Mientras esperaban en la zona cercana a la escuela, Koray, con la vista perdida en el horizonte, sacó su celular de manera disimulada. En la pantalla, se reflejaba una página web de casas, pero su atención estaba centrada en una noticia de alto riesgo: 30 millones de yenes por la cabeza de Riko. El precio de la joven como objetivo estaba más que claro. Su respiración se volvió pesada por un momento, y, aunque intentó disimularlo, un suspiro escapó de sus labios. Sabía que tarde o temprano tendrían que lidiar con el peligro que la rodeaba, y los problemas solo se iban a intensificar a medida que la misión avanzara.
Koray bajó la mirada, tratando de procesar la gravedad de la situación. La recompensa sobre Riko no solo significaba que su vida estaba en peligro, sino que también traería más enemigos de los que ya tenían. Había una gran red de maldiciones, hechiceros y fuerzas oscuras que deseaban apoderarse de su poder. No era algo que pudieran ignorar, y menos cuando el sistema lo forzaba a estar cerca, involucrado en la misión sin posibilidad de dar marcha atrás.
La tensión en el aire era palpable, y las horas pasaban lentamente mientras el grupo permanecía en espera. No pasó mucho tiempo antes de que Geto, siempre atento a su entorno, notara una ligera alteración en el flujo de energía alrededor de ellos. Levantó la mirada hacia el cielo, su expresión seria.
—Vamos —dijo con voz grave, alertando a los demás.
No había necesidad de explicaciones. El sonido sordo de las maldiciones que rondaban a Riko había desaparecido, pero la atmósfera cargada de presencias oscuras y la energía a su alrededor indicaban que algo estaba por suceder. Las maldiciones que se habían infiltrado en la escuela ya habían sido exorcizadas, pero el ambiente seguía peligroso, como si fuera solo el principio de algo mucho más grande.
Geto, Gojo y Misato rápidamente se pusieron en marcha, pero antes de que pudieran dar más pasos, un leve temblor recorrió el suelo. Koray levantó la vista con rapidez, y vio cómo las sombras alrededor de la escuela comenzaban a moverse de manera extraña. Algo se acercaba. El aire comenzó a sentirse más denso, y un escalofrío recorrió la espalda de todos.
—Nos acercan... —murmuró Gojo, casi como si ya lo supiera. Su mirada se centró en el edificio escolar, ahora envuelto en una especie de niebla oscura que se arrastraba por el suelo.
—¡Riko! —gritó Misato, preocupada.
Sin embargo, Geto levantó la mano, señalando a los otros con seriedad. Sabía que la joven ya estaba en peligro, pero no podían perder tiempo.
—Nos movemos rápido. No podemos permitir que esos objetivos lleguen a ella. —En su rostro, la determinación era evidente.
Los cuatro se dirigieron al interior de la escuela. La niebla oscura se espesoraba a cada paso, y las sombras parecían seguirlos, acechando. Koray, con el sistema pulsando en su interior, podía sentir la urgencia creciente, pero al mismo tiempo, no podía ignorar lo que había visto en la web. ¿Quiénes eran estos enemigos que estaban dispuestos a pagar tanto dinero por la vida de una niña?
A medida que avanzaban por los pasillos de la escuela, el sistema de Koray le indicó que la presencia de las maldiciones estaba aumentando. Eran más de las que habían anticipado. La situación no solo se complicaba por la cantidad de fuerzas oscuras que se acumulaban alrededor de Riko, sino también por la presencia de un enemigo aún más poderoso del que podían imaginar.
Koray apretó los dientes. El sistema no le dejaba otra opción más que avanzar. Riko no podía caer en manos equivocadas, pero ¿hasta qué punto estaban dispuestos a llegar? ¿Podrían protegerla en medio de una tormenta de maldiciones y hechiceros oscuros dispuestos a todo?
La pregunta se quedaba flotando en el aire, mientras el grupo se acercaba más a la sala donde Riko se encontraba, sin saber que el verdadero peligro recién comenzaba.