La mañana siguiente, el sol dorado se elevaba sobre el horizonte, iluminando el vasto paisaje que rodeaba la guarida de Dracarys. Demon despertó con un sentimiento renovado de propósito, determinado a demostrar su valía y aprender todo lo que pudiera de su misteriosa mentora.
Al salir de su alojamiento improvisado, se encontró con una escena que le dejó sin aliento. Dracarys estaba en el centro de un claro, rodeada de runas mágicas que brillaban con una luz etérea. Sus escamas reflejaban los rayos del sol, creando un espectáculo de colores que se reflejaban en todo el bosque.
"Ven aquí", llamó Dracarys con una voz suave pero firme. Demon se acercó cautelosamente, admirando el espectáculo mágico ante él.
"¿Has visto algo así antes?", preguntó Dracarys mientras señalaba las runas.
"Nunca", admitió Demon, "Es asombroso."
Dracarys sonrió con satisfacción. "Estas runas son antiguas, contienen el conocimiento de los dragones. Te ayudarán a canalizar tu poder y a controlar tus habilidades mágicas."
Durante las siguientes semanas, Demon se sumergió en el entrenamiento intensivo, aprendiendo a dominar las artes mágicas y a controlar su aura única. Cada día presentaba un nuevo desafío, desde conjuros complicados hasta pruebas de resistencia física. A medida que pasaban los días, Demon comenzaba a sentirse más fuerte y confiado en sus habilidades.
Una tarde, mientras practicaba un conjuro complicado, Demon perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer. Justo en ese momento, una ráfaga de viento lo levantó suavemente, colocándolo de nuevo en pie. Se volvió hacia Dracarys, quien lo miraba con una expresión de orgullo.
"Has hecho un gran progreso", dijo ella, "Pero aún queda mucho por aprender."
Demon asintió, determinado a continuar su entrenamiento y a descubrir más sobre su misterioso poder y su conexión con Dracarys.
Una noche, mientras descansaban junto a una fogata, Dracarys dijo, "Desde hoy serás mi hijo", después comenzó a hablar sobre su pasado. Demon escuchaba atentamente, fascinado por las historias de batallas épicas.
En ese momento, un extraño sonido resonó a lo lejos, interrumpiendo el relato de Dracarys sobre las leyendas de antaño. Demon frunció el ceño, concentrándose en el sonido, intentando discernir su origen.
"No te preocupes, iré a ver qué es", dijo Demon, mirando a Dracarys con determinación. "Si hay un enemigo cerca, será una oportunidad para poner a prueba todo lo que he aprendido."
Dracarys asintió con preocupación, confiando en el entrenamiento de Demon pero preocupada por su seguridad. "Ten cuidado", advirtió, "No sabemos qué podría estar ahí fuera."
Demon se adentró en el bosque, siguiendo el sonido hasta llegar a un claro iluminado por la luz de la luna.
Al llegar al claro, Demon se encontró con un misterioso mago encapuchado que conjuraba hechizos con gestos rápidos y precisos. La figura encapuchada estaba concentrada en su conjuro, sin percatarse de la presencia de Demon.
"¡Magia de Fuego, Llamarada de Dragón!", exclamó Demon, lanzando una oleada de fuego hacia el mago. Sin embargo, el mago reaccionó rápidamente y conjuró una barrera de metal frente a él. "¡Magia de Metal, Muralla Impenetrable!", declaró el mago mientras el fuego se estrellaba contra su defensa, disipándose en chispas y humo.
Demon quedó impresionado por la habilidad del mago para bloquear su ataque. Decidió entonces utilizar una de las habilidades que había aprendido durante su entrenamiento con Dracarys. Concentrándose, su magia envolvió su cuerpo, formando una especie de armadura. Aunque no era perfecta y se desvanecía en algunos lugares, incrementaba considerablemente sus habilidades físicas.
Decidido a finalizar el enfrentamiento rápidamente, Demon cargó hacia el mago a gran velocidad. "¡Puño de Fuego de Dragón!", gritó, lanzando un puñetazo envuelto en llamas hacia su oponente. Sin embargo, el mago, viendo el ataque acercarse, respondió con un nuevo hechizo defensivo.
"¡Magia de Metal, Escudo Forjado!", exclamó el mago, creando un escudo brillante hecho de metal fundido delante de él, justo a tiempo para bloquear el puñetazo ardiente de Demon. El escudo resplandeció con un brillo metálico, resistiendo el impacto del puño de fuego.
Al chocar los poderes, Demon sintió cómo su energía se agotaba rápidamente. Su cuerpo, aún no completamente acostumbrado al uso intensivo de la magia, comenzó a flaquear. El esfuerzo de mantener su habilidad durante el combate era demasiado para él, especialmente habiendo entrenado solo durante tres meses.
El mago, viendo la debilidad de Demon, decidió aprovechar la situación. Extendió sus manos hacia el cielo y conjuró: "¡Magia de Metal, Lanza de Titanio!", creando una lanza brillante y afilada hecha de metal puro que se lanzó hacia Demon a gran velocidad.
Justo cuando la lanza de metal estaba a punto de impactar a Demon, una figura majestuosa descendió del cielo con una presencia imponente. Era Dracarys, que aterrizó con gracia entre Demon y el mago.
"Deténganse y arrodíllense", dijo Dracarys con una voz tranquila pero llena de autoridad.
Demon, exhausto y adolorido, se lamentó: "Ay, no puede ser, lo tenía todo resuelto, madre..."
El mago, en su mente, pensó: "Ay, ¿Cómo me metí en este problema?", mostrando una expresión de preocupación.
Dracarys se volvió hacia Demon, su mirada suavizándose ligeramente. "Demon, aún no estás listo para usar la Armadura de Dragón Divino. Tuviste suerte de no morir. Apenas te estoy dando una pequeña parte de mi poder para que puedas asimilarlo. Pero si lo usas una vez más antes de los seis meses, tu cuerpo sufrirá mucho y tendrás graves consecuencias."
Demon, con voz temblorosa, respondió: "Perdóname, madre, solo quería conocer mis nuevas habilidades y hasta dónde podría llegar."
Dracarys suspiró, mirando a Demon con preocupación pero también con un toque de orgullo. "Entiendo tu curiosidad, pero debes ser paciente. El poder debe ser utilizado con sabiduría y responsabilidad."
Dracarys dirigió su mirada hacia el mago encapuchado y le instó a quitarse la capucha. Al hacerlo, reveló una sorpresa inesperada: ¡una elfa! Dracarys exclamó con sorpresa, "Vaya, vaya, pero si eres una elfo. ¿Qué te trae por aquí? Tu aldea está muy lejos de este lugar."
La elfa, con una expresión de asombro, no esperaba encontrarse con un espíritu legendario que se creía "muerto". Dracarys, tras perder a su único portador, había decidido retirarse a un lugar donde nadie pudiera encontrarla.
La elfa se presentó humildemente, "Me llamo Nami, Majestad Dracarys. Solo estaba enviando un mensaje a mis familiares, diciéndoles que me encontraba en este bosque mágico entrenando. Me he propuesto ser la primera elfa en ser aceptada como una maga por los humanos. Desde hace muchos años, los elfos somos discriminados y temidos."
Sin previo aviso, Nami lanzó una mirada burlona hacia Demon, quien se quedó atónito. En su mente, pensó, "Ay, pero qué chica tan bonita."
Demon, recuperándose de su sorpresa, comentó que había pensado que se trataba de alguien peligroso debido a los hechizos que Nami había utilizado, que sonaban amenazantes.
Nami sonrió suavemente, "Estaba enviando un mensaje en el idioma de mi aldea. Usamos diferentes palabras y expresiones para comunicarnos."
Demon se sintió un poco avergonzado y respondió, "Lo siento, no tenía idea. Debería haberme dado cuenta."
Dracarys intervino, "Esto es una lección para ambos. No siempre debemos juzgar por las apariencias ni por lo desconocido. Todos estamos aquí para aprender y crecer."
Nami, con determinación brillando en sus ojos, se acercó a Dracarys. "Majestad Dracarys," comenzó, su voz firme y decidida, "he escuchado historias de tu poder y sabiduría desde que era una niña. Siendo la única elfa en este lugar, he enfrentado desafíos y discriminación constantes. Pero quiero cambiar eso. Quiero volverte mi mentora, aprender de ti y demostrar que los elfos también podemos ser magos poderosos."
Dracarys observó a Nami con ojos penetrantes, evaluando su determinación y sinceridad. "Entrenar a un aprendiz requiere tiempo, paciencia y un compromiso mutuo," dijo con seriedad. "¿Estás segura de estar dispuesta a dedicarte a este camino con todo tu corazón?"
Nami asintió con firmeza. "Sí, estoy dispuesta a darlo todo. Solo faltan tres meses para el torneo, y quiero estar preparada para enfrentar a los magos más poderosos y demostrar mi valía."
Demon, escuchando la conversación, sintió una mezcla de emoción y admiración por la valentía de Nami. Recordó sus propias luchas y cómo Dracarys había creído en él. "Dracarys," dijo, "si decides entrenar a Nami, estaré a su lado para apoyarla en su camino. Juntos, los tres podemos llegar lejos."
Dracarys sonrió, impresionada por la determinación y el espíritu de unidad de ambos jóvenes. "Muy bien," dijo finalmente, "acepto ser tu mentora, Nami. Pero ten en cuenta que este camino no será fácil. Deberás trabajar duro y superar muchos desafíos."
Nami asintió con gratitud. "Lo entiendo, Majestad Dracarys. Haré todo lo posible para estar a la altura de tus expectativas."
Con el torneo acercándose rápidamente, los tres se prepararon para intensificar su entrenamiento. Los días que siguieron estuvieron llenos de prácticas intensivas, estudios de hechizos y lecciones de sabiduría. La unión entre Dracarys, Demon y Nami se fortaleció, formando un equipo decidido a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
Los tres meses pasaron volando, con días llenos de intensos entrenamientos y noches de profundo descanso. Demon y Nami formaron un vínculo fuerte durante este tiempo, aprendiendo juntos y apoyándose mutuamente en su camino para volverse más fuertes.
Una noche antes del torneo, el ambiente estaba lleno de anticipación y emoción. Demon, nervioso por el gran día que se avecinaba, buscó a Nami para hablar con ella y tal vez aligerar la tensión del momento.
Encontró a Nami sentada junto a un arroyo, observando la luna reflejada en el agua. Decidió acercarse con una sonrisa juguetona.
"Hey, Nami," comenzó Demon, intentando ser casual. "¿Has notado que las estrellas se parecen un poco a ti? Brillan con la misma intensidad."
Nami levantó una ceja, sorprendida por el comentario. "¿Estás comparándome con estrellas, Demon?" preguntó, intentando contener una risa.
Demon, sin perder la compostura, continuó: "Bueno, sí. Quiero decir, eres tan única y hermosa como una estrella en el cielo."
Nami no pudo contenerse más y soltó una carcajada. "¡Demon! ¿Estás intentando coquetear conmigo justo antes del torneo?"
Demon, un poco avergonzado pero decidido a continuar, dijo: "Bueno, pensé que tal vez podríamos compartir algunos momentos divertidos antes del gran día. ¿Qué opinas de una caminata bajo la luna?"
Nami sonrió con ternura, sacudiendo la cabeza ante la persistencia de Demon. "Aprecio el gesto, Demon, pero creo que deberíamos descansar para estar en nuestra mejor forma para el torneo."
Demon se rascó la cabeza, aceptando la respuesta de Nami con una sonrisa. "Está bien, lo intentaré de nuevo otro día. Pero recuerda, las estrellas siempre están ahí, y yo también."
Nami rió suavemente, sintiéndose agradecida por el apoyo de Demon, incluso en sus momentos más torpes. "Gracias, Demon. Ahora, vayamos a descansar. Mañana será un día importante."
Ambos regresaron al campamento, compartiendo una risa amistosa y reforzando su camaradería en la víspera del gran torneo.
¡CONTINUARÁ!