Chereads / Momento equivocado / Chapter 3 - Capítulo 3

Chapter 3 - Capítulo 3

Los cielos se nublaron cuando deje mi distrito mientras que la lluvia se hizo presente en cuanto nos encaminábamos hacia el hogar del monstruo. Su mirada sobre mí me paralizaba a cada instante, el pensar que tenía la obligación de dar a luz a sus hijos era inimaginable, ser la mujer de esa cosa mal oliente sería absurdo para cualquiera que nos observara.

— ¿Qué traes en la mano? —Preguntó el semi humano encargado de vigilarme.

—Nada que te interese, idiota.

—Qué señorita tan maleducada.

—Déjala en paz. —Hablo Dasarha con voz escalofriante— Ya estamos por llegar, así que pueden seguir discutiendo cuando entremos.

Al pisar suelos asquerosos se podía visualizar la oscuridad en cada rincón de su sombría zona. Un frío de invierno se presentaba de una manera pesada y abrazadora. Los caminos estaban llenos de semi humanos como ellos, aspectos extraños y grotescos, pero curiosamente armoniosos. Su gente disfrutaba de alguna forma su llegada y lo veneraban tanto como un salvador.

—Este será tu hogar. —Hablo aquel ser temible sin ni siquiera pestañear— No espero mucho de ti, así que si no quieres salir a convivir con ellos, no lo hagas.

En lugar de responder decidí guardar silencio, no había mucho que decir de todas formas. Solo quería sentarme y descansar por segundos porque traer caminando a una persona por horas era muy desconsiderado de su parte.

—La señora se ha agotado amo. —Hablo aquel vigía quien indicaba a Dasarha mi estado a lo que después sugirió— ¿Deseas que te dé mi caballo? o ¿tal vez no sabes montar niñita?

—Tú —Exprese— Si no fuera porque estoy en una desventaja evidente, te golpearía en este momento.

— ¿Así? —Sonrió con descaro.

—Aléjate de ella Merlán. —Ordeno Dasarha acercándose a nosotros en su yegua— Si tanto te duelen los pies deberías curártelos con el secreto del que tanto fanfarroneaba tu hermano.

— ¡No puedo! —Grite frustrada— Mi prioridad es alivianar tu dolor, no el mío.

Sus manos toscas apretaron de mi mandíbula fuertemente y a pesar de ello no exprese el dolor que me causaba. La orden de mi hermano era cuidar a este ser repugnante, así que para hacerlo debía conservar mi energía.

—Si te curas, ¿impide que me cures?

—Así es.

Acerque mis diminutas manos a su brazo para alejar su burda mano de mi rostro, a lo que luego se expresó con mofa por mi carente fuerza.

—Falta poco por llegar a nuestra humilde morada. —Sugirió— Así que elige, montas conmigo el caballo o bien podrías seguir torturando tus pies.

— ¿Y si le dices a Merlán que me ceda su yegua?

Me observo en conflicto por minutos, haciendo que todos se detuvieran en el camino y comenzaran a quejarse de la situación. Algo en mí decía que este monstruo no iba a cederme una yegua, por esa razón empecé a caminar hacia la dirección que tomábamos; No obstante, unos brazos helados y duros tiraron de mí para luego subirme al caballo.

—A ver si así dejas de quejarte.

Este enseguida se subió y continuamos el recorrido. Murmullos de su gente empezaron cuando me vieron a su lado, si yo estuviera observando lo mismo haría las mismas cuestiones que ellos: ¿Qué hace con una humana? ¿Acaso saldrá algo bueno de ambos? ¿No es mejor casarse y tener familia con uno de los nuestros? Esa chica da asco. Es horrible y rara. Es seguro que tendrán descendencia fea e inútil.

—No escuches. —Ordeno aquel mientras seguía directo sin detenerse.

—Tienen razón. —Comente bajamente— Nuestros hijos nacerán feos.

— ¿Y si te callas? Tengo suficiente con escuchar los comentarios de los míos como para también escuchar los tuyos.

—Solo digo que es verdad que serán feos, —Ya que tú eres horripilante para mis ojos y yo soy fea ante los tuyos y los demás en esta zona— Aun sabiendo eso, tengo la certeza de qué...

—Solo dilo.

—No serán inútiles.

Aquel comentario lo dejo sin habla un buen tiempo, deduzco que no esperaba que eso saliera de mi boca. A decir verdad, espero que lo que nazca de mí no se parezca a él, no quiero que su don llegue a mi descendencia; Estoy rogando a las deidades por ello. Que mis futuros hijos se libren del don de este pecador que mata a gente inocente y que solo obtengan el uso de nuestro secreto Destiny para salvar al que lo merece.

—Hemos llegado. —Dijo, mientras bajaba del caballo de un saltó— Apóyate en mí.

No quería tocarlo, pero para bajar me era necesario. En el momento que toque el suelo, me aleje y observé mi nuevo hogar. En una palabra diría que eran piedras, piedras hermosas estructuradas de una manera bella y acogedora. Al atravesar lo principal, note un vació extraordinario, no había objetos que no fuesen requeridos, solo se encontraban los necesarios.

Aquellos que venían con nosotros se dirigieron a sus respectivas posiciones, muy apartados de ambos, dejándome por completo a solas con Dasarha.

—Sígueme. —Ordeno.

—Espera, este apartado, ¿para qué es? —Pregunte curiosa, al ver una gran mesa de roca— Es demasiado grande para ser un comedor.

—Aquí se toman las discusiones generales.

— ¿Y los demás viven al fondo?

—¿Y si dejas de preguntar?

—Que humor, —Resople— entonces dime ¿dónde dormiré?

—A mi lado, no es evidente.

—Quiero dormir separada, si no es mucho pedir.

Él tira fuertemente de mi brazo dirigiéndome a un apartado cubierto de telas azules; Al otro lado se podía apreciar una habitación marital impecable, como si nadie la hubiese usado antes.

—Tú nunca dormiste aquí, ¿cierto?

—No. —Se acercó a lo que yo retrocedí— Eres la primera señora de esta morada.

— ¿Habrá más cónyuges? —Cuestione.

—Depende. —Tomo asiento en la colchoneta y miro a lo lejos mi mano— Me dirás que es esa esfera a la que tanto te aferras.

—Un recuerdo de mi gente, como tú sabrás no creo que me dejes volver.

Hubo un silencio intencional, no existía una tensión forzada sino una calma temporal y espacio mutuo.

—Necesito saber qué es lo que curaré de ti.

—Debes acercarte para poder mostrártelo.

Empecé a recortar la distancia entre nosotros y al mirarlo este tomo gentilmente de mis manos y las coloco en su piel dura.

—Mi piel no debe ser rocosamente costrosa, ni tener este color. —Mira a mis ojos— Cada que uso la putrefacción daño mi cuerpo y obtengo este aspecto rocoso y oscuro.

— ¿Por qué? —Al ver que no tiene intención de contestar, empiezo a tocar su rocosa y fría piel para ubicar el dolor que dice tener— Por el momento no puedo hacerte recuperar tu aspecto, pero si me dices dónde duele podré aliviarlo enseguida.

—Cada que tocas alguna parte del cuerpo duele por dentro, —Detuvo mis toques y continuo— Si presionas la costra de piel rocosa se presenta un ardor por dentro descomunal.

Coloque mis manos sobre sus hombros y emane mi energía pura en su piel, los Destiny perdimos lo que nos hacía importantes, pero no lo que nos hacía necesarios. El secreto de poder compartir energía pura para entregar una sanación abundante era sumamente escondido por mi gente, dependiendo tu edad, era el nivel que podías entregar para curar.

Los niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos de Destiny son capaces de curar por completo a los seres de una edad aproximada a la suya o en el mejor de los casos, si tienen retenido poder puro sin usar por un largo periodo de tiempo este se triplica dependiendo la cantidad que uno posee.

En mi caso... Nunca se me permitió usarlo, debido a que mi padre esperaba que lo utilizara en una ocasión en la que nuestro pueblo estuviera en peligro. Lo que no me esperaba es que sanaría a este ser sin una identidad fija.

—Esto tardará un poco. —Mencione sin separar mis manos de sus hombros— Hay una duda que no puedo sacar de mi mente, ¿puedes ayudarme a comprenderlo mientras estamos así?

— ¿Qué es?

— ¿Por qué eres el único diferente de estos semi humanos?

—No lo creerías si te lo dijera.

—Podría intentar creerte —Necesito información— Así que por favor dímelo, de todas formas, no hay manera de que pueda revelarlo a alguien si siempre me tendrás a tu lado.

—Es verdad, pero no confió en ti. —Desvió su mirada hacia la entrada y ordeno— Entra Merlán.

Pasos moderados se dirigieron hacia nosotros. Merlán, quien coloco algunas prendas sobre la cama, se alejó tan pronto como las dejo.

—Eso ¿qué es?

—Tu nueva vestimenta.

—Quieres que muestre mi cuerpo con ese tipo de vestimenta. —Es alguna broma— Es muy poca tela para mi gusto. Además, me podrían mirar lascivamente si visto eso.

—Este es el tipo de vestimenta que usan las mujeres aquí. —Apretó mis glúteos a lo que después los acaricio— No permitiré que nadie más que yo te toque, o por lo menos hasta que cumplas con lo prometido.

—Dasarha, no tengo planeado embarazarme hasta que tenga la edad suficiente para evitar un peligro que atente con mi vida y la del feto.

— ¿Estas de broma? —Respondió enfadado—, Mujeres de quince años han tenido hijos fácilmente.

—Yo no soy una semi humana. —Conteste directa— No podría lidiar con algo así, soy una menor aún y podría morir debido a ello.

— ¿Cuánto?

— ¿Cuánto qué?

— ¿Cuánto tiempo quieres para estar lista? —Pregunto— ¿Tan siquiera puedes tenerlos?

— Claro que puedo, pero si tanto quieres un descendiente deberías buscar a una semi humana en este instante y follártela.

—Es lo que haré cuando termines con esto. —Soltó sin dudar.

Lo mejor para los dos es que hiciera eso, me daría tiempo para no verlo, y así podría descubrir una forma para evitar que su don pase a mis futuros hijos.

—Ya he terminado por ahora, — Aleje mis manos de su piel cuando termine de sanar una parte de su dolor— tengo que hacerlo todos los días para así eliminar el dolor que te generas.

—Bien. —Se levantó y menciono— 3 años.

— ¿3 años?

—Es el tiempo que te daré. —Hizo a un lado las telas de la entrada y se detuvo unos minutos— No me quedaré hoy contigo, así que duerme tranquila.

Salió de la recámara sin ni siquiera mirar atrás. Sabía que aliviaría su deseo sexual con otra mujer debido a mi indisposición; me sentía aliviada por ello de alguna manera. No tener que ser tocada por alguien así era realmente bueno.

—Merlán, sé que estás vigilándome. Así que entra.

Un movimiento de las cortinas hizo que viera por fuera su silueta semi humana. Merlán parecía más una persona que un monstruo para ser sincera, así que me era fácil hablarle sin temor alguno.

—No entraré niñita. —Dijo susurrante tras las telas— Si Dasarha se entera de que entre a ver a su mujer mientras no está, estaré en problemas.

—Entonces contéstame desde ahí lo que preguntaré.

—No puedo responderle.

—Solo quiero saber la edad de Dasarha. —Su apariencia parece ser joven, pero algo en su cuerpo me decía lo contrario— Cuando lo cure note que su apariencia no coincide con la energía de su cuerpo. Ocupo saber qué edad tiene para poder ayudarlo por completo.

—Nadie lo sabe con exactitud señora.

— ¿Qué es lo que estás tratando de decirme?

—Que el señor Dasarha tiene más edad que cualquiera que viva en esta zona.

Al escuchar aquello un remolino de historias de la infancia surgió en mi mente, como si inyectaran en mí el indicio de aquella incertidumbre en el que los mitos del sabio pareciesen tener lugar en este mundo real y no en el ficticio que él relataba; En el que podría ser que Dasarha, sea la creación detenida por una enfermedad; Una enfermedad como castigo.

—Llévame con Dasarha ¡Ahora!

—Me dieron la orden de que no saliera.

—Entonces tráelo.

—No puedo hacer eso, señora. —Contesto directo.

Era más mi enojo por ser la tonta que cayó como los demás en el juego de los orbes que ser encarcelada por el inocente. Tome del orbe y con toda mi fuerza lo estrelle en el suelo provocando que este irradiara una luz y un calor incontrolables. Si tan solo me hubiera dado cuenta antes...

— ¡Moira! —Grito Merlán repentinamente.

Entonces el brillo del orbe se intensificó, y unos cristales finos del objeto salieron lanzados como agujas sin fin, abarcando por completo la habitación.

Un dolor punzante sobre mi pecho estaba evitando que pudiera respirar. El temor de perder mi vida de esta forma estaba devorándome tanto que me era imposible reaccionar ante los auxilios de Merlán, este quién intentaba curarme gritaba sin cesar por ayuda. Los hombres de Dasarha no tardaron mucho en llegar, pero una silueta a lo lejos detrás de aquellas personas y de esas telas desgarradas de color azul lograron captar mi atención, un cuerpo desconocido de ojos claros como los míos se podían distinguir pero su piel...

— ¡Señora, no cierre los ojos! —Grito el fiel lacayo de Dasarha con frustración en su mirar— ¡Moira, debes sanarte ahora mismo!

Mi voz no podía responderle, estaba en un estado en el que ni siquiera podía controlarme y moverme, lo único que podía hacer era observar a los presentes ayudándome.

—No puedes morir aún. —Hablo aquel ser desconocido a lo lejos, que parecía no poder ser escuchado por aquellos a mí alrededor.

—¿Por qué? —Pregunte mentalmente.

—Porque aún no nazco, madre.

— ¿Madre?