Chereads / Aunque no te pueda ver / Chapter 25 - 24

Chapter 25 - 24

El vuelo me pareció eterno, creí que nunca llegaría. Estaba muy cansada, pero no podía dormir aquí, y tampoco era el momento de hacerlo.

Al llegar, fui directo a buscar un taxi, para que me llevara a un Hotel. Tenía que darme un baño, y obviamente, dejar la maleta. Eran las 4:30 de la mañana. Creo que Dylan debe estar en el hospital. Lo llamaré luego de bañarme.

Necesitaba esa agua caliente recorriendo todo mi cuerpo. Estaba muy agotada y eso me haría despertarme un poco.

Al salir, lo llamé. Quería averiguar si aún estaba en el Hospital.

—¿Cómo está todo, cielo? — le pregunté.

—Todo sigue igual, princesa— su voz se escuchaba ronca, como que debía estar aún llorando.

—¿Estás en el hospital?

—Sí, no sé si pueda despegarme de aquí. Yo sé que no es posible que despierte, pero aún, guardo las esperanzas de que lo haga.

—No las pierdas nunca. Estoy segura que se pondrá bien.

—Gracias por estar al pendiente de todo, linda. ¿Cómo te fue en el trabajo?

—Bien, muchos clientes, pero todo bien.

—Te escuchas cansada. Descansa. Mañana te llamaré, ¿De acuerdo?

—Está bien, cariño. Espero todo salga bien, y avisame cualquier cosa que suceda. Te amo.

—Eso se escucha muy lindo. Daría todo por estar ahí contigo. Te echo mucho de menos.

—Y yo a ti, mi cielo. Tú también descansa, por favor.

—Buenas noches, linda.

—Buenas noches— colgué la llamada y salí de la habitación.

Busqué un taxi y me fui de camino al hospital. Le pregunté a la enfermera donde estaba el Sr. Homer, y me notificaron que se encontraba en el tercer piso. Subí mirando para todos lados y buscando el número de la habitación.

Toqué la puerta suavemente y entré. Dylan estaba sentado en la silla, y al verme, quedó parado más rápido que ligero.

—Rachel, ¿Qué haces aquí?— se veía sorprendido.

Caminó hacia mí y me abrazó. Su rostro estaba rojo y sus ojos también.

—Lo siento, Dylan. No te molestes, pero no podía dejarte solo en este momento tan difícil.

—Mi cielo, pero ¿y tu trabajo?

—Pedí libre por una semana, no tendré problemas. No tienes que preocuparte por nada, ¿De acuerdo?

—Te extrañaba tanto — escucharlo llorar en mi hombro, me lastimó.

No me gusta verlo o escucharlo así, pero sé que es difícil para él.

—No pensé que podría verte ahora.

—Estoy aquí y me quedaré para apoyarlos, así como te has quedado conmigo todo este tiempo.

—Te amo, muñeca.

—Y yo a ti, cielito— sequé sus lágrimas y acaricié su mejilla—. Tu papá se pondrá bien. Es muy fuerte y él quiere ver de nuevo a su hijo. Confía en él.

—Eso es todo lo que quiero creer. Gracias por venir, Rachel. Me tomaste por sorpresa.

—No podía avisarte o te hubieras molestado conmigo, ya te conozco.

—¿Tan gruñón te parezco?

—No, pero cuando te molestas, tienes un carácter fuerte.

—Tú también lo tienes— acarició mi mejilla—. Te ves cansada, cielo. ¿No has dormido?

—Estoy bien, no te preocupes por mí.

—¿Qué no me preocupe? Eres mi mujer y futura esposa, claro que me tengo que preocupar. Vamos a mi casa.

—No, nos vamos a quedar aquí en el hospital.

—No, quiero que vengas conmigo y duermas algo. Te agradezco mucho que estés aquí por nosotros, te juro que estoy muy agradecido y feliz de tenerte aquí conmigo, pero necesito que descanses y te alimentes bien. De igual manera, yo iba a irme a la casa a dormir y regresar en la mañana. Tú no descansas nada durante la noche y trabajas todo el día. Estoy seguro que no estás haciendo tus tres comidas y tampoco estás durmiendo. Necesitas pensar también en ti y en tu salud— se puso serio.

—Lo siento, no quería preocuparte.

—Demuéstralo y ven conmigo.

Se acercó a la camilla y le apretó la mano a su papá. Musitó unas palabras y se acercó a mí.

Yo me acerqué y me despedí de su papá, le desee una pronta recuperación. Se veía tan diferente a como lo vi la última vez. Se veía mucho más delgado y pálido.

—Vámonos, princesa — me agarró la mano y me hizo caminar con él—. Te quedarás en mi casa conmigo.

—¿Sigue siendo la misma donde fui a cuidarte?— le pregunté.

—No, esa casa era la de mi papá. Aún no has conocido la mía, pero ahora lo harás.

—Tengo que buscar mis cosas en el Hotel.

—¿Pensabas quedarte en un Hotel sola?

—No quería molestarte. Sé que tú lugar es con tu papá. 

—Y tu lugar es conmigo. Eres mi novia y mi casa es la tuya. ¿Cómo crees que dejaría a mi mujer quedarse en un Hotel, cuando tengo mi propia casa?

—Lo siento. No pensé en eso, solo lo hice.

—Buscarás todo e iremos a mi casa.

—Está bien, Dylan.