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Evangelion: Hechizo de Zorro

JiraiyaSamaWriter2
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Synopsis
Un deprimido Shinji analiza su lamentable y dolorosa existencia. Siente que su vida no vale nada, que no hay razón para seguir adelante, pero en su momento más ocuro, algo ocurre que le hace ver que no todo es tan malo como cree, poniendo su vida de cabeza y cambiandola de formas que nunca imaginó.
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Chapter 1 - Desesperanza

NOTA: Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.

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¿Cuánto tiempo llevaba vagando sin rumbo fijo? ¿Dos días? ¿Tres días? Ya no lo recordaba y, la verdad, tampoco le importada. Solo sabía que quería alejarse de todo y dejarlo todo atrás. Por esa razón había estado caminando varios días sin rumbo fijo, solo para terminar aquí, en lo alto de una montaña desde donde se podía apreciar esa ciudad que se vio obligado defender, una ciudad que no significa nada para él, solo otro lugar donde vivir, otro lugar donde estar en soledad, otro lugar donde sufrir.

Caminó hasta el borde del acantilado donde había una pequeña cerca compuesta de postes de madera y tres filas de alambres tensados, los que impedían el paso a un precipicio de cientos de metros de altura. Dejó caer su bolso a un lado y puso las manos sobre el alambre superior, contemplando el paisaje que se desplegaba ante él.

Podía ver las montañas rodeándolo, los acantilados con caídas que se perdían a la vista tapados por las nubes que se formaban a baja altura, brindando una vista surrealista, incluso podía ver una nube pasando a solo unos metros de él, movida por el viento que soplaba con fuerza y, ahí al fondo, podía ver la ciudad que había sido el lugar donde terminó sin querer.

La verdad es que él nunca quiso venir a Tokio-3, solo había llegado aquí por el llamado de su padre; un padre ausente que lo abandonó donde sus tíos a muy tierna edad, un padre que nunca estuvo pendiente de él, un padre que pese a todo, extrañaba demasiado, motivo por el cual vino a Tokio-3 cuando este lo llamó. Pensó que su padre finalmente lo quería a su lado, pensó que finalmente serían la familia que siempre debieron ser, pero nada más llegar se llevó la decepción de saber que solo había sido convocado porque podía ser de utilidad, porque podía pilotar esa maquina inmensa y monstruosa que denominaban "Evangelion".

Odió ese armatoste desde el primer momento. Si fuera por él, nunca hubiera subido a esa cosa infernal. Estaba por dejar ese lugar para nunca regresar, para olvidar que alguna vez tuvo un padre, pero entonces vino el ataque y con el ataque también vino Rei Ayanami. Solo por ella aceptó subir al monstruo mecánico también conocido como EVA, solo por ella salió a pelear ese día, porque no podía dejar que esa chica herida y sangrante fuera forzada a tomar su lugar; un lugar que él mismo estaba siendo forzado a tomar.

Desde ese día fue designado como Piloto del EVA-01. Daba lo mismo que detestara subir a esa cosa, daba lo mismo el sufrimiento físico y mental que le trajera. Daba lo mismo que pusiera en juego su vida luchando a muerte contra criaturas inimaginables, nada de eso importaba porque él debía hacerlo. Ciertamente le dijeron que podía irse si lo deseaba, pero, ¿de qué valía que le dieran esa opción, si a la par le decían que nadie más que él podía pilotar el EVA-01? Lo odió.

Odiaba a su padre por despreciarlo y por llamarlo solo para usarlo a su entera conveniencia. Odiaba a Rei por tomar el lugar que a él le correspondía junto a su padre. Odiaba a Misato por manipularlo y usarlo como un arma contra los Ángeles. Todos querían algo de él, incluso los que podrían ser sus únicos amigos también querían algo de él. Kensuke quería información de NERV y los EVA, Touji lo vigilaba para que no la volviera a cagar, en nombre de la hermana que había lastimado en su primera batalla. ¿Es que nadie nunca se iba a preocupar realmente por él?

¿Qué sentido tenía todo esto? ¿Qué sentido tenía seguir vivo? Nunca nadie se había preocupado por él, siempre había estado solo, despreciado, ignorado. Nunca había recibido afecto de ningún tipo y nunca lo recibiría. Su vida solo era soledad y dolor. ¿Qué sentido tenía seguir viviendo?

Shinji cerró las manos sobre el alambre de la cerca mientras miraba la vista frente a él, las nubes que se movían producto del viento sobre los grandes acantilados, la ciudad fortaleza a la distancia, imponente, fría e impersonal. Miró al horizonte sin ver en realidad, su mente sumida en sus pensamientos, en su soledad, en su dolor por el abandono, el dolor que le supone subir al EVA, el saber que su vida no valía nada.

El joven estuvo de pie por largos minutos con lágrimas cayendo desde sus ojos, sin que él fuera realmente consciente de eso, solo centrado en su pena, su dolor, su soledad y el deseo de ya no sentir eso nunca más. No quería seguir sufriendo. 

Una determinación surgió en el interior de Shinji, un deseo de hacer algo por sí mismo por primera vez en su vida. El deseo de terminar con todo su dolor para finalmente poder descansar y tener paz. Las lágrimas seguían cayendo de sus ojos, pero ahora había una tranquilidad en él, de saber finalmente cuál era el camino que debía seguir, la forma de librarse de su dolor y de la miserable vida que llevaba. Miró la impresionante vista ante sus ojos, viendo la hermosura del lugar, sabiendo que no pudo haber mejor lugar para dejar este mundo. Vio el acantilado ante él y las nubes que lo cubrían, deseando ya estar ahí, zambulléndose de un salto para dejarse caer y encontrar la paz que tanto necesitaba.

Con la decisión tomada y la determinación guiando sus acciones, Shinji se aprontó cruzar la cerca para saltar del acantilado y dejar este mundo de dolor, momento en que un repentino gruñido y lo que pareció un ladrido le hizo trastabillar y caer sentado al suelo junto a la cerca. Al levantar la vista se encontró con la sorpresa de que había lo que parecía un zorro sentado a unos metros frente a él, mirándolo fijamente mientras movía distraídamente su cola.

— ¿Qué? — preguntó Shinji, totalmente descolocado por lo improbable de la situación.

El zorro por su parte, lo miraba fijamente con sus grandes ojos de color verde azulado, casi como si estuvieran traspasándolo con la mirada y llegando al fondo de su alma. Era casi como si con su mirada lo estuviera recriminando por lo que estuvo a punto de hacer. Por alguna razón eso lo molestó.

Shinji sabía que estaba frente a un animal salvaje, pero su molestia al ser interrumpido en un momento tan importante de su vida, le hizo olvidar que este animal bien podía atacarlo si se sentía amenazado. Pero el zorro no hizo nada de eso, solo se limitó a mirarlo fijamente. Cuando estuvo seguro de que el animal no saltaría sobre él, intentó cruzar la cerca una vez más, para nuevamente escuchar un gruñido y un ladrido del zorro frente a él, que ahora si se adelantó amenazando con darle un mordisco.

— ¡¡OYE!! ¿Qué rayos te pasa? ¿Por qué me atacas? No te he hecho nada — peguntó Shinji al zorro, como esperando si de alguna forma el animal le fuera a responder.

El zorro simplemente se quedó frente a él, mirándolo para luego comenzar a moverse de un lado a otro en una actitud típicamente curiosa. Olfateó y miró a todas partes para volver a mirarlo a él, dándole una mezcla de gruñidos y ladridos, como si estuviera regañándolo por algo, entonces miró su bolso y se fue sobre él para olfatearlo y meter su nariz y luego la cabeza por una abertura que había quedado al no cerrar bien la cremallera.

— ¡Oye! ¿Qué haces? ¡Aléjate de mí bolso! — dijo Shinji, adelantándose para intentar alejar al molesto animal, dándose cuenta de que ese movimiento fue un completo error, ya que el zorro echó a correr, arrastrando su boldo con él, jalándolo de la correa — ¡¡Hey!! No te lleves mi bolso ¡¡Vuelve acá ladrón!!

Shinji corrió detrás de zorro que arrastraba su bolso por la correa, mientras su ropa iba cayendo fuera, ya que al meter la cabeza dentro, el zorro abrió un poco más la abertura y ahora el contenido iba cayendo fuera mientras el animal corría de un lado a otro, como si estuviera haciéndolo a propósito para que su ropa se esparciera por el campo. Un cabreado Shinji no tuvo más opción que ir recogiendo su ropa mientras perseguía al molesto animal, hasta que este se detuvo sentándose con lo que parecía una cara de satisfacción, con el bolso a sus pies casi vacío, sucio con polvo y manchas de pasto. El animal se levantó y se sentó a un par de metros del bolso, como si le estuviera dando permiso para tomarlo.

Un molestó Shinji tomó su sucio bolso y comenzó a meter su ropa dentro, ya no doblada perfectamente como antes, sino lanzándola dentro sin ninguna diplomacia, mientras el zorro daba unas especies de gruñidos que sonaban como a una risa; una risa zorruna.

— ¿Te diviertes? — preguntó Shinji, cabreado.

Por respuesta el animal simplemente siguió dando esa especie de gruñido/risa, revolcándose en el pasto, como si meterse con él fuera la cosa más divertida del mundo. Por un momento Shinji estuvo tentado a darle una patada al molesto zorro, o simplemente buscar una piedra y lanzársela, pero no pudo evitar dar un suspiro de cansancio.

— Al menos uno de los dos lo está pasando bien — comentó el chico, para luego dejarse caer sentado en el pasto, dando un nuevo suspiro de cansancio.

Levantó la vista y miró al frente, viendo la cerca y el acantilado con las nubes a una distancia algo considerable. No se había percatado de que se había alejado tanto, solo en ese momento recordó lo que había estado a punto de hacer: Saltar al vacío quitándose la vida.

Se quedó absorto ante ese pensamiento, lo que iba a hacer, lo que pudo ser y no fue; la oportunidad de terminar con su dolor. ¿Debería volver ahí abajo y terminar lo que inició? En ese momento algo obstruyó su visión y vio al zorro sentado frente a él. Solo entonces lo vio con detenimiento.

El zorro era bastante más grande de lo que supuestamente debía ser. Había visto algunos documentales sobre la naturaleza y los zorros que mostraban ahí se veían más pequeños. Este era más como un perro grande, como del tamaño del Golden Retriever que tenía el vecino de su tío con el que vivía. Aun así, tenía una figura estilizada, nariz fina y orejas puntiagudas, con una cola larga y felpuda. Su color era llamativo, en vez del típico zorro de pelaje rojo, patas y las puntas de las orejas negras, hocico y pecho blanco, este zorro tenía pelaje de color castaño rojizo, aun así no se veía mal, de hecho, su color de pelaje lo hacía ver bastante bien, sin olvidar sus expresivos ojos verde azulados, que parecían ver hasta el fondo de su alma.

Shinji miró al zorro por largos segundos, mientras el animal le devolvía la mirada ladeando la cabeza, como si le estuviera preguntando algo. Por alguna razón, la mirada del zorro llegó hasta él, como si el animal pudiera comprender de alguna forma lo que estaba sintiendo. No pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y comenzó a llorar, llevando las piernas al pecho y rodeándolas con los brazos mientras escondía la cabeza entre ellas. No sabía por qué estaba llorando, solo sabía que necesitaba llorar y echar fuera su dolor. Entonces sintió un gemido. Al levantar la vista el zorro estaba ahí, mirándolo, acercó el hocico y lamió una de sus manos, dándole luego un empujón con la nariz. No sabía si había entendido bien, pero se atrevió a levantar una mano y efectivamente el zorro se acercó y puso la cabeza bajo su mano, dando suaves empujones, incitándolo.

No se equivocó en su pensamiento, el zorro le estaba pidiendo que le acariciara la cabeza, de hecho, podía escucharlo dando suaves gemidos de alegría mientras le aricaba la cabeza, los que aumentaron cuando se atrevió a acariciarle tras las orejas, como lo hizo una vez con el Golden Retriever del vecino de su tío y el zorro reaccionó de la misma forma que el perro, estaba encantado. Para este momento Shinji estaba seguro que este no era un zorro ordinario. Tal vez había escapado de algún refugio de animales, ya que este no era el comportamiento normal de este tipo de animales. Se supone que deben ser cautelosos y temerosos del hombre, pero este zorro estaba muy cómodo a su lado, por lo que debía estar acostumbrado a los humanos.

— ¿De dónde saliste? — preguntó Shinji, siguiendo sus caricias al zorro, mientras este gemía de alegría. Sonrió.

Shinji no supo cuánto tiempo estuvo acariciando al zorro, solo supo que de un momento a otro se encontró hablando con el zorro, contándole su vida, sus penas, su dolor. Por extraño que pareciera el animal parecía entenderlo y de alguna forma trataba de confortarlo. Para cuando levantó la vista y miró al horizonte estaba comenzando a oscurecer. Increíblemente se sentía mucho mejor, como si hablar con alguien hubiera sido todo lo que necesitara, aunque fuera un zorro no tan salvaje.

— Supongo que es hora de regresar — se dijo Shinji, sabiendo ya que la determinación que tuvo horas antes no estaba ahí. No iba a saltar del acantilado. Al menos no hoy.

Se puso de pie y se colgó el bolso al hombro, dándole una mirada al zorro que estaba sentado junto él, mirándolo con curiosidad.

— Voy a regresar al departamento de Misato. Supongo que tú también debes volver a donde sea que perteneces — dijo Shinji, antes de pensar por un momento para luego mirar al zorro una vez más — Gracias por escucharme… supongo.

Con eso dicho, Shinji dio medio vuelta y comenzó a emprender el camino de regreso hasta la parada de autobús donde había llegado esa mañana. Para su sorpresa el zorro lo seguía a cierta distancia, como si estuviera cerciorándose de que fuera por el camino correcto.

— Oye, vete a tu casa. No me sigas — dijo Shinji, tratando de alejar al animal, pero este retrocedía unos pasos para luego volver a acercarse. Lo intentó un par de veces más y al obtener el mismo resultado, decidió rendirse y aceptar que el zorro no lo iba a dejar, al menos por el momento.

Cuando llegó a la parada del autobús ya era de noche y según el cartel con los horarios colgado en un poste junto al camino, el último servicio había pasado hace un par de horas. Si quería volver a la civilización, tendría que esperar hasta el día siguiente. Suspiró con cansancio haciéndose a la idea de pasar la noche aquí. Estada cansado, sediento y con hambre, pero no había nada que hacer. Al menos no hacía frio, por lo que dormir sobre la banca de la parada de autobús no supondría demasiado problema. Con resignación colocó su bolso a un lado para usarlo como cabecera y se recostó en la banca con las piernas recogidas. Con sorpresa vio que el zorro lejos de irse, se echó y se enrollo en una bola a sus pies, dando un gran bostezo, enterrando luego la cabeza en su felpuda cola. Definitivamente había algo raro con este zorro, pero no lo iba a estar cuestionando a estas alturas. Estaba demasiado cansado como para pensar en algo.

— Al menos tendré compañía — comentó para si el Tercer Elegido, cerrando los ojos. El sueño se apoderó de él poco después. 

El tiempo pasó y la noche siguió su curso mientras Shinji dormía profundamente, por lo que no vio como una luz brillaba tenuemente junto a él, para dejar a la vista a una hermosa chica. Estuvo de pie por largos minutos solo contemplándolo, hasta que acercó una mano apartando un mechón de cabello de su rostro.

— He cuidado de ti desde las sombras por mucho tiempo, como dicta mi honor, pero luego de hoy, ya no puedo seguir al margen — susurró la chica con voz apenas audible — No puedo dejar que sigas sufriendo de esta forma… ya no soporto verte así — añadió, acariciando suavemente la mejilla del dormido Piloto EVA.

Una leve sonrisa apareció en los labios de la chica, momento en que escuchó el sonido y las luces de un automóvil que avanzaba por la calle hacia la parada de autobús. La chica se movió rápida y silenciosamente y para cuando el automóvil pasó frente a la parada de autobús, ella había desaparecido sin dejar rastro de que alguna vez estuvo ahí.

El automóvil sedán de color negro se detuvo con chirrido de neumáticos, para luego retroceder hasta detenerse frente a la parada de autobús. Un vidrio polarizado descendió de la puerta del copiloto, mostrando a un hombre de semblante serio que apuntó una linterna iluminando al dormido Piloto EVA. Segundos después cuanto hombres en traje negro y rostro serio de bajaron del vehículo y apuntaron con linternas directo a la cara del joven dormido, despertándolo y encandilándolo con la luz. Se sentó de golpe asustado, cubriendo sus ojos de la fuerte luz con los brazos.

— ¿Tú eres Shinji Ikari? — preguntó uno de los hombres con voz dura. 

— Sí — respondió Shinji con voz dudosa.

— Somos de Inteligencia y Seguridad de NERV. Bajo la Cláusula de Seguridad, Articulo 8, te llevaremos al Cuartel General de NERV — dijo el hombre en forma categórica.

Shinji no tuvo nada que decir al respecto, simplemente fue tomado de los brazos por dos hombres metiéndolo en la parte trasera del automóvil. El tercer hombre tomó el sucio bolso y lo lanzó sin ninguna diplomacia a la cajuela del automóvil, para luego subirse en el asiento del copiloto, mientras el hombre restante ponía en marcha el vehículo de color negro para perderse por la solitaria carretera rural.

Atrás, casi escondido entre la maleza junto a la parada de autobús, el zorro de pelaje castaño contempló fijamente al automóvil hasta que las luces se perdieron en la distancia. Con un último vistazo, el zorro dio la vuelta y de un salto se perdió entre la maleza.

 

 

Continuará...

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Notas del Autor: Hola a todos, aquí estamos con un nuevo proyecto sobre mi serie favorita, Evangelion.

En esta oportunidad nos adentraremos en la vida de un deprimido y sufriente Shinji Ikari, que incluso llegó a considerar el suicidio para dejar atrás su vida de dolor, pero fue salvado a último minuto por un zorro; un zorro muy especial.

"Hechizo de Zorro" será una historia emotiva, divertida y con un gran toque de misticismo, adentrándose un poco en la mitología japonesa, mientras vamos conociendo algo más de Shinji, sus motivaciones, su dolor y su desesperanzada vida, que será trastocada y puesta de cabeza por cierta persona, que le irá mostrando que las cosas no son tan malas como cree.

Espero que esta historia sea de su agrado y puedan seguirme en los siguientes capítulos.

Saludos y nos leemos.