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Chapter 8 - Capítulo 8

Si tengo que ganarme a la población semi humana del territorio, Blackwell, lo haré; si tengo que acabar con mis hermanos bastardos, no lo dudaré; y si mis padres se vuelven un impedimento en mi planificación... Tal vez no tenga remordimiento por ciertas acciones que pueda provocar.

Han pasado semanas desde que llegué al territorio hostil, y Dasarha me ha otorgado frente a los demás la posición que siempre fue mía. Hubo disturbio entre la gente por la sabía decisión de mi progenitor, a pesar de ello no había ningún otro descendiente que estuviera dispuesto a enfrentarme por la posición.

Es decir, las personas que amenazaban con arrebatarme lo que me pertenecía, seguían en deplorable estado; Robelia estaba en descomposición mirándose en un espejo que mandé a colocar en el techo, mientras que esta se encontraba postrada en cama, por otro lado, su hijo se aferraba a la vida, antes que preferir morir y retorcerse en el mismísimo infierno.

A la segunda concubina de nombre "Estera", cuyo aspecto es de tez caucásica, cabello castaño y ojos verdes como las hojas de los árboles en primavera; fue enviada por orden mía como la prostituta exclusiva de los mejores lacayos semi-humanos encargados de protegerme, prácticamente se volvió una ofrenda de mi parte por su buena fe. Por petición de Dasarha no pude hacer mucho con su segundo bastardo favorito que lleva por nombre "Arha". Actualmente, se mantiene encerrado en su habitación en un estado de depresión por arrebatarle a su querida madre que de seguro podría estar desgarrada, enferma o inclusive sin vida.

La tercera concubina fue la única que Dasarha no me permitió tocar, pues su belleza la mantenía como la amante preferida de ese ser; el cual se veía encantado por sus curvas, cabellos plateados y ojos lilas. No hice ningún alboroto para arrebatársela, más bien, me convenía que este estuviese entretenido con "Kephmen" de esa manera no le prestaría atención a mi querida madre, mientras que su hijo "Harad" se me fue concedido como mi juguete; no me atraían mucho los juguetes para ser honesto, no obstante, preferiría hacer de él una mascota fiel.

—Joven amo, —Expreso Merlán con ánimo en mis aposentos— Ha llegado lo que encargo.

—Bien, tráelo acá.

Este colocó un pequeño baúl sobre mi mesa decorativa y lo abrió con sumo cuidado; y ahí estaba, mi simbolismo de líder. Aquellas piedras que había quitado del brazalete, ahora se encontraban incrustadas en un bello collar.

— Es perfecto, —tomé del objeto y lo coloqué sobre mi cuello — ¿Qué te parece?, ¿no es mejor que ese horrible brazalete?

Podía distinguir en el rostro de Merlán el disgusto por mi comentario, sabía que aquel brazalete era demasiado significativo para ellos "su gente", y mi padre, por el contrario, aún existía un coraje interno acerca de eso, el pensar que ese simbolismo me quiso ser arrebatado por no tener el reconocimiento de los semi-humanos, no obstante, mi progenitor hacía que me hirviera la sangre.

—Así es, joven. —«Se notaba a leguas que lo decía por quedar bien»— Luce mucho mejor sobre usted que en su padre.

—Lo sé. —Sonreí, a lo que luego recordé— ¿Dasarha ha ido a visitar a mi madre?

—Sí, amo. Ha estado viéndola continuamente estos últimos días.

—Supongo que espera que mi madre le conceda más hijos valiosos. —Fruncí el ceño sin poder evitarlo— ¿Quiere buscar un remplazo de mí?

—Joven amo, el deber de su madre es traer a este mundo descendencia del amo Dasarha. —Menciono directo— Usted debe comprender esta situación mejor que nadie, algún día usted tendrá las mismas responsabilidades.

—Lo comprendo, —Dije, mientras buscaba cierto frasco en alguno de mis cajones del buro— solo que...

—¿Solo qué? —Cuestiono el semihombre.

—Ni mi madre y ni la puta concubina podrán concebir hijos. —Alce del frasco con alegría en mí mirar— Este líquido púrpura garantiza mi lugar, lo que puedes apreciar en el frasco, es nada más, ni nada menos que un elixir para la infertilidad.

—¿Qué ha dicho?, —El individuo arrebato del frasco que sostenía con ira en su persona, algo nuevo que observar, a decir verdad— ¿sabes lo que has hecho?

—Tranquilízate, —Musite— Ellas ya dieron lo que tenían que dar a mi padre. No por nada estoy aquí parado enfrente de ti, y no por nada aquellos bastardos siguen con vida.

—Usted no lo comprende. —Menciono con furor y presiono con dureza mis hombros— Había un trato antes de que nacieras, tu madre tenía que seguir ciertas condiciones, y ahora...

—¡Ya cállate!, ¡y suéltame! —Vocifere— ¡Dasarha no matará a mi madre por este insignificante acto!

Salí de mis aposentos en dirección a la recámara conyugal de mis padres. Luego, con pesar en el pecho, entre a enfrentar la situación que se daría con mi confesión. Dasarha me miro desconcertado y mi madre con alegría; de cierta forma odiaba la situación en la que ellos se encontraban, tomando té y conversando acerca de un futuro estable.

— ¿Qué te trae por aquí? —pregunto mi madre, quien de inmediato se acercó a mí.

—Hice ya hace tiempo algo bueno para mí, pero malo para ustedes.

— ¿Qué hiciste? —Cuestiono mi padre con incertidumbre ante mi comentario.

Observe a mi madre con preocupación hacia mi persona, lamentaba con el alma mi egoísmo, aunque si he de elegir en algún momento entre ella o yo, siempre seré yo.

—Causé infertilidad en tus mujeres, —Solté sin mirar el rostro de mi querida madre— incluyendo a mi progenitora.

Dasarha se levantó con brusquedad de su asiento y se acercó a mí con agresividad, me empujo hacia la pared y debido al fuerte impacto, el cual, ocasiono en mí, heridas poco graves.

—¡Repítelo! ¿Hiciste qué? —Vocifero con furor.

—En cuanto llegue y tome mi lugar, di la orden de que agregaran el elixir de infertilidad en los alimentos que ingirieran las mujeres que estuvieran contigo, incluida mi madre y también pedí que lo pusieran en tus alimentos. Me di a la tarea de hacer que el elixir no tuviera cura. —Solté directo— Además, a aquellas mujeres de las que me enteré de que dejaste embarazadas, les provoque un aborto inmediato.

— ¿Cómo es que piensas remediar todo este desastre?

—No voy a hacerlo. —Mencioné —no hay necesidad de que tengas más hijos, al igual que tampoco hay necesidad de que retengas a mi madre a tu lado.

—Suéltalo. —Ordenó mi madre a Dasarha— Aza tenía sus motivos, así que déjalo en paz.

—Deberías estar molesta. —Comentó aquel ser que estaba perdiendo los estribos — Has escuchado lo que te ha hecho, lo que me hizo y aun así quieres perdonarle su egoísmo.

— ¿Es que acaso tú no hiciste algo parecido en el pasado?

Este me soltó, dejando que cayera de golpe al suelo. Mi madre de inmediato se acercó y me sano las heridas causadas por Dasarha, sin importar lo que le ocasione. Hubo un silencio terrible, se podía sentir una tensión indescriptible entre nosotros. Dasarha me miraba con decepción y enfado en su rostro, mientras que mi hermosa madre se mantenía en medio de ambos para que no cruzáramos la línea de querer matarnos.

—Lo siento. —Me levanté y coloqué mi mano sobre el hombro de mi madre mientras le musitaba a Dasarha— Soy inseguro por tu culpa.

Señale a Dasarha con la mirada, perfectamente sabía a qué me refería como también lo que quería. No confiaba en él por el simple hecho de que lo conozco, hasta me sorprendo de mí, de por qué lo hago, y como respuesta sé, que solo surge.

—Aceptaré el castigo, siempre y cuando no dañe lo que he conseguido, padre.

—No es necesario. —Expreso— Tu madre tiene razón, hice cosas parecidas en el pasado, por querer estar en donde estoy, no obstante, me decepcionas. Creí que podías ser más inteligente, mientras que lo único que muestras es ser un cobarde.

—Es suficiente. —Defendió mi madre— Trata a tu hijo, muéstrale que hacer. Es injusto por tu parte criar a Darha, Arha y Harad a tu semejanza, mientras que Aza es independiente para obtener conocimiento, entrenamiento y gente a su disposición, ¿crees que ha sido fácil? —Cuestiono furiosa—, sé alguien que lo apoye, no quien lo humille.

—¿Eso quieres? —Me cuestiono aquel semi humano—, ¿quieres que te guíe este ser aborrecible?

—Eso quiero. —Conteste honesto— Enséñame, edúcame y... Valórame. Puede que los métodos que he ejercido sean cobardes, pero no tuve quien me dijera lo contrario hasta ahora. Demuéstrame que me equivoco, muéstrame como mi padre y líder de este territorio que puedo lograr los objetivos por méritos honestos.

—Será duro. —Sonrió— Mañana a primera hora saldremos.

Asentí con entusiasmo. Entonces esperé a que este saliera de los aposentos para agradecer a mi bella madre por interferir a mi favor. Una vez que aquel semi humano salió, me hundí en los brazos cálidos de mi madre, hasta sentir un objeto esférico en sus prendas.

—¿Por qué? —Cuestione.