eso, dejemoslo —cedió con un tono áspero, sus recuerdos arrojandole algo que sucedio hace 2 años—. El puede alcanzarlos.

Arthur asintió y comenzó a ajustar los controles de la nave caza. Los seguros se activaron con un chasquido metálico, los propulsores en las alas cobraron vida, y los alerones se reconfiguraron. La nave comenzó a ascender lentamente, rompiendo la capa de toxinas que cubría el bosque como un manto sombrío.

Al salir por encima de las nubes, una luz cálida los envolvió. Todos, casi al unísono, se quitaron las máscaras de gas, respirando con alivio el aire puro. Pope, sin embargo, no podía quitarse de la mente la sensación de que algo no estaba bien.

Y entonces, lo vieron.

Flotando sobre una plataforma metálica, en perfecta calma, estaba Gale. Su nave destacaba entre las nubes, las alas de su nave insignia, agitandose como si fueran aves, reflejaban la luz del sol, su voz se coló por el comunicador con un tono burlón.

—No creí que realmente fueran a recuperar la nave de carga.

Arthur levantó una ceja mientras respondía.

—Entonces nos subestimas demasiado.

Gale soltó una risa ligera

--Volveremos por el motor de la nave caza de Goldwater, es un recurso valioso--

Los chicos decidieron no responder, de cualquier modo, no es como si pudieran hacer mucho.

 . . .

Floppa observaba a Chara mientras trabajaba en el motor del Sparrow. Sus dedos hábiles manipulaban las herramientas con una destreza impresionante, y su expresión concentrada le daba un aire casi majestuoso.

—¿De dónde aprendiste a arreglar motores? —preguntó Floppa, su tono mezclando curiosidad y admiración.

Chara, sin apartar la vista del motor, respondió con naturalidad.

—Goldwater es un reino de mecanicos y mineros. Tenemos especialistas en construir motores, a pesar de que no podemos construir motores que esten al nivel de los motores de antes de la gran guerra intercontinental, como el de mi nave caza, que ustedes derribaron, ese motor era de antes de la gran guerra, todos los motores de las naves caza de los reinos son de antes de la gran guerra, a pesar de eso, nuestros ingenieros son algunos de los mejores. Era natural que la realeza también aprendiera algo al respecto.--

Floppa sonrió.

—Entonces, ¿además de ser princesa, eres mecánica? Impresionante.

Chara le lanzó una mirada fugaz, su sonrisa contenida.

—¿Y tú? ¿Quién diseñó este motor? Es compacto, eficiente y muy potente.

—Un amigo mío, Dickson —dijo Floppa, agitando una mano—. Es un genio en lo que hace.

Chara asintió con admiración.

—Es una belleza de motor, definitivamente.

Cuando terminaron de reparar el Sparrow, Floppa improvisó un nuevo soporte con su correa de cuero para reemplazar la recargadera rota. Sentados al lado de la nave, compartieron las nueces dragón que los niños le habían dado a Floppa.

—¿Qué tal saben? —preguntó Chara, observándolo comer.

—prueba una. —Floppa le ofreció un puñado, y ella tomó una con desconfianza.

Al morderla, su rostro se contrajo en una mueca cómica.

—¡Es horrible! —exclamó.

Floppa rió, recordando.

—Pope hizo exactamente la misma cara la primera vez que las probó.

Chara, con los ojos llorosos, le lanzó una mirada incrédula.

—¿Qué son estas cosas?

—Nueces dragón. Son buenas para ti, especialmente para tu herida.

Chara frunció el ceño, determinada.

—Si algo sabe extraño, mejor comérselo todo de una vez.

Con una valentía inesperada, arrojó todo el puñado a su boca. Un sonido ahogado, casi un gemido de dolor, escapó de sus labios mientras su cabello se erizaba.

Floppa no pudo evitar soltar otra carcajada.

—Toma, come esto. Te ayudará con el sabor.

Sacó una bolsa de gomitas que los niños habían hecho, y Chara tomó una en forma de pez. Apenas la probó, sus mejillas se encendieron y una sonrisa amplia iluminó su rostro.

—¡Esto sabe a pastel! —exclamó.

--Esto… es delicioso-- murmuró, casi como un susurro. Luego, añadió con un tono más ligero--Deberías haberme ofrecido estas primero--

Floppa sonrió, pero su mirada pronto se tornó más seria.

--Chara, ¿puedo preguntarte algo?-- dijo, inclinándose ligeramente hacia adelante.

--Claro-- respondió ella, todavía disfrutando de la gomita.

--¿Tienes un hermano llamado Frisk?-- preguntó, su tono cambiando a uno más grave.

Chara dejó de masticar por un instante. --Sí-- dijo finalmente, su voz tranquila pero llena de curiosidad. --Es mi hermano gemelo. ¿Por qué preguntas?--

Floppa tragó saliva, bajando la mirada un momento antes de reunir el valor para hablar. --Tengo algo que decirte. Algo importante.--

Chara lo miró, expectante, mientras Floppa continuaba. --Frisk… murió. Estaba en la nave de Kingsbury que se estrelló. Esa nave estaba infectada con máscaras-parásito, y… intenté salvarlo. Hice todo lo que pude, pero no fue suficiente. Lo siento mucho.--

El rostro de Chara se ensombreció. Mantuvo la compostura, aunque sus labios se apretaron y una sombra cruzó por sus ojos. Llevó una gomita a su boca y la masticó lentamente antes de hablar. --No es tu culpa,-- dijo finalmente, su voz tranquila pero cargada de emociones. --Hiciste lo que pudiste. Al menos sé que murió sin ser deshonrado.--

Floppa frunció el ceño, claramente confuso. --¿Deshonrado? ¿Qué quieres decir?--

Chara respiró hondo, como si estuviera decidiendo si explicar o no. Finalmente, habló. --Las soldados de la segunda división de Kingsbury, especialmente las de la princesa Nouma… tienen fama de hacer cosas horribles si capturan a un chico de la realeza. Abusan de ellos, se regodean de haber estado con alguien de sangre azul. Es… asqueroso.--

Hizo una pausa antes de continuar. --Pero según lo que describiste, esa nave era de la tercera división, ¿no?--

Floppa asintió lentamente. --Sí, por los colores del emblema en el casco. Tercera división.--

Chara asintió también, aunque sus hombros parecían relajarse un poco. --No me gusta admitirlo, pero la tercera división tiene más moral que las otras. Si se estrellaron, Frisk estuvo a salvo de ellas. Murió con dignidad, sin ser deshonrado. Eso… me consuela, al menos un poco.--

Una lágrima silenciosa corrió por su mejilla, pero no dijo nada más. Floppa sacó una pequeña llave de cuarzo de su bolsillo y se la tendió. --Frisk me pidió que te entregara esto,-- dijo con suavidad. --Dijo que era importante.--

Chara tomó la llave, sus dedos temblando ligeramente mientras la examinaba. Sus ojos se iluminaron con reconocimiento, y una débil sonrisa apareció en su rostro por primera vez desde que comenzó la conversación. --Sé lo que es-- murmuró, guardándola cuidadosamente en su bolsillo.

Floppa la observó, intrigado. --¿Qué es?-- preguntó.

Finalmente, ella rompió el silencio. --Es mejor que no lo sepas-- dijo, su voz baja pero firme. Levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Floppa. --Y también es mejor que nadie la tenga.--

Con un movimiento decidido, guardó la llave en el bolsillo de su cinturón, asegurándola con cuidado. --Luego me desharé de ella-- añadió, con un tono que no dejaba espacio para debate.

Floppa frunció el ceño, claramente preocupado. --¿Deshacerte de ella? ¿Por qué? Parece importante.--

Chara dejó escapar un suspiro, mirando hacia los oscuros túneles que se extendían frente a ellos. --Es importante,-- admitió, cruzándose de brazos. --Demasiado importante. Algo como esto… no debería estar en manos de nadie. Ni siquiera en las mías.--

--Entonces, ¿por qué no lo destruyes aquí y ahora?-- preguntó Floppa, inclinándose hacia adelante, intrigado.

Chara negó con la cabeza, su expresión volviéndose grave.

--No es tan simple. Esta llave… si intentas destruirla de forma incorrecta, podría causar más problemas de los que resuelve.--

Floppa arqueó una ceja, claramente desconcertado. --¿Qué clase de problemas?--

--No quiero averiguarlo-- respondió Chara, con un tono cortante que indicaba que no deseaba ahondar en el tema.

Sin embargo, Floppa no parecía dispuesto a dejarlo pasar. --Chara, si esto está relacionado con Frisk o con Kingsbury, tal vez debería saberlo. Podría ayudarte.--

Ella lo miró fijamente por un largo momento, sus ojos escarlata pareciendo buscar algo en los cafe oscuro de él. Finalmente, suspiró de nuevo, esta vez con un matiz de resignación. --Es mejor que no te metas en esto, Floppa. No quiero que termines como Frisk… o peor.--

La mención de su hermano hizo que el silencio volviera, más pesado que antes. Chara bajó la mirada, apretando el cinturón donde había guardado la llave. Su mano temblaba ligeramente, pero su expresión seguía siendo estoica.

--Lo siento-- murmuró Floppa, rompiendo el silencio. --Sé que es mucho para procesar… pero no tienes que hacerlo sola.--

Ella soltó una risa breve y amarga. --¿Crees que tengo opción? He estado sola con esto desde que Frisk y yo éramos niños. No va a cambiar ahora.--

Floppa inclinó la cabeza, sintiendo el dolor oculto tras sus palabras. --Tal vez no tengas opción sobre lo que cargas, pero sí sobre quién te ayuda a llevarlo.--

Chara lo miró nuevamente, esta vez con una mezcla de sorpresa y algo que podría haber sido gratitud, aunque rápidamente lo escondió tras una expresión neutral.

--Lo pensaré-- dijo finalmente, con un tono que cerraba la conversación sin cerrarla del todo.

Se quedaron en silencio por unos momentos más, ambos reflexionando sobre la carga que compartían ahora, aunque ninguno lo dijera en voz alta. El eco de gotas cayendo en la distancia y el leve crujir de raíces acompañaban sus pensamientos.

Finalmente, Chara se levantó y miró hacia adelante, donde el túnel se estrechaba aún más. --Tenemos que descansar. El Sparrow está listo para moverse, y cuanto antes salgamos de aquí, y mejor descansados salgamos, mejor.--

Un rato después, ambos estaban recostados en el suelo junto al Sparrow, iluminados por una pequeña lámpara de luciérnagas. Chara rompió el silencio.

—Floppa... mi reino está en peligro. Quiero usar lo que he creado para salvarlo, pero no puedo hacerlo sola.

Floppa la miró con sorpresa y luego dejó escapar una risa ligera.

—Así que tú eres la chica que me robó el pharo.

Chara abrió los ojos con sorpresa y luego, nerviosa, desvió la mirada.

—Lo siento...

—No te preocupes. —Floppa sonrió, su tono genuino—. Si necesitas ayuda, cuenta conmigo.

Chara lo miró, sus ojos brillando con esperanza.

—Gracias.

Hablaron en voz baja por un rato más, hasta que Floppa se dio cuenta de lo cansada que se veía.

—Deberías dormir. tu misma dijiste que mañana necesitaremos toda nuestra energía para salir de aquí.

Chara asintió, liberando a las luciérnagas. Mientras estas se alejaban, la oscuridad los envolvió, y Floppa susurró al vacío:

—Gracias por su luz.

El silencio se asentó, y ambos se dejaron llevar por el cansancio, sus respiraciones sincronizándose mientras descansaban cerca uno del otro, lentamente, el sueño los arrastro hacia la oscuridad, mañana, mañana saldrian de aqui, y Floppa podria ayudar a Chara, y entonces, podrian ayudar a Goldwater, y tal vez, frenar esta guerra.