En los días siguientes, Koray se dedicó a familiarizarse más con el sistema SCP y sus funciones. Cada invocación requería energía, y si bien SCP-049 y SCP-682 habían sido útiles, el sistema tenía reglas estrictas para invocar nuevos SCPs: antes de usarlos en combate, cada uno debía ser "contenidos" en un mundo de bolsillo, un espacio aislado donde las habilidades de Koray y las del SCP serían probadas al límite.
Esa noche, el sistema le notificó la posibilidad de contener un nuevo SCP, y Koray sintió una mezcla de emoción y aprehensión al ver el número asignado: SCP-096, también conocido como "El Hombre que Llora". Este SCP era infame por su comportamiento inestable, reaccionando violentamente a cualquier intento de verlo. Aunque peligrosa, la habilidad de SCP-096 para localizar y perseguir a cualquiera que lo observe podría ser un recurso valioso en la lucha contra espíritus malditos.
Koray cerró los ojos y tomó una respiración profunda antes de activar la opción de contención. En un instante, se sintió trasladada al mundo de bolsillo, una vasta habitación de concreto con luces frías que parpadeaban intermitentemente. El ambiente era opresivo, y la sensación de que algo se acercaba era inevitable. El sistema emitió un mensaje en su mente:
**"Proceda con cautela. SCP-096 será liberado en 30 segundos. Objetivo: establecer control y contención."**
Koray se preparó, manteniendo su mirada fija en el suelo para evitar ver accidentalmente el rostro de SCP-096. Cuando el tiempo expiró, escuchó el sonido de un lamento suave, un sollozo que retumbaba en las paredes. Era él. Sin mirar, se desplazó lentamente hacia el rincón más alejado de la sala, permitiendo que su energía fluyera para formar una barrera de contención.
Un súbito grito de desesperación rompió el silencio, y Koray sintió cómo el suelo temblaba bajo sus pies. SCP-096 había percibido su presencia, y aunque ella evitaba mirarlo directamente, la criatura se agitaba, reaccionando a su cercanía.
**"Proceda a activar el Modo de Intervención: SCP-049 disponible para asistencia de contención."**
Koray dudó un momento antes de invocar a SCP-049, quien apareció a su lado en un segundo. El Doctor, con su figura imponente y calmada, se acercó hacia SCP-096 sin mostrar rastro de temor.
—¿Por qué lloras, criatura? —le preguntó SCP-049 en su voz suave, pero sin obtener respuesta. SCP-096 seguía gimiendo, con su cuerpo encorvado y tembloroso, apenas conteniendo su necesidad de atacar.
Koray decidió hacer un intento más arriesgado: ordenó mentalmente a SCP-049 que intentara calmar a SCP-096. Lentamente, SCP-049 extendió su mano hacia la criatura, susurrando palabras que parecían resonar en el espacio confinado del mundo de bolsillo.
El llanto de SCP-096 comenzó a disminuir, y Koray aprovechó ese instante de calma para activar la secuencia de contención. Con movimientos precisos, canalizó la energía del sistema para encapsular a SCP-096 en una barrera de contención reforzada. La criatura se quedó inmóvil, sus sollozos ahora convertidos en un murmullo bajo y persistente.
Cuando la contención finalizó, el sistema notificó el éxito de la operación:
**"Contención de SCP-096 completada. El SCP está ahora bajo control y disponible para asistencia en futuras invocaciones."**
Koray suspiró, aliviada pero agotada. Sabía que cada contención sería una prueba, y con cada nueva invocación, sus habilidades serían puestas a prueba en mayor medida. Aun así, la utilidad de SCP-096 era incuestionable: en el campo de batalla, esta criatura podría convertirse en un poderoso aliado, especialmente contra maldiciones que se ocultaran o huyeran de la confrontación.
Regresó al mundo real y se encontró con Gojo y Geto esperándola afuera de la sala de entrenamiento. Geto la miraba con curiosidad, mientras que Gojo sonreía, claramente intrigado.
—¿Otra invocación exitosa? —preguntó Gojo, cruzando los brazos—. Es fascinante verte trabajar, Koray. ¿Qué criatura extraña has añadido a tu colección esta vez?
Koray esbozó una sonrisa y bajó la mirada, considerando cómo explicar la naturaleza de SCP-096.
—Digamos que es alguien que odia ser visto —respondió—. Pero si alguien lo mira, ese alguien tendrá problemas. Mucho.
Geto arqueó una ceja y asintió, comprendiendo la implicación. Gojo simplemente rió, disfrutando del misterio y la habilidad peculiar de Koray.
—Interesante. Creo que cada vez me haces querer ver tus invocaciones en acción —dijo Gojo, con un brillo desafiante en sus ojos—. ¿Qué te parece si hacemos un pequeño entrenamiento para ver hasta dónde pueden llegar?
Koray dudó por un instante, sabiendo que un enfrentamiento contra Gojo y Geto no sería un simple entrenamiento, sino una verdadera prueba de fuego. Sin embargo, entendía que si quería mantener la confianza de ambos, debía estar dispuesta a demostrar su fortaleza y las capacidades de sus invocaciones.
—Está bien —respondió, con una determinación renovada—. Pero espero que no se arrepientan. Mis aliados no son fáciles de controlar.
Gojo sonrió, emocionado, mientras Geto asentía, ambos preparados para lo que fuera a venir. Koray se preparó mentalmente, lista para el desafío, sabiendo que cada prueba la acercaba más a convertirse en una verdadera fuerza en el mundo de los hechiceros y maldiciones.