Cuando Demon y Nami llegaron al Sanatorio Mágico, se encontraron inmersos en un bullicioso escenario. Allí, todos los participantes del torneo se recuperaban de sus heridas, rodeados de una atmósfera cargada de energía mística y el suave susurro de hechizos sanadores. Un médico mágico llamó a Demon para que ayudara a colocar a Nami en una camilla, donde podrían tratar sus heridas. Demon, con una mezcla de preocupación y ternura, acató la orden, pero Nami, con una sonrisa tierna, lo tranquilizó asegurándole que sus heridas no eran tan graves.
El médico, admirado por la valentía de Nami en la batalla, elogió su destreza en el combate, especialmente fascinado por la forma en que luchaban los elfos, una raza que desconocía. Nami agradeció sus palabras con gratitud, mientras que Demon, observando la escena, notó a un hombre mayor acercarse con cariño a una joven.
"¿Cómo estás, hija mía? Peleaste admirablemente, tal como entrenaste y practicaste", expresó el padre de Lyria.
Lyria, visiblemente emocionada, respondió entre sollozos.
"Debí dar más, padre. Perdón por no ser una maga capaz de hacerte sentir orgulloso".
Con un tono lleno de ternura, su padre le aseguró que su mera presencia era suficiente para él, y ambos se abrazaron con lágrimas en los ojos, intercambiando palabras de amor.
Demon se aproximó a ellos con respeto y les saludó, luego se dirigió a Lyria con amabilidad.
"¿Cómo te encuentras, Lyria?", preguntó con preocupación.
Lyria, aún adolorida pero estable, compartió sus sentimientos sobre la batalla que habían tenido.
"Eres una gran maga, Lyria. Me pusiste al límite en todo momento", respondió Demon con admiración.
Lyria elogió la magia de fuego de Demon, reconociéndolo como uno de los magos más poderosos que había conocido en términos ofensivos.
Con asombro y gratitud, Demon respondió,
"¿En serio? Muchas gracias, Lyria. Tus palabras significan mucho para mí".
Lyria, con una sonrisa juguetona, señaló a Nami y preguntó,
"¿Y esa chica elfa es tu novia, Demon?".
Demon, algo sonrojado, respondió con torpeza, "Nami? Ja, ja, quizás... o quizás no".
Nami, que había estado escuchando la conversación, exclamó con un tono de enojo pero también de diversión,
"¡Estoy escuchando todo, Demon!".
Demon, avergonzado, se disculpó mientras se rascaba la cabeza.
"Ay, Nami, perdón", murmuró.
Lyria, observando la escena con una sonrisa, comentó.
"Son muy unidos ustedes dos. Y ambos se apoyaban mutuamente durante el torneo".
Demon asintió con orgullo.
"Somos compañeros de entrenamiento y grandes amigos".
Lyria, con curiosidad, agregó, "Tu maestro debe ser poderoso".
Al concluir la conversación con Lyria y su padre, una voz resonó detrás de Demon, interrumpiendo el momento.
"¡Hey, hey, hermanito Demon! ¡Vimos que hiciste un buen espectáculo, y eso que eras un simple debilucho cuando te encontramos en aquel bosque, je, je", declaró un mago con un aura impresionante.
Era una figura familiar para Demon, quien reconocía en él la esencia de su pasado. Este mago tenía el cabello azul, tan gélido como el hielo, y unos ojos celestes que parecían reflejar el firmamento. A su lado, otro mago emanaba una aura igualmente poderosa, con el cabello rojo como el fuego puro y unos ojos tan intensos como brasas ardientes, lanzando destellos de energía con cada movimiento de sus manos. Su presencia no pasó desapercibida entre los demás magos que se recuperaban en el lugar, atrayendo las miradas curiosas de quienes los rodeaban.
Con un deje de soberbia, Lorian pensó para sí mismo.
"Otra vez, gente rara".
Demon, intrigado, preguntó.
¿Esperen, ustedes son...?"
En ese instante, un recuerdo se agolpó en la mente de Demon, los hijos de su madre adoptiva, Dracarys, la legendaria dragona. Pero ¿cómo era posible?.
El mago de cabello rojo se inclinó hacia Demon y le susurró al oído, revelando el misterio.
"Usamos un hechizo que madre nos otorgó. Nos dijo que te ayudemos hasta que ella regrese, aunque su regreso es incierto. En una ocasión, pasaron tres años antes de que volviera a casa. Cuando le preguntamos dónde estuvo, solo nos respondió que era un secreto muy guardado".
La sorpresa dejó a Demon sin palabras, mientras algunas magas comenzaban a murmurar entre ellas, creando un alboroto que no pasó desapercibido.
Los hermanos dragones, ahora transformados en humanos, estaban frente a él. Demon los observó con curiosidad y les preguntó.
"¿Cómo los llamaré ahora? ¿Qué nombres han elegido?"
El mago de hielo se presentó con orgullo.
"Yo decidí llamarme 'Ice'".
Demon, ligeramente burlón, comentó.
"Ah, qué original, Ice".
Sin embargo, Ice, un tanto molesto pero sin perder la compostura, respondió con firmeza.
"¡Oye, no te burles! Es el mejor nombre que se me ha ocurrido en toda mi existencia".
El segundo hermano, el mago de cabello rojo, intervino diciendo.
"Yo me llamaré 'Ars'".
Demon, impresionado, exclamó.
"Ese nombre sí que es genial, hermano. ¡Dame esos cinco!".
En ese momento, Ice preguntó por Nami con interés. Demon, un tanto gruñón, respondió.
"¿Cómo que nuestra? ¿Y cómo saben de ella? Bueno, da igual, síganme".
Demon guio a Ice y Ars hasta donde se encontraba Nami. Al verla, la saludaron con entusiasmo.
"¡Hola, Nami, cómo estás!".
Nami, un tanto confundida, preguntó.
"¿Los...conozco?"
Ars respondió con una sonrisa.
"Bueno, para empezar, somos hijos de tu maestra, a quien conoces como Dracarys".
El mensaje dejó a Nami atónita.
"¿Qué? ¿Mi maestra tiene hijos? No sabía que los espíritus podían tenerlos".
Ice explicó la situación de manera críptica, mientras Ars comenzaba a hacerle preguntas sobre su combate. Ambos expresaron su asombro y admiración por su valentía, transmitiendo los sentimientos de su madre.
"Este tal Lorian me saca de mis casillas. No debió hablar mal de los elfos" declaró Ice, visiblemente molesto. Nami, tratando de calmar los ánimos, recordó que el problema de discriminación contra los elfos llevaba décadas. Después de unos momentos de conversación, Nami admitió sentirse cansada y necesitada de descanso, lo que llevó a Demon, Ice y Ars a retirarse.
Mientras continuaban conversando sobre la batalla de Nami, Ars mencionó que al día siguiente se enfrentarían Elandrial y Thorgar. Ice, con un tono enojado, expresó.
"Lamentablemente, esa batalla será para Elandrial. Su manera arrogante de pelear me molesta".
Ars intentó calmar los ánimos, señalando que muchos magos tenían ese estilo en todo el reino. Ice explicó su preocupación.
"Lo que me preocupa es que si gana, tendrá que enfrentarse a Nami, y no quiero que ese inútil le haga daño".
Demon se sumó a la conversación para defender a Nami.
"No pasará nada, Nami es una maga excepcional. Madre la entrenó muy bien". Ars asintió en acuerdo con su hermano.
Mientras discutían, se toparon con unos magos que molestaban a dos magos de rango menor que ellos. Ice intervino con firmeza.
"Hey, hey, par de inútiles, déjenlos tranquilos".
Ars le advirtió en voz baja que no llamara la atención, recordándole lo que su madre les había dicho sobre evitar situaciones que los pusieran en peligro. Ice no aceptó tal advertencia. Demon también se unió a la pelea en contra de los magos molestos.
Justo cuando el conflicto parecía a punto de estallar, una voz resonó repentinamente.
"¡Al suelo ahora!"
Todos los magos, excepto Ars y los dos magos que estaban siendo molestados, fueron atraídos con una fuerza irresistible hacia el suelo. Era un general de las tropas de defensa del Portador de Luz y Oscuridad. Su presencia imponente estaba enfundada en una armadura blindada, combinando el blanco resplandeciente de la luz con partes oscuras que emanaban una sensación de misterio y poder.
Se aproximó al lugar donde todos se encontraban reunidos y con voz firme les reprochó.
"¿Por qué deben abusar de gente más débil que ustedes? Es tan patético. Así no demostrarán nada en la vida, solo eran simples miedosos".
Los magos abusivos, temblando de miedo, suplicaron.
"¡Perdónenos la vida, General! ¡Nunca lo volveremos a hacer!".
El General, al notar la presencia de Demon a un lado, comentó con una mezcla de sorpresa y admiración.
"Vaya, vaya, pero a quién tenemos aquí. El mago del que todos hablan, el que derrotó a Lyria con una fascinante magia de fuego".
El general ordenó con autoridad.
"¡Levántense".
Al instante, el hechizo se deshizo, liberando a los magos abusivos quienes huyeron velozmente. Ice, visiblemente molesto, se dirigió hacia el General con furia.
"¡Oye tú, no vuelvas a lanzarme hechizos así, porque responderé!"
Ars intervino para calmarlo y los tres se retiraron. Mientras se alejaban, el General los observó y levantó ligeramente la voz.
"Nos volveremos a ver, Demon". En un parpadeo, desapareció del lugar.
Por otro lado, Elandrial se dirigía a una mazmorra para desestresarse. Era un lugar conocido en todo el reino, donde la mayoría de los magos entrenaban, aunque pocos llegaban más allá de cierto punto. Sin embargo, para Elandrial, aquel lugar no era más que un nido de simples moscas. Despreciando a las débiles criaturas que lo habitaban, mientras hacía sufrir a un pobre goblin atrapado en sus garras, exclamó con furia y agresividad.
"¿Cómo es posible que esa elfa y ese estúpido hayan sobrevivido a estos encuentros? Después de ganar mi ronda, te haré sufrir, Nami. Ya lo verás".
Ya entrada la noche, Nami se encontraba profundamente dormida. Murmuraba y abrazaba su almohada, pronunciando el nombre de Demon en sueños. En su mundo onírico, Nami se imaginaba que Demon la invitaba a salir al baile de celebración que tendría lugar al finalizar el torneo. En su sueño, Demon le decía que estaba hermosa, y Nami se ruborizaba intensamente, respondiendo tímidamente que no era para tanto. Comenzaron a bailar el vals, y en un momento emocionante, Demon se acercó lentamente a ella, casi rozando sus rostros. Justo cuando estaban a punto de besarse, Nami se desequilibró y cayó de la camilla, exclamando entre risas y quejidos.
"Ay, ay, ay, mi cabecita"
La escena era una mezcla hilarante y romántica que reflejaba los sueños traviesos de Nami. Mientras Nami se retiraba a un balcón cercano para contemplar las estrellas y pensar en su familia, Demon, Ice y Ars se reunían en un humilde bar frecuentado por magos de menor rango. Allí, entre tragos y conversaciones, compartían sus experiencias y lamentaban la discriminación que sufrían los plebeyos a manos de la nobleza.
La curiosidad llevó a Ice a preguntar a Demon sobre su origen, recordando el misterioso encuentro en el bosque. Con seriedad, Demon reveló que no era de este mundo y compartió la trágica historia de su pasado. Sus hermanos, impactados por sus palabras, lo escucharon con empatía y comprensión.
Sin embargo, la tranquila velada se vio interrumpida por la llegada de Xina Silverthorn, una maga de la nobleza. Su presencia causó incomodidad, especialmente a Ice, quien cuestionó su presencia en un lugar tan modesto. Ars, tratando de calmar la situación, intentó entender los motivos de Xina para estar allí.
Pero la tensión aumentó cuando Xina reveló su intención de enfrentarse a Demon en el torneo y demostrar su superioridad. Esto provocó la indignación de Ars y Demon, quienes rechazaron sus amenazas con firmeza. Ante la hostilidad de los hermanos, Xina se retiró del bar con un gesto de desprecio, dejando tras de sí una atmósfera cargada de resentimiento y desconfianza.
Al amanecer, Nami se sentía recuperada y comenzó su rumbo hacia la pequeña casa donde vivía temporalmente con Demon. Ahora, también estaban incluidos Ars e Ice. Mientras se dirigía allá, Nami observó cómo el reino estaba en pleno evento. Se escuchaban los fuegos artificiales y magos comediantes realizaban trucos realmente fascinantes. La razón de la celebración era el inicio del segundo día del torneo. Los magos conversaban sobre quién sería el triunfador.
Al llegar a su casa, encontró a ice profundamente dormido, mientras ars estaba despierto y un poco serio por lo que había pasado en el bar. Nami sintió preocupación y le preguntó a Ars.
"¿Qué pasó ayer?"
Ars comenzó a contarle todo. Luego, Nami corrió hacia el cuarto de Demon. Subió las escaleras y al abrir la puerta, se encontró con Demon haciendo ejercicio. Solo llevaba puestos unos shorts. Sus miradas se cruzaron y Nami, sonrojada, le gritó.
"...¡Por favor, ponte algo de ropa!".
Después de que Demon se cambiara, le dijo.
"Buenos días, ¿qué haces tan temprano por aquí?".
Nami, con un ligero rubor en las mejillas, respondió titubeante.
"Bueno... Ars me contó lo sucedido anoche y... vine a saber cómo estabas".
Demon, con esa chispa traviesa en sus ojos, decidió hacerle una broma.
"¿Acaso estás preocupada por mí?".
La respuesta de Nami fue rápida, pero sus mejillas delataron su turbación.
"Pues claro... ¡estaba preocupada por lo que dijo esa maga de la nobleza! En fin, no me tomes demasiada importancia y centrémonos en ganar este torneo".
El rostro de Demon se iluminó con una sonrisa burlona mientras continuaba con su juego.
"¿Por qué estás tan colorada? ¿De verdad te preocupé tanto? Qué bonito".
Ante esta afirmación, Nami no pudo contener un grito avergonzado.
"¡Ay Demon, ¿por qué eres así?!"
Demon, siempre con esa calma juguetona, respondió.
"¿Cómo esperas que reaccione si te vuelves tan cariñosa de repente?".
La voz de Nami temblaba ligeramente mientras continuaba.
"Demon... cuando termine el torneo, y comience la celebración al triunfador en el castillo del portador, p-p-podrías... ¿podrías ir conmigo como mi pareja?".
Con una voz llena de picardía, Demon respondió.
"Encantado".
De repente, una voz resonó por todo el reino de Thalassar.
"¡Todos los ciudadanos del reino de Thalassar, se les invita cordialmente a dirigirse al coliseo! Daremos inicio al último día del torneo de magia más impresionante de la historia".
La gente comenzó a dirigirse hacia el coliseo, llenando las calles con fuegos artificiales, bailes y toda clase de celebraciones en honor a este día tan importante. Nadie quería perderse los emocionantes combates que se avecinaban.
Mientras tanto, Demon, Nami, Ice y Ars se encaminaban hacia el coliseo. Nami, como siempre, estaba emocionada. En cambio, Demon y sus hermanos mantenían una postura seria y concentrada, preparados para lo que estaba por venir.
¡Continuará!