Chapter 16 - Parte 16

Jeon Yu durmió y despertó por la tarde debido al dolor que comenzaba a palpitar en su rostro.

Para este momento los rayos cálidos habían sido cambiados por corrientes otoñales más frías.

Miró la ventana por largos segundos, sus pestañas castañas y rizadas parpadeando con suavidad. Por un instante había tenido la sensación de soñar mientras dormía, pero sea lo que sea, lo había olvidado. Detrás de la ventana un árbol mecía sus hojas verdosas que, junto al viento, parecían estar en su proceso de cambio de estación. El sonido producido por las hojas al moverse era relajante y solo afianzaron el sentimiento de pérdida en su interior. Finalmente, estornudó y con la sacudida sintió dolor de cabeza.

Quizás, pensó, el supuesto vacío de un sueño no era más que su noble consciencia molestándolo.

Hace dos noches había dormido en medio de una calle dentro de su auto, y hoy había dormido en una posada de mala muerte. Hace dos noches había dormido con ropa limpia y hoy despertó con su ropa oliendo a perro mojado debido a caer en un caño en medio de la carretera. Aun sentía la tierra metida en todas partes, la piel pegajosa y la garganta adolorida y seca.

Al paso que iba ¿qué le esperaría mañana?

Cuando estuvo a punto de maldecir su propia voluntad, la irritación en sus ojos se enfrió.

Bueno, si lo pensaba, no había motivo para estar molesto. Gracias a la primera acción había conocido al vagabundo, y gracias a la segunda había podido salvarlo de la muerte.

Las acciones, aunque descuidadas, habían generado ganancias intangibles por lo que no se arrepentía de ello.

Y bueno… ni siquiera había dormido nada mal.

La cama no era más cómoda que la suya y los acontecimientos no habían sido agradables, pero por alguna razón, había dormido mejor que todos los días.

En realidad, Jeon Yu era el tipo de persona que tenía problemas para dormir y daba vueltas en la cama durante mucho tiempo, pero esta mañana ese no había sido el caso. Esta mañana después de que Luo Bingwen le dijera que el alfa estaba fuera de peligro, le trajera algo de ropa y le diera ciertas indicaciones en cuanto al calentador de agua, Jeon Yu se había recostado en la habitación para esperar la calefacción antes de irse a duchar. Sin saberlo, simplemente durmió.

Se levantó, bebió un analgésico que Luo Bingwen le había dejado sobre la mesita de noche y fue a la ducha. Al salir, se sintió mucho mejor y pensó en ir a ver el estado del alfa. El beta no le había informado nada, por lo que pensó no había problemas. Aun así quería verlo por sí mismo.

Un delicioso aroma a café recién hecho llegó desde fuera. Después de secarse el cabello, Jeon Yu siguió el aroma a través del pasillo. Llegó a una pequeña cocina donde estaba Luo Bingwen y un anciano mayor en silla de ruedas.

—¿Cómo está el alfa?

La voz sin reservas del omega atrajo la atención del anciano

—Oh, Bocchan, mi nieto ha vuelto.

El anciano sonrió a Jeon Yu, haciendo que la expresión preocupada se congelara.

—¿Ni-nieto?

—Buenos días —Luo Bingwen estaba de espaldas sirviendo algo y simplemente saludó. 

Jeon Yu abrió y cerró los labios, de pronto notando lo irrespetuoso que había sido.

 —Buenos días, señor Luo, abuelo ¿Luo?

Se dirigió a Luo Bingwen con una reverencia y no supo cómo llamar al anciano, así que torpemente lo llamó abuelo.

—Siéntate, el alfa está bien —Luo Bingwen sirvió un plato con tostada, mantequilla y huevo revuelto junto a una taza de café. Luego sirvió una papilla al anciano y le dijo—. Él no es tu nieto, él se llama…

Luo Bingwen miró a Jeon Yu.

—Chong Yu —Jeon Yu respondió.

Luo Bingwen no había reconocido su identidad como segundo joven maestro aun después de ver su rostro de cerca, por lo que pensó en no revelarlo. Supuso que se debía a que había llegado con la ropa llena de tierra y sangre, o porque su cara se veía fea e hinchada como la de un pez globo. Sea lo que sea, pensó en mantener su apellido oculto.

Jeon Yu agradeció por la comida y se sentó rápidamente en la silla. Como plan para pasar inadvertido, se metió casi toda la tostada a la boca y masticó con brusquedad. No habló con la boca llena porque pensó que estaría exagerando.

Mientras masticaba se atoró, se golpeó el pecho y cuando quiso pasar el trago se quemó la lengua al beber un sorbo de café.

—Es amargo —Jeon Yu arrugó la cara y habló con la legua floja.

—¿Quieres un poco de leche y azúcar? —preguntó Luo Bingwen.

—Si, gracias.

Jeon Yu extendió la taza y se sintió feliz.

—¿Y tú eres compañero de clases de Mingue o amigo de Mengmeng como Bocchan? —el anciano comentó con voz senil mientras los tres cenaban.

Jeon Yu vaciló, pensando en si alguna vez había escuchado esos nombres.

—Abuelo, déjalo —regañó suavemente Luo Bingwen.

—¡Oh! —el abuelo abrió los ojos y aplaudió— ¡Debes ser el novio de Mengmeng!

Luo Bingwen casi escupe la comida.

—¿Es verdad? ¡Ya lo sabía! ¡Con esa belleza seguramente eres omega, debes venir a visitarnos porque te quieres casar con mi hijo! Pero espera, ¿dónde esta Mengmeng? ¿Por qué viniste solo? Ese cretino ¡No le enseñé que sea ese tipo de alfa!

—¿Belleza, yo?

—Abuelo, él no-

Jeon Yu acababa de conocer a estas personas por lo que dijo:

—Abuelo, no sé quién es su hijo alfa y mucho menos estoy comprometido con él, lo siento.

—¿Entonces estudias en Ciudad A con Mingue? —el abuelo preguntó, una luz brillando en sus ojos pequeños.

—Abuelo —la voz suave de Luo Bingwen se alzó. Su molestia parecía apenas imperceptible, pero tan presente que incluso Jeon Yu no pudo evitar mirarlo—. La situación de Chong Yu es complicada, no lo incomodes con preguntas inapropiadas.

El comedor quedó en silencio. Jeon Yu sintió que una presión cayó sobre él sin siquiera decir una palabra. Y otra vez, tal como antes, quiso refutarlo pero no encontró la manera. Normalmente, era el tipo de persona que siempre tenía algo para decir, como si fuera un erizo al que no le faltan espinas para atacar. Sin embargo, este ambiente hizo que una personalidad diferente brotara de él. Se podría decir que las espinas se encogieron y se suavizaron. Ya no era un erizo, sino un gato que había sido recogido de la calle. Un gato que bajo el cielo gris se había aferrado a un perro grande y herido, un gato que no sabía como maullar.

Miró a Luo Bingwen dar un sorbo a su café y el anciano le devolvió la mirada con cierta culpa en sus ojos cenizos.

—Oh, es una pena.

El gato conoció a un oso escuálido y uno anciano. El gato quería intentar maullar.

—Un par de veces fui a Ciudad A, pero no conozco a la señorita Mingue.

Pese a que esto era una mentira, no necesariamente tenía que ser malo. En este tipo de ocasiones las mentiras podrían unir a la gente. Ciudad A era la capital del país A, por lo que naturalmente la sociedad pudiente tenía sus mansiones y sus villas allí. En Ciudad A también estaban las mejores instituciones y los mejores deportes, por lo que era difícil para una persona promedio tener un lugar allí. Jeon Yu había vivido sus veintidós años en aquel lugar, por lo que al inicio no era muy consciente de ello. Por supuesto, su ceguera había tenido un límite. El Gobierno del país A otorgaba becas a estudiantes sobresalientes, así que desde años atrás había compartido clases con uno o dos de estos becados. Los becados solían decir que se sentían abrumados por la diferencia que había entre CA y el resto de población.

—¿Y por qué es tan extraño? Un ciudadano de Ciudad B, C, D, ect, todavía puede venir y visitar —Jeon Yu le había dicho a su compañero de clases.

El compañero becado negó con la cabeza.

—Si pueden, pero no quieren. Los adultos se avergüenzan de la diferencia que hay entre ambos, es como si quisieras asistir a una fiesta a la que simplemente no encajas. Si sabes que todos te miraran por debajo del hombro ¿para qué ir? A nadie le gusta este tipo de cosas.

—Oh, es así —el abuelo bajó su carita arrugada, dejando ver una expresión triste—. Bueno, seguramente es porque Ciudad A es muy grande, pero la reconocerás cuando la veas. Mingue es beta, muy inteligente, bonita y amable. Le gusta ayudar a las personas, es alérgica a los gatos y cocina muy bien.

—Si me dice todo eso, estaré muy emocionado por conocerla —Jeon Yu sonrió.

—Abuelo, tu papilla se enfriará y se te hará tarde para la novela de las nueve.

—Bocchan, ya soy un viejo, no un niño. Oh, la novela ¿Cómo se llamaba? El hacendado era un hombre de negocios.

—Esa ya terminó, esta es una trama de herederos.

Terminada la hora de comer, Luo Bingwen acompañó al omega llamado Chong Yu a la habitación donde dormía el alfa. Mientras el omega miraba con fijación la respiración y preguntaba, Luo Bingwen le explicó que tenía varias heridas y conmociones de días atrás, pero dado que ninguna había dañado algún órgano o cortado algún punto vital, la recuperación sería posible.

—¿Por qué cree que él resultó así? —el omega preguntó, su expresión preocupada era fácil de leer.

Luo Bingwen ya había escuchado la anécdota de Chong Yu alegando que el alfa había sido quien lo salvó entre la marea de rufianes. Lo había escuchado y se había guardado sus propias dudas. Sabía que los alfas dominantes solían descargar su fuerza al intimidar a otros, lo que usualmente terminaba en este tipo de peleas y muertes. La probabilidad decía que esta persona podía ser el causante de todos los problemas, pero el testigo decía lo contrario.

—Cuando despierte lo sabremos, no sirve de nada especular.

—¿Y despertará pronto? —el omega se apoyó al revés de la silla, mirando los rasgos durmientes del otro. De pronto, su expresión se volvió complicada y dijo— ¿Y si despierta con problemas mentales?

Luo Bingwen giró la cabeza.

—¿Qué?

—La primera vez que lo vi me dijo que se había golpeado la cabeza y no recordaba nada. En aquel momento yo no estaba en condiciones, así que no pude preguntar. Incluso pensé que mentía, pero no parecía ser el caso, tampoco tenía razón para eso.

Luo Bingwen, quien estaba inspeccionando el estado de las heridas, hizo un gesto diciendo que lo entendía. No quiso inmiscuirse en detalles, aun así pudo suponerlo. Pudo imaginar más o menos el tipo de situación en el que había conocido a esta persona. Los alfas solían abusar de sus feromonas cuando tenían delante a un omega en busca de una salida desesperada.

Por supuesto, no lo culpaba.

No culpaba al niño por hacer algo así. Habían muchos omegas pasando cosas y cosas que imaginar cada una de ellas eran caer en un abismo de depresión. Pese a que él no era un omega, sabía de primera mano las penurias que sufrían.

 —Ya es tarde, hablaremos de eso mañana.

Él omega había mirado fijamente hacía el vacío después de que su abuelo preguntara acerca de cierto lugar. Luo Bingwen recordó este gesto y pensó «Hay cosas que simplemente no se deben mencionar».

Se dio la vuelta y caminó hasta salir de la habitación. Al ver que el omega no lo siguió, dijo:

—¿Te quedarás ahí?

—Solo un rato.

Luo Bingwen no estaba seguro de dejar a un omega con un alfa inconsciente, mucho menos si las sospechas que tenía resultaban ciertas.

—No sé en qué estado despierte, así que si mueve una pestaña, me llamas. Puede ser violento.

Mañana los exámenes estarían listos.

Jeon Yu asistió.

—Entiendo.

—Buenas noches.

Después de que Luo Bingwen se despidiera y cerrara la puerta, Jeon Yu se levantó de la silla y se acercó a la cama. La habitación estaba oscura, iluminada con la tenue luz que entraba de la ventana. Tal como la noche anterior, no había luna y el viento mecía la copa de los árboles.

En este espacio tranquilo, los ojos de Jeon Yu vagaron por el rostro durmiente del alfa. Los rasgos que no habían sido vendados tenían tonos púrpuras y verdosos debido a los moretones. El labio inferior estaba roto, las cejas pobladas estaban fruncidas levemente.

La feromona mentolada se desprendía con suavidad, envolviendo el olfato del omega. La feromona no estaba alterada ni le envió señales de auxilio. Jeon Yu sonrió al notar la calidez en su interior. Solo pensó «Que bueno».

Que bueno se sintió salvar una vida.

Que bueno se sintió ver esa vida descansar.

Tenía tanta curiosidad por saber acerca de esta persona y quería ver si podía ayudarlo de alguna manera. Aunque sus negocios no estaban bien y su vida era un mini desastre, aún podía hacer algo con este perro perdido. Podría adoptarlo, cuidarlo, enseñarle a vivir más allá de las calles y verlo volverse independiente.

Un joven maestro siempre debe devolver un favor recibido.

«Me salvaste, así que te salvaré».