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Chapter 8 - La identidad de Nami

Nami, entre la multitud, no pudo contener su alegría. "¡Lo sabía!", exclamó, emocionada. "Demon siempre ha tenido el corazón de un luchador, y hoy lo ha demostrado a todos".

Dracarys sonrió desde las sombras, contenta por su aprendiz y por la lección que había aprendido. De repente, una voz arrogante se escuchó entre la multitud. "Vaya, pero qué decepción, Lyria", dijo Elandrial con desdén. "Esperaba una batalla más emocionante, pero todo lo que vimos fue aburrimiento. Pensé que serías una maga digna para este torneo, pero parece que me equivoqué".

Algunos murmullos se escucharon entre la multitud, sorprendidos por el atrevimiento de Elandrial al hacer tal comentario después de la intensa batalla que habían presenciado.

Demon, con una mirada ardiente de furia, respondió a Elandrial: "¡Te haré tragar tus propias palabras! Lyria luchó con toda su fuerza, es una maga excepcional, la mejor. No tienes ningún derecho de denigrarla".

Elandrial, sin perder su compostura altanera, replicó con una sonrisa burlona: "Ja, eso espero, maldito imbécil. No subestimes mi poder". Luego, desapareció entre las sombras, dejando una estela de misterio y tensión en el aire.

Con el estadio sumido en un silencio expectante, Demon miró hacia donde Elandrial había desaparecido y luego se volvió hacia donde yacía Lyria, aún inconsciente en el suelo de la arena. Se acercó a ella con cuidado, su rostro mostrando preocupación y alivio al mismo tiempo por la victoria.

Nami, viendo la escena desde la zona de preparación, se apresuró a llegar junto a Demon. "¡Lo hiciste, Demon!", exclamó con alegría, pero al notar su expresión preocupada, añadió: "Pero, ¿Cómo está Lyria?"

Demon levantó la vista hacia Nami, sus ojos reflejaban una mezcla de emociones. "Está inconsciente, pero respira", respondió, aliviando un poco las preocupaciones de Nami.

Mientras tanto, el público comenzó a aplaudir, reconociendo la intensidad y emoción de la batalla que habían presenciado. Aunque algunos estaban decepcionados por la derrota de Lyria, muchos reconocían el esfuerzo y talento de ambos magos.

Con la batalla entre Demon y Lyria aún fresca en la mente de los espectadores, el estadio vibraba con la expectación del siguiente combate. En un lado del campo de batalla, con su magia de metal centelleando en sus manos, se encontraba Nami. Lo que sorprendió al comentarista y a muchos en el público fue descubrir que Nami era una elfa. Aunque algunos abucheos se escucharon desde las gradas, el comentario neutral del comentarista dejó claro que no todos compartían esos sentimientos hacia los elfos.

Al otro lado, emanando una presencia fría y poderosa, estaba Lorian. Su magia helada prometía ser un desafío formidable para Nami.

El público estaba ansioso, el aire se sentía eléctrico, cargado de emoción y expectación. Las conversaciones y murmullos llenaban el estadio mientras todos esperaban el inicio del enfrentamiento.

El comentarista, con voz potente, anunció el inicio del combate. Nami y Lorian se lanzaron al centro del campo, sus miradas fijas una en la otra, listas para el enfrentamiento.

Lorian, mostrando su desdén hacia los elfos, exclamó: "Ustedes los elfos no deberían existir, ni mucho menos participar en este torneo". Los abucheos del público se hicieron más fuertes, pero en ese momento, el portador del espíritu de luz y oscuridad se levantó. Su presencia tranquila llenó el estadio, y su voz resonó con autoridad: "No deberíamos permitir que prejuicios oscurezcan nuestro juicio. Todos los seres, independientemente de su raza, merecen respeto y oportunidades iguales. En tiempos como estos, debemos unirnos y ayudarnos mutuamente, no dividirnos por nuestras diferencias".

El estadio cayó en un silencio respetuoso. El comentarista, recuperando el hilo del evento, prosiguió con el combate.

Nami, con su magia de metal centelleando, se preparó para el ataque inicial. Lorian, por su parte, hizo un gesto elegante y estalactitas de hielo emergieron del suelo, apuntando hacia Nami.

El combate comenzó con una serie de ataques y contraataques, cada mago mostrando su habilidad y poder. Los espectadores estaban al borde de sus asientos, cada hechizo recibido con aplausos y exclamaciones de asombro.

Con un chasquido de sus dedos, Lorian hizo surgir picos de hielo del suelo, intentando atrapar a Nami. "¡Frío Abrazador!", gritó, enviando una ráfaga de viento helado hacia ella.

Nami, ágil como siempre, saltó evitando los picos de hielo y contrarrestó con su "Lanza Centelleante", una lanza de metal que lanzó hacia Lorian. "¡No subestimes el poder de los elfos!", exclamó mientras la lanza volaba.

Lorian, con un rápido movimiento de su mano, creó una barrera de hielo para detener la lanza. "¡Tienes habilidades, pero el hielo siempre prevalecerá sobre el metal!", replicó, enviando rayos de hielo desde sus dedos.

Nami, con determinación en sus ojos, invocó su "Escudo de la Aurora", una barrera de metal que reflejaba la luz en colores brillantes. "¡Voy a demostrarte que el metal puede ser tan fuerte como el hielo!", respondió, bloqueando los rayos con su escudo.

La batalla se intensificó con cada momento. Los hechizos y contra hechizos llenaban el aire, creando un espectáculo de luces y sonidos que dejaba a todos boquiabiertos. Los dos magos se movían con agilidad, esquivando y contrarrestando los ataques del otro.

Entre los espectadores, los comentarios se sucedían. "¡Vaya, Nami está dando una pelea impresionante!", exclamaba un joven en la multitud. "¡Pero no subestimes a Lorian, él también tiene sus trucos bajo la manga!", respondía otro.

Mientras tanto, Lorian, sintiendo la presión de la batalla, decidió cambiar su estrategia. "¡Cárcel de Hielo!", gritó, intentando atrapar a Nami en pilares de hielo. Pero Nami, con su agilidad elfa, logró esquivar la trampa.

Nami, aprovechando el momento, lanzó su hechizo más poderoso, "Tempestad Metálica". Miles de fragmentos de metal volaban hacia Lorian, quien luchaba por esquivarlos. 

Mientras la batalla continuaba, Nami demostraba una superioridad que dejaba a todos en el estadio boquiabiertos. Su agilidad y precisión al esquivar los ataques de Lorian eran dignas de elogio. Cada vez que Lorian lanzaba un hechizo, Nami respondía con rapidez, contrarrestando con un hechizo propio que demostraba su dominio en la magia de metal.

Uno de los portadores, Darius Elucidus, observaba con asombro. "Nunca había visto a alguien controlar la magia de metal con tanta destreza. Nami realmente ha superado todas las expectativas", comentó con admiración.

Lorian, por otro lado, comenzaba a mostrar signos de fatiga. Sus hechizos eran menos precisos y su velocidad había disminuido. A pesar de sus esfuerzos, parecía estar perdiendo terreno contra Nami.

En las gradas, Demon, con los ojos fijos en el campo de batalla, animaba a Nami con fervor. "¡Vamos Nami! ¡Tú puedes! ¡Demuestra todo tu poder!", gritaba, su voz resonando entre los espectadores.

Nami, alimentada por el apoyo y la determinación, intensificó su ataque. Con un movimiento fluido, lanzó sus "Proyectiles Afilados" creando una ráfaga de proyectiles metálicos afilados, como discos, hacia Lorian.

Lorian, luchando por mantenerse en pie, intentó contrarrestar el ataque, pero la velocidad y la fuerza de los proyectiles eran abrumadoras. Los proyectiles de metal golpeaban contra su barrera de hielo, rompiéndola en mil pedazos.

El público se levantó de sus asientos, aplaudiendo y gritando el nombre de Nami. Los portadores, impresionados por la demostración de poder, asentían con aprobación.

Con un último esfuerzo, Nami invocó su hechizo definitivo, "Forja Estelar". Brillantes estrellas de metal comenzaron a formarse en el aire, cada una lanzándose hacia Lorian con una precisión mortal.

Lorian, sin energías para defenderse, fue golpeado por las estrellas de metal, cayendo al suelo derrotado. El estadio estalló en aplausos y ovaciones, reconociendo la increíble habilidad y determinación de Nami.

El portador del espíritu de luz y oscuridad se levantó una vez más, esta vez para felicitar a Nami por su victoria. "Bravo, Nami. Has demostrado ser una maga formidable. Tu poder y habilidades son dignos de elogio", dijo con una sonrisa.

Demon, emocionado y orgulloso, corrió hacia el campo para abrazar a Nami, celebrando juntos esta victoria impresionante.

Al sentir los brazos de Demon rodeándola en un abrazo de celebración, un rubor intenso subió por las mejillas de Nami. En un intento de mantener su compostura, alzó la mano rápidamente, invocando un hechizo de metal. De su palma emergió una pequeña esfera de metal brillante que giró rápidamente hacia Demon.

"¡Aquí no, Demon!" exclamó Nami con una mezcla de vergüenza y diversión.

El hechizo golpeó a Demon suavemente en la frente, haciendo que soltara un "¡Ouch!" juguetón y retrocediera unos pasos, frotándose el lugar del impacto. Los espectadores estallaron en risas ante la escena cómica.

Nami, con una sonrisa traviesa, guardó su mano y miró a Demon con ojos chispeantes. "¡Aprende a no abrazar a una elfa en público sin permiso!", bromeó, provocando más risas entre el público.

Demon, todavía recuperándose del pequeño golpe, sonrió con diversión. "Tienes razón, debería haber pedido permiso primero", dijo, guiñando un ojo.

Ambos compartieron una risa mientras Nami se tambaleó ligeramente, claramente exhausta por el esfuerzo. Miró a Demon con ojos suplicantes.

"¿Me llevarías al sanatorio mágico? Necesito recuperarme un poco antes de la siguiente ronda", dijo Nami, tratando de sonar firme pero mostrando su evidente cansancio.

Demon asintió con preocupación y gentileza. Sin decir una palabra, la levantó en sus brazos, sosteniéndola con cuidado para no lastimarla más. Sin embargo, al hacerlo, sintió algo extraño: dos objetos grandes y suaves presionando su espalda.

El rostro de Demon se volvió de un tono rojizo intenso, sus ojos se abrieron un poco más. Trató de mantener la compostura y miró hacia adelante, evitando el contacto visual con Nami.

Nami, al sentir el fuerte y musculoso cuerpo de Demon contra ella, también se sonrojó intensamente. Aunque ambos intentaron mantener una conversación casual, la tensión entre ellos era palpable.

"Gracias por llevarme", murmuró Nami, su voz suave y ligeramente temblorosa.

"No hay problema", respondió Demon, tratando de mantener la voz firme. "Solo descansa, estarás bien".

A medida que avanzaban, los otros competidores y el público murmuraban y observaban la escena con curiosidad y diversión, añadiendo más chismes y rumores.

El estadio resonó con la voz del comentarista, cuyas palabras fluyeron con una elegancia y entusiasmo contagiosos. "¡Qué día tan emocionante hemos tenido! Desde el inicio, con impresionantes demostraciones de magia, hasta las batallas llenas de pasión entre nuestros valientes magos. ¡Mañana promete ser aún más grandioso con la conclusión del torneo y la coronación de nuestro campeón!"

Los tres Portadores de Espíritus se levantaron, sus presencias imponentes llenaron el aire.

Arianth Celestius, con su aura divina, tomó la palabra primero. "Agradezco a todos por su formidable participación. Han demostrado valor y habilidad en cada batalla. Mañana será el día en que uno de ustedes se corone como el campeón del torneo".

Le siguieron los otros Portadores, cada uno expresando palabras de aliento y agradecimiento hacia los participantes y el público. Su presencia imponente y sus palabras resonaron en los corazones de todos los presentes, recordándoles la importancia de la unidad y la colaboración en el mundo de la magia.

Con una reverencia final, los Portadores de Espíritus se retiraron, dejando a los participantes y al público llenos de anticipación y emoción por lo que el próximo día les depararía.

¡Continuará!