A medida que el viento susurraba suavemente, la luz de la luna se filtraba entre las copas de los árboles, iluminando ligeramente la figura de Koray. Ella no podía quitarse de la cabeza la presencia de Gojo, el joven prodigio que había encontrado en el campo de batalla. Había algo en él, algo que la desbordaba de curiosidad y también de una extraña sensación de desafío. Después de todo, Gojo Satoru, aún a sus 15 años, era conocido por su poder desmesurado. Pero ella no iba a dejarse intimidar.
Koray sabía que el primer encuentro había sido solo una pequeña chispa, un indicio de lo que se avecinaba. La joven estaba completamente consciente de que sus habilidades y su sistema SCP invocador le daban una ventaja única, pero también entendía que esa ventaja debía perfeccionarse. El siguiente paso sería asegurarse de que cuando volviera a encontrarse con Gojo, él no pudiera mirarla con ese aire de superioridad, como si estuviera jugando con ella.
Siguió caminando a través del oscuro sendero, reflexionando sobre lo que debía hacer. El *médico de la peste* SCP-049 había sido una invocación interesante, pero sabía que necesitaba más. Más poder, más comprensión, más aliados. Necesitaba convertirse en una amenaza para Gojo y para cualquier otro que se interpusiera en su camino.
**Y ahí estaba él.**
De repente, una presencia se sintió en el aire. Koray levantó la vista y se encontró con la figura de Gojo, de pie frente a ella, con una actitud tan relajada que parecía no importarle lo más mínimo el peligro que pudiera representar una chica como ella.
—Vaya, parece que te has estado preparando bastante. —La voz de Gojo era tranquila, casi como si estuviera observando algo sin importancia.
Koray sintió una presión repentina, pero no vaciló. Miró a Gojo a los ojos, desafiándolo, sin mostrar ni un atisbo de miedo. No era la misma Koray que había encontrado por primera vez en el campo de batalla. Ahora estaba más determinada, más peligrosa.
—Solo estoy comenzando —respondió ella, sin apartar la mirada. Sabía que el siguiente movimiento dependía completamente de ella. ¿Se enfrentaría directamente a Gojo con todo lo que tenía? ¿O era demasiado pronto? Era un riesgo, pero el poder del sistema SCP había demostrado ser mucho más que un simple truco de invocación.
Gojo levantó una ceja, claramente interesado, pero también cauteloso. No estaba tan seguro de qué podía esperar de Koray, pero la extraña sensación de que ella no era una amenaza cualquiera lo hizo quedarse en su lugar.
—¿Así que quieres pelear? —preguntó, divertido. Su tono estaba lleno de desdén, pero también de una confianza absoluta en sus habilidades. Después de todo, no era la primera vez que lidiaba con alguien que se sentía capaz de desafiarlo.
Koray asintió lentamente.
—No vine aquí para jugar, Gojo. Vine para mostrarte de lo que soy capaz.
En ese momento, SCP-049, la invocación que había invocado anteriormente, apareció detrás de ella. La figura encapuchada parecía como una sombra oscura en la noche, su presencia ominosa, como si su mera cercanía pudiera desestabilizar el equilibrio de las fuerzas a su alrededor.
—Este será mi primer movimiento —dijo Koray con firmeza. Sin dudarlo, ordenó a SCP-049 que se acercara a Gojo. Sin embargo, no esperaba que SCP-049 actuara como un ser completamente autónomo; su propósito era más como un complemento, una pieza clave en el rompecabezas que Koray estaba construyendo.
Gojo, sin perder la calma, miró a la figura del médico de la peste y luego volvió su mirada a Koray.
—¿Crees que un muñeco como este me detendrá? —Su voz se mantuvo serena, pero su expresión dejó entrever una sonrisa burlona. Era evidente que consideraba a Koray, con su invocación rara, solo una distracción. A pesar de que estaba dispuesto a pelear, no creía que alguien de su edad, tan inexperto, pudiera rivalizar con él.
Koray sintió la presión aumentar, pero no retrocedió. Con un gesto rápido, activó otro de sus poderes. SCP-049 se movió con una rapidez que sorprendió incluso a Gojo, apuntando sus manos hacia él. La atmósfera a su alrededor se distorsionó, y una extraña energía se generó, la sensación de que la muerte misma se acercaba.
Gojo no se movió. Simplemente sonrió, y con un solo movimiento, liberó la energía de su *Técnica Infinita*, creando una barrera invisible que bloqueaba el avance de SCP-049.
—Esa es tu jugada, ¿eh? Es interesante, pero insuficiente. —Gojo no parecía preocupado. En su lugar, parecía más un maestro observando a un estudiante que no sabía lo que hacía.
Koray frunció el ceño. No se sentía derrotada, ni mucho menos. Sabía que Gojo podía desbaratar cualquier intento de su parte con un solo movimiento. Pero su objetivo no era simplemente atacarlo. Necesitaba que Gojo comprendiera que ella no era una simple oponente.
—Puedo invocar más. Y no solo eso —dijo mientras comenzaba a concentrarse aún más, utilizando el poder del sistema SCP para invocar más entidades, cada una más aterradora que la anterior—. Puedo adaptarme.
SCP-173 apareció en su lado, su silencio mortal tomando el espacio, mientras SCP-682, la criatura conocida como el "Reptil Indestructible", hacía su aparición en el borde de su campo de visión. La presión aumentó. No solo era una invocadora más, sino que estaba comenzando a reunir poderosas entidades con las que ni siquiera Gojo podía competir si se descuidaba.
Gojo observó con curiosidad y una pizca de diversión.
—Es interesante, pero no importa lo que traigas. —Él se mantuvo en su postura relajada, confiando en su poder absoluto—. Esto no es algo que puedas ganar con solo invocar monstruos.
Koray sonrió.
—Eso, Gojo, es lo que veremos.
En ese momento, el joven prodigio dejó escapar una risa suave, pero llena de seguridad.
—Lo que sea que tengas preparado, no será suficiente. Te lo aseguro.
Y con esas palabras, ambos se prepararon, uno confiado en su dominio absoluto y la otra decidida a demostrar que incluso los más poderosos pueden ser derrotados si uno tiene el coraje y el poder para hacerlo.
El enfrentamiento estaba por comenzar, y esta vez no iba a ser una simple prueba.