Koray observaba la escena con una mezcla de resignación y tensión. Sabía que Geto y Gojo eran más que capaces de manejar la situación sin su intervención, pero el sistema que lo vinculaba a la misión lo obligaba a estar cerca y listo para actuar. No obstante, sintió un alivio momentáneo al ver cómo el ambiente hostil comenzaba a calmarse. Geto y Gojo intercambiaron una mirada, conscientes de que, aunque tuvieran enfoques distintos, compartían un propósito común en proteger a Riko.
Riko, quien aún procesaba lo sucedido, intentó mostrarse tranquila frente a sus protectores. Aunque todavía estaba algo temblorosa, les dirigió una mirada llena de agradecimiento y algo de curiosidad. A pesar del peligro al que había estado expuesta, se sentía segura al tener a dos poderosos chamanes a su lado, dispuestos a protegerla a toda costa.
Sin embargo, en medio de este momento de relativa paz, Riko miró su reloj y se dio cuenta de la hora.
—¡Mis clases! —exclamó, con un toque de urgencia.
Sin darles mucho tiempo para reaccionar, Riko comenzó a caminar rápidamente hacia su escuela. Koray, Geto y Gojo la siguieron, asegurándose de que nadie más intentara atacarla en el camino.
Una vez en la Escuela Secundaria de Mujeres Renchoku, el ambiente cambió por completo. La seguridad y tranquilidad del campus contrastaban con el caos de los momentos anteriores. Misato, quien también acompañaba al grupo, sugirió que esperaran en una zona cercana mientras Riko asistía a sus clases. Para ella, era importante que la joven tuviera un respiro de la presión constante de ser el recipiente del plasma estelar.
Gojo, sin embargo, no podía ocultar su impaciencia. Era evidente que no estaba acostumbrado a seguir órdenes de alguien más y mucho menos a quedarse de brazos cruzados. Lanzó un suspiro de frustración mientras cruzaba los brazos y miraba a Misato con cierta incomodidad.
—¿De verdad tenemos que esperar aquí hasta que termine? Podríamos simplemente llevarla al templo ahora mismo y acabar con esto —se quejó Gojo, mirando el reloj con exasperación.
Misato, entendiendo su frustración, le dedicó una mirada comprensiva.
—Entiendo que pueda ser molesto, Gojo, pero Riko no ha tenido una vida fácil. Ser el recipiente del plasma estelar es una carga enorme, y apenas es una adolescente. Creo que es justo que disfrute un poco de la normalidad mientras pueda, ¿no crees?
Gojo suspiró, algo incomodado, pero sus ojos revelaban que, aunque no lo quisiera admitir, las palabras de Misato habían llegado a él. Con cierta molestia, miró hacia el edificio escolar, donde Riko había desaparecido momentos antes.
—Tch, supongo que si ella quiere pasar el tiempo con sus amigos… que lo haga. Pero no prometo ser amable si esto se prolonga demasiado —murmuró, aunque había un leve toque de suavidad en su tono.
Geto, que había observado la interacción en silencio, asintió levemente, reconociendo que lo dicho por Misato tenía sentido. Él también entendía la importancia de permitir que Riko experimentara la vida cotidiana, aunque solo fuera por unas horas más.