Tras una tarde tranquila en el que los niños de este distrito corren entre la maleza y las mujeres recolectan frutos tan maduros y coloridos se pueden distinguir a lo lejos personas corriendo y gritando en agonía cubiertos de, ¿sangre?
Los niños y mujeres de Destiny que parecían alegres este día entraron en shock y angustia, los hombres de este clan fueron en su ayuda y las mujeres corrieron por los remedios medicinales que hacemos únicamente en este lugar, los niños que jugaban ahora lloraban de miedo por la situación, ¿en qué momento se dio un giro de esta magnitud?
—¡Hiwa! —Aquel grito despertó mi estado de consternación— ¡Ve por tu padre! ¡ya!
Mis pies se movieron enseguida, mis latidos comenzaron a ser perceptibles en mí y mi sudor cambio de un cálido a frío, algo estaba yendo mal, la tormenta había empezado y nadie estaba listo para resguardarse de ella.
—¡Padre! —Abrí de la puerta de su fría y oscura habitación— Hay disturbio, personas han llegado heridas y… ¿papá?
Me acerque lentamente a su cama, dónde pensé lo encontraría dormido. Hoy un día de disturbio, aquel viejo que me dio la vida, aquel hombre que me vio crecer y cometer errores me había abandonado. Su piel cálida ya estaba pálida, su cuerpo lleno de notables arrugas y cabellos canos por su evidente edad estaba rebosado en esa pequeña cama fría e incómoda, sin embargo, su expresión termino tranquila hasta el final.
Las lágrimas desbordaron en mi rostro y de rodillas termine cayendo sobre el suelo recargado en su lecho. Hoy este hijo mediocre lamenta tanto haber deshonrado a su difunto padre, a su difunta madre, en especial a su hermana y a su gente quienes no podrán desearle una paz eterna por la situación, con pesar lamento ser el mayor de los estúpidos con un inundado y pobre corazón.
—No puedes quedarte así. —Tomo de mi hombro aquel anciano que nos contaba historias— Levántate.
—Anciano, dime que me he equivocado, restriégame en la cara que he fallado. —Dije de rodillas sollozando— Soy un mal sucesor, un maldito hijo y el peor hermano que esta familia y gente pudo tener.
—No. —Negó el anciano con voz firme— No te rindas, eres el orgullo de tu familia, eres el pilar de tu clan y la esperanza de tu hermana. La vida te arrebatara muchas cosas y a personas, no obstante, jamás te arrebatara algo que nunca haya sido suyo.
—No soportaré más esta carga, anciano.
—Lo harás, porque, aunque la vida es un misterio, personas como tú no lo son, la incógnita más grande es la misión que se te encomendó, la cual eres incapaz de percibir ahora, pero no porque no puedas verla en este instante, significa que no podrás notarla nunca.
—Yo no soy fuerte, ni e inteligente, todos tanto como yo lo saben, Moira debió ser la líder de esta gente.
—¿En serio? —Cuestiono el anciano con un tono incrédulo— Sabes, lo que yo he observado es que tú hermana y tú son dos hermanos compartiendo la batuta del liderazgo. La diferencia es que cada uno desempeña su papel por separado, ella está allá…
—Y yo aquí. —Limpie las lágrimas que muestran debilidad y puse la mirada en alto como se supone que un líder debe ser, sin dejarse caer aún, no sin antes pelear y dar guerra—Lo que sea que esté pasando afuera, no será la destrucción de la estabilidad que hemos conseguido por años.
—Eso es lo que quería oír. —Menciono aquel anciano mientras cubría el rostro de mi padre con aquellas sabanas de la cama.
Al salir de la cabaña de mi viejo unas manitas tan pequeñas se aferraban a mis pantalones, esa niña de cabellera tan roja, larga y ondulada no me soltaban, esos iris tan verdes no paraban de derramar lágrimas, una parte de mi deseaba consolarla, pero el tiempo corría y no cabía espacio para ello.
—¿Y tu madre y padre?
—Están atendiendo a los heridos, señor.
Tomé de la chiquita en brazos y me dirigí al área de asistencia médica, los que antes eran unos cuantos hombres se volvieron más. Sin duda alguna, algo estaba mal. Mi gente que empezó a usar el secreto de los Destiny cuando ya los remedios no hacían efecto comenzaron a adquirir lo mismo de las personas que llegaron. Un presentimiento me obligo a tomar precauciones.
—Todo aquel que no haya tocado a las personas heridas y a los médicos que los trataron, quiero que se limite a esta área, ahora. —Ordene.
Las personas de mi clan me observaron con extrañeza, como sí les estuviera negando tratamiento a los heridos de otro distrito y a los míos que estaban cayendo también. Enseguida dejé a la niña en el suelo y le miré un poco triste, pues sus padres estaban en una condición igual de extraña, ambos estaban ayudando, por ende, ninguno puede regresar con ella.
—Ve a tu casa y no salgas. —Mencione— Es una orden, pequeña.
La niña con aún lágrimas sobre sus mejillas asintió y obedeció, corrió en dirección a la que podría ser su hogar. Tome el valor necesario y active la sanación sobre mi cuerpo, una vez que me vieron entrar, la gente que se limitó a criticar mi orden ahora la estaban siguiendo.
—Procuren no tacarse entre ustedes, —instruyo al entrar y al mirar a los heridos— guarden su distancia e iré a su ayuda.
Entonces una mano me detuvo, gire y observe al anciano quien estaba mirando el escenario con terror.
—Es tarde, es tierra muerta y sus vidas han sido ya robadas.
—¿Qué? ¿Qué diablos estas diciendo?
El apunto hacia las personas de adentro que se encontraban en el suelo, me señalo los rostros de quienes prestaron atención médica para ayudarlos. Había algo muy claro, signos que antes de que llegaran, no se encontraban manifestados. Piel que se podría lentamente y un hedor en el aire que era señal de muerte. La sangre que se veía no era de ellos, o más bien, aún no lo era.
—Es algo nuevo, nunca vi algo como esto. —Comento el anciano sorprendido por el hecho— La putrefacción de Dasarha era inmediata cuando tocaba a alguien, pero esta putrefacción es lenta y contagiosa. Esto es peor de lo que era antes.
Mis ojos no podían separarse de observar cómo de repente en cuestión de momentos mi gente se desgarraba así misma para terminar con su dolor interno y externo, como la piel flácida de los ajenos se desbordaba de sus huesos y su lengua se anclaba. No podía seguir apreciando este infierno.
—Voy a entrar. —Vocifere.
Mi gente que estaba afuera empezó a acercarse y eso por alguna razón me angustiaba más. No podía arriesgar a mi pueblo, no sin saber qué hacer y cómo solucionarlo.
—¡No! —Vociferé— Si entran sin activar la sanación morirán y si los tocan no sabemos cuan inmunes podemos ser a ello. Así que absténganse de pasar y obstaculicen a los tentados a entrar si es que no quieren que nuestro clan se extinga.
Miradas alarmantes a mi comentario se activaron de inmediato y los hombres leales a mi padre sin cuestionar se colocaron en guardia para que nadie más que yo entrara.
La actitud del anciano desde afuera del límite era peculiarmente nerviosa, como si en verdad no existirá solución, ni estuviera a nuestro alcance. Su mirada estaba clavada en toda el área buscando, no sé qué exactamente.
Fui hacia los médicos que los trataron y podía distinguir que antes de acudir a la ayuda de los extraños, no habían activado su sanación; cuando intenté tocarlos para analizar su estado, se alejaron antes de completar la acción.
—Si esto es algo desconocido, líder. No podemos arriesgarlo al tocarnos.
—No puedo dejarlos sufrir de esta manera, necesito intentar algo.
—Si no lo logra, arrastraremos a el cabecilla del clan a morir ¿qué será de los demás si lo contagiamos como dice el anciano.
Su piel empezaba a descomponerse, su mirada comenzaba a nublarse y sus palabras ya no podían formularse como tal. Estas personas morirán hoy, sino encuentro una solución pronta.
—Anciano, dijiste que la putrefacción de Dasarha era inmediata cuando los tocaba, entonces si esta es una putrefacción más lenta de la que se conoce de él, ¿hay forma de que ellos se salven si los sano?
—ahg, —Un quejido sonó desde atrás y levanto su mano para que me dirigiese a él.
Este hombre estaba en una mejor condición que los demás, sin embargo, al igual que los otros se limitó a tocarme.
—No, no fue Dasarha, —Menciono con dificultad— El niño, él lo hizo. Uno de los de Borghild que atendí me lo dijo, menciono que las Sombras están cayendo.
—¿Borghild? ¿De qué niño me estás hablando?
—Su hijo menor, el descendiente de tu sangre. Tú sobrino encontró el orbe que protegían los de las Sombras.
Un sin fin de pensamientos inundaron mi mente, Aza Beckham fue quien causo esto y el orbe que encontré y entregué a ese joven líder hace tiempo tal vez este en sus manos o peor aún, puede que él haya ya causado su inexistencia.
—Dime ¿te dijo cómo puedo ayudarte?, ¿cómo solucionar esto?
—…
—¡Quémalos! —Grito el anciano desde la línea limite que restringí— La putrefacción jamás se pudo sanar, ni siquiera las deidades pudieron detener a su ruin creación, menos un Destiny hará la diferencia.
—No digas estupideces, mi hermana sana a Dasarha, portador de ese destructivo don. Su mismo poder lo dañaba, entonces un Destiny puede ofrecer tratamiento.
—No, Dasarha no se lastimaba con su don, era algo más. —El viejo contuvo sus palabras o la información que solo el posee— Confía en mí, no hay forma de salvarlos.
Salí de la línea restringida y con molestia tomé de una de las yeguas que se encontraban cerca.
—Que nadie se acerque al área, —Ordené y avise— Iré por el que causo este desastre.
A fin de salvarlos, traería a Aza a nuestro dominio y daría un intercambio; espero que el costo no sea tan elevado y si lo es, espero que exija mi vida a cambio. Monte de la yegua y cabalgue rápidamente en dirección a Borghild, no obstante, en medio del camino se encontraba esa silueta esperándome, la viva imagen de mi hermana en un niño tan pequeño.
Su mirada se mantenía fija en mí, esos iris color dorados me miraban expectante; parecía querer leerme o tal vez, encontrarme.
—¿Eres el líder de los Destiny? —Pregunto y a su vez señalo mi collar— ¿O eres un consejero?
—Depende, —Bajé del caballo y observé la sangre en su ropa en la que podría a ver sido una herida en su hombro, cuyo corte parecía sanado por uno de los nuestros— ¿Vienes como intruso o visitante?
—Puede que ambas, —Sonrío— aunque, depende de ti.
—…
—Líder.