Hace varios años, como si el destino trabajara en todo momento, se encontraron, el fatídico día que hizo girar los engranajes que nos llevaron al ahora.
Puede que la historia del ayer y el hoy estén intensamente relacionadas pero esto es el antes, cuando no se sabía del después.
Era una mañana soleada, ese día era un día como otro cualquiera pero con una gran diferencia, las familias más adineradas tenían un punto de reunión para hacer negocios.
Aunque las familias estuviesen rotas y deterioradas en el interior, tenían que saber aparentar ante los demás.
Ese día, Alba, tenía 5 años cumplidos recientemente, su madre en aquel momento estaba con ella, y vestían a juego unos vestidos amarillos muy bonitos.
En esta reunión estaban presentes todo tipo de personas, por lo que el salón estaba abarrotado.
-Buenos días, señor Fox- Esto lo dijo un hombre de edad muy similar al padre de Alba, llevaba a su lado a una pequeña niña de la misma edad que ella que vestía un precioso vestido rojo, su pelo rubio oro estaba atado con una diadema con rosas. En definitiva, era una niña muy hermosa.
-Señor Lancaster, es una alegría verlo aquí, mis mayores respetos. Me gustaría presentarle a Alba, mi hija.
Los dos se reían de una manera hipócrita tratando de parecer que en verdad les importaban sus hijas.
-Alba, Daniela deberíais hablar un poco juntas mientras discutimos unos negocios- Le dijo esto para librarse de una vez de ella.
-Voy...- Alba en verdad no podía negarse por lo que aceptó.
Ellas dos andaron hacia una esquina del salón y se sentaron en dos sillas vacías que había, ninguna de las dos se atrevía a decir nada.
Al rato aparecieron dos niños que brillaban mucho entre la gente, uno era pelirrojo ,vestía de blanco y el otro tenía el cabello de un tono azabache, su ropa era de un azul celeste. Se acercaron a ellas porque había pocos niños de su edad y se aburrían.
-A ver ¿No os aburrís estando solo sentadas en un banco?- Dijo el niño cabello azabache.
Alba les miró y se quedó callada, quería decir algo pero no sabía si eso haría quedar mal a su familia. Si llegara a quedar mal, en casa, toda la culpa sería dirigida hacia su madre.
-Las chicas sois todas iguales, sois muy aburridas.- Dijo el niño de cabello pelirrojo.
Alba trató de no contestarle mal al niño, pero al final no pudo.
-Todos los niños son iguales, sois muy descarados.
-¡Eso!- Confirmó Daniela dándole la razón.
Esto mismo hizo que empezasen a pelearse verbalmente pero al final acabó todo en risas porque los argumentos carecían cada vez menos de sentido.
-Jaja..jaja, eso no tiene ningún sentido ¿Cómo qué los niños no sabemos volar? Las niñas tampoco saben.- Dijo el niño de pelo oscuro.
Se hablaron durante mucho rato, sobre todo tipo de temas.
En eso, perdieron la noción del tiempo, ya había anochecido y no se daban cuenta porque seguían hablando felizmente.
-Por cierto, yo me llamo Jhonatan y mi amigo es Martín. Dijo alegremente el niño de cabello pelirrojo.
La charla continuaba y continuaba.
-Mi padre tiene una empresa de coches- Esto lo dijo Daniela muy orgullosa.
-Guau, ¿En serio? Mola mucho.- Todos los niños contestaron eso mismo a la vez.
Los niños decidieron salir al balcón a tomar el aire pero...
Continuará...
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