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Chapter 2 - El encuentro

NOTA: Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.

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Shinji estaba de pie ante el andén del tren que lo llevaría fuera de Tokio-3. Sí, finalmente dejaría esta ciudad que solo le había traído penas, una ciudad donde esperaba reencontrarse con su padre, restablecer los vínculos que habían sido cortados hace ya tantos años, solo para darse de cara con la dura realidad. Su padre no lo llamó de regreso porque quisiera tenerlo junto a él; lo llamó para usarlo, simple y llanamente. Era una verdadera mierda.

Esto era lo mejor. No había nada para él en esta ciudad. Solo ha habido pena y dolor desde que llegó, siendo forzado a subir a un armatoste de 40 metros de alto, para pelear con criaturas que parecían salidas de un pésimo museo de arte moderno.

Solo ha habido dolor para él desde que estaba aquí; dolor y ser usado porque por una retorcida razón que se niegan a explicar, él es único que puede hacerlo. Esa es la base en que fundamentan sus argumentos para mantenerlo aquí; eso y que el destino de la humanidad está en sus manos. Ese es el argumento más hipócrita que había escuchado jamás.

Finalmente había decidido escapar, vagó durante días hasta que llegó a esa ladera en la montaña, con quebradas gigantescas y nubes bajas que daba un aire casi celestial. Ese fue el momento en que decidió poner fin a todo su sufrimiento, solo para ser interrumpido por un estúpido zorro.

Suspiró con cansancio al recordar a ese revoltoso y extraño zorro. 

El animal se había metido con él y gracias a su distracción, terminó por dejar de lado su intento de acabar con todo. Finalmente los efectivos de Seguridad de NERV lo encontraron durmiendo en una parada de autobús en mitad de la noche y lo llevaron ante Misato.

La conversación con la mujer obviamente no salió bien. Nuevamente le dieron la "opción" de pilotar en EVA, que obviamente era una pregunta trampa. Finalmente Misato optó por echarlo de NERV y de Tokio-3. ¿Debería eso sorprenderlo? Para nada. Él nunca le ha interesado a nadie. Todos lo desprecian, luego lo usan y luego lo desprecian una vez más. ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Qué sentido tiene vivir?

Shinji apretó las asas de su bolso que sujetaba con ambas manos ante él, bajó la vista y fijó su mirada en las vías de tren que estaban a un par de metros por delante. Observó por largo rato y fijamente esas vías de metal, como si tuvieran las respuestas a todas a las preguntas el universo. Fue en ese momento cuando comenzaron a desfilar una vez más por su mente las visiones de su desastrosa y horrible vida. Le fue imposible rescatar algo bueno de todo lo que vio.

La vista de Shinji pronto comenzó a nublarse por lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, tras comprobar que nada de lo que había pasado en su vida parecía haber valido la pena, mientras mantenía la vista fija en los rieles del tren en forma casi hipnótica. Fue en se momento en que comenzó a escucharse a lo lejos como el tren se acercaba a la estación. De pronto la mirada de Shinji cambió.

Los ojos del Tercer Elegido, antes nublados por lágrimas no derramadas, de pronto se tornaron firmes y decididos con una idea irrumpiendo firme en su mente, dándole la fuera para tomar una resolución, la misma resolución que tuvo la otra tarde en la ladera de esa montaña. El tren se escuchó cada vez más cerca de la estación y dio un paso adelante.

— ¡¡¡NOOOOOOOO!!! — se escuchó un potente grito, que hizo saltar a Shinji como si fuera un gato asustado.

El Tercer Elegido se volteó hacia atrás aterrado, esperando ver a alguien corriendo hacia él para detener lo que estaba a punto de hacer, pero se encontró con algo completamente distinto.

A no mucha distancia, estaba una chica de rodillas en el suelo tomándose la cabeza con las manos, mientras miraba horrorizada una gran maleta que parecía haber explotado, regando todo su contenido por el suelo del andén. 

— ¡¡¡MI PRECIOSOOOO!!! — gritó nuevamente la chica antes de lanzarse hacia adelante y abrazar las cosas que estaban esparcidas por el suelo.

Una gota de sudor corrió por la nuca del vástago despreciado de Gendo Ikari, ante la actitud en extremo melodramática de la chica, para luego estrechar la mirada. Él había escuchado esa frase antes, estaba seguro de eso; entonces abrió grande los ojos. 

— ¡Hey! Entendí la referencia — comentó para sí, recordando ya dónde había escuchado esa frase.

Pasado aquel "Momento Eureka", Shinji volvió su atención a la chica que seguía abrazando sus cosas como si temiera que alguien se las fuera a robar; cosa bastante tonta, tomando en cuenta que el andén de la estación de trenes estaba vacío salvo por ellos dos. Fue en ese momento en que contempló con más detenimiento a la chica.

Parecía tener su misma edad, como mucho un par de años más. Su cabello es largo y de color castaño rojizo tomado en dos coletas. Sus ojos son grandes y expresivos, de color verde azulado, tras unos lentes que le sentaban bastante bien, dándole un aire un tanto intelectual y; porque no decirlo, un tanto sexy. El rostro de la chica es ciertamente hermoso, sin olvidar su cuerpo perfectamente proporcionado. Sí, la chica es una belleza en toda regla. Shinji no pudo evitar tragar ante su apreciación, ni menos evitar que cierta parte de su cuerpo comenzara a despertar en completo acuerdo.

Fue en ese momento que Shinji se percató que habían muchas más cosas esparcidas por el andén, y que la chica comenzaba a recolectarlas para ponerlas en la maleta. Luego de un momento de duda, decidió hacer la buena acción del día y ayudar a recoger las cosas de la chica. Dejó su bolso a un lado y se acercó para tomar lo que parecía la caja de un DVD, que era lo más próximo a su posición. Al tener la caja en sus manos, sus ojos casi salen de sus órbitas.

— ¿¿ME ESTÁS JODIENDO?? — gritó un impactado Shinji.

Y es que en sus manos sostenía la que probablemente era una de las joyas más preciadas y exclusivas de la historia del cine. Estaba sosteniendo la película "Godzilla" de 1954; la primera película de "Godzilla", pero en su versión remasterizada, extendida, corregida y coloreada digitalmente, junto con una nueva edición de sonido digital. Solo existen 500 copias de esta versión, que salieron de la distribuidora por error traspapeladas en otro pedido, un día antes de que el resto de copias se quemaran en un incendio. Lo que sostenía en sus manos es literalmente un tesoro para cualquier coleccionista.

— ¡¡Oye tú!! ¿Qué haces con eso? — dijo de pronto la chica, ahora de pie, mirando acusadoramente al Tercer Elegido mientras lo señalaba con un dedo.

— ¿Qué? ¿Esto? Yo… lo recogí para…

— ¡¡NO TE ROBARAS MI PRECIOSO!! — gritó la chica corriendo hacia él con las manos convertidas e garras y ojos brillando como brazas ardientes.

— ¿Qué? ¡No! Lo entendiste todo mal. Espera… ¡¡NOOOOOOO!!

 

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— Jajaja, lo siento, lo siento. Creo que se me fue un poco la mano — se disculpó la chica de lentes, con una sonrisa un tanto nerviosa y los ojos cerrados mientras se rascaba la nuca.

Un enfadado Shinji con un visible chichón en la cabeza, solo pudo darle a la chica una mirada estrecha. Podrá ser linda, pero este intento de "Gollum" parecía tener unos cuantos tornillos sueltos. Suspiró pesadamente sopesando su situación.

Estaba sentado en el suelo de piernas cruzadas frente a la loca chica de lentes, que a su vez estaba sentada en la tradicional posición seiza. Esto pudo darle a Shinji una apreciación bastante mejor de la chica, reafirmando lo que ya sabía; es condenadamente linda. Por la postura al sentarse podía ver cuán amplias que eran sus caderas y sus muslos que invitaban a ser usados como almohada. Su cintura es estrecha y sus senos son de un tamaño más que interesante. No ayudaba que la chica vistiera pantalones de mezclilla ceñidos que marcaban su linda figura; o que usara una polera color rosa ajustada que abrazaba su bien provista delantera.

Shinji no pudo evitar un sonrojo ante lo que veía y tuvo qua apartar la mirada para que la chica no pensara que es una especie de degenerado. Es así como su vista se posó sobre las cosas que aún estaban desparramadas alrededor de ellos, y no pudo dejar de sorprenderse ante lo que vio. Era la colección más grande sobre Godzilla que había visto en toda su vida. Estiró una mano y tomó un reloj de pared con la imagen del afiche de "La Venganza de Godzilla" de 1969.

— ¿Te gusta ese? Lo conseguí en una feria de coleccionismo en Tokio-2 hace un par de años — dijo la chica con una sonrisa.

— Es… increíble. Quiero decir, todo lo que tienes aquí, es la colección más espectacular sobre Godzilla que he visto en toda mi vida — fue lo que exclamó.

— Gracias. Me ha tomado años recolectarla — dijo la chica con una sonrisa de orgullo, mirando las cosas esparcidas a su alrededor, antes de comenzar a tomarlas y volver a ponerlas en la maleta abierta junto a ella.

— Déjame ayudarte — dijo Shinji, tomando algunas cosas y poniéndolas en la maleta.

— ¿También te gusta Godzilla? — pregunto ella, mirando al Tercer Elegido.

— Sí, desde que era niño. Ojalá pudiera tener una colección como esta. Solo tengo una figura y un par de películas en casa de mi tío. Pero parece que tú tienes todas las películas — comentó Shinji, sosteniendo en un DVD de "King Kong contra Godzilla" de 1962.

— No fue fácil. Me gasté todas mis mesadas y tuve que trabajar como esclava para mi madre, para que me comprara algunas de estas cosas — comentó la chica con algo de pesar.

Shinji estaba por hacer un comentario sobre eso, cuando su mirada cayó sobre algo, una cosa en específico que hizo que estrechara la mirada y sintiera repulsión; aun así, lo levantó. Era una figura de Godzilla; específicamente de la película "Godzilla" de 1998, esa desastrosa y ofensiva adaptación norteamericana que caricaturizó al gran y poderoso Godzilla, para transformarlo en una madre lagarto poniendo huevos. Tomó la figura en una mano con un tic en el ojo derecho y le dedicó una mirada a la chica.

La chica de lentes sintió la mirada y vio al chico sosteniendo "esa" figura. Se sonrojó visiblemente y le quitó rápidamente la figura de las manos para abrazarla protectoramente contra su pecho, sintiendo la mirada acusadora.

— Lo sé, lo sé. La adaptación norteamericana es una basura. Transformaron al gran Godzilla en una mamá lagarto, pero… me gusta el diseño. ¿De acuerdo? Solo me gusta el diseño. Nada más — la chica miró a un lado haciendo un puchero — Placer culpable — masculló, avergonzada.

Shinji simplemente rodó los ojos, haciendo la vista gorda sobre semejante afrenta, únicamente porque la chica es linda. Loca, pero linda.

No pasó mucho para que la impresionante colección de la chica estuviera nuevamente dentro de la enorme maleta. El que Shinji hubiera intervenido para reordenar las cosas adecuadamente, contribuyó a que en esta oportunidad la maleta pudiera cerrarse sin ningún problema, descansando ahora sobre las cuatro pequeñas ruedas de la parte baja, con la manija extendida para tomarla y arrastrarla cómodamente.

— En verdad muchas gracia. Fuiste de mucha ayuda. No lo hubiera logrado sin ti — dijo la chica con una radiante sonrisa.

— No, no fue nada — respondió Shinji, visiblemente sonrojado por las palabras de la chica.

— Por cierto, mi nombre es Mari; Mari Makinami — dijo la chica estirando una mano.

Shinji fue sorprendido y tomado fuera de guardia por ese gesto. Darse la mano no es algo común en Japón al saludarse, lo normal es una reverencia. Miró a la chica, la cual sonreía esperando ansiosa que el devolviera el gesto. Con algo de duda, acercó su mano derecha y estrechó la mano ofrecida por la chica.

— Yo soy Shinji Ikari. Un gusto conocerte, Makinami-San — dijo el joven Ikari intentando una sonrisa, repentinamente nervioso por el contacto con la linda chica.

— Deja las formalidades de lado, puedes llamarme Mari. Es lo menos que se puede hacer por un compañero amante de Godzilla — dijo la chica, levantando un purgar.

Shinji fue nuevamente sorprendido por la espontaneidad de la chica. No dejaba de ponerse un poco nervioso, pero no podía negar que la alegría de Mari era contagiosa.

— Gracias. Puedes llamarme Shinji, si gustas — respondió, nuevamente un tanto sonrojado.

— Genial. Entonces… ¿A dónde estás viajando Shinji? Si estás aquí en el andén es porque estás esperando un tren, ¿verdad?

Fue en ese momento en que Shinji recordó la razón para estar en ese lugar; él se estaba marchando de Tokio-3 de regreso a casa de su tío. Había sido expulsado de NERV por Misato, despreciado una vez más y lanzado de regreso a una vida de amargura, una vida que no quería, una vida que había estado por dejar una vez más.

Shinji miró fijamente el lugar donde debería estar el tren que lo sacaría de Tokio-3, el tren que había escuchado acercarse a la estación mientras consideraba saltar a las vías. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Por qué sentía estas cosas? ¿Por qué se sentía tan miserable hace unos momentos y ahora no sentía nada de eso?

— Oye Shinji, ¿estás bien? Te ves algo pálido — preguntó la chica, mirándolo con algo de preocupación.

— No, yo… estoy bien. Es solo que… creo que perdí el tren — respondió Shinji un tanto aturdido.

— ¡Oh! ¿El que estaba detenido ahí al frente y que salió hace un rato? Lo lamento. Lo perdiste por ayudarme a recoger mi colección — se disculpó la chica levantando ambas manos y juntándolas en señal de disculpas frente al rostro — ¿Tal vez puedas tomar el siguiente?

— Yo… creo era el último del día. El siguiente pasa mañana — respondió un tanto aturdido.

— ¡Oh! ¿Volverás a casa entonces? — preguntó Mari.

Esa en realidad era una muy buena pregunta. Una para la cual Shinji no solo carecía de respuesta, sino que tampoco tenía idea sobre qué hacer ahora. La verdad es que no tenía ganas de regresas a vivir donde su tío, y tampoco tenía dónde quedarse. Misato lo había echado de NERV, y por consiguiente, de su departamento. No tenía donde pasar la noche, ni menos algo que hacer. Ya no formaba parte de NERV por lo que es un hombre libre… libre pero sin dinero, lugar donde vivir o un rumbo en la vida que seguir. ¿Acaso valía pena vivir?

Shinji guardó silencio por largos segundos mientras Mari lo contemplaba interrogante, dándole espacio para pensar. Finalmente levantó la cabeza y miró a la chica de lentes.

— Yo… no sé qué hacer — dijo simplemente.

Mari lo miró interrogante por unos segundos ante semejante respuesta, antes de sonreír divertida.

— Bien, si no sabes qué hacer con tu vida, ¿Por qué no me ayudas a llegar a casa? Esta maleta y mis bolsos son bastante pesados y no podré sola con ellos — señaló Mari.

Solo en ese momento Shinji reparó que junto a la gran maleta que contenía la colección de la chica de lentes, habían otros dos grandes bolsos que se veían bastante pesados.

— ¿Cómo pretendías cargar tú sola con todo eso? — preguntó Shinji, incrédulo.

— Bien, estaba esperando a mi madre. Se suponía que cuando bajara del tren, ella estaría aquí para ayudarme a cargar mis cosas, pero nunca llegó. Llevo 30 minutos aquí esperando y ya es evidente que no vendrá. Estaba intentando avanzar a la salida cuando explotó mi maleta.

Eso explicaba qué es lo que hacia la chica aquí con esta maleta y dos bolsos. Shinji levantó la vista y se encontró con la mirada expectante y suplicante de la chica. Miró una vez más la pesada maleta y los dos grandes y pesados bolsos descansando unos pasos más atrás, y supo que no podía dejarla sola con eso.

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Shinji estaba sentado sobre una baranda que separaba la acera de la calle, junto a la maleta y los dos bolsos de Mari, y su pequeño bolso de mano. La chica estaba ahora a unos cuantos metros de distancia hablando por un teléfono público con su madre, para averiguar por qué no pasó a recogerla. Suspiró.

Todo esto resultaba tan irreal. En este momento debería esta de camino a casa de su tío, de regreso a una vida aburrida y miserable, pero en cambio estaba aquí, cuidando el equipaje de una linda chica llamada Mari, que además es una fanática de Godzilla. ¿Es un sueño del que va a despertar para volver a su triste realidad?

Miró a la chica que seguía al teléfono, aun sin poder creerse todo eso. Estar aquí a la salida de la estación de trenes esperando por una linda chica, es algo que hasta hace un día atrás jamás se hubiera imaginado. Estaba acompañando a una chica que acaba de conocer, conversando con ella como si la conociera de toda una vida. Se sentía cómodo con ella, he increíblemente, se sentía bien, como si el solo estar junto a ella le transmitiera su alegría y de paso, evaporando todos esos sentimientos que entristecían y oscurecían su corazón; sentimientos que en dos ocasiones lo llevaron a pensar en…

— ¡¡Madre estúpida!! — gruñó la chica, colgando con furia la bocina del teléfono.

Shinji saltó ante el regañó de la chica, que ahora se acercaba a él, dando fuertes pisotones con el rostro enfurruñado. Se sentó en la baranda junto a él, estirando el labio inferior hacia afuera como si fuera una niña pequeña molesta. Entonces giró la cabeza y le dedicó una estrecha mirada.

— ¿Puedes creer que la tonta de mi madre olvidó que debía venir a buscarme? — preguntó.

— ¿Eh? — fue todo lo que pudo decir Shinji.

— Llamé al negocio de mi madre y mi tía que trabaja con ella, me dijo que se tomó la tarde libre para salir con un grupo de amigas; lo que quiere decir que pasará toda la tarde y la noche bebiendo sake, hablando sobre todas las idioteces que hicieron en su juventud, para terminar comentando el último capítulo del dorama de moda.

Una gota de sudor corrió por la nuca del Tercer Elegido ante esa detallada descripción, la que le recordó peligrosamente a cierta Directora de Operaciones de NERV.

— ¿Qué vas a hacer entonces? — preguntó Shinji.

— Supongo que esperar el autobús — dijo la chica, levantándose y caminando hasta el señalizador donde estaban impresos los horarios en que pasa el autobús — Aquí dice que pasará uno dentro de 5 minutos.

— Oh, eso es genial. No tendrás que esperar demasiado — comentó Shinji.

Ante esa declaración, la chica de lentes estrechó la mirada y caminó directo hacia un sorprendido Tercer Elegido, acercando su rostro hasta quedar a escasos centímetros, invadiendo totalmente su espacio personal y arrancándole un fuerte sonrojo al tener a la chica tan cerca. Incluso podía oler su shampoo.

— ¿Cómo es eso de que, "no tendrás que esperar demasiado"? — preguntó ella, dándole una mirada de ojos estrechos — ¿No pensarás abandonar a una hermosa y frágil chica a su suerte, con esa maleta y esos dos pesados bolsos?

— Eh, no… yo…

— ¿Es que no tienes ninguna consideración por mi amada colección? Como compañero amante de Godzilla, es tu deber ayudarme a llevar mi colección a salvo a casa — dijo la chica tomando a Shinji por los hombros — Además, no es como si tuvieras algo mejor que hacer, ¿verdad? — añadió con una sonrisa zorruna.

 

Una gota de sudor corrió por la nuca del Tercer Elegido. ¿Por qué tenía la sensación de que se estaban aprovechando de su nobleza?

 

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Un cansado Shinji Ikari avanzaba trabajosamente por las calles de Tokio-3, en una perfecta imitación de un burro de carga. Llevaba atravesadas por los hombros las correas de dos pesados bolsos, que colgaban a cada lado de él. Atravesada en su frente estaba la correa de su propio bolso, que colgaba por su espalda, mientras arrastraba una voluminosa maleta, con una impresionante colección de Godzilla en su interior; todo esto mientras Mari caminaba alegremente frente a él sin cargar absolutamente nada.

Es definitivo, se estaban aprovechando de su nobleza.

 — ¿Falta mucho? — preguntó un cada vez más cansado Shinji, mientras era mirado con diversión por la gente que pasaba junto a él.

— Estamos llegando. Mi casa está un poco más adelante — apuntó Mari.

Shinji dio un suspiro de alivio. El autobús los dejó a varias cuadras de distancia, y ha tenido que cargar con todos los bolsos y maleta por al menos 10 minutos. No estaba acostumbrado a este nivel de esfuerzo y ya estaba llegando a su límite. Cuando finalmente dobló la esquina, se llevó una gran sorpresa. Estaba ingresando a un barrio residencial de aspecto tradicional que jamás esperó ver en la tecnologizada Tokio-3.

El lugar tenía las típicas calles de una sola vía sin veredas, con solo una línea blanca pintada sobre el asfalto para separar a los automóviles de los peatones y postes de luz cada tantos metros, con los cables siguiendo la línea de la calle o atravesando la calle de un lado a otro. Las casas estaban en fila a cada lado de la calle, algunas de uno solo piso, otras de dos y otras de tres pisos. Algunas de las casas contaban con pequeños jardines, mientras que otras tenían un espacio justo para un automóvil; también habían casas con solo una hilera de arbustos apegados al borde de la casa como improvisado jardín y otras simplemente daban directo a la calle.

Luego de doblar una nueva esquina y adentrarse a mitad de la cuadra por una calle similar a la anterior, Mari finalmente se detuvo frente a una casa de dos pisos.

— Hogar dulce hogar — dijo la chica con una sonrisa.

La casa en cuestión era de dos pisos, de líneas rectas pero agradables a la vista, con un estilo de diseño muy cercano al mediterráneo, lo que la hacía ver simplemente espectacular. Tenía un balcón que daba a la calle desde el segundo piso y un pequeño jardín al frente, separado de la calle por un muro exterior que llegaba hasta un poco más debajo de los hombros. Tenía una hermosa reja con barras de metal rectangulares puestas en horizontal con un diseño moderno y robusto, que se deslizaba hacia el lado para permitir el acceso a un estacionamiento privado, que en ese momento estaba vacío. La puerta de acceso del muro seguía el mismo diseño y Mari ya la había abierto e ingresado; de hecho, había abierto la puerta de casa y tuvo que devolverse a ver por qué su invitado no la seguía.

— ¿Qué pasa? ¿Por qué no entras? — preguntó Mari, curiosa.

— No… es solo que… es una casa muy hermosa — reconoció Shinji.

— Mi madre tiene un negocio de Corretaje de Propiedades junto con una tía. No son una empresa grande, pero pueden acceder a muy buenas ofertas. Así fue como dio con esta casa — reconoció Mari.

— Ya veo — dijo Shinji recordando que efectivamente, la chica le había contado que su madre tenía un negocio junto con su tía.

— Vamos, sígueme. Si quedaste así solo por verla por fuera, espera a verla por dentro — añadió Mari divertida, acercándose a Shinji para tomar el asa de la maleta que contenía su colección de Godzilla y comenzó a caminar una vez más hacia el interior de la casa.

Shinji siguió a la chica cargando los bolsos. Una vez dentro de la casa se quitaron los zapatos y los dejaron en el Getabako (1) para pasar al interior. Ciertamente la casa no decepcionó.

Al lado izquierdo pudo ver una escalera que llevaba al segundo piso, hacia el frente un corredor que daba muy posiblemente al cuarto de baño y el lavado. Siguiendo a Mari hacia el lado derecho ingresó a una amplia sala con un gran ventanal, donde destacaban un cómodo sillón de tres cuerpos, una mesa de centro sobre una linda alfombra, y al frente un televisor de unas 50 pulgadas de pantalla plana colgado de la pared. Pudo ver que entre el televisor y la puerta de entrada, había una puerta Shoji de papel de arroz entreabierta, que daba acceso a una pequeña oficina con un escritorio, repleta de papeles y carpetas.

— ¿Quieres algo de beber? Tengo jugo de piña y naranja — pregunto Mari, hurgando en la nevera.

Shinji volteó y recién cayó en cuenta que la sala continuaba hacia el fondo. Tras el sillón estaba el comedor, con una mesa larga para seis personas y al fondo una gran cocina americana totalmente equipada. Ahí estaba la chica de lentes sosteniendo en sus manos dos envases de jugo.

— Piña estará bien para mí — respondió el Tercer Elegido caminando hacia la cocina americana, para recibir el vaso de jugo de manos de la chica — Gracias.

— ¿Qué te parece la casa? ¿Te gusta? — preguntó ella.

— Sí, es genial. Ese ventanal al lado le da mucha luminosidad al lugar.

— Cierto. El que la sala, el comedor y la cocina estén conectados también hace que todo se vea mucho más amplio. Es una casa agradable — reconoció Mari.

En ese momento Shinji estrechó los ojos. La chica venía de la estación de trenes cargando una maleta gigante y dos pesados bolsos, eso quería decir que ella…

— ¿Qué pasa? ¿No te gusta el jugo? — preguntó la chica de lentes mirando su propio vaso, ya que ella también estaba tomando jugo de piña y lo encontró bastante bueno.

— No es eso. Está rico. Solo me preguntaba por la maleta y los bolsos… — comentó Shinji, pero dejo la frase a medio camino al darse cuenta de que estaba siendo impertinente.

— Tuve que pasar una temporada en otro lado, pero ya estoy de regreso — dijo Mari restándole importancia al asunto, tomando el vaso vacío desde las manos de Shinji, dejándolo sobre el mesón de la cocina y caminando hasta quedar de pie frente al chico.

— ¿Qué? — preguntó Shinji, un tanto intimidado por la mirada depredadora de la chica de lentes.

— Hay algo que debes hacer por mí, Shinji Ikari, y no puedes negarte — dijo Mari, poniéndole las manos sobre los hombros y esbozando una sonrisa perversa que hizo estremecer al chico.

 

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— ¡Gracias! No podría haber hecho esto sin ti — dijo Mari abrazando la maleta que contenía su preciada colección, en medio del pasillo del segundo piso de la casa.

Shinji estaba de pie junto a la escalera con los dos pesados bolsos a sus pies, dándole una mirada sucia la chica, que seguía abrazando la maleta como si su vida dependiera de ello. Suspiró con cansancio, porque efectivamente estaba cansado. ¿Qué demonios tenía esta loca de lentes dentro de esos condenados bolsos? ¿Piedras?

— Vamos, mi cuarto está al fondo — dijo Mari, ya de pie, haciéndole señas para que la siguiera a la puerta al final de corredor, mientras arrastraba la maleta con ruedas.

El joven Ikari gimió en frustración, tomó los condenados bolsos y siguió a la chica, quejándose mentalmente de que fuera el último cuarto y uno de los dos que estaban a cada lado del corredor. Cuando llegó a su destino y pudo finalmente soltar los condenados boldos, se llevó la sorpresa de su vida.

La habitación era más espaciosa de lo que pensó, con un escritorio junto a un ventanal que da a un pequeño balcón, al lado un mueble con un equipo de música, un reproductor de DVD y una televisión de pantalla plana, al frente una cama apegada a la pared. Se podía ver un armario empotrado a la pared junto a la puerta y el resto de la habitación estaba repleto de estanterías y repisas con todo lo que se te pudiera ocurrir sobre Godzilla: Figuras, gorros, mangas, afiches, peluches, una alfombra; cubrecamas, sabanas y cojines estampados con dibujos de Godzilla; incluso había una figura de 1,80 metros a los pies de la cama. Este cuarto era, literalmente un santuario a Godzilla.

— ¿Qué te parece? — preguntó Mari, orgullosa.

— Es… increíble — dijo Shinji, apenas creyendo que semejante santuario existiera en esta tierra; incluso sus ojos se humedecieron de la emoción.

La sonrisa de orgullo de Mari aumentó un escalón ante la reacción de su invitado, dando un par de pasos hacía él, momento en que estrechó la mirada haciendo un gesto de desagrado.

— ¿Qué? — preguntó Shinji, descolocado.

— Hueles a sudor — respondió Mari, tapándose la nariz con los dedos.

Shinji se sonrojó hasta las orejas, dando un paso hacia atrás.

— ¿Qué esperabas? Me hiciste cargas tus bolsos y maleta por medio Tokio-3. A todo esto, ¿Qué demonios tienes dentro en esos malditos bolsos? ¿Piedras? — exclamó Shinji, un poco más sonrojado aún; si fuera posible.

— Como sea, si vas estar en esta casa debes bañarte. Tengo una nariz sensible — se quejó Mari arrastrando a Shinji de una mano fuera de su habitación.

— ¿Qué? ¡Espera! No… yo… — intentó decir Shinji, siendo arrastrado por el pasillo, rumbo a la escalera. 

— ¿Tienes una muda de ropa? — pregunto Mari, comenzando a bajar la escalera al primer piso.

— ¿Eh? Sí, en mi bolso, pero…

— Genial — dijo Mari, tomando el bolso de Shinji una vez estuvo en el primer piso, para luego arrastrar al chico por el corredor junto a sala hasta llegar al fondo.

Tal como Shinji había imaginado, entró a una zona de lavado, donde estaba una lavadora, un lavado pequeño y varios estantes llenos de cajas, útiles de limpieza y cestos de ropa. Mari abrió una puerta adyacente y dio a la zona de baño. La chica lo arrastró dentro donde había un lavamos con un gran espejo y un mueble de pared con un sinfín de accesorios de mujeres. Al abrir otra puerta al fondo, se podía ver una ducha y una tina grande donde podían caber dos personas fácilmente.

— Ahí tienes. Puedes tomarte tu tiempo, yo estaré ordenando mi colección — dijo Mari.

— Pero, pero… — intentó decir Shinji, recibiendo una toalla, que por su vida no vio de dónde salió.

— Hablo en serio Shinji, hueles mal. Báñate — sentenció Mari, con una seriedad no vista antes en ella, apretándose la nariz con dos dedos y señalando la ducha con la otra mano.

Un Shinji apenado y avergonzado al infinito, solo pudo asentir con la cabeza, mientras la chica dio media vuelta y cerró la puerta al salir, dejándolo solo con una toalla y su bolso con ropa a los pies. Suspiró cansadamente desviando la vista a un lado, momento en que su cara se puso roja como un tomate. Ahí frente a él, en el mueble junto al lavamanos, había un paquete abierto de tampones.

Apartó la vista tratando de borrar eso de su mente, pensando que había visto cosas peores en su tiempo con Misato. Apenas ese pensamiento dejó su mente, Shinji supo que fue un error. Misato a veces olvidaba que ya no vivía sola y ocurrían algunos… accidentes vergonzosos.

— Voy a tener que bañarme con agua fría — se quejó Shinji, comenzando a desvestirse. 

 

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Shinji le tomó la palabra de Mari y había llenado la tina con agua caliente mientras se lavaba acuciosamente bajo la ducha. Ahora, limpio de toda suciedad y rastro de sudor, estaba metido en la tina disfrutando de la relajante agua caliente. Suspiró, pero ahora de placer. Miró al techo y trató de procesar todo lo que estaba pasando este día, donde en pocas horas, había conocido a una linda, pero alocada chica amante de Godzilla. La ayudó a cargar sus cosas y ella lo trajo a su casa, que estaba en un barrio residencial de clase media. No dejaba de sentir que todo esto era una completa locura.

Lo cierto es que nunca antes había visto a esta loca, pero linda chica de lentes y ahora estaba en su casa, en su baño… bueno, lo cierto es que el baño era necesario; pero aun así no dejaba de ser extraño. Cielos, él no conocía a esta chica, bien podía ser una psicópata o algo por el estilo. Sin olvidar lo que podría decir su madre si llega de improviso y lo encuentra metido en la tina. Ese pensamiento activó a Shinji y le hizo pensar que ya iba siendo hora de salir de aquí.

Salió de la tina y se secó rápidamente, poniéndose una muda de ropa limpia. Salió del cuarto de baño y para su sorpresa, se encontró a Mari sentada en el sillón de la sala, viendo una serie de animé en la televisión.

— Te tomaste tu tiempo. Yo hasta terminé de reacomodar mi colección — dijo Mari con una sonrisa divertida, antes de estrechar la mirada.

— ¿Qué? — preguntó Shinji, nervioso.

— ¿Te volviste a poner la misma ropa? — preguntó la chica, con una mueca de asco.

— ¡Claro que no! Me cambié. Esta ropa está limpia — respondió Shinji, enojado.

— ¿Me estás jodiendo? — dijo Mari, incrédula, viendo que el chico vestía exactamente igual que antes de mandarlo a tomar un baño — ¿Me quieres decir que tienes varias mudas de ropa idénticas? ¿Acaso te crees Albert Einstein, que siempre usaba trajes grises para no perder tiempo eligiendo qué vestir cada día? 

Shinji miró seriamente a la chica, sin saber si sentirse ofendido o halagado por ese último comentario.

— ¿Qué vamos a hacer contigo? — preguntó Mari, con las manos en las caderas mientras negaba con la cabeza, mirándolo con pena.

— ¡Oye! — se quejó Shinji, ahora sí, ofendido.

— ¿Tienes hambre? — preguntó de pronto Mari, acercándose a Shinji.

— ¿Qué? — preguntó él, totalmente descolocado por esa pregunta.

— Bien, hace rato que pasó la hora de almuerzo y tengo bastante hambre. Como no tengo ganas de cocinar, pensaba ir al distrito comercial a un par de cuadras de aquí. Hay buenos restaurantes ahí. Yo invito — dijo Mari con una sonrisa.

— Gracias, pero yo… no sé si deba. Quiero decir, recién nos conocemos — dijo Shinji.

— Recién nos conocemos, pero ya tomaste una ducha en mi baño, supongo que también usaste la tina… y además viste los tampones de mi madre — dijo Mari con seriedad.

— ¡Ack! — exclamó Shinji, dando pequeño salto en espanto.

— ¡Oh! ¿En verdad los viste? Yo solo lo mencioné a ver si picabas — dijo Mari divertida, antes de estallar en una sonora carcajada.

Shinji Ikari, avergonzado, humillado y más rojo que una señal de tráfico, deseó que la tierra se lo tragara. En ese momento Mari dejo de reír y lo miró seriamente.

— Ya que viste los tampones de mi madre, no puedes negarte a mi pedido — dijo la chica acusadoramente.

— Perdón — dijo Shinji en un gemido, tapándose la cara con las manos, mientras echaba valor por las orejas.

— Ya, cálmate. Solo estoy bromeando — dijo Mari con una sonrisa divertida, pensado que tal vez se le había pasado un poco la mano — Oye; en verdad tengo hambre, vamos, yo invito — lo apremió jalándolo de la manga de su camisa.

— Pero… pero… yo, no sé si…

— ¡Oh! Vamos, no me mires con esa cara de desvalido. No es como si yo fuera el zorro malo disfrazado de abuelita para comerse a la Caperucita Roja — dijo Mari divertida.

— ¿No se supone que es un lobo? — preguntó Shinji, extrañado.

— Bah, lo que sea. Vamos a comer. Muero de hambre — dijo Mari arrastrando a Shinji a la salida de la casa — Ya que estamos en eso, vamos a hacer algo con tu ropa. Conozco una tienda que tiene buena ropa a precios razonables.

— ¿Qué hay de malo con mi ropa? — preguntó Shinji sorprendido.

Mari le dio una mirada de circunstancia, que hizo que el Tercer Elegido se replegase como una tortuga metiendo la cabeza en su caparazón.

— Por cierto, ¿tienes dinero, verdad? No esperarás que una chica linda e indefensa como yo pague por tu ropa. Igual si no tienes dinero puedes pagar a crédito. Conozco a la dueña de la tienda donde iremos — dijo una seria Mari.

— ¿Qué? — preguntó un Shinji espantado, temiendo ya por su presupuesto.

— ¡Oh! Vamos. No te quedes ahí parado como un tonto. Tengo hambre, apúrate — dijo Mari, empujando a un ahora oficialmente preocupado Shinji fuera de la casa.

 

 

Continuará...

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Notas del Autor: Hola a todos. Aquí estamos con el segundo capítulo de esta historia, en donde ya se introdujo un personaje que tendrá muchas cosas por decir.

Mari Makinami ha llegado para trastocar la vida de un deprimido Shinji, venida directamente del proyecto "Rebuild of Evangelion"; personaje que a mi juicio fue desperdiciado groseramente. Aclaro de inmediato que esta historia no tiene ninguna relación con el desastroso proyecto de "Rebuild of Evangelion". Esta historia transcurre íntegramente en mundo de "Neon Genesis Evangelion". Solo tomé prestado un personaje para insertarlo en este mundo, con muchas licencias literarias.

- Getabako (1): Zapatero que está a la entrada de todas las casas en Japón.

Espero me sigan en los próximos capítulos.

Saludos y nos leemos.