En un abarrotado auditorio, el sonido de la música resonaba libremente. Era como una brisa que se paseaba entre las butacas, rodeando a los espectadores y penetrando en sus corazones.
Muchos suspiraron. Se dejaron llevar por esa melodía que traía calor a sus corazones. Estaban satisfechos con el sonido que ingresaba a sus oídos.
Frente a un sin número de asientos color rojizo, yacían cinco personas con vestimenta distinguida. Su ropa de diseñador, delataba el alto estatus de estas personas.
No eran un grupo de "don nadie"; eran los íconos de la música que se encargarían de seleccionar a los artistas para el festival.
Sus expresiones eran serias. A pesar del poder calmante de la música que estaba resonando, se mantenían firmes y críticos.
Observaban atentamente a los distintos concursantes que subían al escenario, o al menos, cuatro de ellos lo hacían.
Una mujer, de cabellera dorada, apartó su vista momentáneamente del escenario. Observó con atención al hombre que estaba sentado distraídamente a su lado.
"¿Aburrido?"
Preguntó en tono burlesco, aunque al hombre no le importó. Parecía como si nada pudiese despertar su atención y hacer que muestre siquiera un atisbo de interés.
Los ojos avellana del hombre, estaban perdidos en el paisaje detrás de la ventana. Una enorme vidriera se alzaba sobre la pared izquierda del auditorio.
Reflejaba un paisaje verdoso, con grandes árboles, bancos y un lago en las lejanías.
La mujer no se molestó al ser ignorada. Sonrió con picardía y regresó sus ojos al participante, que estaba llegando al final de su presentación. Sus manos se movían salvajemente entre las cuerdas del violín. La sinfonía estaba llegando al clímax, atrayendo el deseo del público.
Cuando la canción arribó a un punto final, el silencio reinó en la habitación. Los espectadores dieron una bocanada de aire, antes de que sus manos reaccionaran y aplaudieran con emoción.
"Muchas gracias. Puedes retirarte"
Comentó un hombre de gran tamaño, sentado entre medio de los jueces. Su tez morena y calvicie, resaltaban entre las personas del jurado. Thiev no podía evitar atraer las miradas de su alrededor.
"El que sigue"
Su gruesa voz resonó por el auditorio. Las cientos de personas, que yacían observando, guardaron silencio en respeto y en espera del próximo participante.
Sin embargo, los segundos transcurrieron y nadie ingresó a la sala. El escenario seguía vacío.
Thiev frunció las cejas con impaciencia. Odiaba la impuntualidad.
"¡El que sigue!"
Gritó con indignación. Si el participante no aparecía en los siguientes dos minutos, iba a descalificarlo.
Thiev bajó su mirada a la hoja de información. El nombre de "Liwen Khei" estaba escrito en la parte superior, junto a la imagen de un joven de piel blanca, ojos negros y cabello rizado.
"Oye, es tu turno. ¿Qué haces ahí parado?"
"Date prisa, vamos"
Susurros se oían desde detrás de la cortina. Inmediatamente salió un joven de estatura mediana y contextura delgada, cargando una guitarra. Su rostro estaba lastimado y su ropa se veía desaliñada y sucia.
La mirada de Thiev se oscureció.
"La impuntualidad es una falta de respeto, no solo para el escenario, sino para el público y la música también, jovencito. Por si fuera poco, acudiste a la audición vistiendo de esa manera. ¿Qué te hace creer que mereces tener esta oportunidad?"
Los ojos del joven se movían de un lado a otro. Parecía perdido, tratando de comprender lo que sucedía a su alrededor.
Con cuidado y tranquilidad, se acercó hasta el micrófono ubicado en el centro del escenario. Acercó su boca a él y pronunció con dificultad.
"Lo…lo siento…no…no pude escuchar que…me llamaron"
Las cejas del joven se fruncieron. Tocó su garganta con su mano, mostrándose frustrado. Su voz sonaba ronca, cortada y con pronunciación dudosa.
Thiev bajó la mirada a la hoja de información nuevamente. Su ojos leyeron la sección: "a tener en cuenta". Allí se detallaba la condición de Liwen y su incapacidad de oír.
"Entiendo. No puedes escuchar. En ese caso, una disculpa joven. No tuvimos en cuenta tu condición para asegurarnos de que supieras cuando era tu turno"
Sus ojos se alzaron en dirección al escenario. Thiev acomodó la corbata atada alrededor de su cuello.
"Aunque eso no quita que hayas subido al escenario con una vestimenta inapropiada. Eso no…"
"¿Qué vas a tocar?"
Una voz fría pero seductora, interrumpió los regaños de Thiev. Una mano se levantó y atrajo la atención del joven.
Liwen observó a la persona sentada en una esquina. Llevaba un traje azul oscuro, con detalles en dorado. Sus ojos almendras, brillaban con intensidad, mientras se enfocaban en él.
Liwen frunció los labios levemente. Su corazón, por alguna razón, estaba inquieto.
"¿Que preparaste para hoy?"
Reiteró el hombre con calma y procurando que su boca pudiera pronunciar perfectamente cada palabra. Siendo una persona con problemas de audición, suponía que Liwen podía leer los labios.
"Es…una canción que…que compuse"
Con un ademán, el hombre le indicó que iniciara. Se ubicó cómodamente en el sillón negro de cuero, a la espera de la presentación de Liwen.
Liwen respiró hondo. Estaba dolorido, incómodo, y por si fuera poco, su corazón estaba siendo consumido por unas extrañas emociones. Aún así debía dar lo mejor de sí.
Iba a tocar por el personaje, pero también por él. No en vano había corrido como un animal para quedar afuera de la selección. Ya era algo personal.
Liwen se ajustó la correa de la guitarra y se acercó al micrófono. Tomó posición y deslizó sus dedos entre las cuerdas. La música resonó, y una canción melodiosa y tranquila, inundó el auditorio.
Todos creyeron que se trataría de una canción relajante, pero la sorpresa no tardó en sacudirlos. La "tranquila" sinfonía que esperaban, se transformó, de un momento a otro.
Frío, desesperación, dolor. Emociones oscuras y pesadas comenzaron a transmitirse ante la audiencia. La incomodidad invadió a más de uno, hasta el punto en que debieron acomodarse sobre sus butacas. Se retorcían, como si estuviesen sentados sobre alfileres.
Los jueces no eran ninguna excepción, aunque sus miradas habían cambiado notablemente. No estaban para saborear la música, sino para seleccionar a las personas mas calificadas para trasmitir y contar su historia por medio de canciones.
Y, lo esperaran o no, Liwen cumplía con esa regla. Cada rasgueo de la guitarra, era capaz de evocar un sentimiento tétrico y profundo. Iba en contra de todo lo que la música había perseguido y protegido desde tiempos inmemoriales.
No era que nunca hubiera aparecido una melodía triste y melancólica, pero nunca nadie había interpretado una canción tan dolorosa y aterradora. Era como si reflejara el corazón de una persona mentalmente enferma, que padeció torturas inimaginables.
Hacía erizar su piel.
Cuando Liwen soltó las cuerdas de su guitarra, el auditorio quedó en un silencio sepulcral. No se percibía ni una leve respiración. Todos, y cada uno de ellos, habían quedado petrificados.
¿Qué acababan de escuchar?, se preguntaban.
Liwen se inclinó en señal de respeto. Dio por finalizada su presentación y aguardó a la despedida de los jueces.
Sin embargo, lejos de pedirle que se retirara, los jueces lo observaron con desconcierto y sorpresa.
La mujer de cabellera rubia, tomó la palabra.
"¿Puedes tocar otra canción?"
Liwen se sorprendió. No esperaba este desenlace.
Asintió con desconcierto, y rápidamente realizó su segunda presentación. Esta vez, no tocó una melodía tan aterradora. Bajó su intensidad, aunque aún así, fue un furor en el jurado. Las cinco personas descubrieron que la esencia de Liwen no cambiaba con el pasar de las canciones. Sus sinfonías eran así de intimidantes.
Desencajaban en la época actual. En realidad, desencajaban en la historia de la música en general. Eran revolucionarias, pero no de una manera forzada o desagradable.
Liwen acabó a duras penas. Ya no le quedaban fuerzas para seguir interpretando sus canciones. El dolor en su cuerpo no lo dejaba ni pensar con claridad. Quería salir corriendo de ese lugar.
Afortunadamente, los jueces se apiadaron de él y le permitieron retirarse.
Liwen se alejó del escenario y enseguida corrió en dirección al baño. Se metió dentro de un cubículo y se aseguró de que la traba estuviera bien puesta, antes de levantar su remera.
Su piel estaba cubierta de hematomas y moretones verdes y morados. La herida más llamativa era la alojada en su costilla derecha.
Al pasar el dedo, de forma superficial por la zona, Liwen no pudo evitar quejarse del dolor.
Los matones si que lo habían lastimado. Liwen se las devolvería con el doble de daño.
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Con el primer objetivo cumplido, Liwen ni se preocupó en asistir a las clases programadas por la tarde. Tomó un autobús, rumbo a su hogar, esperando poder descansar y curar sus heridas.
Haciendo uso de la llave, Liwen ingresó a la enorme mansión de mármol y se encaminó hasta su habitación. Sus padres, si es que se le puede llamar así, lo habían marginado al tercer piso. La parte más apartada, y a la que nadie recurre con frecuencia.
Liwen entró en su habitación y se aventó sobre su cama. Cama para nada cómoda, pero era lo único que tenía por el momento.
"¿Y? ¿Cómo estás llevando tu primera misión?"
Lumie se acomodó entre las sábanas color crema, mientras masticaba lo que parecía ser una botana. ¿De dónde la había sacado?, era lo que se preguntaba Liwen.
"Sistema, ¿Puedes darme información sobre otros personajes?"
Lumie masticó con comodidad.
"Es posible. ¿Sobre quién quieres saber?"
Liwen reposó su espalda contra el colchón, en lo que su cabeza descansaba sobre una mullida almohada. Sentía que iba a dormirse en cualquier momento.
"Los jueces. El hombre de saco azul…no parece ser simple"
"Obviamente no. Es el que más tendría autoridad en este mundo. Es descendiente del gran violinista, y por si fuera poco, su abuelo es quien pilota la nave"
"¿Nombre?"
Lumie dejó a un lado sus botanas, y contempló el rostro magullado de Liwen. Sus ojos azules, lucían una profundidad difícil de entender. Pensaba en algo, que nosotros no podríamos comprender en estos momentos.
"Li´An Sein"
Li´An Sein…Pronunció Liwen para sus adentros, antes de que las garras del sueño empezaran a arrastrarlo. Lentamente, sus párpados se tornaron pesados.
La conciencia comenzó a abandonarlo. Sin darse cuenta, se dejó llevar por el mundo de los sueños. Mundo en el que, desde hacía décadas, no había estado.
"¿Humano?"
Lumie lo miró incrédulo. Liwen se había dormido demasiado rápido. Quizás el terrible estado de su cuerpo, era uno de los factores.
Lumie avanzó hasta el rostro de Liwen. Subiendo sobre la almohada, se acercó hasta su frente y dejó caer un ligero beso.
El cabello rosado, rozó la pálida piel de Liwen. Transmitió un leve calor, que no fue capaz de despertarlo.
"Esto es todo lo que haré por ti humano"
Susurró Lumie, antes de desvanecerse.
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"Si tuvieras que elegir una profesión…¿que te gustaría ser?"
El rostro expectante del hombre lo desconcertaba. He´An no podía entender el porqué de tanta emoción y ansiedad ante su respuesta. ¿Tanto le importaba lo que podía decir?
"No tengo ningún interés en particular. Más que profesión, tal vez preferiría recorrer el mundo"
He´An dejó caer su cuerpo. Se recostó sobre la hierba seca, mientras su mirada se enfocada en la enorme luna llena sobre ellos. Los rayos de luz blanquecinos, iluminaban levemente la oscuridad de la noche.
"Tienes razón; esa sería una mejor opción. Pero cuando ya hayas recorrido cada rincón, ¿qué harás?"
El rostro del hombre se acercó al suyo. He´An contempló cada detalle del hermoso rostro, que se encontraba a centímetros de él. Cejas afiladas, nariz respingada, ojos verdosos y cabello oscuro.
Era físicamente atractivo, pero por dentro lo era aún más. He´An no podía evitar sentirse cautivado ante su presencia. Era algo que nunca había sentido, y por ende, no sabía cómo manejarlo.
Tragó.
"Estudiaría música"
"Esa sería una buena segunda opción"
El aliento del hombre impactó contra la piel de He´An. El calor, que su cuerpo transmitía, hizo que su corazón latiera con intensidad.
Podía sentir como su rostro se calentaba. No quería imaginar de qué color era su cara en estos momentos. ¿Estaba ruborizado o podía seguir ocultando lo que sentía?
Para su desgracia, su cuerpo ya lo había delatado. Había gritado, fuerte y claro, lo que estaba sucediendo dentro de su corazón.
El hombre sonrió.
Fue descendiendo lentamente, hasta que sus narices se tocaron. El leve roce sorprendió a He´An, quien quedó petrificado. Sin embargo, jamás esperó la siguiente acción del sujeto.
El hombre posó sus labios contra los suyos. Un beso tierno, que no tardó en transformarse. La pasión los sumergió en unas aguas embravecidas, que les arrebató toda pizca de razón.
Habían perdido el control, sin siquiera darse cuenta.
La respiración de ambos fue haciéndose más intensa, a medida que sus lenguas bailaban en el paladar de He´An.
He´An cerró los ojos con fuerza y sus brazos rodearon el cuello del hombre. Sus cuerpos se presionaron, como si quisieran fundirse en uno solo.
Lo que era un simple beso, desató un incendio imposible de extinguir. Ninguno de los dos deseaba detenerse.
Un líquido cristalino descendió desde sus bocas. El jugo que habían generado sus lenguas, bajó por la piel de He´An, humedeciendo su pera y su cuello.
El hombre dejó ir esos labios que lo habían vuelto adicto. Observó con atención, el rostro de He´An, quien se encontraba fuera de sí. Sus ojos brillaban con lujuria, y su miembro ya había reaccionado ante él.
El hombre acarició su mejilla. Deseaba que ese momento durara para siempre. Deseaba permanecer junto a He´An eternamente. Deseaba que He´An le perteneciera por completo.
"Tienes que encontrarme primero. No lo olvides"
Pronunció antes de dejar caer otro beso. Beso que dio paso a una noche de pasión y desenfreno.
Con la luna como testigo, unieron sus cuerpos y se volvieron uno.