Era una mañana tranquila de un día cualquiera de abril, de esos que no sabes si ir a clase porque puede llegar a ser muuuuy aburrido.
Alba estaba desayunando en la cocina de su casa cuando un hombre de unos 40 entra en la habitación causando que el ambiente cambie a uno lleno de hostilidad y una extraña incomodidad poco alentadora.
-Padre, ¿Qué asuntos te hacen venir a este lugar que tanto odias?- Dijo Alba con una mirada que helaría hasta el infierno.
-Alba, deberás empezar a preparar tu equipaje, te vas a la ciudad, como tu madre ya no está, debo ocuparme de ti.- Dijo seriamente.
Alba se quedó durante unos segundos en shock, cuando consiguió descifrar lo que pasaba y quería protestar, su padre ya se había marchado sin dejar rastro alguno.
Alba sin duda no sabía que pensar, era una mezcla de sentimientos que iban desde la ira hasta la euforia.
Ese descarado que se había marchado hace un momento no era otro que su padre, y el que había provocado que todo tipo de cosas malas le sucedieran. Esa persona si se le puede llamar así, agredía a su madre provocándole todo tipo de heridas, tanto físicas como psicológicas. Esto terminó cuando su madre se suicidó ahorcándose en un gran olivo rodeado de girasoles.
Ahora Alba pensaba con cuidado que sería de ella a partir de ahora, ella tenía amigos en el pequeño pueblo y como era de esperarse no quería separarse de ellos, en especial de su mejor amiga con la que llevaba una vida compartida.
Pasó la primavera, llegó el verano y su fin puso inicio a el año escolar.
La despedida fue muy dura y estuvo llorando hasta llegar a el nuevo piso.
Era un piso enorme, era um dúplex con 7 habitaciones y todas gigantes.
Ella empezó a deshacer las maletas y a colocar todo de manera que pudiese encontrar las cosas.
Al día siguiente después de prepararse, bajó a la calle a tomar el aire, y se dio cuenta de que el aire no era igual que en su pueblo, además el ruido de los vehículos y la gente era insoportable.
Alba empezó a andar hacia el instituto y vio una tienda de donuts, como en su pueblo lo más parecido a eso era la abuela de su mejor amiga que era una gran repostera, se puso a correr hacia esa dirección como una excéntrica, como había un gran variedad de sabores y tipos se entretuvo hasta darse cuenta de que llegaba tarde a clase, y encima era su primer día.
Empezó a correr de nuevo y acabó chocando así con un extraño.
La persona con la que había chocado le hizo una mueca de disgusto.
-¡Oye tú, mira por donde vas!
-Loooo sieeeentooooo, aaaaaiiiii, que llego tardeeeeeee- Dijo la joven sin parar de correr
-Tranquila, yo lo decía por si te lastimas.-
Alba no llegó a escuchar esto último porque estaba ya muy lejos.
Cuando llegó al colegio se encontró con que...
Continuará...