NOTA: Todos los derechos de la serie Neón Génesis Evangelion pertenecen a Gainax/Khara, o a aquellos quienes les sucedan legalmente en el futuro. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.
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Si Shinji había quedado impresionado con la linda casa en la que vive esta loca chica que responde al nombre de Mari Makinami, quedó simplemente anonadado cuando se encontró frente a la entrada del "Shotengai", que es el típico Distrito Comercial que se puede encontrar por todas partes en Japón; principalmente cerca de las estaciones de trenes. Lo curioso es que este Distrito Comercial se encontraba bastante alejado del centro de Tokio-3, y efectivamente, a solo dos cuadras de la casa de Mari.
— ¿Y bien? ¿Qué te parece? — preguntó la chica de lentes de pie frente a Shinji, esperando ansiosamente su respuesta.
— Es… increíble — solo pudo responder el Tercer Elegido, porque en verdad lo era.
La entrada al Shotengai se encontraba marcada con un portal con un gran letrero luminoso en la parte superior, que daba acceso a una calle peatonal con negocios de todo tipo apilados a cada lado de la calle, con carteles de distintas formas y colores colgando del techo y las paredes. Todo para llamar la atención e invitar a pasar a la gente que transitaba por el lugar; que no era poca, sea dicho de paso.
— Hay mucha gente en este lugar — comentó Shinji.
— Este es básicamente un enorme barrio dormitorio. La mayor parte de la gente que vive aquí trabaja en las distintas empresas, laboratorios y fábricas de Tokio-3. Cuando regresan del trabajo por la tarde, solo quieren relajarse y pasar el rato con la familia. Por eso siempre hay gente aquí, porque este lugar te da toda la diversión y distracción que puedas pedir — explicó Mari, extendiendo los brazos.
— Entiendo — dijo Shinji, encontrándole ahora bastante sentido a la ubicación de este lugar. Entonces estrechó un poco la mirada — No está techado — comentó.
— Pensaron hacerlo tiempo atrás, pero decidieron dejarlo así. Como gracias al Segundo Impacto ahora vivimos básicamente en un planeta tropical, decidieron que un techo estaría de más. La lluvia ahora es menor y no tan fuerte como antaño. Además creo que se ve mejor así — dijo Mari.
— Sí, se ve bastante bien — concordó Shinji.
— Bueno, dejemos de hablar y vamos de una vez — dijo Mari, dando media vuelta para adentrarse en el lugar — ¡Vamos! — lo animó desde debajo del portar, haciéndole señas con una mano.
Shinji dudó por un par de segundos, pero al ver a la chica adentrarse en el lugar y perderse entre la multitud, algo dentro de él le hizo mover los pies. Por alguna razón que no podía explicar, sintió que quedarse ahí y perder de vista a esta alocada chica de lentes sería el peor error de su vida.
— ¡Hey! ¡Espérame! — gritó siguiendo a la chica dentro del Shotengai.
El lugar era simplemente alucinante y con estilo bastante tradicional, que por momentos hizo que Shinji se sintiera en medio de algo salido del Japón medieval. Paseó la vista y pudo ver tiendas de tantas cosas distintas que se llegó a marear. Había tiendas de revistas, inciensos, bisutería, ropa, libros, adornos, zapatos, lámparas y un impresionante etcétera. Había otras calles que atravesaban la principal, como una donde vendían frutas, verduras, abarrotes, pescado y demás.
— Vamos, no te quedes atrás — dijo Mari, apareciendo de pronto junto a Shinji — Primero la comida y luego curioseamos por las tiendas — añadió.
El joven Ikari no alcanzó a responder cuando fue jalado de una mano por la chica, adentrándose entre la gente que transitaba por el lugar. Solo en ese momento fue consciente de que ella lo estaba tomando la mano. De hecho, también lo había tomado de una mano al bajarlo del segundo piso de su casa. ¿Cómo había pasado eso por alto? No pudo evitar sonrojarse.
El corazón de Shinji comenzó a acelerarse al ser consciente de que estaba siento tomado de la mano por una linda y alocada chica que acababa de conocer; algo totalmente fuera de lugar, ya que se supone que estás cosas no le pasan a él.
Sus reflexiones quedaron de lado cuando Mari giró y lo arrastró por una callejuela repleta de pequeños bares y restaurantes a cada lado. Finalmente ingresaron a un pequeño restaurante que tenía una larga barra y una hilera de mesas apegadas a una pared. No era un lugar muy grande y estaba medianamente concurrido de gente.
— ¡Hola Watanabe-San! —exclamó alegremente Mari, arrastrando a Shinji a la barra.
— ¡Oh! ¿Pero qué tenemos aquí? Ha pasado un tiempo desde la última vez viniste, "Princesa" — dijo un hombre robusto desde detrás de la barra.
— Estuve un poco ocupada, pero mira. Te traje un nuevo cliente — dijo una contenta Mari, dándole unas palmadas a la espalda de Shinji.
— ¿De verdad? Bienvenido muchacho. Siempre es bueno conocer clientes nuevos. ¿Y? ¿Cuál es tu relación con la "Princesa"? — preguntó el hombre con una mirada astuta.
— ¿Eh? ¿Qué? Amigos… creo — respondió dubitativamente un complicado Shinji.
— ¿Solo amigos? ¿Después de todo lo que hemos pasado juntos? — preguntó Mari con voz lastimera y ojos de cachorro apaleado.
— ¿Qué? — pregunto un espantado Shinji, blanco como el papel, mientras era mirado duramente por el hombre tras la barra y todos los comensales del local.
En ese momento Mari estalló en una sonora carcajada, señalando a Shinji con un dedo.
— Si hubieras visto tu cara — dijo la chica entre risas, doblándose sobre la barra y dándole fuertes palmadas con una mano.
— No le encuentro la gracia — masculló Shinji, molesto.
— Si vas estar cerca a la "Princesa", más vale que te acostumbres — dijo el hombre tras la barra con evidente diversión — ¿Qué van a querer de comer?
— Ramen de cerdo para mí — dijo una entretenida Mari, mientras se limpiaba una lágrima de un ojo.
— Yo tendré un Ramen de camarón — masculló un aun molesto Shinji, luego de ver el menú colgado en un cartel detrás del robusto hombre, que debía ser el dueño del local.
— Sale un Ramen de cerdo y un Ramen de camarón — dijo el hombre, perdiéndose por una puerta tras la barra que daba acceso a la cocina.
Shinji miró con algo de fastidio a la chica, que seguía sonriendo mientras saludaba a los demás comensales del lugar. No pasó mucho para que dos humeantes tazones de Ramen fueran puestos delante los dos jóvenes. Mari sonrió al ver su tazón, mientras que Shinji podría jurar que vio un par de colmillos asomar en la boca de la chica al ver la comida ante ella.
— ¡¡Itadakimasu!! — dijo una feliz Mari, con un par de palillos en su mano, que tomó de un recipiente en la barra, comenzando a comer alegremente.
El estómago de Shinji retumbó, recordándole que él también estaba hambriento. Con un nuevo sonrojo en las mejillas, tomó un par de palillos del recipiente en la barra y miró su tentador tazón de Ramen.
— Itadakimasu — dijo el joven Ikari y comenzó a comer… estaba rico.
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Si Shinji creía que Mari era la chica más linda y loca que había conocido en su vida, junto con ser la mayor fanática femenina de Godzilla de todo el mundo; ahora debía agregar "sociable" a la ecuación.
Mientras estaban comiendo en el pequeño restaurante de Ramen, Mari había conversado alegremente con el dueño, Watanabe-San, así como con su hijo, quien lo ayudaba tras la barra y sirviendo en las mesas. También conversó con los comensales del restaurante. Era simplemente impresionante como esta chica podía entablar conversación tan fácilmente con cualquier persona; lo cual también podía aplicarse a él mismo, que sin darse cuenta fue atrapado en el influjo de esta alocada y extrovertida chica de lentes.
Ahora, tras terminar de comer y dejar el restaurante, se dedicaron a recorrer las distintas tiendas de este impresionante Shotengai, simplemente viendo lo que tienen para ofrecer y divirtiéndose en el proceso, mientras Mari seguía conversando con la gente o algunos dueños de locales que parecían conocerla. Esto le hizo plantearse a Shinji que Mari debía andar muy seguido por este lugar, ya que muchas personas parecían conocerla.
En esos pensamientos estaba el vástago despreciado de Gendo Ikari, cuando fue empujado intempestivamente dentro de una tienda. Cuando fue consciente de lo que pasaba, estaba en una tienda de ropa, con una mujer de pie frente a él, mirándolo con curiosidad. La mujer era de edad adulta, muy posiblemente a inicios de los 60 años, aun así, Shinji no podía negar que pese a su edad, la mujer era bastante hermosa.
— Hola Temari-Obasan. Te traigo un cliente — saludó Mari con su alegría habitual.
— ¡Oh! "Princesa". Qué bueno verte. ¿Y este joven es mi nuevo cliente? — preguntó la mujer de encanecido cabello largo tomado en dos gruesas trenzas que caían por su espalda y dos flequillos que enmarcaba su aun atractivo rostro.
— Sí, puedes ver que necesita con urgencia un cambio de ropa — dijo Mari, señalando la ropa de un mosqueada Shinji.
— Ciertamente — concordó la mujer mayor, mirando con desapruebo la ropa del joven ante ella.
— ¿Puedes creer que siempre viste igual? Tiene varias mudas idénticas a esa — comentó Mari.
— ¿Te crees Albert Einstein, quien vestía siempre lo mismo? — preguntó la mujer mayor, levantado una ceja.
— ¿Qué les pasa a todos con mi ropa? Es mi uniforme escolar — se quejó Shinji.
— Ese es el punto Shinji. No estás en la escuela. Incluso te cambiaste de ropa en mi casa y en vez de vestir algo distinto, te volviste a poner esa cosa — se quejó Mari, con las manos en las caderas.
— ¿Se cambió de ropa en tu casa? — preguntó la mujer a Mari, levantando una ceja con una sonrisa traviesa en los labios — ¿Es tu novio?
— ¡¡Claro que no!! — estalló Shinji, rojo como una señal de tráfico, pero fue totalmente ignorado por la mujer mayor, que atrapó a Mari en un fuerte abrazo, enterrándole la cara en su bien provista delantera.
— ¡Cómo pasa el tiempo! — exclamó una emocionada Temari, ahogando a Mari con sus senos — Parece que fue ayer cuando eras una pequeña cachorrita a la que le cambiaba los pañales.
— ¡¡TEMARI-OBASAN!! — chilló una avergonzada Mari, sacando la cara de los seños de la mujer.
— ¿Le cambiaba los pañales? — preguntó Shinji con una sonrisa divertida.
— Por supuesto que sí — respondió Temari, con una sonrisa perversa — Tiene un lunar en el trasero.
— ¡¡¡KYAAAAAA!!! — chilló una sonrojada Mari soltándose del agarre de la mujer, yendo a taparle los odios a Shinji — Nunca escuchaste eso — dijo mirando seriamente al chico, que solo pudo asentir con la cabeza.
— Ya, cálmate "Princesa" — dijo la mujer, tomando a Mari del cuello de su polera para apartarla de un complicado Shinji — Vamos, ve a elegir algo de ropa para tu "No" novio — añadió divertida.
Mari le dio una mirada seria a la mujer mayor, pero esta la despidió con un gesto de una mano. Mari hizo un puchero antes de dar media vuelta y sumergirse entre los percheros y motones de ropa que llenaban el local. Por su parte Temari le dio una mirada seria a Shinji, evaluándolo.
— ¿Qué? — preguntó Shinji, algo intimidado.
— Vas a tener que ser más fuerte y decidido. Si no le pones freno, esta niña te va a pasar por encima — comentó la mujer, antes de esbozar una sonrisa traviesa — Por cierto; el lunar está en el glúteo derecho.
— ¡¡TEMARI-OBASAN!! — chilló una avergonzada Mari, lanzándole una blusa a la cara de la mujer mayor, que solo rió a carcajadas.
Shinji suspiró en resignación, preguntándose en dónde rayos se había metido.
Luego de ese episodio y por los siguientes minutos. Shinji se transformó en el muñeco de pruebas de Mari y Temari-San, quienes le hacían probarse tenida, tras tenida de ropa, algunas de ellas intuía solo para reírse de él. Finalmente y luego de lo que pareció una eternidad, vestía un conjunto de zapatillas rojas, pantalón deportivo negro, polera blanca y una sudadera con capucha gris oscura. Cuando se miró en un espejo de cuerpo entero, debió reconocer que se veía bastante bien.
Tal como había dicho Mari, los precios de la tienda no eran caros, por lo que el costo total de la ropa que llevaba era muy razonable. Esto hizo que el sorpresivo y oportuno dinero que le dieron en compensación al ser expulsado de NERV, no se viera demasiado mermado. Además, Temari-San le hizo un buen descuento con la promesa de que volviera a comprar dentro de poco.
Shinji salió de la tienda vistiendo su nueva ropa, con su uniforme escolar y zapatillas blancas guardados en una bolsa que cargaba en una mano. Miró a Mari, que le señalaba una tienda con máscaras tradicionales y no pudo evitar sonreír. Asintió con la cabeza. Un par de segundos después, estaba siendo arrastrado a la tienda por la chica.
— ¡Mifune-San! Te traigo un cliente — dijo una alegre Mari, saludando a un hombre mayor, que usaba un bastón para afirmarse y que le devolvió una sonrisa gentil.
Shinji suspiró, esperando que le quedaran algunos yenes al final del día.
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Shinji terminó de subir la escalera de piedra, llegando a la cima de una pequeña colina que estaba junto al Shotengai, a la que llegó saliendo por una callejuela repletas de bares que atravesaba la calle principal. Una vez arriba se percató de que estaba viendo un pequeño y muy bien cuidado templo Shintoísta, en medio de lo que parecía ser un bosque que se extendía a su alrededor. Los árboles eran grandes y frondosos dándole un aire místico a todo el lugar.
— ¿Te gusta? — preguntó Mari, de pie junto a él.
— Es hermoso — dijo Shinji, realmente impresionado por lo hermoso del lugar.
— Ahora voltea y mira a tu espalda — dijo Mari con una sonrisa.
Shinji hizo lo que pedían y se volteó, quedando impactado por lo que tenía ante sus ojos. Desde esta pequeña colina tenía una vista impresionante de todo el Shotengai, así como del barrio residencial y, al fondo de todo, la ciudad de Tokio-3 con sus impresionantes estructuras elevándose al cielo. Era una vista realmente impactante.
— Es una linda vista, ¿verdad? Te dije que valdría la pena venir aquí — comentó Mari, viendo como Shinji estaba absorto con la vista ante él, hasta que luego de un momento le dedicó una mirada.
— ¿Por qué haces todo esto por mí? Quiero decir, ni siquiera me conoces — preguntó Shinji, con repentina emoción en la voz.
Mari observó a Shinji por largos segundos, para luego desviar su mirada hacía la ciudad de Tokio-3 que se extendía ante ellos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para responder esa pregunta, hasta que finalmente rompió el silencio.
— Porque te vi solo y perdido en esa estación de trenes. Porque vi algo en tus ojos que no me gustó. Por eso te invité a venir conmigo, porque sentí que no sería bueno dejarte solo — respondió Mari, devolviendo la mirada al chico — Además, los compañeros amantes de Godzilla debemos apoyarnos entre nosotros — añadió con una sonrisa.
Shinji abrió enormemente sus ojos antes de bajar la cabeza ante esas palabras, sintiendo que algo se rompía dentro de él, liberando sentimientos que habían quedado en el olvido durante todo el día, pero que finalmente lo estaban alcanzando una vez más. Entonces lloró. Un llanto silencioso, pero que no podía detener.
Pronto sintió una mano en su hombro, era Mari de pie junto a él. Ese solo gesto fue suficiente para hacerlo estremecer; entonces, fue estrechado en un sorpresivo brazo. Sus ojos de abrieron, llenos de lágrimas. La bolsa con su ropa se deslizó desde los dedos de su mano, cayendo al suelo, levantó lentamente ambos brazos aferrándose a esa loca chica de lentes y continuó llorando. Ella lo sostuvo y lo dejó llorar en su hombro.
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Shnji estaba sentado en una banca en el pequeño santuario con una linda vista a Tokio-3. Tenía la cabeza gacha con las mejillas sonrojadas recordando su total falta de compostura de hacía unos minutos atrás, sin olvidar el tremendo atrevimiento al abrazar a la chica en ese momento de debilidad. Es cierto que fue ella la que inició el abrazo; un abrazo que en honor a la verdad, necesitaba; pero eso no le daba derecho a devolverlo así sin más. También es cierto que ella no reclamó por su atrevimiento una vez que se calmó y dejo de llorar, separándose de ella. Aun así sentía que eso estuvo mal. Apuñó las manos sobre las rodillas y suspiró pesadamente.
— Mari, yo… lamento lo que ocurrió allá atrás. No estaba… quiero decir… perdón — dijo Shinji, sin saber qué más decir, totalmente avergonzado.
En ese momento la chica estiró una mano frente a su rostro, ofreciéndole un palito de Dango (1). Shinji dio un par de pestañadas en sorpresa y miró a la chica, la que no le devolvió la mirada, solo se limitó a comer su propio palito de Dango. Era algo que ella había comprado en una tienda. La bolsa con el recipiente abierto ahora descansaba en la banca entre ellos, aun con dos palitos en su interior. Miró a la chica que seguía comiendo tranquilamente, devolvió la vista al palito de Dango que le ofrecían y lo tomó, dando una leve sonrisa.
— Gracias — dijo, dándole un mordisco a la golosina. Estaba rico.
Ambos comieron en un agradable silencio, simplemente disfrutando del momento y del Dango que compartían. Finalmente, ambos terminaron sus respectivas golosinas dejando los palitos en el recipiente vacío, guardando silencio por otro momento.
— ¿Quieres hablar de eso? — preguntó de pronto Mari, mirando a Shinji sin ningún rastro de ese aire travieso que la caracterizaba. Su mirada era seria, interesada y comprensiva a la vez.
Shinji la miró sorprendido, sin saber qué responder.
— No es bueno quedarse con todo ese dolor adentro, ¿sabes? Hablar ayuda — señaló ella con una sonrisa comprensiva — Sé que nos conocemos hace solo unas cuantas horas, pero estoy dispuesta a escuchar y guardar reserva sobre todo lo que digas. Además, ahora conoces mi secreto… que tengo un lunar en el trasero. Así estaríamos a mano — añadió haciendo un puchero.
Shinji contempló a la chica por unos segundos y no pudo evitar una pequeña sonrisa.
Habían pasado demasiadas cosas este día. Fue descartado y expulsado de NERV y Tokio-3, condenado a regresar a una vida triste y amargada que odiaba tanto como subir al EVA. Una vida de soledad, dolor y abandono; algo que lo afectaba a tal punto, que había pensado ponerle fin a todo en dos ocasiones. La primera vez salvado por un extraño zorro salvaje, y la segunda, por esta alegre y alocada chica de lentes que responde al nombre de Mari Makinami.
Le parecía increíble pensar cómo había cambiado su día desde que esta chica irrumpió en su vida. De alguna forma su alegría y extroversión había hecho que dejara de lado todo su dolor y pena, para regalarle el que había sido el día más increíble de su vida. Ella le había entregado tanto en tan poco tiempo pese a ser un total desconocido, pero aun así, pese a conocerla de nada, no podía dejar de sentirse seguro con ella, como si de alguna forma la conociera de toda una vida.
Antes de darse cuenta comenzó a hablar, contándole a Mari el completo desastre que había sido su vida. Partió por la muerte de su madre, el abandono y desprecio de su padre, su vida aburrida y sin sentido con su tío. Habló sobre lo miserable que se sentía, el llamado de su padre que le dio la esperanza de reconstruir su relación, solo para ser decepcionado al saber que se lo llamó únicamente para ser usado, terminando luego despreciado y expulsado por Misato cuando decidieron que ya no les resultaba útil para sus propósitos. No se guardó nada, e increíblemente luego de decir todo eso, se sintió mejor.
Mari guardó silencio por varios minutos analizando el relato de Shinji, antes de hablar.
— Creo que esa mujer Misato está en lo correcto. Si no tienes motivación o ganas de luchar, no tiene sentido subirte a esa cosa EVA. Solo serías un blanco fácil para esos Ángeles. Solo te estarían enviando a morir.
Shinji miró sorprendido a Mari por esas palabras y no dejó de estar en desacuerdo.
— Pero me estaban obligando a salir a pelear y morir ahí a fuera — se quejó Shinji.
— Bien, míralo de este modo. Cuando un país entra en guerra, reclutan hombres para entrenarlos y enviarlos a luchar en el frente de batalla como soldados. Claro, esos hombres están siendo obligados a combatir y saben que eventualmente pueden morir, pero no escapan. Van a luchar con convicción y decisión para defender su país, su hogar y su familia. Si no tuvieran nada por lo que luchar, nada por lo que vivir, ¿serían diferentes a ti sobre esa cosa EVA?
Los ojos de Shinji se abrieron grande ante esa línea de pensamiento, pero luego estrechó la mirada.
— ¿Quieres decir que debo encontrar algo por lo que luchar antes de subir al EVA?
— No, solo digo que entiendo el razonamiento de esa mujer Misato. No quieres luchar y no tienes nada por lo que luchar. No tienes ninguna motivación. Si sales a luchar así, solo saldrías a que te maten. Creo que ella hizo lo correcto — dijo Mari, mirando al cielo, que ya comenzaba a oscurecer.
Shinji bajó la cabeza asimilando las palabras de Mari, tratando de comprender.
— También creo que estás equivocado sobre eso de que estás totalmente solo en el mundo — dijo Mari, atrayendo la atención de Shinji.
— ¿Qué? — preguntó él.
— Puede que efectivamente esa mujer Misato te esté usando para esa especie de "Guerra de las Galaxias" suya; pero por lo que me has contado, creo que a su modo se preocupa por ti. Si no le importaras, no te habría dejado ir y te habría obligado a pelear. Al menos eso creo. Mi consejo es que hables con ella sinceramente, luego de eso; bueno, quedarte y pelar o marcharte y deja todo atrás. Eso lo debes decidir tú.
Nuevamente Shinji quedó sorprendido por el planteamiento y el consejo de la chica. Había mucho de razón en sus palabras.
— Y no te olvides de mí — apuntó Mari, arrancando una mirada impactada de Shinji — Puede que nos conozcamos solo desde hoy, pero ya te considero un amigo. Además, eres fanático de Godzilla; y eso te da muchos puntos a mis ojos. ¿Ves? No están tan solo como crees — dijo con una sonrisa.
Los ojos de Shinji se humedecieron una vez más y pronto las lágrimas volvieron a correr por sus mejillas, pero a diferencia de la última vez, ahora no eran lágrimas de tristeza.
— Gracias — fue todo lo que pudo decir.
Por respuesta Mari sonrió mientras tomaba algo de otra bolsa que descansaba a su lado, se puso de pie dando unos pasos al frente, quedando por un momento dándole la espalda a Shinji. Este miro con curiosidad a la chica, que procedió a quitarse los lentes para sostenerlos en una mano.
— Yo también debo agradecerte — dijo de pronto Mari, aun de espaldas — Por ayudarme en la estación de trenes con mi colección, por cargar mis cosas… por darme un día tan entretenido.
Shinji estaba por responder a esas palabras, cuando la chica se giró. Los ojos de Shinji casi salen de sus orbitas. Mari esta frente a él usando una máscara de zorro; una máscara Kitsune que él le había comprado en una tienda ante su insistencia.
Era una hermosa máscara con grandes orejas, los bordes de los ojos y nariz pintados en dorado, una gran flor de cerezo en la frente, tres pétalos de cerezo sobre el ojo izquierdo y tres más bajo el ojo derecho. Tenía además unos cascabeles que colgaban a cada lado de máscara sujetos desde cordones de color rojo, desde los que también colgaban una borla roja a cada lado. La máscara cubría la mitad de cara, por lo que se podía ver la sonrisa de la chica.
Shinji quedó literalmente embobado por la visión que tenía ante él, la visión de una linda y extrovertida chica con una máscara de zorro; un Kitsune. Por alguna razón supo que eso era algo acertado. Tradicionalmente se creía que los Kitsune eran traviesos, lo que de alguna forma se emparejaba con lo que había visto de esta alocada chica durante el día.
Miró a la chica fijamente por unos segundos y tuvo que dar un par de pestañadas. De pronto, pudo jurar que ya no veía la máscara en la cara de Mari, en cambio, habían dos peludas y grandes orejas de zorro sobre su cabeza y tres felpudas colas ondeando graciosamente en su espalda. Permaneció congelado viendo esa extraña visión, totalmente fascinado por esa increíble y exótica vista ante sus ojos, hasta que ella le habló.
— ¿Te gusta?
Esa pregunta descolocó a Shinji. Pestañeó un par de veces, como si estuviera saliendo de un trance y al ver a la chica, las orejas de zorro y las tres felpudas colas ya no estaban, la máscara había vuelto a su lugar y ella lo mirada con una sonrisa divertida.
— Eh… sí. Te ves bien — logró decir, haciendo que la sonrisa de ella aumentara.
— Tú también tienes una. ¡Póntela! — dijo ella con diversión.
En ese momento Shinji recordó que había comprado dos máscaras a pedido de ella. La otra era una máscara completa, ojos y nariz en negro, boca, orejas y algunas marcas en rojo. Pronto Mari había manejado ponerle la máscara en la cara y lo miró con aprobación.
— Te vez guapo — dijo ella.
— Deja de reírte de mí — masculló Shinji, arrancando una risita de Mari.
— Hablo en serio. Te ves bien con esa ropa, eres guapo y esa máscara Kitsune te queda genial. Solo te falta hacer un poco más de ejercicio, así no sudarías tanto al cargar peso — dijo ella, divertida.
Shinji agradeció llevar la máscara puesta para ocultar su sonrojo.
— ¿Qué vas a hacer ahora? Te ibas yendo de la ciudad esta mañana. ¿Tienes algún lugar donde pasar la noche? — preguntó ella de pronto.
Esa pregunta tomó fuera de guardia a Shinji. Ahora que se daba cuenta, estaba anocheciendo y no tenía ningún lugar donde dormir. No creía que Misato estuviera muy contenta de verlo aparecer repentinamente en la puerta de su departamento luego de echarlo de Tokio-3.
— Yo… realmente aun no sé qué hacer. Tampoco tengo donde pasar la noche. Supongo que buscaré un hotel barato — razonó.
— Olvida eso. Hay un cuarto de invitados en mi casa. Puedes quedarte ahí — dijo Mari.
— ¿Qué? ¡No! No puedo aceptar eso. Recién nos conocemos. No sabes nada de mí — razonó Shinji.
— Y aun así viste los tampones de mi madre — dijo Mari, con los brazos cruzados bajo el pecho.
— ¿Quieres dejar de recordarme eso? — reclamó Shinji, tan avergonzado que hasta la máscara que usaba se tiñó de rojo.
— Mira, es cierto que nos conocemos desde esta mañana, pero puedo sentir que eres una buena persona. Además, eres un compañero fanático de Godzilla. No te puedo dejar desamparado — dijo Mari levantándole un pulgar.
Shinji miró sorprendido a la chica por su casi absurda forma de pensar, tomó la máscara que cubría su cara con una mano y la giró hacia un lado de su cabeza. Miró a la chica y estaba por decir algo, cuando ella se le adelanto.
— Ya que vas a pasar la noche en mí casa, ¿te gustaría ver conmigo la película de Godzilla de 1954? La versión remasterizada, extendida y coloreada — preguntó ella.
Cualquier cosa que Shinji hubiera querido argumentar murió en su garganta ante esa oferta. La emoción era visible en sus ojos ante la oportunidad de ver esa exclusiva película. Un objeto de culto que muy pocas personas habían podido disfrutar. Cualquier sentimiento de tristeza o duda que habían estado agolpándose en su corazón quedó de lado, ante la oportunidad de ver esa película del gran Godzilla.
Mari miró atentamente la reacción de Shinji, y vio como sus ojos hablaron por él. Sonrió.
Shiniji vio como la chica tomaba la bolsa con el recipiente vació donde antes estuvieron los Dango y lo metía en la bolsa donde antes estuvieron las máscaras de zorro. Luego tomó la bolsa con ropa a un lado de él y la puso frente a su rostro. La tomó con ambas manos.
— ¿Qué? — preguntó, descolocado.
— ¿Cómo que "qué"? Vamos a casa. Tú preparas la televisión y la película, mientras yo preparo palomitas de maíz y refrescos. No podemos ver esa joya del cine sin refrescos y palomitas de maíz — dijo una entusiasmada Mari, tomando a Shinji de una mano y jalándolo con ella, para comenzar bajar las escaleras de regreso al Shotengai.
Shinji sintió como su corazón bombeaba a mil por hora. Una chica lo estaba tomando de una mano; una linda chica con un máscara Kitsune que además es fanática de Godzilla. Tal vez sí tenía algo por lo que vivir después de todo.
La pareja bajó de la pequeña colina y se adentró una vez más en ese pintoresco Shotengai, que parecía aún más impresionante con todas las luces prendidas y la gente caminando de un lugar a otro.
Por entre todo ese ajetreo y las luces, la gente vio a una alegre chica con una máscara Kitsune, arrastrando a un chico que también llevaba una máscara en la cabeza. Una mujer mayor que regentaba una tienda de ropa y que respondía al nombre de "Temari", miró a la pareja pasar por la calle rumbo a la salida del lugar. Los vio perderse entre la gente y sonrió, imaginando que comenzaría a ver a ese pobre chico más seguido por aquí, siendo víctima de las locuras de la "Princesa"
Continuará...
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Notas del Autor: Hola a todos. Seguimos con un nuevo capítulo de esta historia donde tenemos como protagonista a Mari Makinami, traída directamente de "Rebuild" para insertarla en el mundo de "Neon Génesis". Esto es literalmente un gusto que me estoy dando aquí, pero creo que va bien encaminado.
En este capítulo pudimos ver algo más de la vida de Mari y su entorno. El viaje al "Shotengai" fue algo nuevo para Shinji, que lo alejó de golpe de sus pensamientos y sentimientos autodestructivos.
Las cosas malas para Shinji no han terminado, aún hay mucho por delante para él, pero aparentemente ya no estará solo para afrontaras.
Saludos y nos leemos.
- Dango (1): Pequeñas bolas de masa hechas a base de harina de arroz glutinoso, conocida como mochiko, y agua. La masa se amasa y se moldea en forma de bolas redondas o alargadas.