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Chapter 30 - Arco de El Recipiente de Plasma Estelar Parte 6

Mientras los ecos de sus pasos resonaban en los pasillos de la Secundaria Renchoku, Geto, Gojo, Koray y Misato se movían rápidamente, con un propósito claro en mente. La misión era proteger a Riko, pero sabían que el tiempo estaba en contra. Los pasillos, normalmente tranquilos, ahora parecían más oscuros y llenos de una amenaza latente, como si las paredes mismas respiraran el peligro que se acercaba.

Misato, con el rostro tenso y la mirada fija, explicó rápidamente:

—Riko debería estar en su clase de música, pero a veces cambian de salón dependiendo de la actividad. Es un lugar que no tiene un horario fijo y suelen moverse por todo el edificio.

Koray asintió, aún con la sensación de que todo iba a complicarse aún más. El precio de Riko sobre la cabeza de la joven se mantenía en su mente, y su corazón latía con fuerza, sabiendo que no podían permitir que eso sucediera. 

—Perfecto, entonces tenemos que ser rápidos —respondió Gojo, su tono relajado como siempre, pero la mirada de preocupación que pasó fugazmente por su rostro delataba que algo no estaba bien.

Geto, que había estado escuchando la conversación atentamente, se detuvo un momento y miró a sus compañeros.

—Nos separaremos para cubrir más terreno. Koray, Gojo, vayan a los salones más cercanos al área de música. Misato y yo iremos a la planta superior para verificar las aulas allí. Si encontramos algo, nos contactamos por radio —ordenó con firmeza, su tono cargado de determinación.

El grupo se dividió sin dudar, corriendo en direcciones diferentes. Geto y Misato tomaron la escalera, ascendiendo con rapidez hacia los pasillos superiores, mientras Gojo y Koray se dirigieron hacia la zona de música. La adrenalina se disparó en todos ellos; cada segundo que pasaba era crucial, y ninguno quería ser el responsable de llegar tarde.

Mientras corría por los pasillos de la secundaria, Geto no podía dejar de pensar en las maldiciones que acechaban a Riko. Podían sentirlas. No solo por el aire denso y cargado de oscuridad, sino por la vibración casi palpable en el ambiente. Las presencias de los usuarios malditos eran cada vez más cercanas. No habían llegado hasta allí por casualidad.

—Es extraño —murmuró Misato mientras avanzaba junto a él, su mirada fija en el pasillo por delante—. La energía oscura en el edificio parece... estar concentrada en algunos puntos específicos.

Geto frunció el ceño. Sabía que las maldiciones maliciosas no se dejaban ver fácilmente, pero la forma en que se movían por el lugar le decía que alguien estaba dirigiéndolas, alguien con suficiente poder como para manipular a esas criaturas a su antojo.

—Esto no está bien —respondió Geto, su voz grave.— No es solo una cuestión de exorcizar maldiciones menores. Tenemos algo mucho más grande en juego.

La tensión en sus cuerpos aumentaba con cada paso que daban. Finalmente llegaron a la planta superior, y la puerta de uno de los salones se abrió de golpe, revelando una figura encapuchada que parecía esperarlos. Antes de que pudiera reaccionar, una ráfaga de energía maldita recorrió el aire, empujándolos hacia atrás.

—¡Nos están esperando! —gritó Geto mientras desviaba la energía con su mano, generando un escudo de energía oscura a su alrededor.

Misato se mantuvo alerta, lista para actuar. Su respiración se aceleró, pero no dudó. Con rapidez, extrajo un par de talismanes de su cinturón y los lanzó al aire, creando barreras defensivas a su alrededor.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Misato mientras observaba la figura que se mantenía en la entrada del salón.

Geto no perdió tiempo. Sabía que no podían permitir que Riko fuera atrapada por estas entidades. Sin una palabra más, extendió su brazo y liberó un flujo de energía maldita, desintegrando parcialmente el obstáculo que tenía frente a ellos. 

—Lo haremos a nuestra manera. Vayamos directo al punto. Si encontramos a esos malditos, no dudaré en eliminar a quien se ponga en nuestro camino —declaró, con una mirada fría que reflejaba su determinación.

Mientras tanto, en el área de música, Gojo y Koray llegaron rápidamente a la sala. Gojo, siempre confiado, estaba al tanto de lo que se jugaba aquí, pero su rostro mostraba un toque de incomodidad.

—Estamos cerca. Esta sensación no me gusta —dijo Gojo mientras observaba las sombras en el aula, que parecían moverse a su propio ritmo, como si la oscuridad cobrara vida.

Koray, mientras tanto, no dejó de sentir la presión de su sistema. Sabía que algo grande estaba sucediendo. Tenían que encontrar a Riko antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, el tiempo jugaba en su contra, y el caos que se desataba alrededor de la escuela lo dejaba con un mal presentimiento.

En ese instante, un grito resonó por los pasillos cercanos, seguido de un estallido de energía maldita. Geto y Misato se miraron rápidamente, sabiendo que la batalla había comenzado. Era cuestión de tiempo antes de que se encontraran cara a cara con los responsables de la amenaza que acechaba a Riko.