Tomé bruscamente de su mandíbula y la apreté tan fuerte como mi irá lo pidió, y con una mirada dejé que mis sentimientos fluyeran. Mis uñas se alargaron y mostraron su filo irreal hasta el punto de encajarlas en sus mejillas regordetas; mis ojos brillaron hasta cegarla, y mi piel empezaba a cambiar su tono lentamente a un gris oscuro, enseguida de eso emané una fusión de mi energía pura con una generosa fuerza de mi putrefacción; Esta provocaría que no fuera una muerte rápida y dolorosa, al contrario, sería una muerte lenta e intolerablemente sufrible.
— Haré que te contemples mientras te pudres lentamente.
Solté su mandíbula y miré hacia su cuerpo, el cual comenzaba con su descomposición en vida. Observe a Dasarha y con pasos marcados pase por su lado.
— Ni creas que salvaré a esas escorias. — Extendí mi mano a él y exigí— Regrésamelo.
Este dejó caer sobre mi palma, el brazalete que me aseguraba mi posición, miré a los hombres que se encontraban junto a mi madre y Merlán, y con un gesto hice que hicieran a un lado a todo aquel que obstruyera la entrada a mi nuevo hogar. Tomé de la cálida y delicada mano de mi hermosa madre y con un rostro suave caminamos hacia lo que ahora sería nuestro dominio.
Al llegar, noté el vacío del que se me había hablado. Luego observé aquella mesa inmensa en la que en algún momento me vi visualizado; era un paso enorme el que estaba dando, en cambio, faltaba mucho por recorrer.
Tomé asiento en uno de los lugares que parecían importantes, no tardó mucho en entrar la gente que desconocía por completo, la cual manifestaba su hostilidad notoriamente, pero sin importar que, no me quitarían la diversión de mirar como detrás de ellos; en el fondo del pasillo, se encontraban corriendo los hombres de Dasarha, quienes cargaban en sus fuertes brazos a su bastardo y puta número uno en dirección a los que podrían ser sus aposentos.
— Y la ayuda va en camino. — Bufé con ironía.
Mi madre se paró a mi lado como también lo hizo Merlán, por alguna razón me sentía resguardado de cualquier amenaza si me mantenía junto a ellos, pues el mejor lacayo de mi padre procuraba mi seguridad y mi hermosa madre pedía a las deidades por mi bienestar, ¿qué más podía pedir?
Unos minutos después entró aquella silueta feroz con expresión dura, un ser que miraba a matar; el cual ya no reconocía como mi padre. Sinceramente, una parte de mí esperaba que Dasarha se sintiera orgulloso de lo que era, de lo que había conseguido mostrar a mi corta edad en mi recibimiento, esperaba que adulara mi fuerza e inteligencia e incluso belleza, por el contrario, sabía que eso era meramente algo iluso de mi parte. Este estaba más que dispuesto a discutir y hacerme ver cómo un total malcriado.
— ¿Te alegras? —Preguntó serio—, pudimos hacer esto sin tanto dramatismo.
— Oh, vamos Dasarha, —Deslicé el brazalete sobre la mesa en su dirección esperando a que se diera cuenta de que le había quitado las preciosas piedras incrustadas— querías que tu bastardo número uno me machacara a golpes para que tu gente se burlara de mi madre y de mí.
— Eso no hubiera sido de esa manera si tan solo no hubieras llegado como un retador por la posición. —Contestó mientras tomaba de aquel objeto incompleto — Tus hermanos tienen nombres por si no lo sabes.
—Lo sé, —Musite— bastardo uno, dos y tres, aunque pensándolo bien, puede que solo me quede con el dos y el tres.
—Tú... —Golpeó la mesa con toda su fuerza con el objeto en mano, creando en ella una grieta inmensa, desfigurando por completo aquel brazalete importante para su gente— Te has pasado de prepotencia, tu madre ha hecho de ti un desastre.
—Yo creería que el prepotente es otro. —Señale hacia el pasillo felizmente arrogante— Y es el que está en cama debatiéndose entre la vida y la muerte. Si tan solo hubieras respetado.
— Respetado un carajo Aza, yo quería un hijo que pudiera ser capaz de convivir y aliarse con sus hermanos por nuestra gente, por el contrario, me has mostrado que tu ego puede más.
—Puedo proteger a esta gente sin ellos, —restregué— acaso no viste de lo que soy capaz.—Señalé— Esos semihombres detrás tuyo, que me miran con desprecio, admiraron a detalle lo que soy, y resulta que soy la creación más valiosa que mi madre y tú poseen.
Era consciente de que el mal corría por mis venas, que aquellos que me observaron vieron en mí, un posible tú. Soy el ser que tanto deseaste obtener Dasarha; soy el mayor temor y la mejor venganza que mi madre te pudo dar, a pesar de ello no pienso seguir órdenes, ante todo mantendré mi objetivo. El objetivo de terminar contigo y arrancar el ideal de los Destiny y todo clan desde la raíz. No soy títere de nadie, a menos que sea parte de mi convicción, por lo tanto, el juego de los orbes lo comienzo yo.
—Tal vez esperaba a un ser débil. —Musito sin mirarme mientras entregaba aquel objeto abollado a uno de sus semihombres — quiero que me dejes hablar a solas con tu madre.
—No, no tiene por qué hacerlo. —Respondió mi madre sin ningún temor de confrontar a Dasarha— Habla enfrente de él, lo que tengas que decir será escuchado por todos, sin excepción alguna.
Dasarha tomo asiento enfrente de nosotros y enseguida sus semihombres abandonaron la recámara para dejarnos absolutamente en privado, antes de que este iniciara la conversación, cambie mi aspecto; al de un común sin nada especial.
—Moira, —Expresó con recelo—, deseo que cures a mis hijos, en especial a aquel que nuestro hijo estuvo a punto de masacrar.
— Si no los sané cuando eran niños, ¿qué te hace pensar que ahora lo haré?
— ¿Y si mejor acabamos con su dolor? —Sugerí—, el bastardo número uno está severamente malherido, lo mejor sería terminar con su patética vida.
—Estás colmando mi paciencia, Aza.
—Me pregunto ¿si harías lo mismo por mí? —Expresé directo—, aunque lo más probable es que mi querido padre hubiera preferido dejarme morir, ¿no es así ser infame?
— ¡Basta! —vociferó mi madre ante esta tensión de padre e hijo.
Aquel individuo apretó fuertemente de su puño, encajando por completo esas terribles uñas que me eran imposibles de sostener en mi persona por tanto tiempo. En consecuencia, su sangre escurrió por aquella grieta que él mismo había causado; su sangre azulada me tomó por sorpresa, puesto que yo no tenía el mismo tono de su sangre, y eso por alguna razón me frustraba y enfurecía tanto.
Además de que su molestia hacía mi persona, me resultaba hiriente. Soy también su hijo y el mejor de ellos, en verdad quería entender el porqué les tenía tanto afecto a aquellos bastardos quienes tienen como propósito dañarme y hacerme la vida miserable, en lugar de quererme a mí, cuyo propósito era ser un gran líder que protegiera a los suyos; sinceramente deseaba entender ¿por qué desde que puse un pie aquí trataban de suprimirme? Yo soy parte de su sangre, sin embargo, ya no tenía ni la más remota duda de que jamás conformaría un lazo fraternal con mis bastardos hermanos o que Dasarha me ofreciera su paternidad.
Poseo un corazón defectuoso, cuyo anhelo era únicamente su reconocimiento, en lugar de eso, lo único que es capaz de transmitirme es su desagrado del que siento que no soy merecedor. Si alguna vez se me presenta la oportunidad de arrancarme los sentimientos del corazón, lo haría sin pestañear, pues, ¿quién necesita esas debilidades para poder superarse? Solo los débiles de alma.
—Dasarha, —me acerqué y tomé de su mano, la cual sané en un santiamén— no soy el enemigo, pero tienes que reconocer que mis hermanos jamás serán mis aliados.
—Nuestro hijo tiene razón. —Se acercó de inmediato aquella mujer que me dio la vida, después tomó de su hombro y menciono con seriedad— Te advertí en esa carta lo que pasaría en cuanto Aza metiera un pie en el territorio del que no debí sacarlo, aun así, debiste predecir que mis palabras no son ninguna tontería, al contrario, son tan reales que cualquiera les temería.
—Robelia me hizo dudar por un instante. —Soltó honesto— Creí por segundos que Aza no era mío. La belleza que posee es inmensamente tuya, Moira.
Mi madre tomó de sus manos y se dispuso a sentarse en el frío suelo, lo observó con detenimiento, y luego reunió cierta cantidad de energía pura para emanarla sobre él.
—Aza se parece más a ti de lo que crees. —Alejó sus manos y sacó de su vestimenta un espejo y se lo ofreció — tiene mi apariencia en su forma común, al igual que la tuya en su forma inhumana.
Si nos mirábamos con detenimiento, ambos podíamos divisarnos entre el aspecto de nosotros. La belleza de mi madre la tenía en mi aspecto más humano, por otro lado, la ferocidad y monstruosidad de mi padre lo tenía en mi lado oculto e inhumano.
— Soy como ambos. —Sonreí— Quiero que sepas que, como una vez dijo tu gente, no termine siendo un ser inútil y feo. Estoy más que orgulloso de ser quien soy y lo que soy, y que por eso mismo no dejaré que nada, ni nadie me humille por ser "Aza", el que algún día fue reconocido por su gente como el hijo desfavorecido de Dasarha.