NOTA: Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.
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Shinji comenzó a despertar dando un gemido soñoliento. Se sentía algo aturdido pero, por alguna razón, también profundamente confortable. De hecho, parecía tener la cara enterrada en un par de esponjosas almohadas, suaves, cálidas y que, de alguna forma, olían condenadamente bien. También se sintió un poco acalorado, cómo si su almohada irradiara calor propio. Eso lo llevó a darse cuenta que de no podía moverse con libertad, ya que estaba siendo aprisionado por algo.
Ante esto, un asustado Shinji abrió los ojos de golpe, solo para encontrarse recostado de lado en una cama, con la cara enterrada entre los senos de Mari, mientras esta lo abrazaba con fuerza contra ella. Tragó sonoramente. ¿Cómo rayos habían terminado así?
Estrujó su adormilado cerebro tratando de dilucidar qué es lo que había pasado. ¿Qué es lo último que recordaba? Sí, habían estado viendo la versión remasteriza de Godzilla de 1954.
Recordaba haber llegado a casa de Mari siendo literalmente arrastrado por ella y siendo lanzado dentro sin mucha diplomacia. La chica aun con la máscara Kitsune en su cara, lo mandó a su cuarto a preparar la televisión y la película mientras ella iba a la cocina a preparar palomitas de maíz y un par de refrescos.
Subió las escaleras y se adentró con algo de renuencia en el cuarto de Mari, volviéndose a fascinar con la impresionante colección de Godzilla de la chica. Habían estanterías repletas hasta arriba con mangas, artbooks y mercaderías de todo tipo, desde gorros, tazones, lápices, figuras y hasta un sacapuntas; sin olvidar la impresionante figura de Godzilla de 1,80 metros de alto. Entonces vio un estante donde estaba la colección de películas de Mari, y decidió hacer lo que le encomendaron. Luego de eso… ¿Qué pasó?
Habían visto la película, ciertamente. La disfrutaron mucho, incluso Mari chillaba de emoción cuando Godzilla destruía algo. Luego volvieron a ver la película, pero ahora pausando y repitiendo algunas escenas mientras hacían comentarios. Había sido muy entretenido. Luego se habían tendido de espaldas en la cama, mientras Mari le comentaba algunas cosas de su vida, entonces… nada. ¿Se quedaron dormidos? Ese parecía ser el caso.
Movió un poco la cabeza, enterrándola sin querer un poco más entre los senos de Mari, sintiendo su calor, suavidad, lo esponjosa de su carne y su intoxicaste aroma de mujer. Demás está decir que ella olía condenadamente bien. Entonces sintió como las piernas de Mari comenzaron a moverse, entrelazándose con las suyas, dándole una sensación electrizante.
Lo cierto es que ambos se cambiaron de ropa para estar más cómodos, optando ambos por pantalones cortos y poleras holgadas, motivo por el cual ahora la sensación de las piernas de Mari entrelazándose con las suyas, era tan estimulante. Eso, y la polera holgada de la chica, que le permitía mayor acceso a su escote; al punto de poder hundir sin problemas su rostro entre sus senos, lo que causó que cierta parte de su cuerpo despertara con fuerza y vigor, empujándose contra en el cuerpo femenino que estaba pegado a él. Mari dio un gemido.
Shinji se aterró, tenía que apartarse de la chica antes de que ella lo catalogue de degenerado; solo que no pudo soltarse de ella… ¡Espera! ¿¿Qué??
Efectivamente, no solo Mari lo estaba estrechando en un fuerte y posesivo abrazo, él mismo la tenía sujeta a ella por la cintura… ¡¡Estaba aferrado a Mari por la cintura!!
La situación era mucho más preocupante de lo que creía en un inicio. Tenía que salir de este lío inmediatamente o sería hombre muerto. Intentó apartarse de la chica, pero al sentir su intento de retirada, Mari instintivamente estrechó aún más el abrazo en que lo tenía atrapado y, de paso, enterrándole un poco más la cara entre los senos.
Shinji volvió a experimentar la agradable sensación de hundirse en la esponjosa, caliente y suave piel de Mari, sintiendo todavía más profundo el delicioso aroma de la chica. Se sintió mareado a la vez que cierta parte de su cuerpo se ponía tan dura que llegaba a doler, clavándose un poco más en el en cuerpo de su anfitriona, que pareció sentir la punzante presión en su parte baja, dando un soñoliento gemido, antes de apretar un poco más aun complicado Shinji, al punto casi asfixiarlo con sus senos. Luego de eso, ella soltó un poco el agarre mientras volvía a gemir, abriendo lentamente los ojos.
Los ojos de Mari casi salían de sus orbitas al contemplar a Shinji con la cara enterrada en sus tetas y sintiendo algo duro picando su parte baja. Las mejillas de Mari se tiñeron de rojo mientras la cara de Shinji se ponía azul por la falta de aire.
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La pareja de jóvenes estaban sentados sobre la cama en silencio. Llevaban largos segundos sin poder mirarse a la cara, cada uno con el rostro volteado hacia un lado distinto.
Mari estaba levemente sonrojada al recordar cómo casi asfixia a Shinji con sus tetas, así como por haber sentido una parte de él, presionándola fuertemente ahí abajo. Por su parte, Shinji solo deseaba que se lo tragara la tierra. Estaba seguro de que Mari sintió al "pequeño Shinji" haciendo acto de presencia; sin olvidar como se había hundido y casi asfixiado por los senos de la chica. Estaba seguro de que habría hombres que matarían por estar en su posición, pero en este momento, lejos de sentirse afortunado, se sentía profundamente avergonzado.
Finalmente Mari tuvo suficiente de todo eso, sabiendo que si no era ella la que hiciera el primer movimiento, podían estar todo el día ahí sentados sin hacer nada. Dio un suspiro de cansancio y miró a un avergonzado Shinji, antes de hablar.
— Oye… lo lamento por eso.
— ¿Qué? — preguntó Shinji sacado de onda.
— Por ponernos en esa posición — aclaró Mari haciendo una mueca — Creo que nos dormimos luego de ver la película y… bien, tengo la costumbre de abrazar una almohada cuando duermo; supongo que me aferré a ti pensando que eras mi almohada — añadió un tanto apenada, tomando una gran almohada que se había caído de la cama en la noche, que tenía la forma de Godzilla.
Shinji miró la almohada con forma de Godzilla que sostenía la chica frente a ella, y esbozó una sonrisa divertirá, que le ganó una mirada estrecha por parte de Mari.
— Perdón, yo… no, no hay problema — respondió un nervioso y apenado Shinji, sin poder evitar preguntarse dónde podría conseguir una de esas almohadas.
Ambos permanecieron en silencio sentados en la cama por un tiempo, hasta que Mari decidió que era hora de ponerse en movimiento, poniéndose de pie.
— Creo que deberíamos arreglarnos para ir a desayunar — dijo Mari, dándole una mirada a Shinji.
— Sí, sí, por supuesto — dijo Shinji poniéndose de pie, sin poder evitar darle una mirada al escote de Mari, que era bastante visible por su polera holgada, y que en ese momento caía algo desordenadamente, mostrando más piel de lo aconsejable.
Mari bajó la vista, percatándose de que en un acto bastante alejado de lo que parecía ser su actitud tímida y retraída, Shinji estaba descaradamente mirándole las tetas. Sonrió en forma perversa.
— ¿Las disfrutaste? — preguntó Mari, tomando sus senos con las manos, apretándolos y haciéndolos sobresalir hacia adelante provocadoramente.
— ¿Qué? ¡No! Yo… ¡Perdón! — gimió Shinji sonrojado al infinito, ante de dar media vuelta para correr y salir de ahí como alma que lleva el diablo, pero chocó con la figura de Godzilla de 1,80 metros, que cayó sobre él.
— Jajaja. El gran Godzilla te castigó por disfrutar de mis lindas tetas — dijo Mari entre risas, haciendo que el sonrojo de Shinji subiera a niveles alarmantes.
— Prepararé el desayuno… ¡¡Perdón!! — gimoteó Shinji, saliendo desde debajo de la figura de Godzilla, corriendo luego por el corredor, buscando la escalera que lo llevaría al primer piso de la casa.
Mari siguió riendo ante la nerviosa reacción del chico, mientras negaba con la cabeza. Una vez se hubo calmando, puso de pie su figura de Godzilla y luego de unos segundos se abrazó a sí misma esbozando una pequeña sonrisa, entonces bajó una mano al lugar donde sintió como una parte de Shinji se presionaba contra ella.
— Es grande — susurró, con las mejillas teñidas de rojo.
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Para sorpresa y total alegría de una sonriente Mari, descubrió que Shinji es un excelente cocinero. Había preparado un desayuno que no tenía nada que envidiar al mejor restaurante de la ciudad. De hecho, nunca imaginó que se pudiera preparar algo tan delicioso con los ingredientes que su madre maneja en la cocina. Su madre cocinaba bien, pero Shinji le gana por lejos.
— Mmmhhh… delicioso — exclamó Mari, degustando su desayuno.
— Me alegra que te guste — dijo Shinji, feliz de distraer la atención de la chica, de los vergonzosos hechos que ocurrieron en su cuarto.
Ese pensamiento trajo a la mente de Shinji el recuerdo de estar hundido entre los blandos, suaves y confortables senos de Mari. Se obligó a apartar su mente de eso, mientras se centraba a las cosas que Mari comentaba sobre lo rico del desayuno y otras cosas que se le venían a la cabeza, que terminaron por arrancarle una sonrisa.
Finalmente terminaron el desayuno, Shinji levantó los platos y los lavó, pese a las protestas de su anfitriona. Luego subió al segundo piso a la habitación de invitados que nunca usó y donde dejó su bolso. Se vistió con su nueva ropa y bajó hasta la entrada de la casa, se colocó sus nuevas zapatillas rojas, y miró a Mari, que estaba ahí de pie frente a él, aun vistiendo su polera holgada y pantalones cortos.
— ¿Qué harás ahora? ¿Tomarás ese tren o iras donde esa mujer Misato? — preguntó Mari, mirándolo con seriedad.
Shinji estrechó la mirada ante esa pregunta de la chica de lentes. Era una buena pregunta. Lo pensó por unos segundos antes de responder.
— Creo que iré donde Misato. Seguiré tu consejo y hablaré con ella, luego de eso… la verdad no lo sé — reconoció.
— Bien, si decides no quedarte con ella, y no quieres volver donde tu tío, puedes venir aquí. Hablaré con mi madre para hospedarte a cambio de ser nuestro cocinero exclusivo. Mi madre amará tu comida — dijo Mari con una sonrisa.
Shinji miró sorprendido a la chica por semejante oferta, pero luego de todo lo vivido con ella, la verdad no le sorprendió demasiado.
— Gracias… apenas nos conocemos y has sido demasiado buena conmigo — dijo con una pequeña sonrisa.
— Deja eso — dijo Mari, haciendo un gesto con una mano restándole importancia — Tú nos salvaste a mí y a mi colección ayer, y es mi forma de devolver el favor. Los fanáticos de Godzilla debemos apoyarnos entre nosotros — añadió con convicción.
— Gracias — volvió a decir Shinji con una sonrisa gentil.
Mari sonrió a su vez y sacó algo de su espalda extendiendo frente a él. Solo en ese momento Shinji cayó en cuenta que todo el tiempo Mari tuvo las manos en la espalda. Miro lo que la chica extendía frente a él y se sorprendió.
— Para que comiences tu colección — dijo Mari con una sonrisa, acercando los objetos hacia Shinji.
El Tercer Elegido tomó entre sus manos lo que la chica le ofrecía. Era un peluche de Godzilla y un DVD con la película "Godzilla, Rey de los monstruos" de 1956.
— Mari, no puedo aceptar esto.
— Sí puedes. Tengo más de esos peluches y también tengo otra copia de esa película — dijo ella con una sonrisa, tendiéndole ahora un papel con unos números anotados — Aquí está el número telefónico de esta casa. Llámame cuando hayas decidido qué hacer con tu vida.
— Gracias — dijo Shinji con una sonrisa, aceptando el papel.
Con una profunda reverencia, el Tercer Elegido tomó sus cosas, dio media vuelta y comenzó su camino fuera de la casa mientras era observado por una seria Mari, que no pudo evitar morderse un labio, mientras veía como el chico salía de su casa para adentrarse luego en la calle.
Mari miró al chico alejarse, recordando lo que había estado por hacer el día anterior. Hubiera querido seguirlo, pero sabía que no era sabio forzar la mano. Ya había intervenido lo suficiente por ahora. Pudo ver en los ojos de Shinji que las cosas eran distintas. El Shinji de hoy era muy distinto al Shinji del día anterior. Ese pensamiento la tranquilizó, cerró la puerta y subió hasta su cuarto.
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Shinji caminaba alejándose de la casa de Mari llegando a la esquina y doblando para seguir el camino rumbo a la parada del bus. Avanzaba con el peluche de Godzilla bajo un brazo, mientras leía la descripción de la película de Godzilla en la contratapa de la caja del DVD. Tan concentrado estaba, que no reparó en la mujer que pasó junto a él en sentido contrario, la cual detuvo su andar para voltearse a mirarlo.
Era una mujer alta con un cuerpo voluptuoso, de generosos senos firmes en su lugar y figura de reloj de arena. Sus caderas eran abrazadas por un vestido holgado que caía hasta más arriba de los tobillos, con volantes en la parte baja. Llevaba una polera sin mangas que se ajustaba a su parte superior, abrazando y marcando el contorno de sus impresionantes senos. Su rostro era hermoso, ojos grandes y expresivos, labios pintados de rojo y un lunar bajo los labios al lado izquierdo de su cara. Su cabello era de llameante color rojo, con un par de flequillos enmarcando su rostro, dos mechones cayendo por delante a cada lado llegando a la altura de los senos, mientras que el resto de su cabello caía por su espalda hasta la cintura. Era una mujer hermosa y condenadamente sensual.
La mujer le dedicó a Shinji una mirada evaluadora, lo vio alejarse por un momento antes de darse la vuelta seguir su camino llegando a la esquina, girando y continuando hasta llegar a su casa. Al ingresar se quitó los zapatos de verano con tirantes que usaba en ese momento.
— Estoy en casa — anunció, pero no obtuvo respuesta de su descarriada hija.
Curiosa, la mujer se asomó en la sala y no vio a su hija ahí ni en la cocina. Revisó el lavado y el baño y tampoco la encontró ahí, por lo que solo había un lugar donde podía encontrar a su retoño.
Subió por las escaleras al segundo piso de la casa y caminó por el corredor hasta que llegó al cuarto de su hija. No se molestó en tocar ya que la puerta estaba entreabierta, ingresó al cuarto y se encontró a su hija de pie frente a su escritorio, mirando fijamente una linda máscara Kitsune que sostenía entre sus manos.
Mari se sobresaltó al sentir que alguien ingresaba a su cuarto, se giró y dio un respingo al ver a su madre de pie en la entrada de su cuarto dándole una mirada seria, haciendo que Mari quedará congelada en su lugar, momento en que la mujer dio grandes zancadas hasta quedar justo frente a ella, estrechando peligrosamente la mirada, entonces se acercó y comenzó a olfatearla por todos lados.
— ¿Qué haces madre? — preguntó una nerviosa Mari.
La madre de Mari se irguió en toda su altura y le dio una mirada fulminante a su hija.
— Hueles a hombre — declaró con dureza.
Mari se sonrojó hasta las orejas, al menos hasta que fue atrapada en un abrazo de oso por su madre, que casi la parte en dos y comenzó a girar con ella por toda la habitación.
— ¡¡FINALMENTE MI HIJA DESCARRIADA ME DARÁ UN NIETO!! — gritó la mujer, con un una sonrisa de oreja a oreja y con lágrimas de felicidad, girando por el cuarto — ¡¡POR FIN SERÉ ABUELA!!
— ¿Qué? ¡¡Claro que no!! Suéltame madre estúpida — regaño Mari.
La mujer soltó a su hija, le dio una mirada estrecha y olisqueó el aire una vez más.
— ¿Cómo qué "No"? Tu cuarto huele a hombre, tu cama huele a hombre, y tú hueles a hombre. No puedes negarlo — declaró la mujer acusadoramente.
Marí se sonrojó un poco más, si fuera posible, mientras que su madre estrechó los ojos antes de asentir en comprensión.
— Ya entiendo. Como estás recién impregnada, mi nieto aún está en proceso, fufufu — razonó ella con una risita — ¿Sabes? Deberías pararte de cabeza sobre tus manos en posición invertida, eso hará que el esperma suba por tu útero y…
— ¡¡QUE NO PASO NADA!! — regañó Mari furiosamente roja, lanzando una almohada a la cara a su madre para callar sus idioteces — ¡Saca la mente de la cuneta! — regañó.
La mujer sujeto el cojín que su avergonzada hija le lanzó a la cara y la miró seriamente por unos segundos antes de hablar.
— Pasó un joven por mi lado hace un momento allá afuera. Estaba literalmente bañado en tu aroma. Si no hubiera venido caminando por dejarle el automóvil a tu tía Shizuka, me lo habría perdido — dijo la mujer con voz seria, mirando los ojos de su sonrojada y nerviosa hija — ¿Estás segura de esto Mari? Sabes cómo son las cosas para nosotras.
Mari bajó la mirada ante esas palabras de su madre y fijó la vista en la máscara Kitsune; la máscara que le compró Shinji. Apretó los labios con fuerza. Muchas cosas pasaron por su mente en ese momento, pero finalmente solo una pregunta salió de sus labios.
— ¿Algunas vez te arrepentiste de conocer a papá?
La mirada de la madre de Mari se suavizó ante esa pregunta. Un dejo de tristeza atravesó su rostro por un momento, antes de caminar hasta donde estaba su hija, atrayéndola en un abrazo reconfortante, mientras su mente se perdía momentáneamente en los recuerdos.
— Jamás podría arrepentirme de eso — respondió finalmente la mujer — Tu padre fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Agradezco el haberlo conocido y el tiempo que pasamos juntos.
— ¿Lo extrañas? — preguntó Mari.
— Cada día — respondió la mujer con pesar — Pero el sigue aquí conmigo. Me dejó una hermosa y tonta hija para nunca olvidarlo.
Mari sonrió en el abrazó de su madre y se quedaron así por un par de minutos, abrazadas en medio de la habitación.
— ¿Estás segura de esto, hija? Sabes en lo que te estás metiendo — volvió a preguntar la mujer.
— Sí madre. Ya no tengo dudas — respondió Mari.
La mujer sonrió ante esa respuesta.
— Igual de tonta que tu madre e igual de decidida que tu padre — dijo la mujer con una sonrisa divertida — Bien, supongo que siempre lo supe. Después de todo, esta habitación es una declaración de intenciones — añadió mirando el cuarto de su hija, que era un verdadero santuario a Godzilla.
Luego de unos segundos la mujer liberó a su hija del abrazo y le dio una mirada más seria.
— Esta noche me reuniré con todos aquí. Quiero que estés presente. Es importante — dijo la mujer con seriedad.
— Sí madre — dijo Mari, volviéndose también repentinamente serie.
Luego de eso, la mujer besó la frente de su hija y se giró para salir de la habitación, pero al llegar a la puerta, le dio una mirada traviesa a su retoño.
— Por cierto, toma un baño. No quiero que cuando todos lleguen esta tarde, se den cuenta que mi hija ya fue marcada por el aroma de un hombre joven, fuerte y viril, fufufu — dijo con una risita.
— ¡¡Fuera de aquí!! — regañó Mari, lanzándole un cojín a su madre, que esta esquivó diestramente, antes de cerrar la puerta al salir.
Una vez afuera de la habitación, la mujer dio un par de pasos por el corredor antes de recargarse de espaldas contra la pared, para luego dar un fuerte suspiro cansado.
— Espero seas digno de mi hija, Shinji Ikari; por tu bien espero que lo seas — declaró la mujer casi en un susurro, antes de reanudar su camino.
La voluptuosa mujer bajó al primer piso buscando algo que comer, ya que estaba bastante hambrienta. En la cocina encontró unos platos sellados en papel alusa, con lo que parecía ser una especie de desayuno gourmet. La mujer quitó el plástico de uno de los platos, tomó un par de palillos y los llevó a su boca. Sus ojos se abrieron desmedidamente y dio un chillido de felicidad ante el exquisito sabor.
En el segundo piso de la casa, Mari sonrió al escuchar el chillido de felicidad de su madre, sabiendo que Shinji ya se la había ganado. A parte del sake, el mejor camino para llegar a su madre era la comida, y Shinji ya había triunfado en eso. Si necesitara alojamiento, su madre no pondría objeciones, siempre y cuando cocinara para ellas.
Ese no era problema para Mari, ella también quería probar otra vez la exquisita comida de Shinji.
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Shinji caminaba de regreso al edificio de departamentos donde vivía hasta hace un día con Misato. Pese a haber tomado la decisión de hablar las cosas con su ahora ex-tutora, antes de adoptar cualquier determinación sobre qué hacer con su desastrosa vida, no dejaba de sentir algo de temor por cómo reaccionaría Misato al verlo aparecer repentinamente en la puerta de su departamento. Apretó los labios ante ese pensamiento.
Cierto, la respuesta de Misato ante su sorpresiva aparición podía no ser demasiado buena, si tomaba en cuenta su última interacción, pero sentía que debía hacer esto. Era necesario para seguir adelante, sea cual sea el rumbo que tomen las cosas. Entonces recordó las palabras de Mari cuando le dijo que volvería a hablar con Misato.
"Si decides no quedarte con ella, y no quieres volver donde tu tío, puedes venir aquí. Hablaré con mi madre para hospedarte a cambio de ser nuestro cocinero exclusivo. Mi madre amará tu comida"
No pudo evitar dar una pequeña sonrisa ante las palabras de esa loca chica de lentes, que responde al nombre de Mari Makinami.
Parecía increíble cómo habían cambiado las cosas para él en el transcurso de un solo día; como el haber interactuado con esa loca amante de Godzilla, había trastocado su mundo de una forma tan potente, haciendo que toda esa oscuridad que lo estaba consumiendo fuera retrocediendo con cada una de sus locuras o su risa traviesa. Miró el peluche de Godzilla que cargaba aferrado a su pecho y le fue imposible no dar una pequeña sonrisa.
Hasta hace un día atrás, era incapaz de vislumbrar una salida para él. Prácticamente toda su vida había transcurrido sumida en el dolor y el abandono. Lo uno bueno que recordada fueron algunas cosas sobre su madre cuando aún era un niño, pero nada más que eso. Desde que fue abandonado por su padre nada bueno había pasado en su vida.
Siempre había estado solo y era un paria en la escuela, siendo ignorado por todos. Incluso su tío y su tía, solo lo soportaban por el dinero que le enviaba su padre todos los meses. Al llegar a Tokio-3 las cosas no fueron distintas; más bien fueron a peor. Fue llamado solo para ser usado, porque "podía ser útil". Luego fue desechado cuando ya no les servía.
Sus poco más de 14 años de vida habían sido una completa mierda. Siempre estuvo solo, relegado, olvidado, sin algo que lo motive y solo existiendo en una vida sin sentido. Eso lo llevó a decidir terminar con todo.
Ese día que llegó a la ladera de esa pequeña montaña, frente a esos impresionantes acantilados atravesados por nubes bajas, supo por primera vez en su vida lo que tenía que hacer; supo cuál era el camino a tomar para dejar ese mundo de abandono, soledad, desprecio y sin sentido. Su vida no valía nada, él no valía nada. ¿Por qué seguir aquí si no le importaba a nadie?
Ese día su determinación fue detenido por un zorro; un zorro algo extraño que pareció divertirse al meterse con él y que supo acompañarlo y darle algo de consuelo en un momento de mucha debilidad. Un zorro de todas las cosas. ¿Había alguien ahí arriba divirtiéndose con su miseria?
En la estación de trenes estuvo a punto de hacerlo otra vez; acabar con todo, pero ahora fue detenido por una hermosa y alocada chica de lentes fanática de Godzilla. Bien, podía identificarse con ella. Él también es fanático de Godzilla, solo que nunca tuvo la oportunidad ni el dinero para armar una colección.
Volvió a mirar el peluche que Mari le regaló y esbozó una sonrisa.
En un solo día, había vivido y disfrutado más que todos sus años de vida. No solo había conocido a una linda chica, también pudo compartir con ella, enfadarse, reír, disfrutar de una tarde inolvidable recorriendo un "Shotengai" y luego disfrutando de la hermosa vista desde un pequeño templo sobre una colina.
Tampoco podía olvidar la increíble oportunidad de ver una película que siempre deseó ver, junto con… compartir la cama con una linda chica que se aferró a él y casi lo asfixia con sus esponjosos senos. No pudo evitar que a su mente llegara una visión de Mari, con esa polera holgada mostrando mucho de su piel, mientras que ella se sujetaba los senos con las manos y los levantaba provocadoramente hacía él, preguntando: "¿Los disfrutaste?"
Shinji se sonrojó furiosamente ante ese recuerdo. Sí que los disfrutó, aunque haya estado a punto de morir asfixiado por ellos, habría sido una muerte que hubiera aceptado con placer; además Mari olía muy bien.
Suspiró negando con la cabeza y se percató que ya estaba en la parte baja del edificio donde vivía Misato. Su rostro se tornó repentinamente serio al tener la certeza de que estaba por hacer algo muy importante; y es que por increíble que pueda parecer, sentía que había llegado a una encrucijada, un verdadero punto de inflexión, que podía cambiar por completo el rumbo de su desastrosa vida.
Lo que era incluso más increíble de todo esto, es que por primera vez en su vida, la decisión estaba completamente en sus manos.
No había presiones de su padre o de Misato. No había chantaje emocional con que el mundo dependía de él, o la obligación de andar a la deriva de otros. Nadie sabía que estaba aquí y por supuesto, nadie lo esperaba. Era técnicamente libre de seguir el camino que quisiera seguir. Quedarse y luchar, irse donde su tío, o por el contrario, seguir un camino completamente distinto.
"Si decides no quedarte con ella, y no quieres volver donde tu tío, puedes venir aquí. Hablaré con mi madre para hospedarte a cambio de ser nuestro cocinero exclusivo. Mi madre amará tu comida"
Las palabras de Mari resonaron en su cabeza una vez más. Una propuesta lanzada al aire por una chica alocada y extrovertida que, así y todo, logró demostrarle que habían muchas más cosas en la vida esperando por ser descubiertas.
Recordó el increíble día que había pasado. Cómo se había reído, avergonzado, enojado y divertido. Recordó su visita al "Shotengai", la comida, la ropa que compró, el templo en la cima de la colina, la vista de la ciudad, Mari ahí frente a él. Sonrió.
Siendo sinceros, no creía que la madre de Mari consintiera hospedar a un completo desconocido en su casa. Pero aun así, pese a esa certeza, esa sola invitación le dio fuerza, le demostró que hay opciones para él. Opciones que nunca supo que estaban ahí.
Miró hacia lo alto de edificio y lo invadió una determinación que nunca antes había sentido en su vida. Subiría ahí y hablaría con Misato. Sería sincero con ella y si las cosas iban bien, tal vez lo intente otra vez. Si no resulta bien, tomaría otro camino. Era su decisión, su elección. Por una vez en su vida, él tenía el control y se sentía bien.
Con esos pensamientos en mente, Shinji Ikari se adentró en el edificio, decidido a encontrar un rumbo y un sentido a su vida.
Continuará...
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Notas del Autor: Continúan las desventuras de Shinji en compañía de la extrovertida Mari, con la que ha vivido más cosas en un solo día, que en toda una vida.
Shinji ha pasado por un carrusel de emociones; principalmente vergüenza, pero todo esto de alguna forma lo ha ido moldeando, dándole la fuerza de por una vez, estar al mando de las riendas de su vida. Shinji ha decidido enfrentar a Misato y luego de eso, ver hacia dónde dirigir sus pasos. ¿Cómo resultará esto? Ya veremos.
Saludos y nos leemos.