Geto observa la situación con calma, aunque la tensión se refleja en su mirada. La idea de la impureza en la conexión con Tengen es algo que él se toma muy en serio, y no puede permitir que la misión se ponga en riesgo. Le explica a Koray y Gojo:
—Nuestro deber es asegurar que Tengen se mantenga en un estado puro. La unión con el recipiente de plasma estelar debe ser perfecta y libre de cualquier mancha o corrupción. Es por eso que no podemos permitir que personas como Kokun interfieran en el proceso. Ellos sólo buscan destruir lo que protegemos —dijo Geto, con un tono solemne.
Gojo, sin embargo, mantiene su aire despreocupado, ignorando la seriedad de las palabras de Geto.
—Bah, no te preocupes tanto, Geto. Somos más fuertes que ellos. Lo único que tenemos que hacer es enfocarnos en aplastar a esos tipos de Q y rescatar a la chica. No veo la necesidad de hacer un gran drama de esto.
Geto frunce el ceño, observando la ligereza con la que Gojo habla. No podía evitar molestarse; la falta de respeto de su compañero hacia la misión le resultaba irritante.
—Gojo, deberías mostrar un poco más de respeto. Este no es un juego. Se trata de proteger algo más grande que tú y yo. Si no puedes entenderlo, al menos actúa con algo de educación.
Antes de que Gojo pudiera responder, una explosión estremece el área y ambos miran hacia lo alto de un edificio cercano. En el piso superior, un agujero ha sido abierto, y de inmediato notan una figura que cae desde la gran altura: Riko Amanai, el recipiente de plasma estelar. La expresión de sorpresa en su rostro y el grito que escapa de ella reflejan el peligro inminente.
Desde la ventana rota, una figura delgada se asoma, observándolos con una sonrisa. Es Kokun, miembro de Q, quien inclina la cabeza con aire despreocupado y murmura:
—No es nada personal, pequeña. Si quieres culpar a alguien, culpa a Tengen. Tu destino fue sellado desde el inicio.
Geto actúa de inmediato, sin perder un segundo. Se vuelve hacia Gojo.
—Yo me encargaré de Kokun y los otros en el edificio. Asegúrate de atrapar a Riko —ordena, y sin esperar respuesta, se apresura hacia la entrada para interceptar al enemigo.
Gojo sonríe, emocionado por el reto que se avecina, y salta para alcanzar a Riko antes de que impacte contra el suelo. En cuestión de segundos, él manipula su energía maldita, envolviendo su cuerpo en una barrera de fuerza que le permite acelerar en el aire, logrando interceptar a Riko a medio camino antes de que el suelo la reciba de manera trágica.
—Tranquila, ya estás a salvo —le dice Gojo con una sonrisa confiada mientras la sostiene firmemente.
Sin embargo, Kokun no había terminado. Desde el edificio, le lanza una serie de proyectiles malditos, intentando atacar a Gojo mientras desciende con Riko. Gojo activa su "Infinito", haciendo que los proyectiles se disuelvan antes de siquiera tocarlo, desintegrándose en el aire.
Mientras tanto, en el interior del edificio, Geto avanza rápidamente por los pasillos destruidos. Su objetivo es claro: eliminar a Kokun y cualquier otro miembro de Q que amenace la misión. Sus maldiciones le siguen como sombras, preparadas para atacar en cuanto lo ordene. Al llegar al piso superior, ve a Kokun y a otro miembro de Q, quienes lo observan con una mezcla de sorpresa y desafío.
Kokun sonríe con arrogancia.
—¿Así que el gran Suguru Geto ha venido a detenernos? Qué honor… Pero me temo que tu llegada no cambia nada.
Sin vacilar, Geto extiende una mano, y con un movimiento de sus dedos, varias de sus maldiciones se lanzan hacia Kokun y su compañero. La batalla estalla con una intensidad feroz, y los miembros de Q intentan contraatacar usando todo tipo de técnicas malditas. Sin embargo, la habilidad de Geto para manipular las maldiciones lo coloca en ventaja.
Kokun se da cuenta de que subestimaron a los chamanes de Jujutsu, y, al verse acorralado, utiliza su última carta: invoca una maldición poderosa, con una fuerza y velocidad devastadoras. La criatura se abalanza hacia Geto con ferocidad.
Sin mostrar señales de miedo, Geto extiende la mano y controla otra maldición, que se envuelve alrededor del enemigo y lo reduce en segundos. La precisión y el control absoluto de Geto sobre sus maldiciones lo convierten en un adversario imbatible.
Una vez derrotados los miembros de Q, Geto regresa afuera, donde Gojo ya ha asegurado a Riko en un lugar seguro. Ambos intercambian una mirada; a pesar de sus diferencias, saben que su trabajo en equipo ha sido esencial.
Riko observa a sus protectores, aún en estado de shock, pero agradecida. Gojo le sonríe, mientras Geto simplemente asiente, satisfecho de haber cumplido con su deber, al menos por el momento.