Demon se encontraba inmerso en un sueño vívido, atrapado en la perspectiva de un bebé mirando hacia arriba con las manos alzadas, sus propias manos. De repente, una figura femenina envuelta en sombras emergió de la oscuridad, su voz suave y tranquilizadora rompió el silencio con palabras reconfortantes:
"Tranquilo, todo estará bien."
Sin embargo, antes de que pudiera comprender la escena, el sueño se desvaneció en la oscuridad. Demon despertó abruptamente, su corazón aún latiendo con fuerza por la experiencia onírica. Confundido y sudoroso, luchó por comprender el significado detrás de los gritos de terror que resonaban en su mente.
"¿Quién era esa misteriosa mujer que me acariciaba en mi sueño, y por qué lloraba yo?"
Las preguntas se agolparon en su mente, envolviéndolo en un manto de desconcierto mientras se enfrentaba a la realidad despierto. Después de eso, él le relatará a su madre, Daina, sobre el sueño que lo había atormentado. Su madre, al verlo sudoroso y ligeramente aterrorizado, lo abraza con preocupación y le pregunta qué ha sucedido.
"¿Qué ha pasado, hijo?"
Entonces, Demon comienza a compartir con ella los detalles de su enigmático sueño. Aunque su madre, Daina, muestra una reacción neutral, sus ojos delatan una preocupación más profunda.
En ese preciso instante, su padre irrumpe en la habitación, interrumpiendo la conversación. Sin más preámbulos, Daina le ordena a Demon que se duche rápidamente para que desayune y no llegue tarde a la universidad.
Demon camina hacia la parada de autobús que lo lleva a su universidad, inmerso en sus pensamientos sobre el extraño sueño que lo ha estado atormentando. Sus dudas se agolpan en su mente mientras trata de encontrar respuestas. Para distraerse, sube el volumen de su música, sumergiéndose en sus notas para escapar momentáneamente de sus preocupaciones.
De repente, mientras pasa junto a una construcción en el camino, un coro de voces le grita desesperadamente:
"¡Niño, sal de ahí! ¡Corre!"
Sin embargo, el estruendo de la música le impide escuchar sus advertencias. Una extraña sensación lo hace mirar hacia arriba justo a tiempo para presenciar horrorizado cómo una barra de metal se precipita hacia él.
El impacto es brutal. La barra atraviesa su cuerpo, provocando una cascada de sangre. Poco a poco, la vista de Demon se nubla y oscurece, mientras su vida llega a su fin. A su alrededor, los trabajadores y transeúntes entran en pánico, gritando por ayuda mientras la urgencia de la situación se hace cada vez más palpable. Las voces a su alrededor claman desesperadamente por una ambulancia.
Repentinamente, Demon despierta en un bosque, como si todo lo que había experimentado fuera un sueño. Observa a su alrededor y se percata de pequeñas luces volando a sus costados; eran hadas. Con incredulidad, murmura:
"¿Qué... cómo es esto posible? ¿Es un sueño? ¿Caí en coma? ¿Estoy muerto? ¿Es... el cielo?"
En ese momento, se escuchan fuertes rugidos, como si dos leones estuvieran peleando. Las hadas salen volando en pánico, y Demon busca de dónde proviene ese sonido. Se percata de dos dragones, uno lanzando bolas de fuego y el otro potentes proyectiles de hielo afilados como cuchillas. Demon se pregunta, asustado.
"¿Dónde estoy? ¿Por qué hay dragones peleando? ¿En verdad existen y no eran simples mitos?"
Pasa un rato y llega un dragón muy grande, aparentemente la madre. Mide unos quince metros de altura, con una mitad tan cálida como el fuego y la otra tan helada como el hielo. Aterriza con una presencia que se siente divina, haciendo que los otros dos dragones parezcan diminutos en comparación. Con un gesto majestuoso, la madre dragona embiste a los otros dos, haciéndolos caer al suelo como si fueran meros juguetes.
Al presenciar el impresionante espectáculo de los dragones y la misteriosa madre dragona, Demon queda asombrado y lleno de incertidumbre. Con los ojos fijos en la majestuosa criatura, una pregunta se cuela en su mente:
"¿Qué destino me aguarda en este extraño y maravilloso nuevo mundo?"
Y así, con la promesa de más aventuras y misterios por desvelar, el bosque resuena con un susurro inquietante: ¡CONTINUARÁ!