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Chapter 19 - Capítulo 19

Las inquietudes nunca terminan y tampoco los malos acompañantes. Alce la taza de acero en dirección a Kephmen la concubina favorita de mi "esposo", su irradiante belleza me era repulsiva, sentada ahí enfrente de mí como si la condición en la que nos encontramos fuera lo más normal del mundo.

—Escuche que Robelia sigue agonizando en su habitación ¿la has visitado?

Su intento de conversación va por mal camino. Lo que musita es realmente una manera de querer causar un mal rato.

—¿Por qué iría a ver a la mujer que intento matarme?, tal vez no lo sepas o no quieras recordarlo, pero la primera esposa no tiene por qué visitar a las siguientes sin alguna relevancia.

—Oh no, no te molestes. —Fingió angustia en su expresión, una tan divisible en su actuación— Lo preguntaba, porque tu hijo la visita ocasionalmente.

—¿Mi hijo? —Expresé confusa, no obstante, añadí— Puede que se deleite de su dolor, es lo normal después del intento de humillación que Robelia intento provocar.

—Tiene sentido. —Esta tomo de su taza de acero y bebió con delicadeza el contenido.

—A veces me pregunto el cómo es que no terminaste en el mismo destino que Estera, ¿cuál es tu secreto?

Kephmem soltó una pequeña risa y empezó a enunciar su vanidad, no había secreto según la platinada, solo apariencia, algo muy superficial.

—Eso es, Estera era más como yo, por otro lado, estoy aquí y ella no. —Con una seña indico a su guardia que le diera algo— A estas alturas debería estar muerta.

—¿Por qué lo dices?

—La fui a visitar entre todos los hombres de Dasarha, estaba en deplorables condiciones, casi muerta.

Se levantó y se encamino a mi lugar, dejando una bella caja en la mesa para que yo pudiera abrirla.

—Es un obsequio, —menciono— Sé que no somos amigas y que no lo seremos, pero por lo menos intentare ser buena con el hijo de mi amado.

Abrí la caja de madera tallada con la ilustración de espinas, esta contenía una correa y un frasco que contenía un polvo grisáceo.

—Una correa para mi Harad y un veneno tan letal para los enemigos de Aza. —Tomo de mi hombro— escuche que tu hijo y tú están en malos términos, espero que el veneno no vaya encaminado a ti porque si no, tendría que sustituirte como madre, Moira.

—¿Quieres perder la lengua? —Amenace— ¿O mejor la cabeza?

Merlán se acercó y quito la mano de Kephmen sobre mi hombro, ella se zafó de su agarre y se despidió en silencio, abandonando el comedor.

—No tiene ni porque molestarse, señora. —Opino con la mirada concentrada en mí— Aza pedirá su cabeza a su padre si le comentamos lo acontecido.

—No lo sé. —Tome de la correa que estaba en la caja— Aza ya no es una persona que pueda controlar, además él ya no me considera una madre y a ti, ya no te considera un amigo o aliado.

—Es un niño que careció de cariño, sin embargo, usted se lo dio, no tuvo una figura paterna, no obstante, yo se la di. —Dijo quitándome la correa de mis manos— Tal vez hoy este enojado con nosotros, pero no todos los días serán hoy.

—Traicione a mi hijo, —Confesó— Se enteró de mi plan.

—¿A qué se refiere? —Cuestiono aquel de ojos ciruela— ¿Del ataque de los distritos a Blackwell?

Asiento con un dolor interno, Mérlan había entendido mis razones, por otro lado, mi hijo no había entendido las mismas. Es cuestionable para él esto y lo entiendo. Nació porque era necesario, más el aún no tenía un rol en esta misión, sin embargo, ahora que le pedí que estuviera de nuestro lado, deserto.

—Le explique el daño que Dasarha emergía en el mundo, tú mejor que nadie lo sabe, fuiste leal a él.

—Sigo siéndolo, la diferencia eres tú. —se acercó— Una rehén sin oportunidad de pelear, con un hijo, que también quiere luchar, puede que parezcan diferentes causas, pero, aunque no lo creas se conectan.

—¿Conectar?

—Sí, protegen a los suyos. —Toma de mi mano mientras sigue musitando— Proteges a los comunes y él protege a ambos. La razón de la discusión fue que elegiste un bando que busca eliminarnos y Aza eligió salvar a ambos a su manera, es un niño inteligente y justo.

—Sabemos que no podrá salvar a ambos como también que no es justo, su forma de equilibrar las cosas es ruin.

—Es verdad, y el día que eso suceda, mi lealtad se irá con los míos como tú con los tuyos. Se romperá la orden del señor; aquella que me obligaba a protegerte, incluso sobre su hijo. Esta amistad se abra terminado y esta lealtad a usted se la habrá llevado su hijo.

—El ya ha de pensar que eres un traidor, un traidor que se vio envuelto por los encantos de su madre.

—Puede que tengas razón, aun así, él notara mi valía, porque, así como prometí a Dasarha cuidar a la señora y a su hijo, sé que su corazón me hará prometerle proteger a su hijo sobre los suyos, igual que, sí su hijo cae, caeré con él y tu infelicidad será matarlo a él y perderme a mí.

Merlán alejo su mano repentinamente de la mía y se encamino al bullicio de afuera, aquel ruido abrumador estaba acaparando todo el lugar. Este al asomarse por el ventanal, deja que su apariencia caiga en una expresión de temor y terror.

—¿Qué sucede? —interrogue con preocupación.

—¡Quédese aquí!

Salió apresurado, casi corriendo en dirección a la entrada, no podía quedarme sin tener conocimiento de nada; Así que le seguí.

Cuando llegue a la entrada vi a los caballos excepto el de Aza, me acerque en busca de su silueta, pero solo logré divisar a los otros menores y a los hombres de Dasarha. Mi hijo no estaba y mi esposo tampoco. Algo andaba mal y Merlán lo sabía.

—¿Dónde están? —Vocifere.

Nadie contestó, ni siquiera se atrevieron a mirarme. Esto es considerado un insulto, me acerque a los bastardos y como sí los semihombres de Dasarha pensaran que les quisiera causar algún daño se interpusieron en el camino.

—A un lado. —Ordené a lo que fui ignorada nuevamente.

Merlán se acercó a ellos y empezaron a conversar en susurros, sus expresiones me decían tanto que no sabía que tan grabe era el asunto, mi mente decía búscalos, aunque mi corazón decía lo contrario.

Merlán dio media vuelta y la distorsión en su rostro me hizo pensar en lo peor. En lo único que quería preguntar, era si mi hijo regresaría a su hogar…

—Mi hijo ¿dónde está? —Pregunte con angustia y casi a punto de llorar.

—Dasarha lo está esperando a las afueras de Blackwell… —Menciono Merlán en un susurro a mis oídos con pesar— Hay un desafío propuesto entre Padre e hijo, y sí Aza no lo logra…

—…

—Tendrás que adoptar a Darha como tu hijo y lo sanarás, —Hizo una pausa tratando de encontrar las palabras correctas y luego prosiguió— si el regresa con éxito, tu morirás por traición a Blackwell.

—…

—Pidió tu cabeza a cambio de su triunfo, Moira.

—Me traiciono, —susurre— Mi hijo me delato.

Una risa irónica salió para todos los presentes, aquellos que me observan con incertidumbre por no saber lo que en realidad estaba ocurriendo. Al ser al que le di la vida, me ha dado la espalda hoy, al hijo que esperaba que volviera a su hogar, estaba proclamando la cabeza de su madre para destruir mi distrito, mi hogar. Esa es la forma de jugar de mi retoño, él lo dijo y yo no le creí…

«—Tengo planes propios y no pienso ser pieza de nadie. Mi deber como próximo líder de Blackwell es proteger a mi gente, evitar pérdidas innecesarias, ser feliz con mi vida… Ser libre.».

Quien creería que su libertad comenzaría, deshaciéndose de mí; ¿mi familia estará orgullosa de mí sabiendo que lo intente? ¿Mi hermano me perdonara si su hija no obtiene lo que mi hijo quiere evitar? ¿Qué tengo que hacer? ¿Huir? ¿o despedirme de mi hijo permaneciendo aquí hasta el final?

—Merlán, una vez le dije a Aza que las perdidas eran necesarias, nunca esperé que yo fuera su perdida.

—¿Tomaste ya tu decisión?

—Cometí traición es por eso por lo que él tomo la decisión, además nuevamente la cometeré, pero esta vez traicionare a mi pueblo por proteger a mi descendiente…

Aza Beckham no nació en las mejores condiciones, pero las deidades permitieron que él naciera, por eso lo aprecio y amo, no tendrá una vida normal por ser hijo de quién es, quiero dejarle fácil el camino del comienzo para que pueda concentrarse en lo difícil del final, quiero que mantenga la esperanza de que puede ser libre, porque sé que cuando llegue el momento será él, el único capaz de romper las cadenas de un destino, un destino que la mayoría de nosotros no puede afrontar o esquivar. Él no jugará un papel en este juego en el que un bando tendrá que perder y otro ganar; sino que, controlará el tablero, para que la mayoría de nosotros podamos pertenecer y cuando eso suceda, mi niño se perderá y jamás regresará, porque, así como yo tome la decisión de traicionar, él también tomo la dolorosa elección de sacrificar.

—¿Por qué dejar de pelear?

—¿Y por qué no?, —Sonreí con lágrimas en las mejillas— Si peleo contra mi hijo, que me quedará…

Me encomendaron a una misión, sin embargo, esa misión no me hizo saber que tendría que matar a mi hijo. Perdí mis recuerdos por algo, no perderé a mi hijo por lo mismo.

—¿Si mueres que le quedará a él?

—Si muero, tendrá una oportunidad…

—¿De qué oportunidad hablas?

—Del tiempo, el suficiente para detener el caos que está dispuesto a ocasionar y el necesario para sanar y observar cómo es que hará su movimiento final.