Robelia sorprendida por su orden se arrastra sobre el suelo hasta llegar a sus pies y entre suplicas y lágrimas comenzó a pedir por su ayuda nuevamente.
—¡Por favor Dasarha! ¡No me hagas esto! —Tomo de sus pies con aferro— No le hagas esto a tu hijo, el tiene que vivir.
—Entonces, hazlo. —Le miró sin sentimiento— Si no lo sacas tu misma, nadie lo hará.
Robelia tomó de la daga y con pesar sobre ella realizo sin temer el primer corte. Un grito de dolor descomunal invadió por completo los aposentos, a lo que Dasarha con expresión neutra hizo una señal para que esta continuara.
Ella con sudor frío sobre su frente dejó escapar uno tras otros quejidos sumamente dolorosos, hasta sacar a la vida que se encontraba dentro de ella, aquel varón cuyo aspecto estaba lleno de erupciones se encontraba respirando débilmente; ella corto del cordón umbilical y con una sonrisa en su peor estado miró a Dasarha, sin importar que se encontraba desangrándose y a nada de perder la conciencia.
Dasarha soltó la mano de Moira y cuidadosamente la coloco sobre su regazo; luego se dirigió hasta el pequeño y con cuidado lo sostuvo entre uno de sus brazos y le dio unas pequeñas palmaditas hasta hacerlo llorar. Al corroborar que el pequeño se encontraba entre nosotros, miró a su concubina con desagrado.
—Llévensela. —Ordeno el grandote— Traten de controlar el sangrado y recuéstenla en sus aposentos, si tienen que llamar al curador, háganlo.
El grandote pidió a uno de sus hombres que sostuviera a su hijo mientras que él se acomodaba en la cabecera de la cama en la que se encontraba su primera esposa recostada, este coloco a Moira en su regazo haciendo que su cabeza se acomodara perfectamente en su dorso, enseguida señalo para que se le entregara el pequeño y posteriormente ordenó que estos abandonaran la habitación.
—Lamento que no hayas podido darme a mi primer hijo. —Menciono Dasarha, mientras tomaba con un brazo a su bebé y con el otro sostenía a Moira— Si despiertas ahora haré que este niño te vea como su madre biológica y me desharé de la concubina.
—Sí que estás loco grandote. —Musite, mientras aún observaba absolutamente todo.
Al final de cuentas nadie podía escucharme, ni verme. Sus palabras parecían sinceras, tanto que recostó a su crío en el regazó de su esposa, abarcando con sus brazos los brazos de Moira, encaminando sus manos a las manos de la susodicha para hacer en ambos un resguardo para el bebé que sostenían, como si quisiera que ella fuera la única madre de sus descendientes, por un lado, ella seguía sumergida en un sueño profundo, aunque misteriosamente la adolescente emano en el niño su sanación y curo aquellas erupciones en un abrir y cerrar de ojos, Parecía una acción inconsciente, pero ¿lo es?
—Si que eres un misterio. —Solté, mientras miraba en Azaruth una sonrisa auténtica, como si hubiera presenciado una respuesta optimista de su parte de una manera peculiarmente extraña.
Transcurrieron años, todo parecía tranquilo, más sin embargó, torno un giro problemático. Moira se encontraba en los huesos y Dasarha no hacía nada para evitar ese deplorable estado, solo se limitaba a esperar un regreso del cual no se tenía conocimiento. En Azaruth podía notar una pisca de esperanza en su mirar, pero en su mayoría podía leer en sus pensamientos una asimilación negativa en la que se decía repetitivas veces: «Deja de mantener viva a una muerta».
Entró su lacayo más fiel y mantuvieron una conversación. Lo que provocó que ciertos pensamientos avivaran en ella y me llegaran. El temor inundaba ese cuerpo tan frágil, que sin pensarlo dos veces me acerque y trate de conectar para calmarla. En cuestión de minutos surgió una interrupción, uno de sus semi hombres daba noticia de sus hijos; ¿en qué momento él tuvo más hijos?
Era consciente de que Dasarha mantenía esta zona privada solo para que este la pudiera visitar, por lo que la información no llegaba como tal; a menos de que tenga que abandonar el sitio para averiguar las cosas por mi propia cuenta, más no recurrí a ello por miedo a que si la abandonaba podría suceder el percance de hace cinco años.
De pronto un bombardeo de pensamientos de ella, llegaron a mí; podía distinguir una acumulación de emociones negativas, tantas que por un segundo me perdí de la entrada de los críos de Dasarha. Sin dudas al que lastime, tenía en sí, un mayor parecido a su padre, los otros dos poco me importaba analizarlos.
Algo me decía que en cuanto Dasarha colocara las pequeñas manos de sus pequeños sobre la palma de su "supuesta" querida esposa; esta reaccionaría y despertaría por el enfado que esta sentía en el momento. Dicho y hecho, eso sucedió.
Tuve que presenciar a gente y niños siendo echados de la habitación, una autosanación por parte de la joven, una discusión conyugal, un drama de lágrimas debido a la impotencia de no poder recordar y después de ello me salí porque no quería presenciar en lo absoluto un deber sexual.
。o○o..★..o○o..☆..o○o..★.o○o..☆..o○o
Ya estaba comenzando a hartarme, no veía resultados acerca de lo que Cecilie me había dicho, no había noticias de que Moira estuviera en cinta o por lo menos, la intención de querer estarlo. Después de largas semanas se les dio el resultado favorable, ella sería madre. Mi madre.
Ella quedo en un acuerdo con el grandote, eso poco me interesaba. Solo quería abandonar lo que era para poder ser quien soy en lo que quería. En cuanto la movilizaron, la seguí. Hasta eso el grandote le dio un sitio agradable, muy bonito es de admitir.
Mientras el feto crecía, yo laboraba un artefacto que le arrebataría el alma para trasladar la mía a la del feto y la del feto a la inexistencia. Tenía como meta ejecutar todo de una, y así poder desaparecer del radar de los veinticuatro, aunque era complejo lograrlo, no fue imposible.
La cuestión principal era ¿qué hacer con mi cuerpo sin alma? No podía dejarlo al alcance de estos, ni tampoco a su lugar de origen. Solo existía una forma y era fusionar mi cuerpo con el alma. Lo que significaba que no dejaría de ser un superior, más bien, nacería con mis habilidades y sumaría aquellas que poseen mis progenitores; nacería como un superior-"inferior". Eso a nada, pues eso, ya con el tiempo me las arreglare para suprimir ese fallo.
A tan solo meses de que Moira diera a luz, me puse en marcha. Cambie mi aspecto al original y desde un lado la observe minuciosamente, algo en mi me decía que lo más probable era perder mis recuerdos debido a mi nuevo nacimiento, por otro lado, mi lado arrogante me aseguraba que como no dejare de ser un superior, esa pérdida de mis memorias no ocurriría.
Enseguida le quite la prenda de su vientre y con algo de fuerza encaje el artefacto diminuto dentro de ella hasta perderlo de vista; este eliminaría el alma y mantendría el recipiente con vida por minutos hasta que yo llegue y me apropie de él.
El sangrado se descontroló un poco debido a que el artefacto aún no llegaba a su objetivo. Era inevitable que no reaccionara por el dolor, así que en cuanto esta despertó de golpe le silencie las quejas de su boca con la palma de mi mano.
—No te haré daño. —Susurre— Ya casi termino.
Esta asustada empieza a forcejear, por lo que sin dudar hago que trague el líquido de un frasco, el cual contenía un somnífero. Sé que debí hacer eso desde el principio, pero me gusta divertirme un poco con las reacciones de seres incapaces de defenderse. Estoy a nada de abandonar ese hábito, por lo que no espero crítica acerca de dichas acciones.
—Borrare estos recuerdos de tu mente, —Comente— al fin y al cabo ya estás acostumbrada a perderderlos.
Extraje de su mente aquellos hilos que me vieron y me guardaron en su consciente; los cuales fueron eliminados sin dejar rastro alguno de mí. A continuación, sané la herida que le causé y en cuestión de minutos, con algo de mi poder jalé del alma de aquel ser que nacería y enseguida.... Lo devoré.
Fusione mi cuerpo y alma, por lo que el artefacto reaccionó y me absorbió de inmediato. Al absorberme, este se destruye y me deja a mí como el alma encargada del cuerpo arrebatado.
«Adiós Dael, bienvenido ¿Aza?».