El mundo siempre fue cruel y despiadado, benevolente y justo, con solo escuchar esas palabras te das cuenta de lo complejo que es. Hubo un tiempo en el que el orden reinaba y la empatía hacia la existencia de los seres prosperaba, sin importar las cualidades, apariencias y personalidades, no obstante, lo bueno siempre termina siendo un caos.
La llegada de un ser ambicioso rompió la estabilidad, el equilibrio que muchos intentaron resguardar con fervor se quebrantó. Un ser malvado de nombre desconocido y apariencia grotesca decidió acabar con los papeles de las tribus para su absoluta gobernación.
Él ser de aspecto atroz y monstruoso, mostró a su gentío respaldándolo como su amo y señor, justamente el día en que todos los clanes se unirían y reforzarían su poder, pero este rompió el momento que todos estaban anhelando con su impredecible presencia.
El ser horroroso tenía a demasiados semi humanos bajo su poder, ese ser horripilante se estaba proclamando amo y señor de los distritos liderados por cada uno de los cinco clanes existentes, arrebatándoles a tres jóvenes de las tribus más dominantes para que dieran a luz a sus futuros hijos, los clanes quienes mostraron oposición ante tal aberración fueron asesinados con el don más escalofriante que ese ser pudo manifestar "putrefacción", una dolorosa y terrible muerte.
Ese era un don que se creía ya perdido desde hace tiempo, puesto que se decía que los seres manifestantes de la putrefacción eran la creación más majestuosa de las deidades que buscaban en su mundo diversión con la muerte de los inocentes, un espectáculo vil para aquellos sin corazón. Se decía que las deidades fueron superadas por su ruin creación, y al no poder controlar aquello hicieron que este mismo don desapareciera, ¿de qué forma?, es difícil saberlo... Fue entonces cuando surgieron los demás dones, borrando temporalmente de la memoria la existencia de aquella aterradora cualidad.
Aun así, sabiendo aquello, era inevitable que los clanes estuvieran atemorizados. Sin más decidieron traicionarse a sí mismos entregando a las tres mujeres más valiosas de su tribu, sus jóvenes con dones excepcionales habían sido entregadas a aquel, no había alternativa, y si la hubiera... Era imposible pensarlo en el momento, no se podía hacer algo con la putrefacción, eso era claro, la muerte era inexorable.
En el distrito de las sombras fue entregada una joven de veinticinco años, perteneciente a la tribu "Borghild" de cabello rubio y ojos rojizos; en el distrito del sol fue dada una joven de diecinueve años, perteneciente de "Chiara", de apariencia morena, cabello y ojos oscuros; por último, en el distrito oscuro fue otorgada una pequeña de trece años, perteneciente de "Dahak", de ojos celestes, cabello castaño y piel caucásica.
Mi distrito Nature y el distrito Terra que se quedaron sin considerar, solo optamos por observar y callar, sabíamos que era el peor acto de cobardía, pero... ¿Qué podíamos hacer? Nada. Sabíamos la razón de porque ninguna de nuestras jóvenes fue arrebatada, era simple saberlo, eran inútiles para él, ya que sus dones se perdieron demasiado tiempo atrás sin explicación alguna, ahora solo nos dedicábamos a respaldar a las tribus dominantes en lo que pudiésemos.
La tribu "Destiny" fue poderosa alguna vez, al igual que la "Tláloc" de Terra, pero ahora eran normales debido a que la gracia que se les había concedido por las deidades en el mundo se les arrebatada por las mismas.
Todo ocurrió tan rápido, que era imposible pensar que ese mismo monstruo se llevaría a muchos consigo para sus propios beneficios, yo, el hijo mayor del líder de los Destiny con diecinueve años, me pregunté ¿qué podía hacer?, estaba realmente frustrado, de pronto sentí la mano de mi joven hermana de tan solo quince años, quien con ojos llorosos y llenos de ira susurro a mi espalda.
—Quiero saber su nombre.
—No. —Le susurre sin mirarle— Deja que ese monstruo se vaya.
—Hiwa, necesito saberlo... —Se aferró a mi camisa con desesperación— Necesito rogar a las deidades por su castigo.
—Moira, por favor, dame tiempo para averiguarlo.
—Averiguar... ¿Qué? —Una voz escalofriante se escuchó frente a nosotros, su cara era demasiado pálida y su vestimenta era sucia.
— Nada. —Habló nuestro padre repentinamente con una voz firme, sin titubear.
— ¿Qué tenemos aquí? —Se acercó por fin aquel ser que se proclamó amo, quien repentinamente miro a través de mi padre y de mí para observar a mi joven hermana— Oh, una chica sin nada especial.
Mi hermana quien lo miro con rabia decidió guardar silencio, una decisión demasiado sabia a mi parecer, este quien me hace aún lado con una fuerza indescriptible se acerca a ella, pero mi padre se interpone en su vista.
—Dime, ¿por qué tu hija quiere saber mi nombre?
—Por una superstición absurda.
— ¿Únicamente eso?
—Sí. —Dijo con certeza a lo que este simplemente se burló, luego puso sus horrorosas manos sobre el cuello de mi padre y con fuerza empezó a estrujarlo.
Mi hermana, quien no apartaba su mirada de él, aun ahogándose en su propia ira, se mantuvo firme, puesto que los hijos del Líder de la tribu destiny del distrito Nature no tenemos permitido mostrar debilidad alguna; Al contrario de mi padre y mi hermana, soy un corazón débil, el cual no podía permitirse perderlo en esta situación y menos a manos de ese asqueroso ser.
Todo esto se dio por querer llevar a cabo una superstición tan ambigua con el nombre de ese ser, era una tontería, no hay forma de que permita que muera, no puedo. Me acerqué lo más rápido posible y sujeté la mano de aquel oscuro ser, pero este me miro con ferocidad, a lo que mi adorado padre tomo de mi brazo para tratar de alejarme.
Un dolor de cabeza invadió mi estabilidad, una ilusión de estar ahogándome en un mar sin fin apareció, unas manos huesudas jalándome hasta el fondo del mismo querían que me quedara hundido entre lo más oscuro, mientras que un brillo en la superficie me cegaba para que pudiera perderme y concentrarme en una realidad que necesitaba divisar, "una silueta oscura en los ojos del enemigo", por breves segundos sentí el don de los Destiny fluir y desaparecer; Segundos que fueron clave para una solución. Una solución futura.
—Suéltalo. —Dije en calma— No digas tu nombre a cambio de su vida.
—No creo en esa superstición tonta, chico. —Soltó a mi padre quien trato de recuperar su compostura— Ya viene siendo hora de que conozcan a "Dasarha", el amo y señor de sus tierras.
El silencio inundó el área, pero este continúo vociferando con arrogancia. A lo que yo me reí de sus absurdas palabras.
— Tú, nuestro amo y señor. —Lo miré con incredulidad— No digas boberías, no durará tanto tu régimen.
— ¿Quieres acaso dejar de existir?
—De todas formas, moriré, ya sea en tus manos o con el tiempo. —Vi los rostros de las tribus con preocupación hacia mi habla, pero necesitaba dejarle clara una situación.
—Miren aquí a un osado hablador. —Dasarha expreso con furor— ¿Qué te hace pensar que mi régimen fracasara?
—Los Destiny tuvimos alguna vez una cualidad, es por eso que lo sé, pero tu ignorancia no da para más.
— ¿Mi ignorancia?
—Tu don no es estable, ¿verdad?, de hecho, no sabes ni cuánto durará. —Mofe, pues era el único con pleno conocimiento de ello— Duele... ¿No es así?
Su cara se puso rígida y las caras de sus semi humanos palidecieron, lo que vi a través de su mirar era "real". Tome de su hombro y le susurre al oído una solución temporal, una solución que me haría cometer traición, pero esta traición tenía justificación, soy consciente de que arrastraré conmigo una gran culpa por haber robado una vida para proteger a más de una.
—Bien.
Este se alejó y tomo dirección hacia la gente que le había arrebatado a sus clanes y a las tres jóvenes que le fueron ofrecidas, dándoles la plena libertad de regresar sin repercusión, él estaba cumpliendo su parte, y ahora yo tenía la responsabilidad de ejecutar la mía. Di paso seguro y miré a mi hermana menor. Mi dulce y pequeña hermana.
Mi padre, quien me miró con dolor reflejado en sus ojos iba a detener este acto devastador, pero mi boca habló antes de que lo hiciera.
— "Moira, servirás a Dasarha y concebirás a sus hijos, sanaras su estado para prolongar su vida haciendo uso del secreto de los Destiny, y terminaras tu viveza a su lado como ama y señora de su régimen, alentando su ideal hasta el final".
Podía sentir las dagas invisibles que lanzaban las demás tribus y la mía al decidir su desenlace y el nuestro, pero al contrario de mi hermana; ella solo me miraba con suma tristeza más que con ojos de indignación y traición.
—Juro ante el próximo sucesor de la tribu Destiny cumplir con lo que demanda.
Un último abrazo de su parte se impregnó en mí, y con un susurro dulce menciono.
—Confió en la decisión de mi hermano... —Sonrió débilmente y pronuncio con voz quebradiza— Si Hiwa considera que mi vida es su salvación, está bien.
—Moira, presta atención, por favor —Hable susurrante sin soltarla aún con aferración—, ellos aceptan tus peticiones, por eso nos hemos condenado. —Tome de una de sus mejillas y con la otra sujete de su mano poniendo en ella un pequeño orbe— Tu cometido termina cuando entregues esto... Recuerda, su nombre es Ara.
— ¿Ara?
—Mi hija.