Koray suspiró con alivio y agotamiento, dejando caer los hombros mientras SCP-173 desaparecía en su mundo de bolsillo. A pesar de todo el esfuerzo que había hecho, una chispa de orgullo comenzó a crecer en su pecho. Controlar a una entidad como esa, aunque solo fuera en un entorno de entrenamiento, era un gran paso hacia su objetivo de volverse una invocadora capaz y, en última instancia, una sobreviviente en el brutal mundo de *Jujutsu Kaisen*.
Yujiro la observaba de cerca, evaluando su progreso y, sobre todo, su resistencia. Sabía que este camino no era nada fácil y que cada SCP que dominara también implicaba dominar su propio miedo y su voluntad. Había visto cómo muchas veces Koray dudaba de sí misma, y aunque se mostraba ruda y decidida, la realidad era que en su interior había una joven que cargaba con muchas dudas y cargas.
—Ese fue un buen comienzo, Koray. Has demostrado que tienes la determinación para seguir adelante. Pero recuerda, cada SCP tiene su propio temperamento, y lo que has aprendido hoy con SCP-173 no se aplicará de la misma manera con todos los demás. —Yujiro le dio una palmada en el hombro, como para animarla—. La próxima vez, trataremos con SCP-049.
Koray frunció el ceño al escuchar ese nombre. SCP-049, conocido como "El Doctor de la Peste", era uno de los SCP más enigmáticos y, para ella, uno de los más inquietantes. Su presencia siempre tenía un efecto sombrío, y a pesar de que, en teoría, no era una entidad destructiva, su poder y determinación para "curar" a los infectados de la "peste" hacían de él un ser impredecible. Koray no estaba segura de cómo manejarlo, pero sabía que debía intentarlo si quería avanzar en su control sobre el sistema.
—¿SCP-049? Eso será un reto aún mayor... Pero acepto. —Su voz tenía un matiz de nerviosismo, pero también una resolución firme.
Yujiro asintió, satisfecho con su respuesta. Le pasó una hoja con algunas anotaciones sobre el "Doctor de la Peste", detallando algunos de los comportamientos registrados y las recomendaciones para interactuar con él sin despertar su ira.
—Recuerda, Koray, el SCP-049 se considera a sí mismo un curador. No lo trates con desprecio o le des a entender que lo subestimas. Muestra respeto, pero mantén la distancia. Siempre tienes que estar preparada para que intente "curarte" si te percibe como infectada. Esta será una lección de disciplina, paciencia y respeto mutuo.
Koray asintió, memorizando cada consejo y visualizando la tarea que tenía por delante. Sabía que esta no sería una simple prueba de control, sino una prueba de su capacidad para relacionarse con sus invocaciones. Tener poder era una cosa, pero saber cómo establecer una relación de respeto con estos seres era una habilidad completamente distinta y esencial.
Con esa mentalidad, se preparó para la invocación de SCP-049.
Al día siguiente, la atmósfera en el búnker era distinta. Había una tensión casi palpable en el aire mientras Koray se preparaba para el ritual de invocación. Yujiro estaba cerca, observándola con una mezcla de preocupación y orgullo. Sabía que Koray había pasado toda la noche estudiando, repasando las anotaciones y memorizando las instrucciones, pero ahora estaba a punto de enfrentarse a la realidad. Invocar a SCP-049 era como convocar a una tormenta contenida en forma humana, y un solo error podría ser desastroso.
Koray respiró profundamente y activó el sistema. Las sombras en la habitación comenzaron a cambiar de forma y un frío intenso llenó el aire. Con un suave murmullo, apareció SCP-049, envuelto en su característico atuendo de médico de la peste, con su máscara en forma de pico y su porte solemne. Sus ojos oscuros y profundos, ocultos bajo la máscara, parecían fijarse en Koray con una mezcla de interés y curiosidad.
—Oh… una nueva asistente, ¿verdad? —dijo SCP-049 con su voz grave y antigua, inclinando levemente la cabeza. Parecía reconocer la autoridad de Koray, aunque de manera tenue.
Koray hizo una reverencia leve, respetuosa pero firme.
—SCP-049, he venido a pedir tu ayuda en ciertas… curaciones. Confío en que podremos trabajar juntos en armonía.
El doctor de la peste asintió, complacido.
—Ah, una compañera en la búsqueda de la cura… —dijo, con una tonalidad de aprobación en su voz—. Sin embargo, debo evaluar si tú misma estás infectada. Sería inadecuado permitir que alguien enfermo interfiera en mis estudios.
Koray sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Sabía que "infectada" era un término que SCP-049 usaba de forma arbitraria y que podía decidir tratar de "curarla" en cualquier momento. Pero mantuvo su postura firme, sin mostrar ningún rastro de miedo.
—Entiendo su preocupación, Doctor, pero le aseguro que estoy en perfectas condiciones. Si en algún momento requiero de su asistencia, seré la primera en decírselo. Ahora, permítame mostrarle la tarea que necesitamos realizar.
Con esa respuesta, SCP-049 asintió y la tensión en el ambiente disminuyó ligeramente. Koray le explicó que necesitaba de su experiencia y conocimiento para enfrentarse a ciertas criaturas peligrosas. Para su alivio, SCP-049 parecía dispuesto a colaborar, siempre y cuando la respetara como una aliada y no como una "paciente".
La invocación continuó sin problemas, y pronto Koray y SCP-049 se encontraron trabajando juntos en una pequeña tarea de reconocimiento. Al principio, la presencia del Doctor de la Peste era inquietante, pero conforme pasaba el tiempo, Koray se dio cuenta de que podía confiar en él. Aunque su método era extraño y su propósito a veces ambiguo, SCP-049 tenía un código de ética propio que lo hacía predecible, al menos en ciertos aspectos.
Horas después, de regreso en el refugio, Koray se sentía agotada pero también fortalecida. Había aprendido algo invaluable: el respeto y la comprensión podían ser herramientas tan poderosas como el control directo. Yujiro, que había estado observando desde la distancia, se acercó y le dio una palmada en el hombro.
—Bien hecho, Koray. Has avanzado un gran paso hoy. No se trata solo de invocar poder, sino de entenderlo y saber cómo utilizarlo en armonía. Eso te hará más fuerte, más preparada para lo que sea que venga.
Koray sonrió, sintiéndose más segura de sí misma. Sabía que el camino sería largo, pero ahora tenía una dirección clara. Con cada SCP que lograra dominar y entender, se acercaba un poco más a su meta de sobrevivir en este mundo y enfrentar los desafíos que le esperaban.
A pesar de que la misión había sido exitosa, Koray se encontraba pensativa. Cada invocación era una nueva batalla interna para dominar tanto sus miedos como sus emociones. Sabía que lo que había hecho con SCP-049 era solo el comienzo y que su camino la llevaría a enfrentar entidades mucho más peligrosas y desafiantes. En su mente, empezaron a resonar las palabras de Yujiro: "No solo se trata de invocar poder, sino de entenderlo y saber cómo utilizarlo en armonía". Aquella frase se repetía, formándose como un mantra que le daba una paz inusual.
Sin embargo, su tranquilidad no duraría mucho.
Mientras intentaba descansar, una inesperada llamada de atención la sacó de sus pensamientos. Yujiro, su mentor y ahora más cercano aliado, la miraba con una seriedad inusual.
—Koray, tengo algo importante que discutir contigo —dijo Yujiro, cruzándose de brazos—. He escuchado que Satoru Gojo y Suguru Geto están en la zona. Ambos son poderosos hechiceros y, a su corta edad, ya representan un desafío incluso para alguien como tú con el sistema SCP. Si te cruzas con ellos, podrías atraer una atención innecesaria, algo que aún no estamos preparados para enfrentar.
Koray lo miró sorprendida. Había oído rumores sobre esos jóvenes prodigios, especialmente sobre Gojo. Sabía que, a pesar de su juventud, ya se hablaba de él como el hechicero más fuerte de su generación.
—¿Sugieres que los evite? —preguntó Koray, con un tono de duda.
Yujiro asintió, aunque después de un momento, matizó su respuesta.
—Sí, en la medida de lo posible. Pero sabemos que, si llegara a cruzarse tu camino con el de ellos, necesitarás algo más que solo evitarlos. Ellos serán perceptivos a cualquier rastro de energía maldita y podrían notar las fluctuaciones del sistema SCP que tienes. Así que, para esta ocasión, invocaré una entidad diferente, algo que nos proporcione cobertura.
Koray frunció el ceño, intrigada por la estrategia de Yujiro.
—¿Otra invocación? ¿Cuál tienes en mente?
Yujiro sonrió con un toque de misterio y le pasó una nota con la descripción de SCP-268, una gorra conocida como "El Sombrero de la Inconsciencia". Esta gorra tenía la capacidad de hacer que quien la portara fuera prácticamente invisible para los ojos y el conocimiento de los demás. Sin embargo, su efecto era temporal y no funcionaba indefinidamente.
—El sombrero será tu mejor aliado en esta ocasión. Mientras lo tengas puesto, ni siquiera alguien como Gojo podrá percibir tu presencia… en teoría —dijo Yujiro, sus palabras cargadas de advertencia—. Úsalo solo cuando sea absolutamente necesario, y recuerda que puede fallar si abusas de su poder.
Koray asintió, sabiendo que cada herramienta tenía sus límites. Con mucho cuidado, tomó el sombrero, sintiendo el ligero peso del objeto. Era simple y poco llamativo, casi como si fuera un accesorio normal, pero la energía que irradiaba la hacía sentir incómoda y alerta.
Días después, mientras intentaba llevar a cabo otra misión de contención, Koray sintió un escalofrío recorrer su espalda. Estaba en un callejón oscuro, cumpliendo con las instrucciones de su sistema SCP, cuando escuchó el sonido de pasos aproximándose. Una risa despreocupada y una charla amistosa le indicaron que no estaba sola.
Era Satoru Gojo y Suguru Geto.
Koray, sintiendo el peligro inminente, se deslizó entre las sombras y rápidamente se colocó el sombrero SCP-268, confiando en que la cubriría de la percepción de los hechiceros. Aunque su corazón latía con fuerza, intentó concentrarse en calmar su respiración y minimizar su energía maldita para pasar desapercibida.
Desde la penumbra, observó a los dos jóvenes. Gojo, con su usual expresión de confianza y los ojos cubiertos por una venda negra, se reía de algo que Geto acababa de decir. La presencia de ambos era imponente, pero mientras los observaba más de cerca, notó que ambos parecían estar en un momento relajado, sin intención alguna de pelear. Era una extraña oportunidad de observarlos sin la presión de tener que enfrentarlos.
—Satoru, ¿sientes algo extraño? —dijo Geto, deteniéndose y frunciendo el ceño.
Koray contuvo la respiración, aferrando el borde de su sombrero. El efecto de invisibilidad la cubría, pero las palabras de Geto la hicieron temblar. Era como si él pudiera sentir su presencia a través de la energía maldita que intentaba suprimir.
Gojo se detuvo también y miró a su alrededor, aunque sin mostrar ninguna señal de inquietud.
—No, no hay nada. Quizás solo estás paranoico, Suguru —respondió con una risa despreocupada.
Koray se relajó un poco al escuchar la respuesta de Gojo, pero sabía que no podía bajar la guardia. Decidió deslizarse hacia el fondo del callejón, tratando de poner distancia sin hacer ruido, cuando sintió una mano pesada sobre su hombro.
—¿Adónde crees que vas? —la voz de Yujiro resonó en su mente, sin que los hechiceros la escucharan—. Todavía no hemos terminado aquí, Koray.
Ella cerró los ojos un instante, invocando la presencia de SCP-173 en su mente. Si se daba la situación de que los hechiceros la detectaran, tendría que hacer un escape improvisado. Yujiro le había enseñado algunos trucos para controlar los SCP sin revelar sus presencias, pero estaba consciente de que ambos, Gojo y Geto, eran oponentes demasiado fuertes para intentar enfrentarlos.
Afortunadamente, después de unos minutos, los dos hechiceros continuaron su camino sin detectar nada fuera de lo normal. Koray soltó un suspiro de alivio cuando desaparecieron en la distancia. Quitándose el sombrero, observó cómo Yujiro la miraba con una mezcla de orgullo y advertencia.
—Fue una buena lección para ti, Koray. Aprendiste lo que significa moverse en las sombras sin llamar la atención. Pero recuerda, siempre habrá personas que pueden ver más allá, incluso si tienes las mejores herramientas.
Koray asintió, agradecida por la ayuda de Yujiro y el sombrero, pero con una nueva resolución en su corazón. Aquella experiencia le había demostrado que, aunque el sistema SCP le otorgaba grandes poderes, también la exponía a peligros inimaginables. Ahora más que nunca, estaba decidida a perfeccionar su dominio sobre las invocaciones y a fortalecer su conexión con cada entidad SCP.
El camino que tenía por delante sería arduo, y enfrentar a hechiceros como Gojo y Geto eventualmente sería inevitable. Pero Koray, con una mirada decidida, aceptó el reto en silencio. Sabía que, con cada SCP que controlara y cada enfrentamiento superado, se acercaba un paso más a ser la invocadora que siempre había soñado.