Damián.
Después de haber estado un tiempo a solas y retomar mi compostura, me dirijo hacia la sala de espera. Cuando entro, el doctor está nuevamente con el señor Lennox y los demás, me acerco rápidamente para poder escuchar.
- Cómo está mi sobrina doctor?. - Pregunta el señor Lennox en el preciso momento en el que llego.
- La señorita Lennox ha sido ingresada a la unidad de cuidados intensivos. Ustedes ya conocen la gravedad en la que ella se encuentra. - Responde el doctor con una cara seria y preocupada que me enfrió toda la sangre.
- Cuál es el paso a seguir doctor?. -Pregunta la señorita Gisselle, prima de Alexa.
- Lo que sigue ahora, es esperar la evolución que ella tenga con el tratamiento y lograr que el cerebro se desinflame. Por el momento está estable y le estamos suministrando transfusiones de sangre, también se le hará una tomografía en unas horas para observar la actividad cerebral y mirar su evolución. - Le contesta el doctor a Gisselle.
- Podemos verla doctor?. - Interrumpe la conversación la señora Sonia con su pregunta, encontrándose un poco más tranquila.
- Lo siento señora, pero en este momento las visitas están restringidas, es por el bien de ella y su evolución. Además, la señorita Lennox tiene principios de neumonía y tiene las defensas muy bajas, cualquiera que entre en este momento al cubículo donde ella se encuentra, puede llevar cualquier bacteria que pueda ser perjudicial para su estado. Yo les recomiendo que se vayan a descansar, no tiene sentido que se queden por que no podrán verla y tampoco pueden hacer mucho aquí. Pueden regresar mañana. – Dice el doctor para luego despedirse.
- Discúlpeme señor Lennox, pero creo que el doctor tiene razón, es mejor que se vayan a descansar, dejaré personal por si sucede algo. - Dice el jefe de seguridad de los Lennox, el señor Robert Bale, que había llegado al hospital en el momento en que se había desmayado la señora Sonia, trayendo consigo a la señorita Gisselle.
-Tienes razón Robert, han sido casi dos días muy largos y estresantes, es mejor regresar mañana. - Le contesta el señor Roger.
- No estoy de acuerdo, yo no me moveré de aquí, no voy a dejar a mi niña sola. - Dice la señora Sonia un poco enojada.
- Ya escuchaste al doctor Sonia, no la podemos ver y tampoco hacer nada por ahora, tú niña te necesita entera y descansada. Además, estoy seguro de que Alexa saldrá bien de todo esto y si algo te pasa que le voy a decir a ella. No seas terca mujer y hazme caso. - Le contesta cansadamente el señor Lennox.
- Pero... – Trata ella de decir.
- Señora Sonia, trate de descansar un poco por favor. El señor Lennox tiene razón, si a usted le pasa algo, que le vamos a decir a la señorita Lennox cuando despierte, nos asesina a todos. Váyase tranquila que yo me quedaré y a la primera que llamaré será a usted, en caso de que suceda algo. - Le digo a la señora Sonia.
- Está bien, está bien, pero mañana vuelvo a primera hora Roger y tú Damián, no te preocupes por Lisa, yo me ocuparé de ella. – Me dice amablemente.
Le doy las gracias a la señora Sonia, ya que con eso estoy más tranquilo porque sabía que mi hermana no podría estar mejor cuidada que por la señora Sonia.
Al momento en que ellos comienzan a salir de la sala de espera, escucho cuando el señor Roger le pide a Bale de que lo mantenga informado sobre la salud de su sobrina y también le solicita a este, que Hall no debe de acercarse por ningún motivo a Alexa, por lo que Robert le responde que eso puede darlo por hecho. El señor Lennox suspira, asiente y se aleja junto con los demás.
El señor Bale se acerca a mí, interrumpiendo mis pensamientos.
- Dejaré a algunos agentes contigo, pero estás seguro de quedarte?, vas a cumplir dos días sin dormir y necesitas descansar Evans.
- No se preocupe señor, estoy bien. - Le contesto sin ningún ánimo en mi voz.
- De todas maneras, te dejaré solamente unas horas y después te mando un reemplazo para que descanses un poco, han sido dos días extremadamente difíciles. Está claro Evans?. - Asiento con la cabeza sin decir alguna otra palabra y el señor Bale también guarda silencio, yéndose al final.
Andy me da un golpecito en el hombro, cuando se acerca a mi posición.
- Cuando regrese te traeré un cambio de ropa y no te preocupes, que también estaré pendiente de Lisa. - Me dice antes de irse.
Pasan las horas y cuando creo que es como la medianoche, los demás agentes ya están en sus puestos, haciendo guardia, dejándome la sala de espera a mí. Así que me acomodo sentándome con la espalda pegada a la pared, los pies encima de las sillas y los ojos cerrados. Es evidente que ya empieza el cansancio a pasarme factura, pero igual no puedo dormir.
En algún momento siento que alguien se acerca a mí, me enderezo, abro los ojos y miro a la enfermera que esta parada frente a mí, ella me mira con tono de disculpa.
- Discúlpeme si lo desperté, pero sus compañeros me dijeron que le podía entregar a usted estas pertenencias de la señorita Lennox. - Me dice apenada y luego me entrega una pequeña bolsa plástica.
- Muchas gracias y no se preocupe que no estaba dormido. - Le respondo.
La enfermera asiente y se va, luego miro mis manos y la bolsa que se encuentra entre ellas, la abro rápidamente y veo su contenido. Están sus aretes y la peineta que Lisa le había regalado para su boda con sus ahorros, bueno eso fue lo que le hice creer a ella.
Ese día, había ido con ella al centro comercial y en uno de los almacenes a los que entramos, ella vio y escogió de regalo, una peineta para la señorita Lennox. Cuando fuimos a pagar, Lisa saco su cochinito y le dijo a la persona de la caja que con eso iba a pagar la peineta, yo le hice señas al cajero de que le dijera que sí y en un descuido de ella, pagué la peineta.
La peineta y los aretes estaban sucios con su sangre seca, por lo que no se podía ver bien su belleza, así que decido guardarlos nuevamente en la bolsa pero dejo la peineta en mi mano, protegiéndola con mi puño.
No sé cuánto tiempo transcurrió, pero creo que ya era de madrugada por que Andy llego para relevarme.
- Hermano, ya te puedes ir a descansar. - Me dice mientras me da las llaves del auto.
- No quiero irme, prefiero estar aquí. En la casa no podría dormir ni hacer nada. – Le digo y Andy rueda los ojos en forma de desaprobación a mi comentario.
- No me gusta conocerte tan bien, pero me imaginé que eso me dirías, así que en el auto hay un cambio de ropa y algo de comida, después puedes tratar de dormir un poco en el auto. Pero busca en donde darte un baño, ya que empiezas a oler extraño. - Me dice alzando una ceja y tapándose la nariz.
Lo miro y sonrío, luego me levanto de la silla y antes de irme le doy las gracias por todo su apoyo.
- Siempre hermano. - Me contesta cuando estoy saliendo de la sala de espera.
Después de llegar al estacionamiento nuevamente, saco la ropa y unos artículos de aseo que también tengo por emergencia, luego busco alguna habitación del área de hospitalización que este desocupada para usar el baño. Encuentro una en el cuarto piso al mirar las ocupaciones en los tableros de los puestos de enfermería.
Entro en la habitación sin que nadie me vea y evitando el rango de visibilidad de las cámaras de seguridad, cierro la puerta con seguro para que nadie fuera a entrar mientras estuviera allí, saco las cosas de la maleta, entro al baño y abro la ducha. Mientras el agua tibia cae por mi espalda, saco los aretes de la bolsa y la peineta del bolsillo del pantalón.
Comienzo a limpiarlos con la esponja y con un poco de jabón con mucho cuidado, ya que son piezas muy delicadas.
Después de bañarme y cambiarme de ropa, salgo con cuidado de la habitación para que nadie me viera salir, luego regreso nuevamente al auto y guardo las cosas en la cajuela para sentarme en la silla del copiloto y lograr comer un poco.
La verdad, no tenía mucha hambre, por lo que decido beberme todo el jugo de naranja porque si tenía mucha sed y solo consumo la mitad del sándwich.
Coloco los restos de la comida en el asiento del conductor y tiro el espaldar de la silla en la que me encuentro sentado hacia atrás, para estar un poco más cómodo. Saco de nuevo la peineta de uno de los bolsillos de mí saco y me quedo mirándola, luego la aprieto en mi mano y mis ojos se centran en el techo del auto. De repente se me viene a la mente, el día que Lisa le regalo la peineta a Alexa.
Ella estaba muy contenta y ansiosa por entregársela, así que fuimos al estudio, cuando llegamos, Lisa entra como un huracán sin tocar la puerta.
- Lisa, no puedes entrar así, debes tocar la puerta primero. - Le digo a Lisa muy enojado.
- Lo siento. - Me contesta a punto de llorar.
- No la regañes tan fuerte Damián, dime princesa… qué necesitas?. - Le pregunta la señorita Alexa muy divertida.
- Esto es para ti, mi regalo de bodas para ti. – Le responde Lisa y luego le entrega la cajita de terciopelo azul.
La señorita Lennox coge la cajita y mientras la abría, le preguntaba a Lisa si de verdad era para ella eso que parecía tan bonito, por lo que Lisa le confirmaba con la cabeza. Ella abre la cajita y los ojos se le llenan de lágrimas.
- Lisa, es hermosa, la voy a usar el día de mi boda, muchas gracias… es el mejor regalo que me han dado en la vida. – La señorita Alexa la abraza y mientras le daba el abrazo a Lisa, me mira y con los labios me da las gracias también.
Un momento después de estar sumergido en los recuerdos, creo que el cansancio me ganó…