Koray se relajó lo suficiente para no levantar sospechas. Sin embargo, su mente seguía trabajando en las palabras del intruso. Algo estaba en marcha, algo más grande de lo que podía prever, y la seguridad de Riko estaba lejos de estar garantizada. Mientras los demás disfrutaban de la tranquilidad de la playa, Koray revisaba mentalmente todas las piezas de información que tenía hasta ahora.
Más tarde, cuando el sol empezó a ponerse, el grupo regresó al hotel. La atmósfera era tranquila, pero una sensación persistente de tensión se mantenía, como si cada uno de ellos supiera que estaban en la calma antes de la tormenta.
En el cuarto, mientras Misato y Riko conversaban sobre el día en la playa, Koray se quedó en un rincón, revisando su sistema. Aún había algo que lo inquietaba.
—Sistema, ¿alguna actualización sobre la energía que sentí en la playa? —susurró, casi para sí mismo.
—No se detectaron rastros adicionales de maldiciones —respondió el sistema, sin ninguna señal de alarma—. Sin embargo, la presencia identificada previamente sugiere un vínculo con entidades de alto nivel. Precaución recomendada.
Koray suspiró, sintiendo cómo las piezas comenzaban a encajar en un patrón complejo. Mientras tanto, en la habitación de al lado, Geto y Gojo conversaban en voz baja.
—¿Notaste la forma en que Koray se comporta? —preguntó Geto, con una expresión de leve sospecha—. Es como si estuviera ocultando algo, una segunda intención.
Gojo asintió, aunque parecía más intrigado que preocupado.
—Sí, hay algo en él que me llama la atención —dijo, con una sonrisa astuta—. Pero no parece una amenaza directa… al menos, no todavía.
Geto frunció el ceño, manteniendo la guardia alta.
—Aún así, mejor mantenernos alertas. No sabemos de dónde viene exactamente, ni qué quiere realmente.
Mientras el grupo se sumía en una noche llena de pensamientos silenciosos y tensiones no dichas, Koray se encontraba observando la luna a través de la ventana. Sabía que había tomado una decisión crucial: en caso de un enfrentamiento, su carta oculta sería el SCP que había mencionado antes, y estaba listo para usarlo si era necesario. Pero en su mente, también tenía claro que, por ahora, su prioridad era cumplir la misión de proteger a Riko y garantizar su seguridad.
A la mañana siguiente, una sensación de inquietud envolvía a todos mientras desayunaban en silencio. Cada uno tenía sus propios pensamientos y estrategias en mente, y aunque el día parecía empezar como cualquier otro, sabían que estaban un paso más cerca del verdadero conflicto que los aguardaba.
La atmósfera se tensó aún más cuando las palabras de Koray se hicieron eco en el pasillo. Gojo y Geto dudaron solo un instante, sus miradas pasando de Koray a Toji, midiendo la gravedad de la situación. Finalmente, Gojo asintió, y junto a Geto, tomaron a Riko, retrocediendo hacia una salida mientras Koray mantenía su posición firme frente a Toji.
—Cuento con ustedes, llévenla a salvo —dijo Koray sin apartar la vista de Toji, sus palabras resonando con determinación.
Toji se rió entre dientes, sin mostrar ninguna señal de intimidación. Su presencia era intensa, casi como una sombra que parecía absorber la luz. Giró la espada en su mano con facilidad, sus ojos brillando con un destello de emoción ante la idea de un nuevo desafío.
—¿Y quién eres tú para interponerte en mi camino? —preguntó Toji, sus palabras cargadas de burla.
Koray no respondió de inmediato. En cambio, su expresión se endureció, y sus ojos parecieron destellar mientras susurraba un comando al sistema.
—Sistema, activa el modo de combate y desbloquea SCP-076.
El sistema respondió en un tono mecánico: "SCP-076: Abaddon, activado". Un aura oscura envolvió a Koray por un instante antes de disiparse, revelando una energía nueva y letal en su postura.
Toji levantó una ceja, intrigado por el cambio en la atmósfera.
—Así que tienes algunos trucos bajo la manga —comentó, preparándose para atacar—. No eres un hechicero común, eso está claro.
Koray sonrió levemente, sin perder su concentración. Sabía que estaba ante uno de los asesinos más peligrosos del mundo y que cualquier error podría ser fatal. Pero la presencia de SCP-076, una fuerza tan destructiva y feroz, le daba la ventaja de un poder poco convencional.
En un movimiento rápido, Toji lanzó un ataque directo, su espada buscando el punto más vulnerable en la defensa de Koray. Pero Koray, ahora en un estado de alerta extrema, bloqueó el golpe con una fuerza sorprendente, creando una onda de choque que resonó en todo el pasillo.
El choque de sus energías creó un silencio momentáneo. Toji retrocedió un paso, sus ojos evaluando nuevamente a Koray, aunque esta vez con una chispa de respeto mezclada con cautela.
—No está mal —admitió Toji, alzando la espada de nuevo—. Puede que esto sea más interesante de lo que pensé.
Koray no le dio oportunidad de continuar. Con un movimiento rápido y calculado, avanzó hacia Toji, lanzando una serie de golpes precisos, cada uno dirigido a puntos vitales. Toji esquivó la mayoría con agilidad, pero uno de los golpes logró rozarle el brazo, dejando una línea de sangre en su piel.
La sonrisa de Toji se ensanchó, y sus ojos brillaron de emoción.
—Interesante, realmente interesante —dijo, casi en un susurro—. Pero dime, ¿cuánto tiempo crees que puedes mantener ese poder sin quebrarte?
Koray lo miró fijamente, respirando profundamente. Sabía que este enfrentamiento sería más que una simple batalla de fuerza; requería estrategia, control y una mente clara. Pero estaba dispuesto a dar todo de sí para asegurarse de que Toji no alcanzara a Riko.
Mientras tanto, Gojo y Geto, con Riko protegida entre ellos, avanzaban rápidamente por los corredores del colegio. Aunque la preocupación era evidente en sus rostros, confiaban en que Koray podría darles el tiempo necesario para poner a Riko a salvo.
—Koray estará bien, ¿verdad? —preguntó Riko en voz baja, la preocupación evidente en su mirada.
Gojo le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
—Claro que sí. Tiene más recursos de los que parece —respondió, sin apartar la vista del camino—. Y nosotros haremos nuestra parte.
Sin embargo, la tensión en el aire no desaparecía, y los ecos del enfrentamiento entre Koray y Toji aún resonaban a lo lejos, recordándoles que la batalla apenas comenzaba.
El sonido de los pasos apresurados de Gojo y Geto resonaba en los pasillos mientras se alejaban del campo de batalla. Riko seguía adelante entre ellos, pero su mente no podía evitar centrarse en el peligro que acababa de dejar atrás. Sabía que Koray estaba enfrentándose a un asesino de clase mundial, y la incertidumbre sobre su destino no le permitía relajarse.
A lo lejos, los ecos del choque de espadas y la energía liberada por el combate entre Koray y Toji seguían retumbando por las paredes del edificio. Cada golpe parecía más fuerte, cada movimiento más mortal. Riko sentía cómo su corazón latía desbocado mientras trataba de mantener la calma.
Gojo, siempre confiado, no mostró señales de preocupación, pero incluso él sabía que la situación era peligrosa. Aún así, confiaba en Koray. Sabía que el joven tenía un poder que no comprendía completamente, pero que lo hacía más que capaz de enfrentarse a los peores enemigos. Sin embargo, había algo en el aire que lo inquietaba. Algo más allá de la fuerza de Toji, algo que Koray había ocultado.
—Lo que sea que tenga, lo usará cuando sea necesario —dijo Gojo en voz baja, mirando de reojo a Geto, que no parecía tan seguro.
—Espero que sea suficiente —respondió Geto, con una expresión seria—. No subestimes a Toji. Es más que un simple asesino.
Mientras tanto, en el otro extremo del pasillo, la batalla entre Koray y Toji continuaba. Koray había liberado una parte de su poder al invocar a SCP-076, pero aún no había usado todo su arsenal. Sabía que no podía permitirse luchar de manera imprudente. Toji no solo era fuerte, sino increíblemente astuto, y cada movimiento de su espada parecía estar dirigido no solo a su vida, sino también a desestabilizar su mente.
Toji no tardó en aprovechar la pequeña apertura que Koray había dejado al realizar un ataque demasiado anticipado. Se lanzó hacia adelante con la velocidad de un depredador, su espada apuntando directamente al cuello de Koray.
Pero Koray, anticipándose al movimiento, saltó hacia atrás, esquivando por poco el filo mortal. Aterrizó con gracia, y al instante activó una habilidad del sistema que nunca había usado antes: *Fase Dimensional*. Su cuerpo se desvaneció en un parpadeo, y apareció a su lado, justo fuera del alcance de la espada.
Toji, sorprendido por la repentina desaparición y reaparición de Koray, giró rápidamente para seguirlo. Pero Koray ya estaba en movimiento, liberando una serie de golpes concentrados en puntos vitales, como había aprendido a hacer con el sistema. Cada golpe fue acompañado por una onda de energía densa, pero Toji logró esquivar la mayoría, aunque un golpe leve logró dar en su costado.
—Vaya, eso estuvo cerca —comentó Toji, riendo entre dientes—. Parece que realmente no eres un novato. Pero no será suficiente.
Koray no respondió, sus ojos fijos en Toji mientras evaluaba cada uno de sus movimientos. La batalla estaba alcanzando un punto crítico. El aire entre ellos estaba cargado de tensión. Aunque sabía que tenía el poder, también era consciente de que si no terminaba esta pelea pronto, Toji encontraría una forma de contrarrestarlo.
—Sistema, *Habilidad de Refuerzo* —susurró, y una oleada de poder recorrió su cuerpo. Ahora estaba en su mejor forma.
Pero lo que Koray no sabía era que Toji también había estado evaluando cada uno de sus movimientos, y cuando notó la activación del sistema, una sonrisa astuta apareció en su rostro.
—Así que esa es tu carta escondida —dijo Toji, con una sonrisa de satisfacción. —Pero no basta con que uses trucos, muchacho. La lucha real es mucho más que eso.
En ese momento, Toji dio un paso atrás y, con un movimiento preciso, desactivó parte de su propia energía maldita, liberando una velocidad que parecía incluso mayor que antes. Un rayo de intensidad pura, una onda de presión mortal, se formó a su alrededor. Toji estaba listo para el golpe final.
De repente, una explosión de energía resonó por todo el pasillo, y el aire se llenó de una energía opresiva. Koray parpadeó, dándose cuenta de que este ataque era diferente. Toji no iba a dar tregua.
Pero en ese preciso instante, algo dentro de Koray se activó, y su sistema le reveló una opción oculta. Era su último recurso: una habilidad llamada *Escudo Dimensional*, una defensa impenetrable capaz de bloquear cualquier ataque maldito directo.
Con un rápido movimiento de su mano, Koray activó el escudo, y una barrera de luz oscura rodeó su cuerpo, mientras el ataque de Toji se estrellaba contra ella con una fuerza indescriptible. El impacto fue devastador, pero el escudo resistió, y un destello cegador llenó el pasillo.
Toji se detuvo, mirando la barrera con sorpresa, y luego se echó hacia atrás, algo impresionado.
—Interesante… parece que hay más de ti de lo que pensaba —dijo Toji, respirando con más pesadez. Pero no se rendiría.
Koray, por su parte, no se detuvo. La brecha de poder que lo separaba de Toji seguía siendo grande, pero su sistema, sus habilidades y su determinación estaban de su lado. Sabía que el tiempo para pelear sin cautela había llegado.
La batalla alcanzaba su clímax. Mientras Toji observaba, Koray preparaba su siguiente movimiento, sabiendo que ahora todo dependía de su habilidad para anticipar y contrarrestar cada uno de los ataques de su adversario. Un error podría significar su derrota. Pero él ya no podía dar marcha atrás.
El aire entre ellos se cargó con una tensión palpable mientras ambos se observaban fijamente, midiendo al otro con una precisión casi enfermiza. Koray, con su escudo dimensional todavía activo, sintió cómo la energía maldita de Toji se acumulaba a su alrededor, como si esperara el momento exacto para lanzar el golpe decisivo. Los dos sabían que uno de ellos tendría que caer, pero quién lo haría dependía de una fracción de segundo.
Toji comenzó a moverse nuevamente, esta vez con una velocidad aún más impresionante. Koray apretó los dientes y, sin esperar, activó su *Velocidad de Fase* para esquivar el primer ataque. Sin embargo, Toji ya había anticipado este movimiento. Con un giro rápido, lo alcanzó y, en un abrir y cerrar de ojos, sus espadas casi tocaron la piel de Koray.
El golpe fue tan cerca que una ráfaga de aire caliente pasó a su lado. El sudor frío recorrió su frente, pero Koray no flaqueó. Sabía que debía anticiparse a cada uno de los movimientos de Toji, quien no solo era increíblemente rápido, sino también mortalmente preciso. Koray retrocedió, buscando espacio mientras veía cómo Toji parecía disfrutar cada instante del combate.
—¡No te relajes! —gritó Toji, con una sonrisa fría mientras atacaba nuevamente, esta vez con una serie de rápidos movimientos destinados a desbordar la defensa de Koray. La espada de Toji se movía como un relámpago, cruzando el aire con una furia indescriptible.
Koray utilizó su *Refuerzo* una vez más, sintiendo la oleada de poder recorrer su cuerpo, pero esta vez, a diferencia de antes, un pensamiento pasaba por su mente. *¿Cuánto más puedo sostener esto?*
A cada segundo, sus energías se agotaban. La lucha era ardua y la diferencia en experiencia era clara. Toji había estado matando desde joven, perfeccionando su estilo de lucha, mientras que Koray apenas comenzaba a dominar las complejidades de su sistema y habilidades. Pero eso no significaba que estaba dispuesto a perder.
Koray usó otra de las habilidades del sistema: *Desmaterialización*. Su cuerpo se desintegró por un breve segundo, para luego reconstituirse en un nuevo lugar, lejos del ataque. Era como si el tiempo se estirara cuando lo hacía, y se encontraba otra vez, justo a tiempo, para evitar un golpe mortal.
—Interesante… pero aún no es suficiente —dijo Toji, con una mirada desafiante mientras observaba cómo Koray intentaba mantenerse en pie.
Koray comenzó a sentirse acorralado. Si bien sus habilidades le permitían evadir los ataques, no tenía forma de igualar la brutalidad de Toji en combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, fue en ese momento cuando el sistema intervino una vez más.
*Habilidad desbloqueada: *Descomposición energética*. Puedes absorber la energía maldita del enemigo durante breves períodos de tiempo.*
Koray frunció el ceño al leer la notificación en su mente. No sabía exactamente cómo funcionaba, pero algo en su interior le decía que debía probarlo. La idea de absorber la energía maldita de Toji podía ser la clave para contrarrestar su poder.
Con una nueva determinación, Koray activó la habilidad. Una corriente eléctrica comenzó a emanar de su cuerpo, absorbiendo la energía maldita que Toji estaba liberando. Al principio, no sintió nada, pero después de unos segundos, una poderosa ola de energía lo invadió, reforzando su propia reserva de poder.
—¿Qué estás haciendo? —Toji frunció el ceño, notando el cambio en Koray. Aunque no lo comprendía completamente, pudo ver que la situación estaba tomando un giro inesperado.
Koray sintió cómo su poder aumentaba y, por primera vez en toda la pelea, pudo igualar la velocidad de Toji. Su siguiente movimiento fue un contraataque, un golpe preciso dirigido a la pierna de Toji, que logró alcanzarlo. La fuerza de la energía absorbida había aumentado la potencia de su ataque, y Toji, por primera vez, se vio obligado a retroceder.
—Esto se está poniendo interesante —dijo Toji, su expresión cambiando de confianza a una mezcla de respeto y cautela. Pero no se rendiría. Sabía que el combate estaba lejos de terminar.
Koray, respirando con pesadez, entendió que ahora las reglas del combate habían cambiado. No solo se trataba de habilidades físicas o malditas, sino también de la capacidad de usar las herramientas que su sistema le otorgaba. *Si esto es lo que necesito, entonces lo usaré* pensó.
Sin embargo, a pesar de la ventaja momentánea, ambos combatientes sabían que cualquier desliz podría cambiar el rumbo de la pelea. El aire alrededor de ellos parecía vibrar con la tensión, como si el universo mismo estuviera esperando a ver quién saldría vencedor.
Koray ya no estaba pensando solo en sobrevivir. Ahora, cada acción, cada movimiento, estaba calculado para ganar. Y si eso significaba utilizar cada recurso posible, entonces no tenía otra opción más que seguir adelante, enfrentándose a Toji y desafiando las expectativas, incluso las suyas propias.
La batalla alcanzaba su punto culminante. Cada golpe era un desafío a la vida y la muerte, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder.
La lucha entre Koray y Toji continuaba, un enfrentamiento feroz lleno de destellos de energía maldita y movimientos rápidos que dejaban rastros en el aire. Koray sentía cómo el poder del sistema lo envolvía cada vez más, pero también sabía que el agotamiento pronto se haría notar. Mientras tanto, Toji, con su inquebrantable confianza, seguía atacando con la precisión de un depredador experimentado.
Toji, tras observar que Koray se mantenía firme y había comenzado a adaptar su estrategia, dio un paso atrás, observando a su oponente. Su sonrisa despreocupada seguía presente, pero en sus ojos brillaba una luz calculadora.
—¿Así que has aprendido a usar ese poder del sistema? —comentó Toji con voz rasposa, evaluando el combate. — Pero eso no será suficiente para ganarme.
Koray no respondió inmediatamente. En lugar de eso, se preparó, observando a Toji con más atención que nunca. Sentía cómo su cuerpo empezaba a resistirse por la cantidad de energía maldita absorbida, pero el sistema había proporcionado una ventaja crucial: su capacidad para mantener su cuerpo en un estado mejorado, a pesar del agotamiento físico.
El sonido de los pasos de Toji se acercó rápidamente, y Koray reaccionó instintivamente, evadiendo el ataque a gran velocidad. Sin embargo, Toji ya lo había anticipado, y con un rápido movimiento, su espada se dirigió a la parte posterior de Koray, una estocada mortal. Fue en ese momento cuando Koray activó su *Escudo Dimensional*, un campo de energía que lo rodeó y desvió el golpe por una fracción de segundo, salvándole la vida.
—¡No te confíes! —gritó Toji, alejándose y evaluando el resultado del golpe que no llegó a su objetivo. Sus ojos brillaban con la emoción de la batalla, pero también con el deseo de acabar con el combate rápidamente.
Koray, respirando pesadamente, no pudo evitar sonreír ligeramente. El escudo había funcionado, pero sabía que no podría mantenerlo por mucho más tiempo. No podía dejar que Toji lo forzara a seguir defendiéndose solo; tenía que actuar y contraatacar.
Entonces, el sistema intervino una vez más, proporcionándole un nuevo poder: *Reflejo del Espíritu Maldito*. Esta habilidad le permitió lanzar una réplica del ataque maldito de su oponente, usando su propia energía para devolverla con una velocidad y fuerza aumentadas.
Koray sonrió, aunque con cansancio evidente, y aprovechó la apertura. Con un movimiento rápido, utilizó *Reflejo del Espíritu Maldito* y envió una onda maldita hacia Toji. Toji reaccionó rápidamente, levantando su espada para bloquear el ataque, pero la fuerza del reflejo lo empujó hacia atrás. El impacto fue fuerte, y por un momento, Toji estuvo desequilibrado.
—Interesante… —murmuró Toji, impresionado por el poder de Koray. No esperaba que su propio ataque le fuera devuelto con tanta ferocidad. A pesar de su agilidad y experiencia, el reflejo de Koray lo había desorientado temporalmente.
Sin embargo, Toji no estaba dispuesto a dejar que eso fuera el final. En un abrir y cerrar de ojos, su expresión cambió a una de seriedad, y con un rugido, se lanzó nuevamente hacia Koray con una velocidad aún mayor. La diferencia entre ellos seguía siendo clara: Toji podía usar su brutalidad y experiencia para mantener a Koray en la defensiva, pero ahora, Koray había comenzado a comprender mejor cómo usar sus habilidades.
Con un grito, Toji desató una serie de golpes rápidos, buscando forzar a Koray a ceder. Pero esta vez, Koray no retrocedió. Usando todo el poder que el sistema le había otorgado, comenzó a contrarrestar los ataques con sus propios movimientos mejorados.
Fue entonces cuando la luz alrededor de los dos luchadores pareció cambiar. El sonido de las espadas chocando, las ráfagas de energía maldita que se desataban y la tensión en el aire aumentaron, como si el propio espacio estuviera deseando que la lucha terminara de una vez por todas. Ambos luchadores estaban al límite de sus fuerzas, pero ninguno estaba dispuesto a rendirse.
Koray apretó los dientes, ya casi agotado, pero la mirada de Toji, feroz y desafiante, le dio el impulso que necesitaba. Sabía que solo quedaba una última carta por jugar, un movimiento decisivo.
Con una concentración inquebrantable, Koray cerró los ojos por un segundo y concentró todo el poder de su *Descomposición Energética*. El mundo parecía detenerse a su alrededor, y en ese instante de absoluta calma, pudo sentir cómo absorbía cada pequeña chispa de energía maldita que Toji emitía. Sintió su cuerpo cargarse, y cuando abrió los ojos, su mirada estaba llena de determinación.
—Esto… esto acaba ahora —murmuró, y sin dar tiempo a que Toji reaccionara, lanzó un último y devastador ataque.
Una onda de energía maldita salió disparada hacia Toji con una velocidad inimaginable. Toji apenas tuvo tiempo de levantar su espada, pero la fuerza del golpe lo atravesó, empujándolo hacia atrás y desarmándolo. El impacto fue tan fuerte que el aire mismo vibró con el poder de la explosión.
Toji cayó al suelo, rodeado por una nube de polvo y energía maldita. Koray, de pie, observó el resultado con el pecho agitado. Había ganado, pero la batalla le había dejado claro que aún había mucho por aprender y más desafíos por venir. Sin embargo, por ahora, había prevalecido. Y con eso, algo más que su vida dependía de cada decisión que tomara.
Pero el rostro de Koray no mostró satisfacción. Su mirada estaba fija en el futuro, sabiendo que su camino solo se complicaría más.
El polvo se asentó lentamente, revelando a Toji en el suelo, herido pero aún consciente. Con una mirada de admiración teñida de respeto, Toji levantó la cabeza y sonrió.
—Parece que tienes más de lo que esperaba, chico —dijo, en un tono que rozaba la camaradería—. Pero no te emociones… aún no has visto todo de mí.
Koray, agotado, mantuvo la guardia alta. Sabía que Toji era peligroso, incluso herido, y su instinto le decía que no debía confiarse. Sin embargo, el sistema emitió una alerta en su mente, advirtiéndole que su energía estaba peligrosamente baja.
—*Sistema… ¿alguna recomendación?* —pensó Koray, buscando alguna estrategia para un enfrentamiento final.
—**Datos insuficientes. Se recomienda retirada o uso de habilidad de emergencia.**
La sugerencia no era ideal, pero Koray entendía sus límites. Necesitaba ganar tiempo, y, con suerte, alejarse para recuperar fuerzas. Sin decir una palabra más, Koray retrocedió lentamente, sin perder de vista a Toji.
Toji se levantó con dificultad, su mirada fija en Koray. El asesino era tenaz, y parecía disfrutar el desafío que Koray le había presentado. Con un movimiento lento, levantó su espada, dejando clara su intención de continuar. Pero antes de que pudiera avanzar, la voz de Geto resonó en la distancia.
—¡Koray, suficiente! ¡Nosotros nos encargaremos de aquí!
Geto y Gojo habían regresado justo a tiempo. Riko estaba a salvo con ellos, y ambos hechiceros parecían listos para intervenir. Toji, viendo que estaba en desventaja, soltó una carcajada irónica.
—Parece que la diversión se terminó… por ahora. —Toji miró a Koray una última vez, con una promesa silenciosa de que este no sería su último encuentro, y desapareció en un salto veloz, dejándolos a solas en el lugar destrozado por la batalla.
Koray exhaló profundamente, sintiendo cómo la tensión abandonaba su cuerpo mientras el sistema entraba en modo de recuperación. Geto y Gojo se acercaron, ambos con expresiones de preocupación y asombro.
—No sabía que tenías tanto poder, Koray —comentó Gojo, inspeccionándolo con interés—. Has aguantado bastante bien contra Toji.
Koray asintió, sin revelar demasiado. Sabía que su sistema y sus habilidades aún eran un misterio para todos, y prefería que siguieran así. Era su carta secreta, y con el tiempo, podría ser la ventaja que necesitara.
—Apenas logré contenerlo —respondió Koray, bajando la mirada—. Pero fue gracias a que ustedes aparecieron a tiempo.
Geto sonrió de manera tranquilizadora y colocó una mano en su hombro.
—Eres más fuerte de lo que crees, Koray. Pero recuerda, no tienes que enfrentarte a todo solo. Estamos aquí para apoyarte.
Las palabras de Geto le dieron un breve alivio. En un mundo lleno de maldiciones y misterios, donde el peligro acechaba en cada esquina, contar con aliados era un lujo invaluable.
—Vayamos de vuelta al colegio —dijo Gojo, con su usual sonrisa despreocupada—. Creo que todos necesitamos un descanso después de esto.
Koray asintió, y juntos comenzaron el regreso. Pero en el fondo de su mente, sabía que el enfrentamiento con Toji era solo el inicio. Más peligros y misterios vendrían, y el sistema era una herramienta poderosa que aún debía explorar en su totalidad. Mientras caminaban de vuelta, Koray hizo una promesa silenciosa a sí mismo: la próxima vez que enfrentara a alguien como Toji, estaría completamente listo.