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un soldado en otro mundo

🇪🇸Duodinamico
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Synopsis
Año 2565. Ha pasado un año y medio desde el fin de la cuarta guerra mundial. Dai, un joven veterano de guerra de 17 años de edad, trabaja aquí en Burdeos, como cazarrecompensas. No le falta el trabajo y se ha ganado una reputación en la cuidad. Hasta que un encargo irregular le cambió la vida para siempre...
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Chapter 1 - Capítulo 1: Un día normal

Me levanté como cualquier día en este mundo de mierda, no porque no tuviera sueño sino porque el ruido de los tiros de la calle me despertaron de golpe. Lo primero que hice al despertar fue llevarme al cuello una mano para tocar la chapa de identificación, esto lo hacía todas las mañanas para comprobar que mientras dormía nadie me la había robado. Mi barrio no es que fuese un lugar donde poder estar tranquilo y, este, era uno de los pocos objetos que tenía de recuerdo de aquellos a los que pude un día llamar amigos.

Miré a mi alrededor, vivía en una casa de dos habitaciones y un baño pequeño, estaba medio destartalada y tenía las ventanas cubiertas con tablones, las persianas siempre estaban bajadas, lo único que me mantenía con calor por las noches era el radiador de hierro oxidado que había junto a mi cama.

Salí de la cama, aún cabreado por el ruido, y fui al salón, más concretamente a mi cafetera, que apenas funcionaba en uno de los pocos vasos que tenía, encendí una pequeña tele de cajón que funcionaba a base de golpes y me comí una barrita energética mientras intentaba ver la tele.

Estuve un rato viendo la tele hasta las 8 de la mañana, me dirigí de nuevo a mi habitación donde estaban mis cosas; abrí mi armario y saqué un par de camisas y retiré una de las tablas del fondo del armario, se podía ver una carabina y un rifle, además de unas cuantas fotos de personas rodeadas y, luego, tachadas. Todas las fotos tenían una cifra en la parte de abajo y había una con un hombre que solo estaba rodeada.

Miré al hombre detenidamente durante un par de segundos, me dirigí a mi cama, levanté la almohada y saqué mi pistola, que estaba allí escondida, me puse unos pantalones vaqueros, una camiseta y una sudadera, cogí la pistola, mi cartera y mis llaves y, seguidamente, me fui a comprar algo de comida.

Me aseguré de cerrar bien la puerta de mi casa, vivía en un tercero, bajé las escaleras y en el portal me encontré a Señora Céline, que no os engañe el nombre de esta anciana... Es la que más huevos tiene del barrio y, también, se encarga de la seguridad aquí. Nosotros la llamamos "la yaya", no recomiendo a nadie meterse con ella o...con su escopeta.

~ ¿Cómo vas? ¿Ya vas a liarla otro rato? -le preguntó mientras barría el portal y regaba sus macetas.

~ No, hoy puede que no, solo voy a comprar algo al mercado -le respondí.

~ Vale, pero si la lías que no te vea nadie.-dijo la mujer- Más tarde vendrá el butanero a reponer la caldera; si te lo encuentras dile que suba al segundo para que Noa le pague.

La señora Céline es el miembro más respetado de la zona, además de que es como una madre para los demás; ella es la ley en esta zona, incluso "Los Falios". El cártel de la droga que gobierna nuestra región, la respeta, a pesar de lo poderoso que es. Noa era una mujer a la que la vida no había tratado excesivamente bien.

Era delgada y joven y trabajaba cerca del "Little Star", ofreciendo su cuerpo a los hombres de negocios y a los altos cargos del cartel, de esta manera, ganaba lo suficiente para pagar la calefacción, la luz y la comida.

Me dirigí hacia el mercado, había pasado más de un año desde que la guerra terminó pero casi todo seguía congelado en el tiempo. Antes era un gran mercado comercial ya que estaba situado a la horilla del Río Garona, pero ahora se limitaba a un puñado de puestos que vendían peces, verduras y ropa; también había un alberge para aquellos que lo perdieron todo durante la guerra.

Compré algo de pescado y un par de patatas, y me volví a casa entre la multitud, lo único que podías tener era una visión tercermundista. Mirases donde mirases apenas se conservaban edificios de una pieza y algunos solo tenían algunas marcas de metralla.

Cuando llegué a mi portal podía ver a la yaya regañando a un grupo de niños a los que se les había ido el balón hacia una de sus macetas, pude reconocer a un par de niños que eran hijos de un pez gordo de "Los Falios". No le di mucha importancia y subí a mi piso, solté la compra y me fui a terminar un trabajo, había investigado dónde vivía el hombre de la foto. Vivía a varias calles de mi casa, bajé rápido las escaleras y me dirigí hacia la yaya que seguía riñendo a los niños.

~ Señora Céline, me voy a trabajar -le dije con una mirada cómplice. Ella sabía a qué me dedicaba, la avisé por si más tarde algún madero venía preguntando por mí.

~ Vale, pero que no te vea nadie o no podré cubrirte. ¡Cómo ha cambiado el mundo, dios!-siguió diciendo mientras me alejaba.

Tras un rato caminando llegué a donde vivía el hombre de la foto. Vivía en una de las casas de al lado de la catedral. Giré una esquina y choqué con él, parecía algo paranoico, tenía ojeras, estaba desaliñado, parece que ya sospechaba que lo querían matar. Iba solo así que imagino que no se fiaba de nadie. Y hacía bien, ya que me encargaron acabar con él porque se decía que era un soplón.

Tras chocar con él y disculparme, el hombre, parecía más aliviado, pero en cuanto se dio la vuelta para continuar su camino, saqué mi pistola que estaba en mis pantalones y le volé la nuca con un tiro, rápidamente, guardé la pistola de nuevo y salí del lugar sin que nadie lo notara.

Volví a casa y le hice a la yaya un gesto para que supiera que el trabajo estaba hecho y ella asintió sentada en la mecedora de su portal.

Subí a casa, me prepare algo de comer y me pasé la tarde viendo si algún periodista metomentodo hablaba de mi trabajo; nadie sabía nada, había sido un gran trabajo. Luego, casi de noche, salí de nuevo, esta vez para reclamar mi recompensa, en el Casino "Little Star".